Hace unos años que
dije, y lo sigo manteniendo con más fuerza viendo el acierto hasta ahora, que
esta década en la que estamos inmersos (2010-2019) iba a ser mucho mejor que la
anterior, que ha sido la peor de la historia del cine. Es algo lógico, pasó también
en la mediocre década de los 80, porque una vez pasada la moda de los nuevos
avances tecnológicos y los efectos a lo Matrix todo debía volver a su cauce.
Peligró esto con el impulso del 3D pero en realidad ese aspecto no tiene por
qué mermar una historia, sea o no necesario. La pasada década fue de sagas y
remakes, algo que se mantendrá porque es un filón, pero la búsqueda de nuevas
historias y querer contar algo bien contado, asumiendo, parece por fin, que la
originalidad es algo tremendamente sobrevalorado y viendo en la referencialidad
un gran elemento a explotar, ha acabado por imponerse.
Así, esta década ha
dejado grandes años de cine y muchos títulos realmente destacables, por ejemplo
el año pasado y el gran número de películas de calidad en el cine más ambicioso.
Lo de este 2013 ha
roto todas las expectativas, un año realmente espectacular que ha desbordado en
títulos notables y sobresalientes, repleto de joyas, hasta el punto de que
auténticas cintas inolvidables, como esta que nos ocupa, hayan sido ignoradas.
Una de las decepciones
de este año ha sido ver como en la gran mayoría de los grandes premios, en
especial los Oscar, por supuesto, cintas como “Rush”, una película casi
perfecta, “Antes del anochecer" (Richard Linklater, 2013), rúbrica sublime a una trilogía sublime, o
“Prisioneros” (Denis Villeneuve, 2013) el thriller más brillante del año, por poner algún ejemplo, han
sido ignoradas, tratadas con indiferencia o ninguneadas de forma bochornosa.
Al final da lo
mismo, el tiempo pone cada cosa en su sitio y aquí vamos a intentar poner a
“Rush” a la altura que merece, el de las indiscutibles grandes películas.
Se ha achacado este
ninguneo a “Rush” a la indiferencia que genera la Fórmula 1 entre el pueblo
americano, cosa que es posible, aunque ese mismo pueblo nunca se ha resistido a
una buena historia de competencia y amistad… Cosas que pasan.
Ron Howard logró
con “Una mente maravillosa” un prestigio que nunca antes había logrado ni
merecido. Una película sobrevalorada que le dio el Oscar tras haber dedicado su
obra al cine familiar o de entretenimiento con irregular acierto. Howard tiene
títulos aceptables dentro de sus pretensiones, pero jamás fue un artista ni un
autor, lo más un artesano competente que sacaba un gran rendimiento económico a sus
historias.
Con todo podemos
apreciar en sus películas más ambiciosas personajes talentosos, brillantes o
geniales, muy competitivos, que por esa genialidad o peculiaridad no acaban de
integrase bien dentro de la sociedad convencional, estando más a gusto en
universos alternativos (el boxeo en “Cinderella man”, las matemáticas en “Una
mente maravillosa” o la Fórmula 1 en esta “Rush” que nos ocupa, por poner algunos
ejemplos).
Como todo
artesano medianamente competente que se precie, Howard nunca ha sido uno
especialmente brillante tampoco, si le pones un buen guión facturará una gran
película con toda seguridad. La sorpresa la hemos tenido cuando Howard, tras 37
años de carrera, nos ha regalado una obra de arte repleta de fuerza y pasión,
donde brilla el guión, que saca el máximo partido a cada uno de los
protagonista haciéndolos evolucionar de forma ejemplar al mismo tiempo que a su
relación; espléndidas interpretaciones; un look visual virtuoso y muy acertado,
pero sobre todo donde la dirección de Howard se descubre portentosa, lúcida,
genial, acertando en todas las decisiones que toma, empezando por el gran
trabajo de los actores, maestría en la puesta en escena y el encuadre, talento
alegórico y metafórico que usa en su justa y precisa medida y todo ello
redondeado por una edición (montaje) que está entre los mejores trabajos del
año, si es que no es el mejor, aunque fuera ignorada, como toda la cinta, por
la Academia (al menos el montaje fue premiado justamente en los BAFTA). Una
virtuosa película rodada por un hombre en estado de gracia que logra su indiscutible
obra maestra.
