La épica vuelve. La puesta en escena es extraordinaria, y de
ello tendremos un gran ejemplo en las secuencias en el gran banco de peces, un
espectáculo pesquero de primer nivel donde Fleming no abandonará el desarrollo
de la relación entre Manuel y Harvey en su montaje encadenado, así veremos como
el veterano pescador ayuda a subir un pez al crío y todos los tripulantes se
afanan durante 62 horas para acumular todo el pescado posible. Una gozada.
Harvey recibe un aprendizaje vital a la vez que
“profesional”.
La competencia entre los pescadores no evita su camaradería,
lo vemos en el gesto de Disko que recopila el correo de otras embarcaciones,
esa competencia y eterno vacile entre ellos es un incentivo para hacer mejor su
trabajo y además sobrellevarlo con más alegría, un aliciente.
Harvey casi es un marinero más, su reválida la tendrá con su
primer anzuelo hincado, un bautismo marinero.
Manuel: “Grita si quieres. No te oirán”.
Harvey: “No tengo tiempo”.
La música de Franz Waxman es una auténtica virguería, tanto
en los momentos más épicos como en los más íntimos.
Todo el retrato del mundo marino y los marineros es
extraordinario, sacando buen partido del magistral texto en el que se basa. En este sentido veremos cómo los pescadores son tremendamente supersticiosos, no
se deja ninguno de los elementos característicos del mar sin mostrar.
La naturalidad de
todo el reparto es increíble. La narración sigue dejándonos continuos y
entrañables gestos de cariño de Tracy con Harvey.
Llegamos al momento de la vuelta, la épica se apodera de la
narración y tendremos una espectacular persecución marina, tan buena como la de
“El mundo en sus manos” (1952), esa joya del gran Raoul Walsh.
Una nueva conversación con los padres como eje central
vertebra una de las escenas más emotivas e inolvidables de la cinta. Manuel
cuenta a Harvey lo que hará cuando llegue a tierra, pedir perdón por sus malos
pensamientos y hacer un homenaje a su padre comprando un candelabro para poner
velas en la iglesia en su honor… y luego irse de fiesta.
Manuel: “También pondré un cirio por mí. He tenido malos
pensamientos en este viaje”.
Harvey: “Tú no tienes malos pensamientos”.
Manuel: “Ya lo creo que sí”.
Harvey: “¿Cuáles han sido?”
Manuel: “Los he olvidado pero creo que los tuve”.
El cariño entre nuestros dos protagonistas es total, Manuel
dirá pequeñas mentiras benignas para hacer feliz a Harvey y el chico se
sincerará con él de forma conmovedora. El momento en el que Harvey le pide a
Manuel quedarse con él es de una emoción difícil de contener. Hasta el espectador
más rudo tendrá que rendirse. Un momento eterno de cine.
“Mi pescadito”.
Harvey y Manuel entran en una intimidad total, la paternidad
vuelve a salir a relucir, se está dirimiendo la naturaleza de su relación, las
necesidades y deseos de cada uno con respecto al otro.
Harvey: “Quiero quedarme contigo, Manuel. ¿Me dejas?"
Manuel: “Mi pescadito…”
Esta escena muestra uno de los rasgos estilísticos más
destacados de Fleming, el encuadre donde incluye varios personajes, como
familias. Aquí veremos la conversación entre Harvey y Manuel en un solo plano y
con ambos personajes encuadrados, tan solo insertará primeros planos en las
frases finales de la conversación, la confesión definitiva, para subrayar la
emoción, darle la rúbrica perfecta.
Fleming vuelve a demostrar su sabiduría para mezclar escenas
íntimas con las épicas. Del colapso emocional que sufrimos en la escena
anterior pasamos a otra que relaja la intensidad, la magnífica secuencia
del enfrentamiento entre naves que resuelve la persecución a favor de nuestros
protagonistas. Esta mezcla de escenas épicas e íntimas logra que se favorezcan
unas con respecto a las otras, dotándose de mayor intensidad aún mutuamente.
Tras la pequeña pausa épica llegamos a otro momento de
increíble lirismo e intensidad dramática que mezcla el sentimiento de los
momentos más íntimos con la potencia de los más épicos. La imborrable muerte de
Manuel. Los que se emocionaron con “Titanic” (James Cameron, 1997) y la muerte
de DiCaprio deberían ver esta escena, absolutamente inolvidable. Esto sí que es
emoción.
Un padre. Los imprescindibles padres.
