Haremos una elipsis que nos ahorrará “la deriva” de nuestros protagonistas y nos pondremos manos a la obra para ver como acaban con los dos monstruos en una espectacular lucha. La grandiosidad y el partido que se le saca a todo, con imprevistos y elementos de todo tipo, logra que la espectacularidad adquiera nuevas formas, grandiosidad aparatosa. Los Kaijus pasando del mar a la ciudad y posteriormente al aire, cuando descubramos que uno de ellos tiene alas, sus armas, desconocidas hasta ese momento, la “espada” que usa el Jaeger de nuestro protagonista, que casi lo convierte en un héroe mitológico o un titán. Una placentera orgía destructiva. Lo orgánico frente a lo metálico de nuevo.
Esto de descubrir alas y espadas de pronto resulta algo
chocante, ya que podrían haberlas usado con anterioridad, supongo, y no se
entiende por qué no lo hacen. Se intuye que es una nueva incorporación que conoce Mako.
Del Toro tendrá tiempo para pequeñas bromas que llevan de lo
gigante a lo mínimo, del más al menos, como cuando vemos un puño que destroza
medio edificio para tocar suavemente un cachivache de bolitas metálicas que
inician su juego de movimiento.
Tras esta victoria los pilotos rivales limarán asperezas,
como es normal, y nuestro chulito amigo Hansen será algo más cordial en esa
rivalidad varonil.
Tras la intensidad y el frenesí de la acción y la emoción épica
tendremos momentos de distensión con los científicos y los buscadores de restos
de Kaiju que lidera Ron Perlman. Aquí lo orgánico se alza con el poder, con
una escena en el interior del monstruo que casi recuerda a “Alien, el octavo
pasajero” (Ridley Scott, 1979), con nacimiento de bicho incluido, era un Kaiju
embarazado pero en su especie no existen las bajas por maternidad, por lo que
se ve, y con Santiago Segura comandando dicha expedición. Geiszler (Charlie
Day), el científico que hizo “la deriva”, tiene más vidas que un gato, pero el
que no se librará de la muerte será Chau (Ron Perlman), en un simpático gag con
el Kaiju bebé. Con todo conviene quedarse hasta el final, por si hay alguna sorpresa tras los títulos de crédito a este respecto.
Los cebos que del Toro ha ido dejando se irán cerrando
adecuadamente, y todos tendrán relación con el misterioso Mariscal Stacker. La
sangre que le gotea ocasionalmente de la nariz es causa del uso en solitario
del Jaeger que tuvo que acometer, lo que le imposibilita para volver a usarlos.
Del mismo modo es él el piloto que manejó uno en solitario, dato mencionado con
anterioridad por Hercules Hansen (Max Martini), el padre del piloto chulito. El
hecho de que el Mariscal por propia voluntad dé la información que le negó en
un principio a Raleigh (Charlie Hunnam) es producto del respeto que se ha
ganado y el vínculo que comparten ambos personajes, los dos que manejaron un
Jaeger en solitario.
Cebos y sutilezas que dan peso a personajes, historia e
incluso a la propia mitología de la película.
El Mariscal Stacker Pentecost hará gala de una
profesionalidad hawksiana encaminándose hacia el sacrificio al sustituir al
mayor de los Hansen. El deber antepuesto a cualquier otra cosa, en este caso la propia vida.
Lo que hace de “Pacific Rim” una película notable, entre
otras muchas cosas que ya he comentado, es ese aliento épico, esa sensación de
amenaza e imprevisibilidad que resulta muy adecuada y que acierta de pleno a
nivel dramático, donde muchos de los personajes protagonistas mueren y donde
esas muertes son mostradas con intensidad y fuerza dramática, reivindicando el
heroísmo y la valentía, no dejando indiferentes.
Arengas y apelaciones emotivas para acometer la gran
aventura final.
Antes de lanzarse a esa misión casi suicida, del Toro cerrará el dibujo de sus personajes y muchas de sus relaciones, como ya comenté el director no olvida ni deja al arbitrio ningún personaje aunque estemos en una cinta de entretenimiento y todo tenga que ser más ligero y sencillo. Así el Mariscal retratará y valorará al joven Hansen (Robert Kazinsky), el piloto chulito. Así mismo tendremos una emotiva despedida padre (Max Martini) e hijo (el mencionado Kazinsky). Para cerrar el círculo Raleigh (Charlie Hunnam) se declarará sentidamente a Mako (Rinko Kikuchi). Los sentimientos desbordándose en el posible final.