No son pocos los
títulos destacados, exitosos o famosos que ha facturado Ron Howard desde que
dirigiera su primera película en 1977. Su primer éxito vino de la mano de Tom
Hanks y Daryl Hannah con “1,2,3… Splash” (1984), comedia romántica con sirena
incluida. Luego vendría “Cocoon” (1985) con Steve Guttenberg y donde daría
rienda suelta a la sensiblería que adorna buena parte de su cine, pero que
conecta muy bien comercialmente con el público. Títulos agradables. En 1980
tuvo el honor de dirigir a Bette Davis en un telefilm llamado “Skyward”. Como
buen artesano ha frecuentado todos los géneros sin problema y sin rasgos
autorales reseñables, la comedia con “Turno de noche” (1982); la comedia
dramática con “Pisa a fondo” (1986), las dos junto a Michael Keaton; el cine
familiar también en el género de comedia con “Dulce Hogar… ¡a veces!" (1989); el
fantástico con la estimable “Willow” (1988)… Con estos trabajos de finales de
los 80 la carrera comercial del cineasta cogió especial fuerza y los éxitos entre el público fueron sucediéndose, “Llamaradas” (1991), “Un horizonte muy lejano”
(1992), cinta de aventuras épicas con la pareja de moda formada por Tom Cruise
y Nicole Kidman en lo que fue otro entretenido título... Así Howard se ha ido
codeando con algunos de los actores más reputados y comerciales de su época,
con Tom Hanks en “Apolo XIII” (1995), otro buen título; con Mel Gibson en
“Rescate” (1996), un retorcido y divertido thriller; en la fallida “EDtv” (1999) con
Matthew McConaughey o con Jim Carrey en la mediocre “El Grinch” (2000) como
ejemplos. El prestigio le llegó con “Una mente maravillosa” (2002) y su Oscar,
un prestigio que trató de prolongar sin excesivo éxito con “Cinderella man”
(2005), las dos junto a Russell Crowe. Sí lograría recuperar el tono de
cineasta de prestigio con la notable “El desafío: Frost contra Nixon” (2008),
una de sus mejores películas hasta que llegó “Rush” y las superó a todas. Sus
adaptaciones de las obras de Dan Brown fueron tan exitosas como vulgares,
thrillers mediocres y sin ritmo, “El código Da Vinci” (2006) y “Ángeles y
demonios” (2009), ligeramente superior la segunda… Por desgracia volverá con
otra adaptación del autor, “Inferno” en 2015.
Antes de entrar en
materia sobre todos los aspectos de la película debo comentaros que aquí tenéis un brillante artículo sobre todo lo acontecido en el Mundial de 1976 y la vida
y relación entre Niki Lauda y James Hunt, los aspectos que coinciden con la
película y las licencias o imprecisiones que tiene la misma.
La potencia visual
de la cinta de Howard y el vigor y emoción con el que está rodada se aprecia
ya en la primera secuencia. Howard inicia su película con la carrera en el
circuito de Nürburgring, el Gran Premio de Alemania de agosto de 1976, el
momento donde ese Mundial dio un giro, la carrera donde Niki Lauda (Daniel
Brühl) estuvo a punto de perder la vida. Por ello será el propio Lauda, su voz
over, la que nos presente la cinta y cómo era el mundo de la Fórmula 1 en esa
época. Una época que poco tiene que ver
con la actual donde la seguridad de los pilotos es la mayor preocupación, casi
una obsesión que ha terminado por perjudicar al espectáculo, sumiéndolo en el
tedio. Una época donde morían dos pilotos de media…
Howard usará la voz
over como vehículo narrativo, una voz over doblada, que parece se ha puesto de
moda este año (“El lobo de Wall Street”, “La gran estafa americana”), la de
Lauda, que se oye al inicio, y la de James Hunt, que interviene a continuación. De
mismo modo usará el flashback tras esta introducción, llevándonos 6 años atrás
en el tiempo, cuando ambos pilotos estaban a punto de entrar en la Fórmula 1,
donde se convertirían en leyendas de la competición.
