Curiosa película de terror ochentero, muy característica de
la época, pero con determinados aspectos que quizá la hicieron merecedora de
correr mejor suerte. Ahora es una película de culto no muy conocida, a pesar de
su interés.
Los guionistas de “Alien, el octavo pasajero” (Ridley Scott,
1978) y "Desafío Total" (Paul Verhoeven, 1990), Dan O’ Bannon Y Ronald Shusett
son los responsables también de este guión, tramposo como pocos pero innovador
en muchos aspectos, de hecho deja al desnudo la supuesta originalidad de
películas que han pasado a la historia por esa misma circunstancia.
Un thriller que lleva una línea convencional de
investigación de unos extraños crímenes, pero que va tornando, mediante
extraños aspectos que se van descubriendo, en un thriller terrorífico de
ciencia ficción donde todo puede pasar… eso sí, sin escatimar en trampas.
Una vez visionada es fácil que algunos aspectos recuerden a
un título tan significativo y considerado como “El sexto sentido” (M. Night
Shyamalan, 1999). Curiosamente “Muertos y enterrados” no ha sido una película
exitosa que se diga, es más una cinta de culto bastante desconocida, al
contrario que la protagonizada por Bruce Willis, que fue un auténtico
taquillazo. Las diferencias también son significativas, “Muertos y enterrados”
se inscribe en el género de terror más típico de los 80 donde la truculencia,
el golpe de efecto y el espíritu gamberro estaban en boga, mientras que “El
sexto sentido” apuesta por la depuración cinematográfica, con una cuidadísima y
hitchcockiana dirección además de por un romanticismo exacerbado. Donde la
película de Gary Sherman apuesta por la desolación pesimista la de Shyamalan lo
hace por el romanticismo más hermoso. Ambas cintas son tramposas para cada una
con objetivos distintos.
Entre el terror y el thriller “Muertos y enterrados” resulta
una estimulante y original película de serie B, muy desconocida pero que
gustará mucho a los amantes del género.
En un pequeño pueblo, Potters Bluff, empiezan a sucederse una
serie de asesinatos, pero siempre de gente que viene de fuera. Dan, James Farentino,
el sheriff, comienza a investigar dichos sucesos. Sus descubrimientos serán muy
sorprendentes.
Buen comienzo con la escena del fotógrafo seducido por la
chica y linchado y quemado por varios lugareños. Una escena absurda con una
ilógica violencia que marca perfectamente el tono del film. El caos sin sentido
como motivación vertebradora. La chica se mostrará desnuda, ante un alucinado
fotógrafo, para que la retrate, la mezcla de sexo y muerte será utilizada en
otras ocasiones a lo largo del film.
Otra escena a tener en cuenta es la de la familia que llega
al pueblo y se mete en una casa
desconocida, algo ilógica y bastante absurda también por esos comportamientos
tan extraños que suelen tener los personajes en las cintas de terror, algo muy
típico en los 80. Un suspense muy estirado y bastante surrealista. Además
tiene todos los tópicos habidos y por haber, malotes que van a paso de tortuga,
coches que no arrancan…
La reconstrucción del cadáver por parte de ese Frankenstein
moderno, William G. Dobbs, estupendamente interpretado por Jack Albertson, es
otro de los grandes momentos de la película.
La película puede leerse como una crítica a una sociedad adormilada, a la idea de la uniformidad social postulada por comunismos y socialismos, convirtiendo a los ciudadanos en zombis a los que manejar a conciencia, ideas que acaban recordando a cintas indispensables del género de terror y ciencia ficción como “La invasión de los ladrones de cuerpos” (Don Siegel, 1956). De hecho son reconocibles muchos referentes de prestigio que dan una profundidad mayor de la que podría parecer en un primer momento y que no es del todo habitual en este tipo de cine. Todo esto no oculta que su principal propósito es ser una cinta de entretenimiento, buscando en los golpes de efecto, los giros imprevistos y la violencia, sus principales puntos fuertes.
“Frankenstein”, el cine de John Carpenter, especialmente el
de los 80, incluso historias de Stephen King, son otras referencias que vienen a
la cabeza fácilmente al ver la cinta.
Es cierto que el guión no es consistente y es uno de sus
grandes defectos, así como el argumento y estructura una de sus grandes
virtudes, porque no se puede negar su efectividad. Un guión con muchos agujeros
y trampas que sería cansado comentar entre otras cosas porque son bastante
evidentes y obligadas para que la película funcione, especialmente, en su
sorprendente final.
La fotografía es brillante, con esa especie de niebla que parece
empañar cada encuadre, y la dirección tiene un buen pulso, potenciando los
elementos de intriga y suspense sobre los más violentos, recurriendo a sugerir
y no tanto a mostrar explícitamente. Una gran atmósfera la que crea Sherman. Todo
esto serían virtudes menores sin el desenlace. Ese memorable desenlace, que
deja en cueros al final de "El Sexto sentido" y su presunta originalidad.
Muy recomendable.
Desde luego con poco esfuerzo podemos encontrar todas las
fisuras de guión, las licencias para hacer encajar las trampas que la hacen
funcionar y sorprender, pero su narrativa es tremendamente poderosa, muy bien
modulada, una progresión dramática realmente conseguida y una atmósfera
brillante. Sherman no es el mejor director de la historia y desde luego se nota,
pero se muestra extraordinariamente competente a la hora de crear una historia
de tensión creciente y constante que hipnotiza y agarra al espectador para no
soltarle hasta su magnífico, impactante y sorprendente final. Un final
tremendamente bizarro pero que no dejará indiferente a nadie.
Robert Englund, el mítico Freddy Krueger, tiene un pequeño
papel en esta película.
Una cinta de culto de los 80.
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