En esta época de crisis de valores, que existe, se hacen
especialmente necesarias películas y obras maestras como “Capitanes
intrépidos”. Es cierto, y para no caer en el simplismo, que en muchos valores y
circunstancias se ha avanzado mucho, pero en otros más básicos e indispensables
la caída ha sido tremenda.
Es evidente que la crisis de valores tiene muchas causas y
se podría hablar largo y tendido sobre ellas, sus consecuencias y sus orígenes.
Entre éstas está la responsabilidad de los padres, padres que no se preocupan por
sus hijos como deberían, el “colegueo” paterno-filial que acaba siendo
perjudicial, la falta de respeto... Padres que tienen hijos porque “es lo que
toca”, “porque ya va siendo hora”, “porque uno de los dos quería”, porque puede
ser una solución para problemas maritales etc. Pero el hecho es que luego son
una carga de la que cuesta ocuparse muchas veces, dejando a la televisión o a
las niñeras el cuidado de los críos. En otros casos la falta de atención viene
provocada por el mundo laboral, los horarios, el cansancio... y los intentos se
hacen infructuosos y no nos damos cuenta de lo que ocurre con ellos, que
requieren toda la atención posible.
En mi caso puedo presumir de haber sido criado
excepcionalmente, todo lo que pueda decir de mis padres es poco, son
simplemente los mejores, lo siento, es así. Con todo, soy consciente de que
entre los lectores de este blog hay verdaderos ejemplos de cómo hacer las
cosas, padres e hijos excepcionales que no se han dejado invadir por esa crisis
de valores, que han recibido de sus padres y están dando a sus hijos esos
valores que ahora parecen en cuestión o estar olvidándose.
La relación de la mencionada crisis de valores con respecto
a la infancia viene a colación por ser uno de los múltiples temas, y de gran
significación, en la película que trato. En “Capitanes intrépidos” los padres,
su relación con los hijos, los valores que transmiten, su importancia… son
temas básicos y esenciales para entender la cinta.
Por supuesto a lo largo de su metraje esta obra maestra de
Victor Fleming nos regala toda una colección de valores auténticos sobre los que
tomar nota, vertebrados en las relaciones paterno-filiales.
“Capitanes intrépidos” es, por tanto, además de una obra
maestra excelsa en todos los sentidos, de una emotividad, madurez e
inteligencia fuera de rango, una película profundamente moderna y actual.
La primera secuencia de la película es sencillamente
magistral, y cobra todo su sentido conforme avanza la narración. Un plano de
situación nos muestra una lujosa mansión, en ella hay una intensa actividad que
se muestra brillantemente desde la dirección con planos agitados, planos
detalle, travellings de acercamiento y un montaje corto, también desde la
puesta en escena, donde los personajes se mueven con rapidez. Agilidad y ajetreo.
Esto pretende mostrar el ritmo frenético del dueño de la casa, su intensa vida
laboral desde que se levanta… pero la brillantez radica en que no sólo se queda
en eso, su significación es más profunda con la mención al hijo que aún sigue
dormido. Esta significación pasa desapercibida en inicio, creyendo el
espectador que el montaje sincopado y corto se debe a esa intención de mostrar
la ajetreada vida del padre y hombre de negocios que vemos, pero luego nos
percataremos que además es la causa por la que el niño, Harvey, se siente como
se siente y se comporta como se comporta, y que define esa relación
paterno-filial. Un padre demasiado ocupado para preocuparse por su hijo. Y todo
esto en un minuto.
Harvey (Freddie Batholomew), es el niño de la casa. Su
presentación ya lo define completamente, prepotente, mandón, chulesco, con una
actitud que lo asemeja a la de un mafioso, un niño mimado que usa el poder y la
riqueza de su padre para relacionarse y situarse en una posición de predominancia
sobre los demás. La actitud de Harvey es consecuencia de lo que ha visto, de la
forma en que ve manejarse a su padre, su confusión está en que su padre se
maneja así en el terreno laboral pero él lo lleva al terreno afectivo, sus
amistades están fundamentadas en el miedo. La jerarquía que debe mostrar su
padre con sus trabajadores la aplica su hijo a imagen y semejanza con sus
amigos, con lo que no logra unos sentimientos sinceros porque no los transmite,
sólo puede relacionarse a través del soborno y el mandato, creando
relaciones de jerarquía donde él es el que manda.
Harvey no ha tenido una relación afectiva con su padre a la
que agarrarse como modelo, pero se intuye una necesidad en el chico de sentirse
apreciado y querido, aceptado. Ocure que cree que debe serlo no por lo que es, sino
por lo que tiene y el rango que ostenta.
Una edición especial de “La isla del tesoro” (Robert Louis Stevenson), remarca
significativamente estas cosas. El ansia de aceptación de Harvey convierte su
acto generoso de regalar ese libro a un amigo en un chantaje para lograr otro
objetivo, la pertenencia a un grupo.
Curiosamente Victor Fleming rodó en 1934 la que posiblemente sea
la mejor adaptación de esa obra de arte escrita por Robert Louis Stevenson. Fleming muestra una especial predilección por los temas marinos en esa
época de los años 30.
