Andrew Niccol tenía visos de convertirse en una de las voces
más interesantes del cine moderno, su guión para esa obra maestra que es “El
show de Truman” (1998), cintas como la sobresaliente “Gattaca” (1997) e incluso
la interesante “El señor de la guerra” (2005) anunciaban un nuevo talento. Lo
cierto es que Niccol tiene grandes ideas, que quizá canaliza mejor desde el
guión que desde la dirección, pero tras el primer impacto de esos títulos va
llegando la decepción de forma paulatina.
“Simone” (2002) ya fue un experimento fallido, poco
interesante, e “In time” (2011), que tenía un planteamiento atractivo, terminó
siendo otra decepción, simplista y algo torpe, reducido a espectáculo de
pirotecnia y persecuciones, que no ocultaban la confusión conceptual que
contenía.
Aquí vuelve con una
nueva cinta de ciencia ficción, su género, adaptando una novela de la conocida
Stephenie Meyer, creadora de la saga “Crepúsculo”. Un planteamiento atractivo,
inquietante y en el que Niccol confiere una estética muy tributaria de su
debut, “Gattaca”. Fría, sobria y muy elegante.
“The Host” plantea un mundo idílico, perfecto, pacífico,
civilizado y en perfecta armonía… lo que ocurre es que no es humano. Hemos sido
invadidos por una civilización alienígena que usa nuestros cuerpos para vivir,
a modo de huéspedes, con lo que las guerras, la delincuencia y demás historias
han desaparecido, de hecho ha desaparecido cualquier signo de pasión o
sentimiento.
Paz, armonía, estética aséptica que nos lleva a “Gattaca”,
un mundo muy parecido y unas ideas que encajan perfectamente con el magnífico
debut de Niccol, pero en esta ocasión el material no alcanza el nivel de
aquella. El duelo entre perfección y humanidad carece de la profundidad y sencillez
de planteamiento, de la inquietante tensión, de la cinta protagonizada por Ethan
Hawke.
La música de Antonio Pinto se adecúa con absoluta perfección
a ese mundo tranquilo, perfecto e inquietante.
Los ojos, la mirada, de los cuerpos que tienen un huésped
son azules, luminiscentes, inquietantes, unos ojos que definen la personalidad
y, por tanto, son importantes, en una onda a como lo eran en “Blade Runner”
(Ridley Scott, 1982), por ejemplo.
Melanie (Saoirse Ronan) es una humana luchadora que se resiste
a la conversión. Sobreviviendo milagrosamente a una caída mientras huía para
proteger a su hermano recibirá un alma llamado Wanda, con la que tendrá que
convivir porque su consciencia, su ser, su esencia, no ha desaparecido al
entrar el huésped en su cuerpo. Así tenemos a un alienígena infiltrándose en
sus recuerdos, consciencia y el mundo humano y a una humana infiltrada en el
mundo de los alienígenas. La idea es encontrar respuestas sobre dónde se
encuentran grupos de resistencia humana.
Niccol logra la paradoja que también veíamos en “Gattaca”,
crear un mundo perfecto, ideal y que se sienta tremendamente inquietante, es
una de las mayores virtudes de la película, gracias a una gran ambientación y
tranquila y pausada dirección. Una perfección basada en la falta de
sentimiento, la obediencia, la uniformidad. Así el blanco puro estará
omnipresente en ese mundo aséptico que van gestando los alienígenas, su
vestuario, como el de la buscadora Diane Kruger, también será blanco, como los
decorados… Se hablará de bien común para defender su idea de organización
social y se eliminarán individualidades y comportamientos que se salgan de lo
establecido, donde prima lo exageradamente civilizado, la educación y la
generosidad más estúpida. Esto lleva a interesantes reflexiones, como suele
ocurrir en este tipo de distopías, sean más o menos acertadas.
Así y sin lugar a dudas, la puesta en escena es lo más
brillante de la película, con diferencia, una puesta en escena cerebral,
rígida, casi teatral, muy geométrica, que inquieta, perturba y genera una
sensación de intranquilidad y suspense muy conseguido, algo coherente con la
temática y conceptos de la cinta, pero que desgraciadamente no está acompañada
desde el punto de vista dramático a la misma altura.
Los recuerdos son la clave para descubrir los secretos de
los cuerpos que invaden los alienígenas, pero con Wanda además serán la causa
del vínculo creciente que va creando en su cabeza con la dueña del cuerpo. De
la amistad.
