martes, 22 de abril de 2014

Crítica: GUERREROS DE ANTAÑO (1994) -Última Parte-

LEE TAMAHORI













Hay ciertos tics ochenteros en la dirección y la propia película, que en su aspecto acaba por resultar más antigua de lo que en realidad es. El retrato con las bandas, el alcohol y la violencia nos remite a cierto cine de esa década, pero Tamahori le da la vuelta, convirtiendo su película en un fresco social, una crítica dura y una cinta realmente cruda.

El destartalado coche debajo del puente en el que vive Toot, el amigo de Grace, es un reducto para la paz y la amistad. A ella todos le parecen feos menos su amigo, una amistad pura y sincera.


Desde el guión se aclara bien el paso del tiempo, unas semanas, así observamos que las heridas del rostro de Beth han disminuido y la relación comienza a reconducirse. Las paces llegarán con la decisión y el dinero que Jake presta para ir a ver a Boogie.

Ese es el problema… que te quiero”.

La lucha, la dureza, lo varonil, el combate, son como reivindicaciones en un mundo hostil, la violencia es aceptada para la convivencia, considerada un valor predominante, admirada, querida, necesitada… Compañera constante en la convivencia, para el mal o para mantener o encontrar las raíces.

La claustrofobia de ese mundo sin esperanza, de sus rutinarias vidas, acaba resultando más expresiva con el contraste que resulta al ver el paseo familiar en coche, una liberación momentánea.



El retrato de los personajes huye del maniqueísmo, sus puntos oscuros son consecuencia del retrato que muestra Tamahori, pero también son capaces de la ternura, el cariño. El mejor ejemplo de esto lo tenemos en Jake

Lo tribal, el pasado, los antepasados, las demagógicas reivindicaciones… algo a lo que recurrir, a lo que volver para justificarse, un anhelo que se reivindica pero se le es infiel… Un anhelo sin sentido que no es capaz de adaptarse. La fuerza física como modo de supervivencia, un anacronismo sin sentido en la vida moderna, guerreros de antaño redivivos completamente desubicados.



El arraigo y el desarraigo, el pasado y su importancia, el malentenderlo o usarlo como justificación o, por el contrario, usarlo como forma de afianzarse a algo auténtico, está muy bien contrastado y mostrado por Tamahori. En unos casos ese pasado será ensuciado e incomprendido, por ejemplo por Jake, que lo usa de forma egocéntrica, simplificando y vulgarizando su esenciasignificado, limitándose a leves gestos como su preferencia por la música en directo a las gramolas… En otros, como las enseñanzas de Bennett, el bienhechor de Boogie en el centro de bienestar social, ese pasado logrará forjar un sentimiento de comunidad y familia, un sustitutivo vinculado a la comunidad neozelandesa de pasado aborigen. El desarraigo cultura frustra a los personajes. Nativos marginados.



Hay un apego especial a lo ancestral, alejarse de ello genera vértigo en estos desarraigados personajes, algo lógico teniendo en cuenta todo lo explicado.

“…es el destino de una mujer”.

Un picado sobre una nueva y decadente fiesta anuncia conflicto y un plano de un oso de peluche caído en la habitación de los críos anuncia la perversión de la inocencia, en este caso de Grace. Aquí se inicia el último tercio, el punto de inflexión final, el desencadenante de la tragedia y resolución de la cinta.


Grace no sabrá canalizar lo que le ha ocurrido, como personificación de la pureza que es vivía en el límite en ese entorno. Tras el horrendo hecho, como es lógico, malinterpretará el casto y puro beso que le da su amigo Toot mientras comparte un porro en su reducto privado. Grace lleva la perversión incluso a los sitios sagrados para ella, la lleva gracias al “tío Bully” (Cliff Curtis). Trauma, aversión.



La purificación que intentará, bañándose, no servirá de nada… Los cantos religiosos, la lluvia, las prostitutas, una mezcolanza simbólica insalvable para Grace, que tendrá un momento en un oscuro callejón en el que mirará a unos chicos ejercitándose, desconfiada… Lo masculino tan vigente en el entorno que Tamahori nos muestra, visto como una amenaza y con miedo por la pura Grace.



La incomprensión, la desesperación, la soledad, la falta de complicidad, la sensación de abandono, la ultrajada pureza…acaban llevando a Grace al colapso, la sensación de que no hay salida… al suicidio.




El cinismo extremo del mundo masculino, su egocentrismo, alcanza su cota más alta con el despreciable personaje del “tío Bully”. Cuando tras la tragedia diga “¡Qué me jodan si lo sé!”, tenemos la sensación de que serán palabras premonitorias… y acertaremos.

El valeroso “guerrero” Jake quedará inmóvil ante la imagen de su hija colgada, el egocéntrico macho siempre dispuesto para la acción será incapaz de mover un músculo, conmocionado, inactivo, cuando la situación de verdad requiera su intervención.


Hay excelentes sutilezas, como el hecho de que Grace se suicide en el árbol sobre el que se apoyaba para contar su cuento a sus hermanos ante la cariñosa mirada de su madre, la primera y la última aparición con vida de la chica será en el mismo lugar, un lugar con raíces, un árbol, primero llena de vida, ilusionada, soñadora, y finalmente huyendo de la única forma que creía posible.