Caracteres
opuestos.
Si fue Lauda el primero en intervenir en la cinta, será el carácter de Hunt el primero que conozcamos. Ligón, mujeriego, carismático, divertido, despreocupado, vanidoso, provocador, temerario… La escena donde nuestro piloto se beneficia a una enfermera es un ejemplo perfecto del virtuosismo con el que Howard maneja todos los elementos a su disposición, así como de los excepcionales recursos de estilo que utiliza para dar forma a su obra maestra. Mientras Hunt nos explica su filosofía de vida, va definiendo su carácter temerario, vinculando vida y muerte, la cercanía de la muerte como el mejor ingrediente para sentirse más vivo, oiremos los gemidos de la afortunada enfermera mientras vemos un montaje con los preparativos de la carrera, sobre piezas de los coches, los motores, las válvulas, vinculando, fundiendo, de esa forma toda la idea vital del piloto: que la esencia de la vida se siente en la emoción del peligro a morir, como un orgasmo. El vínculo entre sexo y velocidad, entre el orgasmo y los coches, lo veremos en varias ocasiones con Hunt como protagonista, en lo que es la perfecta forma de definir la manera de pensar del personaje, donde el bombeo sexual se identifica con el del motor de su monoplaza, donde se escenifica de manera precisa que Hunt vive cada día “como si fuera el último”, entregado al frenesí trepidante de su coche, a la carrera sin frenos, al orgasmo. Un uso maestro del montaje, inconcebiblemente ignorado, pero el mejor trabajo del año. Depende de la copia se muestran o no las escenas sexuales, yo prefiero la que no, mucho más profunda e interesante por lo que sugiere. Es la que comento aquí.
James Hunt (Chris Hemsworth) se bebe
la vida al por mayor, sacándole todo el partido a la misma velocidad que pilota.
El sexo es escape, evasión y liberación para él, como la velocidad, alivios
para el rutinario, aburrido y cotidiano ritmo de la vida. Estos montajes donde
los gemidos se unen a imágenes de coches, sus mecanismos y las carreras, definen
su psicología y forma de encararse con la vida de manera maravillosamente
visual.
Tanto Hunt como
Lauda vienen de familias muy serias, en el caso de Hunt este hecho es
especialmente divertido ya que él es frívolo, hedonista, temerario, impetuoso,
mientras su padre es un serio corredor de bolsa, su hermana abogada y su
hermano contable…Él es lo opuesto a todos… lo opuesto a Niki Lauda.
Niki Lauda (Daniel Brühl) es de una
adinerada familia de empresarios, que tampoco veían con buenos ojos su pasión
por las carreras, lo que le llevará a romper con ella. Se endeudará para poder cumplir su sueño de correr en
Fórmula 1.
-Niki: Jamás. Una carrera, como mucho dos, porque eres
agresivo, a lo largo de toda una temporada... imposible.
-James: ¿Y eso por qué?
-Niki: Para ser campeón no basta con ser rápido, hay que ser
más completo. Eres un luchador y un juerguista, por eso caes bien.
“Todo ese afecto, esas sonrisas, demuestran falta de
respeto, no te tienen miedo…”
-Otra la tendremos en el Mundial del 76 cuando las cosas van
mal para Hunt y hablan sobre ilegalidades y ratas en otro divertido diálogo.
-Un nuevo duelo entre los dos pilotos acontece en el dramático Gran Premio de Alemania, en Nürburgring. Lauda propondrá cancelar la prueba debido al peligro evidente que existe, pero otros pilotos lo considerarán una artimaña para eliminar una carrera del Mundial y acercarle más aún al título. Aquí puede venir a la memoria el desprecio con el que Lauda trató la muerte de un piloto en unos entrenamientos anteriores, justificando que se celebrara la prueba por considerar error del piloto el accidente. Howard escenificará de forma visual este duelo con planos que se enfocan y desenfocan para pasar de Hunt a Lauda cuando ambos están en cuadro. Lauda se vanagloriará en su egocentrismo mientras Hunt, vencedor en la votación sobre la cancelación de la prueba, aprovechará para tirarle una pullita sobre su mal carácter. La votación en la realidad fue más ajustada de lo que se muestra en la película.