Los sentimientos más pasionales, más intensos, que ve Wanda
en los recuerdos de Melanie, dentro de su cabeza, sensaciones como un beso,
como el amor, van humanizando a la invitada… Con todo, el recurso del beso
resulta tópico, si bien es cierto que uno de los lastres de la cinta son ciertas
servidumbres de cine adolescente, tríos o cuartetos amorosos extravagantes muy
del gusto de Meyer, celos, sentimentalismo amoroso…
Este cuadrado amoroso tiene un planteamiento interesante,
pero conforme se desarrolla cae en exceso en los tics adolescentes pasada la
mitad de película, algo que hace decaer el ritmo y perder cierto interés en
general, salvo a los amantes de estas cositas, especialmente los adolescentes o
los románticos, quizá. La escena de los besos es excesiva y cargante. Una trama
amorosa más compleja de lo que suele ser habitual, con seres dentro de un mismo
cuerpo y cuatro personajes involucrados, que es algo habitual en Meyer, como ya
demostró en “Crepúsculo”, con otro cuadrado romántico extraño que incluía a la
hija de dos de ellos…
El amor de Melanie con su novio, Jared (Max Irons), la idea
del “ahora” cuando todo parece acabarse, toca la fibra y va rindiendo el dulce
corazoncito del alma extraterrestre. Este vínculo se manifestará por primera
vez cuando Wanda oculta un dibujo del lugar donde se localiza la resistencia
humana, donde se ocultan, rompiendo el folio donde lo dibujó.
Un espejo mostrará la dualidad creciente de Wanda/Melanie.
Melanie se acabará convirtiendo en la conciencia de Wanda,
de hecho el uso de la voz en off constante da esa sensación. Parece lograr
controlar a su huésped, pero sólo hasta cierto punto, ya que es una aceptación,
una amistad y un cariño, una comprensión, lo que surge entre ambos seres. Los
alienígenas se asemejan enormemente a robots, así que aunque sean almas, la
evolución de Wanda y también la de la buscadora tienen que ver con la
humanización robótica de tantas cintas de ciencia ficción.
Wanda tendrá un gesto característico, jugará con su pelo
distraídamente, algo que conservará siempre, como una marca personal.
Las amigas huirán por necesidad, ya que el cerco de los
interrogatorios de la buscadora (Diane Kruger), las ha llevado a un callejón
sin salida, descubiertas en el vínculo que mantienen. En su huida la extrema
civilización de los alienígenas será una aliada. Una amabilidad inquietante.
Es evidente que Niccol tiene muchos rasgos autorales y constantes que se repiten en su cine. Las sociedades dictatoriales, opresoras, uniformes… están presentes en sus obras más personales, el guión de “El show de Truman”, “Gattaca”, “In time” o ésta que no ocupa, del mismo modo que la idea de la persecución a un individuo por esa sociedad castradora y opresora o por un representante de la misma es algo común, lo vimos en “Gattaca”, lo vimos en “El show de Truman” y lo vimos en “In time”, donde otro rastreador persigue al protagonista, como ocurre aquí. En una Cillian Murphy persigue a Justin Timberlake y en otra, la que nos ocupa, Diane Kruger persigue a Saoirse Ronan. Un individuo que siempre se opondrá a ese sistema opresor, rebelándose ante él, buscando quebrarlo. Igualmente el conflicto entre lo auténtico y lo artificial está presente en sus cintas, “Simone”, “Gattaca”, “El show de Truman”… un conflicto que también se da en esta cinta, donde las almas alienígenas usan cuerpos que no son los suyos, creando una ficción y un conflicto de identidad. Además el contraste en los decorados es significativo, del aséptico, moderno y artificioso mundo que rodea a los alienígenas, pasaremos al primitivo y natural, rocoso, que alberga a los humanos ocultos. De la frialdad a la calidez del entorno humano.
Igualmente hay elementos que son indispensables en el cine
de Niccol, como el agua, los baños, otro punto en común con “In time”, con la
que tiene muchos paralelismos, aunque conceptualmente es distinta, con “Gattaca”
y la carrera de natación, con “El show de Truman” y la navegación camino de la
libertad… Aquí Melanie/Wanda se dará también un baño, elemento siempre
relacionado con la libertad, la pureza y el cambio.
El personaje de la buscadora que interpreta Diane Kuger es,
quizá, el más interesante de toda la película. Su rol de villana plantea
pequeños giros interesantes. Descubrimos en ella la otra cara de la moneda de
Wanda. Es una extraterrestre en la que desde el principio descubrimos rasgos y
sentimientos muy humanos, que van aumentando paulatinamente, pero a diferencia
de Wanda, que representaría los positivos, ella desarrolla los negativos, así se
acabará descubriendo como un personaje autoritario, dictatorial, obsesivo,
rencoroso, violento, mentiroso… Luego sabremos que ella tampoco ha logrado
eliminar del todo al humano del que es huésped. Esto está muy bien
desarrollado, porque se va mostrando poco a poco, incluso parece que la
película entra en contradicción consigo misma en la persona de este personaje,
pero finalmente veremos lo que ocurre y por qué se dan esas circunstancias.
La desconfianza que surge en el grupo nos remite de alguna
forma a la película de terror que mejor ha jugado con ese aspecto, “La cosa”
(John Carpenter, 1982).
