martes, 19 de marzo de 2013

Crítica: HISTORIA DE UN DETECTIVE (1944)

EDWARD DMYTRYK










Chandler y la novela negra siempre han sido una tentación para el cine, de hecho el cine negro clásico es consecuencia de la novela negra clásica que estaba proliferando en los 40, de la revista Black Mask fundada en los años 20 y de gran éxito en los 30, cuna de los grandes autores del género como Hammett o el propio Chandler. De hecho, los cineastas, cuando el género negro empezó a desarrollarse, no tenían ni idea de que estaban creando un género nuevo, que fue bautizado posteriormente en Francia.

Esta “Historia de un detective” del irregular Dmytryk es de las primeras adaptaciones de Chandler a la gran pantalla, un título notable pero en el que se aprecia que todavía faltaba cierta madurez a las adaptaciones con el detective Marlowe como protagonista, algo que llegaría con Bogart, que fijó el estilo de forma definitiva con “El sueño eterno”, aunque ya había interpretado en 1941 a Sam Spade, otro detective imprescindible.


Edward Dmytryk tiene una filmografía irregular, en los comienzos realizó un buen número de cintas de ciencia ficción aunque, como corresponde a los buenos artesanos, no hizo ascos a ningún género. Lo cierto es que en el negro fue donde alcanzó sus mayores logros dejando un bueno puñado de grandes títulos, “Venganza” (1945), “Encrucijada de odios” (1947), “Obsesión” (1949) o la que nos ocupa. “Lanza rota” (1954), “El árbol de la vida” (1957) o “El baile de los malditos” (1958) fueron otros títulos exitosos.

Historia de un detective” adapta “Adiós, muñeca” de Raymond Chandler, una de sus más brillantes novelas. Cine negro en estado puro, con un notable manejo de las sombras que dan un tono pesadillesco muy adecuado a la atmósfera onírica de la que abusa Dmytryk. No está entre los grandes clásicos del género a pesar de su indudable calidad.


Dick Powell realiza una aceptable interpretación del conocido detective, aunque le queda bastante para llegar a un Bogart o un Mitchum. En cambio este mismo actor estuvo bastante más contundente en la otra película que realizó con Dmytryk ese mismo año, “Venganza”. Aquí, sin hacer un mal trabajo, no se acaba de ver la personalidad dura y cínica del mítico detective. También se le desnaturaliza por esa constante mención al dinero del personaje que interpreta Powell, es alguien mucho más interesado que el idealista y quijotesco Marlowe de Chandler. Con todo resulta una interpretación bien valorada, incluso por Chandler.



Un interrogatorio y un flashback dan inicio a la trama de la película. El interrogado es nuestro detective. Las sombras hacen casi invisibles a los policías que lo interrogan y él aparece con los ojos vendados. Estos juegos con las sombras y la iluminación son constantes, veremos como unos intermitentes neones se reflejan en el rostro de Powell y su despacho al inicio de su relato. Esa iluminación hará aparecer de forma fantasmagórica a Moose Malloy reflejado en un cristal, una solución visual excepcional.



En la novela el bar donde trabaja la ex novia de Moose se había convertido en un bar de negros, eso en esta adaptación está cambiado. Aquí el tema racial queda eliminado.

Los diálogos irónicos, las contestaciones cortantes de nuestro héroe, la trama enrevesada por cortesía de Chandler, la mujer fatal, la voz over..., es decir, las grandes claves del género, están todas presentes en esta cinta.


Nuestro detective localizará a Jessie Florian (Esther Howard), mujer del antiguo dueño del bar. Su rostro se superpondrá a su nombre, todos estos recursos estilísticos acentúan ese carácter onírico de la película, que en cierta medida le restan fuerza.

Los personajes con los que se encuentra nuestro protagonista parecen salidos de la parada de los monstruos, Moose es un gigante y Jessie, en su alcohólico tambalear, parece un zombie. De igual manera el propio Marlowe desaparecerá ante nuestros ojos mientras habla con Jessie para descubrir la foto que oculta la mujer.


Dmytryk plantea su película como una cinta de terror y fantasmas. La ambientación y dirección son más que correctas, brillantes en muchos momentos. Un plano desde el interior de un ascensor y luego otro desde fuera del mismo cerrándose las rejas sobre el protagonista, es el recurso visual que usa Dmytryk para anticipar la trampa en la que va a caer nuestro detective.


Marriott es presentado con la sombra de unas letras sobre su lujoso abrigo, un mal presagio para ese personaje. El uso de las sombras siempre con contenido y en muchas ocasiones como presagio de lo que sucederá.

