A partir de aquí comienza la aventura en sí misma, la misión
para intentar regresar a la Tierra, misión que queda retratada y señalada por
el dedo de Kowalski. El objetivo será llegar a una cápsula de escape que se
encuentra en la estación espacial que está a una considerable
distancia. El dedo de una deidad, como el de Dios tocando al hombre, su
creación, para darle el regalo de la vida en la Capilla Sixtina. De alguna forma,
estirándolo un poco, podría ser homologable en su fondo a la obra de Miguel
Ángel, ya que esa misión que señala Clooney, esa deidad que se está forjando,
es la que dará la vida a Bullock, la que la hará renacer.
Cuarón usa el tiempo como elemento de suspense en una cinta
que parece casi a tiempo real, aunque no lo es en absoluto. Cada hora y media,
aproximadamente, los restos volverán a pasar por su zona, con lo que deben
moverse con celeridad.
La cinta entra en su fase más introspectiva, íntima y
minimalista, más calmada, para desarrollar a los personajes, o más bien al
único personaje que se necesita desarrollar, el de Ryan Stone (Sandra Bullock).
Individualizándolo. En esta fase Cuarón hará más cortes para seguir la
conversación, encuadrados en una inmensidad de belleza extraordinaria,
enmarcados en el amanecer y con Clooney disfrutando de su música.
En esta aparente digresión con los diálogos, los evasivos
recuerdos que buscan relajar la tensión, será cuando sepamos de la hija muerta
de Bullock, que es un aspecto clave de la cinta, así como la forma en la que
ese hecho, la pérdida de su hija, le afectó. Su apatía, su hastío vital, su
aburrimiento, su rutinaria vida, como un zombie, como un muerto en vida,
limitándose a conducir y trabajar sin mayor interés en nada. Esa deidad que es
Clooney, que todo lo ve, usará un espejo en su manga a modo de retrovisor para
atender con más concentración a la conversación de su compañera. También
apagará la música.
Es significativo en este momento el plano en el que vemos
inundado el cristal de la escafandra de Bullock con el reflejo de la Tierra,
que de alguna forma escenifica la contradicción de su personaje, harta de la
vida pero con miedo a morir. Ese miedo será el que indique que es un personaje
con esperanza, el primer detalle que nos muestre el por qué se aferrará con
fuerza a la vida.
Son fascinantes los planos de los dos flotando en esa eterna
inmensidad, como demiurgos sin poder creador, alejados de las pequeñas vidas de
los que tienen ahí abajo, en la Tierra, incluso de las suyas propias, que
observan desde la distancia. Vidas aparentemente sin importancia, aparentemente
ajenas, para esos observadores sin opción de intervención. El cordón que los
une es como un cordón umbilical, detalle que se irá desarrollando, sobre todo
respecto al personaje de Stone.
En esta fase de calma el suspense lo pondrá la falta de
oxígeno en el tanque de Stone, lo que hace necesario llegar cuanto antes a la
estación espacial. La escena de la llegada a dicha estación, el
impacto con la misma, la llegada de los
restos de satélites de nuevo, que también los golpean, y el sacrifico de
Clooney, están rodados de forma espectacular y maestra, una escena llena de
suspense e intensidad.
Errores necesarios o intrascendentes.
Se han comentado ciertos errores en el rigor del manejo de
la atmósfera cero y el comportamiento de los personajes con respecto a las
reglas que rigen en el espacio, sobre todo por algunos comentarios de
astronautas, defectos en su mayoría intrascendentes, otros necesarios a nivel
dramático y como licencias de ficción, no olvidemos que es una película de
aventuras no un documental, y algún otro que efectivamente puede resultar
problemático. Los únicos que merece la pena comentar son estos últimos, porque
cómo se ve el pelo de Bullock en el espacio no aporta absolutamente nada.
Cuarón ha explicado que eran conscientes de algunos de estos
defectos y que si bien pretendían ser lo más rigurosos posible estamos ante
una cinta de ficción y dramática por lo que han usado ciertas licencias, como es
lógico.
De los posibles defectos hay dos que son los más llamativos y problemáticos. La distancia entre las estaciones espaciales, que nuestros protagonistas recorren, que puede resultar problemática y exagerada para que los personajes vayan de una a otra en tiempo récord, así como poder visualizarlas en la distancia todas ellas a la vez… Este defecto es una evidente licencia justificada por su espíritu aventurero y que no plantea problemas dentro de los propósitos y coherencia de la historia.
El otro defecto, el más cuestionable, es la muerte del
personaje interpretado por George Clooney. Se entiende el propósito y necesidad
de esa muerte y, sobre todo, de la forma en que se produce, algo que aquí estoy
analizando a conciencia, esa naturaleza divina que va adquiriendo este
personaje y sus reminiscencias cristianas, pero que incomoda especialmente
porque no respeta reglas simples, ya que una ligera flexión de brazo de Bullock
debería haber atraído hacia ella a su compañero sin menor dificultad en ese
entorno sin gravedad. De hecho hay escenas anteriores donde así ocurre. “¡La
mano, la mano!"
Kowalski pedirá a
Stone que lo suelte, ante la negativa de ésta, que quiere aferrarse a un
salvador. Le dirá que aprenda a soltar, no sólo su mano, sino los recuerdos que
lastran su vida.
“Ryan, vas a tener
que aprender a soltar”.
