Una vez seducida Susan, el juego de manipulación y
dominación de Webb da un paso más. Fingirá desinterés para que de la dominación
se pase al sometimiento. Esta forma de actuar la veremos representada en las
escenas en su apartamento, donde trata a Susan con total frialdad y desprecio,
afeitándose despreocupadamente, negándose a verla.
Curioso el plano de Webb leyendo revistas de culturismo,
algo que podría llevar a ambiguas interpretaciones. Se seguirá mostrando falso
y frio, negándose constantemente a ceder a las peticiones de Susan, desesperada
por verle. Finalmente ella irá a su apartamento, el deseo oculto de él, su
verdadera intención, demostración de sometimiento. Dispuesta a divorciarse, a
fugarse con él… Webb se mantendrá firme diciendo palabras sensatas y
rechazándola falsamente. La tiene donde quería, un perverso juego que se
mostrará en ese plano con un Webb satisfecho consigo mismo y lanzando a la
lámpara un papel, plano en picado, que resulta simbólico de su juego con Susan.
Ella es el papel que encesta en la lámpara. Esa satisfacción que Webb
siente es justo después del reconocimiento de Susan de su pérdida de dignidad.
Webb siente que ha logrado su objetivo, sometida y humillada
Susan, parece que su venganza y rencor de clase, una de las tesis de la cinta,
su complejo y aspiración de dominación al presuntamente poderoso, a esa mujer y
su marido adinerado, está triunfando, al menos psicológicamente. Ha arrebatado
a ese millonario a su mujer y además se permite el lujo de rechazarla, de
despreciarla. Se siente así poderoso, regocija así su ego. Sacia así su
complejo de inferioridad, creyéndose falsamente importante.
Toda esta conversación será en un solo plano, como buena
parte de las secuencias de la cinta.
Juego de poderes, crueldades y clases.
Webb no ha hecho nada más que comenzar, ha logrado el estado
psicológico pretendido, ahora toca la acción, no es un mero juego de
dominación, es una lucha de poder. El fin justificará los medios para Webb.
Nuestro perverso protagonista fingirá ser el merodeador de
la casa de los Gilvray, intimidará al matrimonio, pondrá pruebas falsas… todo
con la intención de poder asesinar al marido sin que se le pueda culpabilizar
de nada. Fingirá así un tiroteo que él mismo forzará para quitar a ese incómodo
elemento de en medio. Será la primera vez que veamos claramente al marido de
Susan, antes lo vimos de forma fugaz durmiendo en su cama.
Losey, con el guión de Dalton Trumbo y Hugo Butler,
reflexiona sobre los posibles defectos y peligros del sueño americano, lo que
puede provocar si la ambición no tiene freno y se desbanda. Se contrastará en
este sentido a Webb con su amigo, el tranquilo y honesto Bud.
Webb seguirá su hoja de ruta, ahora toca acercarse a Susan,
que cree que Webb mató premeditadamente a su marido, para ello usará al hermano
de ésta, lo manipulará, se hará pasar por un bendito generoso, detallista y
sensible, o sea todo lo contrario a lo que es en realidad.
Losey deslumbra con un estilo clásico de dirección, planos
larguísimos, planos secuencia, encuadres generales con insertos a primer plano
para resaltar momentos o emociones significativas, como comenté antes. Otro
ejemplo lo tenemos en la escena donde Webb logra hablar con Susan y se inserta
un primer plano de ésta al verle en su casa, significativo.
Un manipulador absoluto. La escena de la conversación entre
Webb y Susan se inicia con un picado sobre Susan desde la perspectiva de él,
como el águila que vislumbra a su presa. Poco después veremos que es Susan la
que adquiere una posición de predominancia, es la ofendida, se la sitúa por
encima, en un escalón superior, en un plano de superioridad, sigue pensando que
lo mató premeditadamente. Webb no tardará en dar la vuelta a las cosas apelando
a los sentimientos de ella, tocando los resortes adecuados, así las distancias
se difuminarán en un abrazo.
La boda.
La mayor parte de la escena de la boda, un plano, será
encuadrada en picado, lo que resalta la tensión y futuro nada tranquilo de esa
unión.
Los contrastes entre los dos amigos, Bud y Webb, son
continuamente remarcados, es uno de los aspectos que más interesa a Losey. Son
opuestos, uno inconformista, otro conformista; uno retorcido y mentiroso, el
otro honesto y sincero; uno sin inquietudes más allá de su ambición, el otro
con ellas…
El ansiado negocio de Webb en marcha, un motel. Allí veremos
cómo nuestro pérfido protagonista mira con deseo a una mujer al entrar en su
negocio, sin disimulo, lo que indica su anestesia emocional, le daba igual una
que otra, mientras le permitiera escalar posiciones… Susan no tardará en tener
las primeras sospechas al ver la pistola que Webb dijo no empuñaría más tras
dejar su puesto de policía. Comenzamos el descenso a los infiernos y desolación
moral del personaje protagonista y de esa unión.
Una sirena de ambulancia alarmará a Webb y subrayará su
culpabilidad.
La solución es la huida al desierto, un lugar simbólico,
desolador, donde comenzar algo construido desde la mentira. Allí tendrán al
niño, ocultos de los ojos de los demás.