El preciso plano-contraplano será la planificación habitual para rodar los diálogos, si bien Dmytryk usará ciertos aspectos esteticistas para dar dinamismo, como personajes que se sientan o levantan. De hecho es frecuente ver a uno de los personajes de pie mientras otro está sentado.


Marlowe acepta el caso que le encarga el peculiar Marriott y la noche, la niebla, la atmósfera inquietante y como de ensueño lo invaden todo. Alguien golpeará a Marlowe y Dmytryk recreará con imágenes oníricas ese momento de inconsciencia. Marriott, como preveíamos, ha sido asesinado.



Marlowe tendrá que dar explicaciones. En la sala de la comisaría hay mucha más luminosidad que en la primera secuencia. La película parece cobrar un tono de más claridad lumínica. De vuelta al despacho, Marlowe, descubrirá allí a la chica que lo halló inconsciente, Ann Grayle (Anne Shirley).

Velma Valento, la novia de Moose, y la desaparición de un jade. Casos sin aparente relación que se acaban uniendo, como casi siempre en Chandler.

Nuestro amigo Marlowe queda fascinado por la madrasta de Ann, Helen Grayle, una de las licencias del guión de la película, en su entrevista con ella y su marido (Miles Mander). Aquí sucede una escena de seducción con estupendos diálogos. Los personajes se sentarán juntos para acercar lazos y los planos serán cada vez más cortos y cercanos, como su intimidad.



El guión de “Historia de un detective” plantea un triángulo amoroso entre Helen, Ann y Marlowe. También se nos presenta en esta escena al malísimo Jules Amthor (Otto Kruger).

Una rubia, otra morena, el mal y el bien.




El carácter cínico del protagonista lo veremos reflejado en pequeños detalles de puesta en escena, como al verle encender una cerilla en el trasero de un Cupido.

En el afán por ser riguroso con el punto de vista (algo que se logra ejemplarmente desde la dirección), se abusa en demasía de los momentos oníricos. Con todo, ese esfuerzo por mostrar el punto de vista subjetivo del protagonista y que veamos sólo lo que él ve y sintamos lo que él siente, es impecable en su coherencia y mucho más acertado que en películas como "La dama del lago" (Robert Montgomery, 1947), donde el punto de vista subjetivo es total. En ese sentido la película es perfecta, con la salvedad antes mencionada.


Helen y Marlowe se citan. Un foco y su luz atraviesan la oscuridad de un largo salón hasta una actuación, el aspecto visual de la cinta es impecable. Ann aparecerá aprovechando una ausencia de su madrastra, intentará sobornar a Marlowe para que abandone el caso, eso sí, con su rostro bañado en sombras, lo que señala que algo oculta.

Moose trabajará para Amthor y llevará a Marlowe ante la presencia de su jefe. Otras licencias de la película, que no acaban de funcionar del todo dentro de la coherencia interna de la misma. Amthor busca el jade, la joya que buscaba recuperar Marriott, y cree que la tiene Marlowe. Para sacarle la información se vale de Moose. La violenta discusión acaba con Marlowe inconsciente y más momentos oníricos con una cortinilla acuosa que va fundiendo el plano a negro.


Los cambios con respecto a la novela no son especialmente significativos.

Aquí entramos en una larga escena absolutamente onírica para retratar el estado narcotizado y drogado al que someten a nuestro detective para sonsacarle información. Dmytryk no renuncia a ningún recurso para ello, superposiciones, telas de araña que emborronan el encuadre, una cámara que gira en espiral, retrato de pesadilla e ilógica de un sueño… Un ejemplo perfecto de cómo mostrar visualmente el punto de vista subjetivo del protagonista. Aunque se abuse en exceso de ello.




Marlowe logrará escapar a duras penas y se refugiará en la casa de Ann, en la que ahora confía.

En la casa de la playa la oscuridad vuelve a ser atravesada por una luz, una linterna en esta ocasión, que va recorriendo una estancia, un suspense bien llevado con una conseguida ambientación. Allí se encontrará Helen (Claire Trevor), una rubia fatal falsa y manipuladora, como mandan los cánones. Marlowe pasa de los labios de una a los de otra. Bien por Marlowe. Nuestro héroe, en muchas de las películas, también tiene ese aspecto manipulador de las mujeres fatales, es capaz de seducirlas para sonsacarles información.


Es curioso el obsesivo tic de Powell de oler las cosas.