Todo parece estar en contra, incluso nos enteraremos de que
el plan no puede funcionar para complicar aún más las cosas… aunque siempre
habrá alguna solución.
El clímax tendrá lugar bajo el mar, una batalla subacuática. Dos Kaijus protegen "La Brecha" y los dos científicos descubrirán que la única forma de entrar en ella es con un código genético Kaiju. Es el último giro en las complicaciones antes de la batalla. Este clímax no es tan espectacular como la anterior escena por las calles y las aguas de Hong Kong, pero es efectivo y épico. El final feliz llega con Mako perdiendo a su "padre" al que sólo podrá conservar en recuerdos, pero gana un compañero con el protagonista, aunque no hay besito, curiosamente. Herc Hansen, por su parte, pierde a su hijo, y su consuelo será menor, un perro. El final agridulce. No se entiende muy bien que en un Jaeger más moderno el Mariscal y su compañero no usen las cápsulas de escape del mismo modo que lo hace el protagonista, se ve que la modernidad no siempre es buena...
Nuestro protagonista, Raleigh, por su parte, mantendrá una
cara francamente saludable a pesar de haber estado a punto de morir. Todas las
convenciones necesarias cumpliéndose pero con una gran labor narrativa y un
tono intenso. Un magnífico entretenimiento.
En definitiva un notable trabajo, entrañable y realizado con
cariño, infantil en el buen sentido y que se regocija en los tópicos y su
carácter mainstream en una clara oda jubilosa y festiva al género.
Una amalgama de referencias e influencias en las que del
Toro demuestra su amor al género. Su labor artesanal siempre estará salpicada
de toques personales que definen su universo de autor, especialmente en lo
estético y con algún apunte conceptual, uno de ellos son las múltiples
referencias que se insertan en su cine y demuestran la sabiduría de del Toro en
cuanto al cine fantástico se refiere.
De influencias.
Así en este universo particular con mitología propia, en su
orgullosa consciencia de mainstream, tenemos multitud de guiños que los más
cinéfilos y aficionados al fantástico y la ciencia ficción disfrutarán durante el visionado de este exceso visual lleno de monstruos y metal retorciéndose. Lo
primero que vendrá a la cabeza al ver los trailers será la saga “Transformers”,
como es lógico, con esos gigantes robots, sólo que ésta que nos ocupa no invita
a reírse de ella y merece la pena; la imprescindible “Blade runner” (Ridley
Scott, 1982) es de obligada mención, especialmente por la estética del Hong
Kong nocturno que visita Geiszler, por ejemplo; “Star Wars” y la misión
definitiva donde nuestros héroes deben lanzar una bomba a un agujero que
amenaza con la destrucción, en la Estrella de la Muerte en el caso galáctico,
es más que evidente, una influencia indispensable; “Alien, el octavo pasajero”
(Ridley Scott, 1979) aparece de forma simpática con el momento en el interior
del Kaiju, la repentina "muerte" de Perlman, el embarazo del bicho y el
nacimiento; el cine japonés de monstruos exitoso en los 50, el Kaiju-eiga, es de
obligada mención como es fácil entender; detalles fantásticos mezclados con la
scifi, la rivalidad, las bravuconerías, las chulerías y demás aspectos que
describen la relación entre Raleig y Hansen nos llevan al éxito ochentero de
“Top Gun” (Tony Scott, 1986); la camaradería dentro del grupo y su dedicación
profesional sin regateos viene del cine del maestro Howard Hawks; la forma de
presentar personajes y dotarlos de elementos peculiares y característicos para
hacerlos más carismáticos, y el uso del flashback, llevan a Sergio Leone e
incluso Tarantino; hasta “Armageddon” (Michael Bay, 1998), con los sacrificios paternos del final de la
cinta, y “Monstruoso” (2008), la aceptable propuesta de Matt Reeves, vendrá también
a la cabeza; “Godzilla” (Roland Emmerich, 1998) y “Jurasic Park” (Steven