En una cinta tan dura los momentos emotivos tienen un gran impacto, así será con la escena en la que la madre cuenta a Grace un cuento, el de su vida. Una bella forma de hacerlo teniendo en cuenta que Grace adoraba los relatos y los cuentos.



Temuera Morrison está muy bien en su papel, irascible, violento e imprevisible, logra atemorizar y hacer creíble, temible y en ocasiones entrañable un personaje del que somos capaces de ver sus ojos inyectados en sangre en muchos momentos.


El personaje de Toot resulta realmente entrañable, muy emotivo y un contrapunto hermoso en la crudeza reinante.

Amigos para siempre, ¿te acuerdas?

La muerte de Grace comienza a gestar una familia de verdad, uniendo la suya y sumando a su amigo Toot. Una desgracia generadora de algo positivo.



Desde el guión hay que resaltar el magnífico uso, planteamiento, desarrollo y resolución que se logra con un objeto, a la postre simbólico, como es el diario de Grace. Ese diario era una forma de escapatoria, como en todo diario en sus hojas se derramaban todos los sentimientos y circunstancias de la vida que se mantienen ocultos o en secreto a los otros. En él escribía sus cuentos y sus sueños… también sus tragedias. Jake lo romperá, un acto que desemboca en la decisión del suicidio, como si rompiera el último hilo que la mantenía, el de sus sueños e ilusiones. Cuando al final en un precioso gesto lo recompongan será como un renacimiento, allí leerá su madre, Beth, lo que ocurrió la fatídica noche y desde ahí la familia, liberándose de lastres, se unirá con más fuerza que nuca, Nig, Boogie, los pequeños y Beth. De alguna forma ese espíritu, lo que ella representaba, una vez recompuesto el diario consigue lo que siempre anheló.

Un plano sobre el diario mientras es arreglado por Beth y un suave zoom al rostro de ella para subrayar el impacto deja claro al espectador lo que sucede, algo que se logra gracias a la importancia que se ha ido dando a dicho objeto durante toda la narración.

Tamahori sigue demostrando su talento cinematográfico con otro detalle visual, en este caso con el uso del montaje como protagonista, del impacto en el rostro en la escena anterior de Beth, leyendo el escalofriante relato de la violación a su hija y causa de su suicidio, pasamos sin solución de continuidad al rostro del “tío Bully” cogiendo unas cervezas, es decir, el protagonista del horrendo acto, seguido mediante un travelling hasta la mesa donde le espera Jake y Dooley, sin cortes, hasta que vemos aparecer a Beth con su hijo Nig para mostrar el diario de su hija con su relato, acusándolo.




Por supuesto, y tras ciertas reticencias donde Jake sigue en su línea de defender más a sus amigos que a su familia, leerá el diario, lo que provocará que el “tío Bully” sí acabe “jodido”, como pronosticó. Una paliza tremenda, salvaje… La violencia reprochada por Beth es aceptada en esta ocasión ante el fiero ataque de su marido al violador de su hija.



En este sentido también debemos mencionar la buena evolución de la escena de la violación, donde Tamahori muestra pequeños detalles durante la película, aparentemente intrascendentes, donde Bully se fijaba en Grace, con el desenlace final mencionado.

Beth y Jake tendrán fuera del bar una última conversación, el adiós. Beth será encuadrada en contrapicado, recalcando así su enrome dignidad. Su reflexión sobre lo que es un auténtico guerrero define una de las tesis de la película, un guerrero tiene poco que ver con la violencia. Aquí se acaba definiendo, si no había quedado claro con anterioridad, que ella, Beth, es la auténtica guerrera en esta historia, la auténtica guerrera digna de los guerreros de antaño. En una escena anterior se hace un montaje encadenado con el rostro de Beth y una estatua maorí, perfecto recurso visual que señalaba clarificadoramente este aspecto mencionado.





El supuesto “guerrero” abatido, machacado y vencido por el orgullo y la dignidad de la auténtica guerrera. Sólo le quedan las amenazas y las bravuconadas. La muerte de Grace creando una verdadera familia que vemos nacer. En otro magnífico detalle visual Tamahori contrastará la piña familiar de Beth y sus hijos en el coche con la soledad en espacio abierto de Jake.



Todos los intérpretes están fantásticos, sobresalientes, con mención especial para Temuera y sobre todo Rena Owen.

Guerreros de antaño”, basada en una novela de Alan Duff, es un mazazo potente, una cinta poderosa y contundente, ruda, cruda y dura, un puñetazo vigoroso y brillante en el mentón. Una cinta que apuesta más por una concepción documental que narrativa en su desarrollo y que demuestra el talento de un director y unos intérpretes no muy conocidos por el gran público. Lástima que Tamahori se dispersase.

Una extraordinaria cinta no muy conocida por el gran público.



 


Dedicada a Patetric, mi amigo culé con buen gusto cinematográfico




4 comentarios:

  1. Me la apuntaré, la caspa no viene mal de vez en cuando

    ResponderEliminar
  2. pedazo de peliculon.....nunca la olvide desde que la vi en 1994

    ResponderEliminar