Amthor aparece muerto. Una vez en el despacho de Marlowe, Moose aparecerá a su espalda como la primera vez que lo vimos. En el clímax las sombras vuelven a hacerse densas, sólo alguna lámpara las rompe en ocasiones, unas sombras donde se oculta la maléfica Helen, un lugar donde se siente a gusto. El famoso jade no había sido robado. Helen estaba dispuesta a cualquier cosa para borrar cualquier rasgo de su pasado, ese que amenazaba con volver a resurgir por culpa de Moose, su ex novio… Ann volverá a aparecer de entre las sombras también, así como su padre. El piso de la playa no parece muy seguro y allí entra todo el mundo. Todos los personajes, menos Marlowe, salen o entran en sombras en algún momento, habitantes de un mundo pervertido donde sólo un ciego, como aparece al inicio del film Marlowe, es capaz de ver la verdad. Talento de dirección en la puesta en escena. El marido de Helen es quien acaba matándola, lo que sitúa en el clímax final al gigante Moose en busca de venganza, un clímax que Marlowe se vuelve a perder al quedar inconsciente de nuevo. El personaje del señor Grayle tiene más importancia en la película que en la novela. 



Volvemos del flashback y a ver a nuestro ciego amigo al que informan de las muertes de Grayle y Moose. Por supuesto habrá final feliz, aunque el pesar de la chica por la muerte de su padre no parece muy profundo, especialmente cuando su preocupación por él durante toda la película era máxima. Ciertas debilidades en el guión para meter como sea el ansiado final feliz con historia de amor.



Independientemente de los pequeños defectos que podamos achacarle y que he mencionado, se trata de un notable título de clásico cine negro que hará disfrutar a los paladares más exigentes.




4 comentarios:

  1. No he visto la película, pero la novela es una de mis favoritas de Chandler, junto con "El largo adiós" y "El sueño eterno". Las tramas y subtramas de Chandler son impresionantes. Un autentico maestro de la novela negra, no veo ningún contemporáneo que llegue a ese nivel. Y es un tipo de literatura que consumo mucho.

    El detalle de que Jules Amthor. No recuerdo que muriera en la novela, más bien lo recuerdo como una trama colateral que confundía bastante de la principal. Ahora mismo no recuerdo el personaje que nombras del señor Grayle tuviera importancia, el padre de ella ¿no era un policía retirado?, que le permitía a Ann (la chica buena) obtener información, a través de compañeros en activo. ¿Amthor no es el brujo al que llegan por las boquillas de cartón en los porros de marihuana? Un timador de mujeres ricas de la jet al que la policía va siguiendo, pero en absoluto relacionado con el asesinato de Marriot. Ayúdame a recordar la novela, que disfruté muchísimo en su momento. Pero el gigante que trabajaba para Amthor y Moose no eran el mismo, si no recuerdo mal.

    Sigue con el trabajo crack!!!

    un abrazo

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    1. La leí hace tiempo y aciertas en casi todo lo que comentas, juntan tramas y maximizan o minimzan personajes a conveniencia... esas cosas por servidumbres románticas y demás. También me gusta especialmente esta novela, quizá de las más artísticas del maestro Chandler. A ver si hago un artículo sobre la novela para ayudar más.

      Hay otra cinta en el blog, ADIÓS MUÑECA que es otra adaptación.

      Un placer leerte Keyser, un abrazo fuerte.

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    2. He leído la crónica de la otra adaptación, y me resulta curioso leer que en esta Marlowe da la impresión de que vive sólo para el dinero. Eso se aparta mucho del espíritu del personaje de la novela. Marlowe es un cínico, pero un romántico. Y no acepta el dinero fácilmente. El largo adiós es en la que esta postura es más clara.

      Leyendo las dos, independientemente de cuál sea más fiel a la novela, está claro que te gusta más esta. Espero esa crónica de la novela para acabar el ciclo.

      ¿Crees que "El sueño eterno" de Hawks es la mejor adaptación de una novela de Chandler? (y de Marlowe por supuesto). El título de esa película sin haber leído la novela es indescifrable.

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    3. Me gusta más ésta, aunque la otra también está bien, pero en cuanto al personaje es mucho más fiel el que protagoniza Mitchum, por lo que comento, aquí se le desnaturaliza por eso mismo, sus referencias al dinero y tal. Marlowe es un Quijote, un idealista y en EL LARGO ADIÓS se ve muy bien, como comentas.

      Para mí sí, sin lugar a dudas es la mejor adaptación, incluso con los cambios, Hawks ERA MUY GRANDE. Bellísimo título, ciertamente.

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