El claustrofóbico ambiente lleno de interiores se torna en
esta parte final en abiertos exteriores, aunque igual de claustrofóbicos,
paradójicamente. No hay salida. De igual forma lo nocturno se convierte en
luminoso.
Todo parece felicidad y paz, un futuro prometedor que contrasta
con el destartalado y abandonado decorado que alumbrará a su futuro hijo en ese solitario pueblo. Un futuro prometedor truncado por el pasado, la voz del
difunto marido de Susan hablando desde el tocadiscos, una voz de
ultratumba. Estamos de lleno en el infierno.
Un buen, aunque retorcido, detalle de guión es el uso del
hobby de Bud, las rocas, que justificarán la visita al desierto de éste y su
mujer al oculto matrimonio. La tensión va en aumento, fenómenos climáticos,
tormentas de polvo, dolores de parto... todo acorde con el tono y como preámbulo
del desenlace irremediable. Seguimos desarrollando esa viva imagen del infierno
al que huyeron Webb y Susan.
Webb es detallista al máximo, no quiere dejar nada al azar
en su elaborado plan. Detalles como embarrar la matrícula de su coche así lo
confirman.
Todas las precauciones de Webb no evitarán que Susan se dé,
finalmente, cuenta de todo. Ve a Webb como realmente es, para su desolación. Un
tipo ambicioso, sin escrúpulos, psicópata y asesino, aunque no del todo
deshumanizado, ya que por ella siente cuanto menos aprecio, un amor relativo.
Webb se permite hacerla sufrir, machacarla psicológicamente para lograr sus
propósitos aunque también se preocupará por su vida cuando los dolores del
parto aumenten en intensidad. Esta preocupación, como tantas cosas en Webb, es
ambigua, puede ser por Susan o por su hijo, que sería la personificación de su
éxito, su legado al mundo. Webb sufre, pero sufre por egoísmo, su acto de
buscar al médico para que atienda a Susan también busca su satisfacción. Por
supuesto no piensa dejar cabos sueltos con ese personaje que podría delatarlos.
Webb tenía todo planeado pero subestimó a la que ahora es su
mujer, ella dará instrucciones precisas al médico que huirá con la niña recién
parida cuando nuestro manipulador protagonista menos lo espere. Su egocentrismo
le hace incapaz de valorar en su justa medida a su mujer. En este momento hará
una interesante reflexión cuando pretenda huir viendo que no tiene otra salida.
Dirá que no es peor que dependientes, jefes o abogados, todos hacen tropelías
en su beneficio… él mismo era policía, pero lo que hizo lo hizo por amor… por
amor a él mismo.
Es momento también para que aquel cebo al inicio de la
película retorne a la narración. El testamento. La motivación de Webb, setenta
y dos mil dólares.
Losey mostrará la desolación de Susan en un maravilloso y
largo plano sostenido sobre el rostro de la actriz (Evelyn Keyes), un corazón
roto, traicionado, una mujer asqueada de sí misma por haber cedido ante ese
hombre al cual desprecia ya. Decepcionada con todo, especialmente consigo
misma.
Esta parte en el desierto tiene una ambientación portentosa,
soberbia. Las interpretaciones son excelentes, con un Heflin acertadísimo y una
Evelyn Keyes también muy efectiva. Los secundarios están perfectos. Un reparto
de actores no especialmente conocidos que realizan un trabajo excepcional.
Podemos encontrar a Robert Aldrich como asistente del
director, buenos maestros tuvo.
Otro título negro excepcional, una notabilísima película
para paladares selectos. Disfruten.
Mr.Sambo, acabo de caer en la cuenta que la nota es para la película, y hasta ahora pensaba que era para la crítica, jajjaja. En fin...
ResponderEliminarNos has vuelto a poner los dientes largos con esta película. Menudo tipejo "el Webb". Por eso marqué al 5, aunque no la he visto:)
Un abrazo y a disfrutar del fin de semana!
Patricia
Patricia jajajajajaja no está claro para qué es, creo que mucha gente ha votado por el artículo más que por la peli, en algunas ocasiones son artículos que no valoran algo en concreto o son historias originales, y otras por la película, así que todo está bien jajaja.
EliminarCreo que te puede gustar.
Un abrazo y pásalo muy bien.
Hola!!
ResponderEliminarLas dos partes del tirón. Gran análisis.
Herencia de Hitchcock, desde luego; pero, por la intensidad en la evolución de los personajes me hace recordar a la escuela rusa (en literatura) Crimen y Castigo…
Solo le das un 4?
De un tiempo a esta parte me siento muy atraída por el cine clásico. En b/n. Expresionista. De hecho me pasa tb con las fotos. Me gustan en b/n y vintage. Sabe dios pq…
Gracias por traernos estas joyas.
Ah! Si el diccionario es demasiado faraónico, creo q me gustaría recibir al menos algunas notas para saviar mi curiosidad o fijar conceptos.
Besos sensei!!
Buena referencia Reina, es cierto que tiene una eloboración muy trabajada que podría recordar. Sí 4 alto jaja.
EliminarEs normal, a mí es el cine que más me gusta, así que lo entiendo perfectamente jajaja.
A ver si el proyecto de diccionario va adelante, tengo un listado ya, pero si tienes alguna duda intentaré resolverla.
Besos.