William Hurt interpreta a Jeb, el tío de Melanie. Otro
personaje interesante, visionario, comprensivo, inteligente… La columna
vertebral y el corazón de la resistencia humana. Su personaje hablará de
películas de ciencia ficción en referencia a los sucesos que están viviendo, en
un simpático recurso metalingüístico, pero ya muy visto.
Hay escenas bonitas o emotivas, como esa conversación entre hermanos a tres bandas y con la iluminación de las luciérnagas. Niccol intentará salpicar la narración con alguna escena de acción o suspense, como la huida de algunos miembros el grupo y su necesario suicidio, como intentó Melanie, al verse sin salida. En otros momentos jugará con el suspense, como en la escena donde usan a Wanda para conseguir medicinas, que alberga las virtudes del film, atmósfera inquietante y una sensación de suspense lograda, que luego acaba en decepción, desvaneciéndose como la gaseosa en la conclusión. Lo mismo podemos decir de la resolución de la trama principal con la buscadora Kruger, resuelta en un santiamén y que si bien presenta un elemento interesante a nivel estructural, resolviendo dicha trama anticipadamente al final, acaba provocado cierta sensación de bajón al desvanecerse la principal baza para lograr tensión y emoción. Un disparo de Hurt resuelve la cuestión sin más problema tras una repentina aparición de ella.
La muerte de los congéneres de Wanda es un punto de
inflexión en la psicología de todos los personajes.
Que la parte final sustituya el protagonismo de la trama de
persecución protagonizada por Kruger para centrarse en el conflicto de Wanda y
Melanie es interesante, como dije, a nivel estructural, pero desenmascara las
verdaderas intenciones y principales intereses del relato, el sentimentalismo y
la trama de amores adolescentes.
El cambio de la naturaleza de la buscadora y sus
revelaciones son interesantes. El look de las almas, de los extraterrestres en
su forma original, es muy bello y transmiten las mismas sensaciones que
muestran en el exterior, salvo quizá la inquietud.
Wanda asume un sacrificio, de forma que la película va cayendo
en conceptos pseudoreligiosos un tanto estrambóticos. Casi estamos en un rollo New Age. Enseñará a extraer las
almas de los cuerpos sin matarlos. Todos se opondrán a un sacrificio al que
Wanda parece decidida y al que se entrega en un bello plano cenital. La idea de
almas y cuerpos coge fuerza, centrándose esta parte final en dichos conceptos y
dejando como moraleja que lo importante está en el interior, que es lo que hay
que cuidar y desarrollar. A Wanda, Melanie la definirá como el alma más pura
del universo. Otro personaje que en su despedida amorosa se entrega a la
humanidad… que la hará resucitar.
“Después de vivir tantas vidas, por fin he hallado algo por
lo que morir”.
Por fortuna nuestros amigos encontrarán otro cuerpo para
Wanda, pero no penséis mal, esa chica iba a morir, así que introducir un
huésped era la única forma de salvarla. Además, para que la fortuna sea redonda,
es una chica joven y del gusto del chico que le gusta a Wanda… vamos, ni
pensado sale mejor. La aceptación del chico de esa nueva y distinta chica
subraya esa idea de que lo importante es el interior, por supuesto. El cuerpo que
contiene a Wanda conservará su tic con el pelo, detalle que demuestra que su
esencia está en él. Todos felices. Dos parejas perfectas.
Hay un epílogo para aumentar todavía más la esperanza de la
humanidad, cuando veamos que otro de los alienígenas se ha pasado al bando
humano, en una escena de pretendido suspense.
Película con su interés, pero irregular y fallida en
términos generales, lenta y morosa en demasiadas ocasiones, sobre todo en
muchas partes de la segunda mitad, que no logra sacar todo el partido a muchas
de sus propuestas y acaba cediendo a servidumbres más comerciales. Todo ello
envuelto en una notable atmósfera y puesta en escena, fría y elegante, que sí
resulta interesante. La identidad, el alma, el hogar, la diversidad de
sentimientos y los conflictos que generan y nos hacen fascinantes, la emoción,
vinculante y vinculadora para bien o para mal, son algunas de las reflexiones
que se extraen, además de las mencionadas.
El “Radioactive” de Imagine Dragons es el tema principal de
la película.
- Lo importante es el interior.
ResponderEliminar- De acuerdo.
- ¿Hay algún cuerpo de alguien que se esté muriendo al que salve usándolo en vez de destruirlo?
- Lo busco. Pero que tenga tetas de talla grande.
- No te preocupes.
Aayyyy. La idea me toca un tanto las narices.
Los extraterrestres son malos porque demuestran que no aprecian la saga Crepúsculo. Excepto Wanda, ese es bueno porque se ha comprado todos los libros y las películas.
Jajajaja. Es una decepción, sobre todo por quién la dirige...
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