-En el Gran Premio de Italia, momento que supone el regreso
de Lauda a las pistas tras su accidente, él y Hunt tendrán otra brillante
conversación que define sus caracteres y reflexiona sobre la necesidad inherente
de tener un competidor, de la competencia y la competición. Uno de los grandes
momentos de la película.
“Niki, de vez en cuando no va mal caer bien a la gente”.
Control versus desequilibrio, sensatez versus temeraria
pasión.
(Segundo intento)
ResponderEliminarExpectante estaba con este análisis.
Gran primer post.
Tras la (estupenda) puesta en antecedentes de WSmith, genial intro, como siempre. Es cierto que hay licencias cinematográficas, pero a los que un buen rugido de motor (también) nos eriza la piel, no nos molestan para nada. Funcionan. Y lo he contrastado con los de mi entorno. Muy "tuercas" que es como se les llama a los aficionados a los deportes del motor en Argentina. Si acaso, lo primero q noté (pero me olvidé pronto) es que el-marido-d-la-Pataky-y-firmante-del-superbombo-q-lució-en -los-oscar está algo mazas para como son los chicos de la F1. Pero realmente hace un buen trabajo. Igual q Brühl, está espectacular.
Suscribo todo lo que dices y añado que los responsables de la ambientación LO BORDAN. Un trabajo muy muy difícil lograr calcar ese ambiente. Casi no hay deferencia entre la peli y los planos documentales.
Y vive dios que esos últimos planos me emocionaron vivamente. Yo RECUERDO esa época. Mi padre era muy fan de la F1. Cuando la f1 era la F1 y no este circo sacacuartos de Ecclestone y Todt.
Aún corren por casa unas gafas de JohnPlayerSpecial…y en verano luzco camiseta con el 24 y el osito de Hesketh. Un osito que es el Teddy Bear british con el toque "bohemio" a lo Sebastian Flyte de Brideshead Revisited…amo ese logo con la Union Jack…
Y mañana voy a madrugar para ver al menos la salida de esta temporada. Malgrait tout.
Y lo de la academia este año es para mandarles a visitar una determinada localidad madrileña, indicando una actividad específica. O sea.
Gracias Sambo. Esperando las tres siguientes!!!
Besazos y olor de gasolina!!!
Qué gran comentario. Lo del osito es un dato curioso muy molón. Concuerdo plenamente, yo no tengo ni idea de Fórmula 1, pero creo que la película transmite toda su fuerza. Por otro lado la infidelidad a los hechos mientras no pierda la esencia de los mismo se comprende y perdona, como con tantas pelis a lo largo de la historia que son obras maestras.
EliminarCuriosamente lo de Thor lo comento en la última entrega, creo. Jajaja
Besos Reina.
Desconocía que existiese una versión extendida, supongo, de la cinta con las escenas de sexo que omite la versión que yo he visto. En mi opinión, también son innecesarias ya que lo que funciona maravillosamente en la película es la fusión hombre-máquina que se logra con el montaje de Howard.
ResponderEliminarGran introducción de la película, como siempre. :-)
PD: compárese el aburridísimo comienzo de Mundial que nos han recetado hoy con las brillantes carreras de 1976. O mejor no.
Me he acordado de ti precisamene al verlo, el inicio del Mundial, esta mañana, "¡¡¡¡pero qué es esto!!!!", me decía a mí mismo jajaja.
EliminarSí, además debe ser la que ha llegado a Europa, seguramente las censuraron en otros sitios y les quedó un montaje redondo, mucho más lógico e inteligente que con las escenas de gimnasia sexual, que, eso sí, no me resistí a mostrar en fotos en la entrada jajajaaja
Gracias, amigo mio.