La parte final debe resolver el conflicto con el padre y, por
supuesto, lo haremos desbordados de emoción. Harvey siente que le falta lo que
tanto añoraba, el cariño de un padre, sentirlo. No se da cuenta de que en
realidad ya lo tiene, aunque su padre no sepa cómo hacérselo ver. Es por ello
necesario que su padre vea por sus propios ojos el sentimiento que Harvey tenía
hacia Manuel para completar su catarsis y madurez, porque “Capitanes
intrépidos" no sólo es la historia de la madurez de Harvey, sino también y de
igual modo la de su padre y la de su relación.
Así Harvey cumplirá con el ritual que pretendía hacer Manuel
y homenajeará al padre de éste con un candelabro comprado con su paga, del mismo
modo que homenajeará a su amigo del alma. Esta escena será necesariamente
contemplada por el padre de Harvey que acaba comprendiendo todo de forma clara.
Todo sellado con lágrimas en el reclinatorio.
“… yo necesito estar con Manuel… lo necesito”
Esta confesión espiritual provoca otra catarsis emocional,
esta vez en Harvey, que rechazará a su padre ante los intentos de éste por
acercarse a él. Necesita tiempo para asimilar y asentar sus sentimientos y su
aprendizaje. Ambos lo necesitan.
Esto llegará una vez pase la tempestad emocional. En el
homenaje a los caídos en el mar se producirá la reconciliación y unión de padre
e hijo, en una bella escena donde sus manos se unen de igual manera a la que lo
hace la ofrenda floral que ambos lanzan al mar. Un momento muy poético.
En dicha escena del homenaje a los muertos en el mar
volvemos a ver el mencionado rasgo estilístico de Fleming con los encuadres o
planos americanos, donde coge a un grupo de personajes, aquí generalmente
familias, tema básico de la cinta. Encadena planos de distintas familias
unidas, madres con bebés, la del capitán
Disko y Dan, la de Harvey con su padre… Esto se aprecia durante toda la
película.
Esta poesía tendrá su rúbrica en el plano final donde
veremos a padre e hijo que hablan de las aventuras del pequeño mientras llevan
la barca de Manuel enganchada al coche, otro recuerdo como el instrumento del
pescador que se queda Manuel. Pero en este caso es algo más que un fetiche, es
el mismo espíritu de Manuel el que los acompaña para consolidar la nueva
relación entre padre e hijo, algo que Fleming muestra superponiendo un plano
sonriente de Manuel sobre el del padre y el hijo. Es imposible no conmoverse de
nuevo con ese último y fugaz plano del pescador.
El reparto es excepcional, pero es que además están todos
sublimes, incluido el niño protagonista, Freddie Bartholomew.
Spencer Tracy, Lionel Barrymore, Mickey Rooney, John
Carradine, Melvyn Douglas… todos están pletóricos, desprenden tal naturalidad y
talento que se podrían llenar miles de barcos pesqueros. Su trabajo es
inconmensurable y es otra de las causas por las que la cinta acaba siendo
inmortal, se desborda la brillantez por proa y por popa.
Si no la han visto, véanla, y si la han visto, enséñensela en
cuanto puedan a sus hijos, la disfrutarán todos y seguro les marcará.
Mi pescadito…
Dedicada a Juanitoj, espero que sigas emocionándote al verla. También a mis padres, os quiero.
Gran post, mrsambo, concuerdo en todo, se puede decir muy poco más, yo nada más... ;-)
ResponderEliminarMe encanta esta película.
Es que es muy bonita Eddie y eso que es del 37 jeje.
ResponderEliminarUn abrazo fuerte.
Ay!!! Menuda llantina!!!
ResponderEliminarQ película tan adecuada a este momento!!
Mil gracias Sambo. Como tantas, tantas veces.
Besos
Me alegra especialmente que te haya servido en estos momentos. Gracias a ti R. Besos.
ResponderEliminarTienes un don comentando películas, MrSambo.
ResponderEliminarCapitanes intrépidos es una de mis películas favoritas. Recuerdo cuando la vi en el salón de casa, siendo un niño. Recuerdo la emoción al contemplar la vida en la mar y el miedo que me produjo el ver caer al chico del barco.
Pasados unos años, cuando volví a verla con ojos más maduros, entendí porque me había gustado tanto años atrás y corroboré que era, y sigue siendo, una obra maestra.
La he visto muchas veces y, casualidades de la vida, era la película que pasaban en el tren a mi regreso de la mili. Inolvidable.
Un abrazo, genio.
Muchas gracias Herep, especialmente viniendo de alguien que tiene tanto cariño a la película. Comparto todo lo que comentas y coincido con todas tus sensaciones. Esta película es una auténtica maravilla.
ResponderEliminarUn abrazo fuerte.