Cuarón va
transformando la película, usando la aventura como metáfora vital, la aventura
como vehículo de transformación interior, de redención, liberación, crecimiento
y resurrección espiritual. Una aventura filosófica y espiritual donde Clooney
acaba convertido en deidad y Bullock en la persona que cree en él y le da sentido.
Kowalski se
despedirá de Stone con mención a Dios, a la belleza del paisaje, del sol y con
su música puesta de nuevo para batir su récord de vuelo. Precioso y
significativo momento.
El asfixiante plano
subjetivo de Bullock en su último esfuerzo hasta la exclusa es de una fuerza
tremenda. Cuarón tendrá otro detalle de director de talento al cortar ese plano
y pasar a uno general para que veamos el impacto, la sacudida, que recibe Stone al
abrir la puerta de dicha exclusa.
En el extraordinario
plano de Stone en posición fetal, como un embrión, citado con anterioridad, la
veremos cobijada, segura por fin, plácida en esa postura y en ese momento…
aunque no puede quedarse ahí, deberá salir de nuevo…
Escenas trepidantes
en un solo plano.
Cuarón lleva su
propuesta estilística hasta las últimas consecuencias. El plano por la nave
buscando las comunicaciones deja más detalles de virtuosismo en la puesta en
escena. Un plano secuencia deslumbrante que sigue a Stone, pero que deja cebos
sin aparente importancia que generan la inquietud en el espectador, esas gotas
de agua o combustible y esas pequeñas llamas de fuego que flotan por la nave…
La mirada y el rostro reflejado de Stone ante el silencio del exterior, de
Clooney, es una nueva toma de conciencia sobre su situación, como la que tuvo
que hacer cuando salió despedida al inicio. Asumiendo que es la única
superviviente.
Toda esta escena es
sin cortes y tiene un elemento de puesta en escena que es muy común durante la
película, esa cámara alejándose de la protagonista, como discreta o cruel, que
vuelve a acercarse a ella tras un cambio repentino en los acontecimientos, en
este caso una alarma de fuego, provocado por las llamitas que vimos flotar.
Cuando Stone revise el lugar del incendio será cuando Cuarón corte este plano
secuencia. Nuestra protagonista se salvará por los pelos en su huida hacia la
cápsula de escape, que será en un nuevo plano secuencia francamente
espectacular. En el momento en que Cuarón se fije en el monitor que anuncia la
alarma tendremos una foto–homenaje de la imprescindible obra de Georges Méliès
“Viaje a la Luna” (1902).
El intento frustrado de marcharse en la cápsula, que Stone no puede realizar porque el paracaídas extendido se ha enganchado, es otra soberbia escena de suspense y tensión en esta parte frenética que va incrementando la emoción y la intensidad de forma exponencial. Los intentos de Ryan por liberar la cápsula también serán en plano secuencia, la columna vertebral estilística de Alfonso Cuarón, y tendrán un momento deslumbrante y ejemplar cuando vea los restos del satélite llegando hacia ella de nuevo, haciendo los planos y los contraplanos con el movimiento panorámico de la cámara.
El uso del sonido y
la banda sonora durante toda la película es otra obra de arte. El uso del
sonido y de los silencios, según sea menester, ya que el silencioso impacto de
los restos del satélite y las explosiones que provoca es escalofriante. Una
escena espectacular con el impacto en la base espacial y la liberación final
de la cápsula. Un deleite visual como pocas veces se ha visto en el cine, especialmente
en 3D.
Veremos varios
bolígrafos volando en el interior de las naves sin gravedad, uno de ellos
sobrevolando la frustración de Bullock, algo que nos recuerda a “2001: Una
odisea del espacio” (Stanley Kubrick, 1968) en lo que parece un acertado
homenaje.
La cámara volverá a
alejarse de Ryan Stone en un momento de apuro, ante su frustración por quedarse
sin combustible. La repentina vuelta al interior de la nave dará paso a la
parte más religiosa y mística de la película. El frío, una extraña conexión con
alguien indeterminado, los aullidos, en lo que supone una regresión al
primitivismo, idea que se asemeja a la regresión a la infancia ante la muerte
de Kubrick que también mostró en “2001: Una odisea del espacio” y la canción
infantil de H.A.L. 9000, serán algunos de los componentes de esta escena.
“Nadie va a llorar
por mi muerte, nadie va a rezar por mi alma”.
“No he rezado en mi
vida, así que… nadie me ha enseñado a hacerlo”.
Lo de las lágrimas
que salen de Bullock y flotan por la cápsula, inundando el encuadre,
desenfocando a la propia protagonista, relajada, resignada, empequeñecida,
reducida, es una virguería técnica.
Entregada y
resignada, conectando y hablando con alguien sin entenderse por los distintos
idiomas, Stone oirá en dicha conexión el llanto de un bebé y una nana, con lo
que Cuarón vincula vida y muerte en un mismo momento, el miedo a morir de ella
y la vida recién iniciada del bebé. Una nana para el descanso eterno… hasta la
resurrección de Matt Kowalski (George Clooney).
Dedicada a Sergio, para que comparta el mismo viaje que yo.
Muchas gracias, sensei. La verdad es que muero de ganas de verla. Y de miedo a hacerlo. Sé q me va a impresionar.
ResponderEliminarQue no te dé, es satisfactoria!
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