Spielberg, 1993, 1997), especialmente la segunda de la saga, son fácilmente reseñables
con sus gigantescos protagonistas destrozando cuanto ven a su paso por la
ciudad, además la escena donde vemos una pezuña arañando nos lleva a las cintas
de Spielberg claramente; en la escena donde Geiszler conoce a Hannibal Chau
tenemos un guiño a “Chinatown” (1979) la obra maestra de Roman Polanski, al
colocar el segundo la navaja en la nariz del primero, aunque aquí no habrá
corte… La serie “Evangelion” y los
nombres de Ray Harryhausen (gran creador de efectos especiales, monstruos sobre
todo) e Ishiro Honda (director con muchos títulos sobre Godzilla, por ejemplo),
también son homenajeados aquí, estos últimos aparecen en los títulos de
créditos y se les dedica la película además; la cinta tiene boxeo y artes marciales, por si faltara algo, y un
toque a videojuego que nos lleva a buscar otras referencias en los mismos, por
ejemplo la saga “X-COM”, del cual “UFO: Enemy Unknown” fue elegido el mejor
videojuego de la historia en el año 2000. La secuela de este, “Terror From The
Deep”, tiene numerosos y sorprendentes paralelismos con la trama de la
película, monstruos con base submarina que llegaron hace millones de años y se
disponen a colonizarnos definitivamente una vez el planeta se amolda a sus
condiciones, y que por tanto hay que destruir.
Quizá se esté gestando una nueva saga de culto. “Pacific
Rim” se toma en serio su propósito de mainstream y apuesta por momentos
dramáticos cuando es menester sin que lleven al sonrojo, a la épica y
demostrando que con momentos de humor pero un tono serio se puede hacer una
gran obra de entretenimiento que no recurra a la pseudo parodia deshonesta
estilo “Transformers”.
Una cinta honesta a la que cabe oponerle poco, una vez quedan claras sus pretensiones, más allá de que no te gusten este tipo de cintas y sus convenciones. Bien es cierto que cabría decir que la presencia de Charlie Day, que interpreta al doctor Geiszler, está excesivamente alargada, podríamos apañarnos sin que saliera tanto tranquilamente, es un poco cargante, y que las cuestiones científicas no tienen mucho sentido aunque tampoco es que lo pretendan, evidentemente, o tonterías varias que no se comprenden muy bien, como el hecho de la progresión de los ataques y el aumento de los bichos, pero en general da lo que promete y con creces.
Un cinta que da dignidad a los blockbuster.
Gracias a Rojo4 por el aporte de algunos datos que han venido muy bien a esta entrada.
De nada. Muy buena crítica, como siempre.
ResponderEliminarEstoy de acuerdo respecto a que los científicos son cargantes; en su intento de hacerlos la pareja graciosa los caricaturizan en exceso. Un poco más de comedimiento, dejando que tengan alguna excentricidad pero sin llegar a convertirlos en un par de charlatanes hiperactivos hubiera estado mejor. Su presencia queda justificada como el medio para introducir los problemas y soluciones de la misión final. Son también otro elemento para enlazar la película con la saga X-COM.
Gracias a ti Rojo, así es, la búsqueda de humor sin ninguna sutileza lastra esos personajes que se hacen muy cargantes, tendrían que haberlos matizado más. Su uso lo defines a la perfección.
ResponderEliminar"los dos que manejaron un Jaeger en solitario." Yo entendí otra cosa, que el Mariscal es un veterano de los primeros Jaggers que iba un solo piloto y de ahí el daño neurológico que luego evitaron con el doble pilotaje.
ResponderEliminarYo me lo pasé como un enano viendo la peli.
Piu, piu, piu ^^
Hola Nachop, es posible que sea como dices, yo interpreté que eso se descubrió en fase experimental y que por eso se cambió, al decir que sólo 2 pilotos fueron capaces de manejarlo en solitario me lleva a pensar por lógica que ningún otro pudo hacerlo, si no habrían sido más de esos antiguos Jaegger, pero a saber. Un saludo.
ResponderEliminarPd. También disfruté así jaja piupiupiu