Manuel.
Manuel será el imprescindible guía que cambiará la vida de
Harvey. Interpretado por el maravilloso Spencer Tracy, Manuel es uno de los
personajes más inolvidables del cine. Imposible no quererlo. Este humilde
pescador atrapará su mejor pieza.
Manuel subirá al barco comandado por Disko, Lionel
Barrymore, a Harvey, y allí el chico, además de al capitán, conocerá a toda la
tripulación, Dan (Mickey Rooney), Jack “El largo” (John Carradine)…
Harvey no tardará en mostrar su característica chulería y
prepotencia, sus aires de superioridad, pero tampoco tardará mucho en darse
cuenta de que allí, en el mar y entre marineros, todo eso no tiene ningún
recorrido. Harvey, acostumbrado a que se le trate de manera especial, a
sentirse superior por el prestigio de su padre, se ve convertido en uno más de
la tripulación, peor aún, en un aprendiz. La puesta en escena de Fleming es
sobresaliente y la naturalidad de las interpretaciones es espectacular, Lionel
Barrymore y el resto de la tripulación parece que han sido marineros toda su
vida. Todos actuarán con indiferencia ante la actitud reivindicativa de Harvey,
apartándolo con desinterés y sin hacerle apenas caso. El acto de concederle un
sueldo es definitivo, es simplemente uno más. El único rasgo de distinción que
tenía, ser pasajero, acaba eliminado al darle ese sueldo y pasar a ser miembro
de la tripulación como los demás.
Una bofetada de realidad.
La bofetada que propina el capitán Disko a Harvey por su
insolencia es la muestra física perfecta de lo que le está pasando. De su
existencia sin complicaciones, donde se divertía intentando someter a los demás y quedar por encima, a tener que asumir que es uno más en igualdad de
condiciones.
En la comida de pescadores donde se resuelve que Harvey
tenga un sueldo hay un salto de eje, que en el cine clásico siempre fue
considerado un error de dirección, algo que comparto aunque ahora los modernos
los usen como si no costase. Un vicio adquirido desde la Nouvelle Vague.
Fleming se fascina y nos fascina con varias escenas del
trabajo de los pescadores, ya sea pescando, cortando el pescado o cualquier
otra actividad relacionada con esto. Nos quedamos embobados y disfrutando de
ese mundo único del que nos acabamos enamorando, como le ocurre a Harvey. Por
eso funciona también la película, además de todo lo comentado, por la habilidad
de Fleming para seducirnos y contagiarnos esa pasión por el mar, por hacernos
ver a través de los ojos de un niño y sentir lo mismo que él siente en esa
tripulación y en ese trabajo que lo acogieron.
Su educación correrá a cargo de Manuel, que dará la imagen
de cascarrabias por tener que ocuparse de esa labor, pero que en el fondo está
encantado. Manuel será el mentor, y otras muchas cosas, de Harvey.
Los comienzos serán difíciles hasta que Harvey vaya
asumiendo que se le acabó la tontería y su orgullo vaya desapareciendo, una
educación a la fuerza que lo cambiará por completo y lo hará verdaderamente
feliz. Tendrá magníficos maestros.
El punto que emociona a todo ser humano que tenga corazón en
el pecho es la relación entre Harvey y Manuel, una relación que progresa con
total maestría de forma constante y perfecta. El muchacho pronto se irá
ablandando y calmando a la par que va forjando su sólida amistad con el pescador.
Una amistad que se convertirá en otra relación paterno-filial, en este caso
disfuncional, donde el chico se agarrará a Manuel como al padre que siempre
quiso y Manuel al chico como al hijo que nunca tuvo.
Las conversaciones sobre los padres están muy presentes
siempre en la película, es uno de los temas principales, como he mencionado.
Manuel tendrá especial participación en estas conversaciones y su figura se
erige como el ideal paterno, curiosamente sin serlo.
Manuel le enseñará a Harvey que el legado está más allá de lo
material.
Sin solución de continuidad pasamos de la intimidad a la
épica, la competencia marinera con un rival pescador. Conversaciones marineras,
enfados fingidos, vaciles constantes… pero una camaradería y comprensión por el
resto de pescadores que lo riega todo.
La jerga marinera está constantemente presente, la
recreación del mundo marino que hace Fleming, sobre el maravilloso texto de
Rudyard Kipling, es magistral. La jerga, el trabajo de pescador, el ambiente,
con esos planos de interior donde vemos el balanceo del barco, el sonido de las
cuerdas, el manejo de las velas, del timón... todo te sumerge en otro mundo que
resulta tremendamente sugestivo y atractivo.
La rudeza marinera es usada como coraza, lo vemos en multitud
de gestos de los principales componentes de la tripulación, Manuel en su
relación con Harvey; Jack “El largo” con su gesto final con nuestro protagonista,
regalándole la maquinilla que la ganó a Manuel en la apuesta; el capitán Disko
y sus bravuconadas con su rival pesquero que esconde una total camaradería…
Gestos sobrios y emotivos completamente varoniles.
Harvey busca desesperada y continuamente a Manuel, busca una
figura paterna, intuye el afecto que el pescador le profesa aunque se lo
demuestre de manera tosca, ruda y disimulando ante sus compañeros al inicio de
su relación.
Manuel le hace caso.
Manuel a su vez adopta a ese chico como su hijo, quiere
dejar el legado de su padre en alguien y ese chico le toca la fibra. Harvey irá
madurando e intentando ser mejor persona para lograr la aprobación de Manuel,
para complacerle. Manuel por su parte siempre estará vigilante y pendiente de
él, como vemos en la escena donde le aconseja escupir antes de tirar la basura
por la borda.
Con respecto al tema de los padres y el legado que dejan
tendremos otra conversación entre nuestros dos protagonistas.
Ese ansia por acercarse a Manuel nos llevará a otra conversación
sobre padres, en este caso entre Harvey y Dan. Dan (Mickey Rooney), también
aprendió a pescar gracias a su padre. Un anhelo de Harvey. Los padres y su
verdadero legado.
En la recreación del universo marino y pesquero, Fleming
mezcla decorados con imagen real y lo hace francamente bien.
El desarrollo de todos los personajes es perfecto,
especialmente el de los dos protagonistas, vertebrado en su relación. Veremos
cómo Harvey parece ir empapándose de todo al ver su dominio de la terminología
marina.
Me encantan los momentos de silencio con el único sonido del
mar y el barco. El balanceo y los planos inclinados.
“Ha sido la ansiedad”.
Manuel llevará en su barca a Harvey para enseñarle a pescar.
El aprendizaje continúa. Esta enseñanza nos dejará otro momento de intimidad
asombroso. Manuel se descubre como un romántico pescador filósofo, un magnético
y cautivador contador de historias, un hombre apasionado de la pesca, el mar y
Dios. Te quedas absorto, como Harvey, oyéndole contar cosas de su padre, de la
vida, de lo que sea… En esta conversación emocionará a todos contando la muerte
de su padre y sus referencias a Dios.
“Allí (en el cielo) no se pesca así. Ah no, no, no. Los
peces siempre pican y cuando se agotan los peces el señor hace más. Hace más
peces, hace más pan, hace más vino… Y luego hace la guardia por la noche”.
Después de esto no es raro que Harvey logre pescar su primer
pescado.
En esta continua enseñanza de valores que es “Capitanes
Intrépidos” tendremos otra lección de honestidad cuando Manuel descubre la
maldad de Harvey para lograr que su amigo gane la apuesta. Harvey está en
proceso de madurez pero aún tiene mucho que aprender, no vale ganar de
cualquier forma, no vale ser un tramposo. La primera pesca de Harvey manchada,
así que el pez volverá al mar, es lo justo.
Harvey se verá obligado a maquinar para hacer el bien. Su
defensa de Manuel, que el astuto pescador provoca, y el reconocimiento de
Harvey de su deshonesto comportamiento reconcilian a nuestros amigos y muestran
tanto a Harvey como a nosotros enseñanzas vitales.
La escena de la reconciliación es magnífica. Fleming sitúa
la cámara centrada en el camarote, donde vemos una mesa separada por una viga,
Harvey y Manuel se situarán en lados opuestos, cada uno a un lado. Es la
distancia que los separa. El pescador pasará al otro lado, al de Harvey, para
agarrarlo y hacer las paces. Se rompen las distancias.
“Todos tenemos que avergonzarnos alguna vez para no volver a
hacer aquello que nos avergüenza, ¿no?”
La mirada emocionada de Harvey al ver cantar a Manuel tras
su reconciliación (una melodía que le enseñó su padre, como no podía ser de
otra forma), es otro momento de una emotividad extraordinaria. Uno de esos
momentos de antología cinematográfica.
“…me ahorcaré con una anguila”.
Dedicada a Juanitoj, que espero la esté disfrutando. Y a mis padres, que son mi modelo.
Uffff!!!! Cuánto por repasar en el fondo!!
ResponderEliminarGracias Sambo!!
Mucha materia jajaja. Una joya.
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