Los objetos y lo material tendrán una especial importancia
al inicio del film, el libro que regala Harvey, el uso de planos por parte de
Fleming donde muestra objetos concretos para luego abrir el encuadre (un teléfono,
una máquina de escribir…), el dinero que Harvey presta a un profesor… lo
material muy presente.
En toda esta parte, y con el seguimiento a Harvey, se nos
hace también cierta reflexión sobre el influjo corruptor del poder, aunque los
pasos no irán por ahí.
Un niño mimado, “un pequeño Maquiavelo”, como lo definirá el
padre, que será aleccionado por sus compañeros ante sus desmanes y abusos.
Uno de los aspectos más interesantes de esta primera parte, y
del film, es la actitud del padre ante las revelaciones que le hacen profesor y
director del colegio sobre su hijo. En esta época de “colegueo”, de APAs
(asociaciones de padres), de falta de autoridad, falta de respeto a la
autoridad y falta de educación, de videos de abusos a profesores, y a quien sea,
subidos a youtube que están fundamentados en esa falta de autoridad y en la
creencia de que nuestros hijos no hacen nada malo, el comportamiento del padre
aquí es ejemplar. En la actualidad se prefiere creer las mentiras del hijo a
las denuncias de los profesores porque los padres creen que lo contrario les
retrataría, se les vería como unos fracasados en la educación de sus hijos, y si
en muchos casos, efectivamente, es un espejo al que los padres no quieren mirarse,
en otros no tiene por qué ser así. El hecho es que sucede y muchos chicos se
escudan en que sus padres jamás les cuestionarán o dudarán de ellos para seguir
haciendo y deshaciendo a su antojo.
El padre de Harvey, el señor Cheyne, interpretado por Melvyn
Douglas, no actúa así, se muestra seguro de sí mismo, no se siente amenazado
por lo que la actitud de su hijo suponga y asume su responsabilidad intentando
poner remedio.
La agilidad en la dirección de Fleming es soberbia, clásica,
potente y con rasgos visuales brillantes, como algunos que he comentado y otros
que iré comentando, un ejemplo lo tenemos en el uso de panorámicas que dan fluidez al relato y
encuadres con mucha significación.
El mar.
El padre de Harvey se pondrá manos a la obra e intentará
reconducir a su hijo en el tiempo en el que éste estará expulsado. Pretende pasar
tiempo con él, pero eso no parece suficiente. La escena se traslada al mar y
tendrá un valor totalmente simbólico, como los barcos, significan el tránsito,
la madurez, el paso hacía otro estado. El entorno es tremendamente onírico, la
niebla lo invade todo y el barco donde padre e hijo pretenden disfrutar de un
crucero es fantasmagórico. Una sublime ambientación.
El padre sigue estando excesivamente ocupado y nuestro
pequeño protagonista sigue comportándose como un gallito.
“Te crees alguien muy importante” será una frase que nuestro
protagonista tendrá que oír en innumerables ocasiones. Tras su paso por el mar
tendrá su cura de humildad.
El poder simbólico de esta fase alcanza su clímax en la
caída de Harvey al mar. Tras presumir ante unos chavales e intentar esconderse,
Harvey se precipita al mar. El plano está tomado desde un picado extremo donde
la niebla, el agua y la puesta en escena crean una atmósfera onírica y casi
irreal, es como el paso de Alicia al país de las maravillas. Harvey descubrirá
su país de las maravillas.
Dedicada a Juanitoj, una
maravilla de petición. Especialmente dedicada a mis padres, gracias por todo lo
que me habéis dado, dais y seguro daréis.
Lee aquí la 2ª Parte del análisis.
Lee aquí la Última Parte del análisis.
Lee aquí la 2ª Parte del análisis.
Lee aquí la Última Parte del análisis.
Genial entrada para un peliculón. Spencer Tracy, como siempre en estado de gracia. La he visto montones de veces y siempre me hace llorar. Mi hijo la vio siendo muy pequeño y aún recuerdo su cara.
ResponderEliminarNo hay duda de que tus padres hicieron un "buen trabajo" contigo. Espero que mi hijo piense alguna vez lo mismo de los suyos.
Gracias por una lectura tan edeficante de buena mañana!!!!!
Absolutamente maravillosa película, de las de visión periódica obligatoria, y fantástica crítica, estoy deseando leer el resto, y no ponerme a llorar con el "pescadito", o sí.
ResponderEliminarMe da igual que me digas nenaza, ja ja.
Meguilagata, muchas gracias por tus palabras, me han llegado. Estoy seguro de que viendo las cosas como las ves y diciendo lo que dices tus hijos estaran tremendamente orgullosos.
ResponderEliminarUn besazo.
Raúl, muchas gracias a ti también, no se me ocurriría llamarte nenaza, bueno sí, pero de nenaza a nenaza jajaja.
Un abrazo.
Querido Sambo:
ResponderEliminarMe has hecho llorar. Solo si pudiera conseguir q mi prole pensara la milésima parte d lo q dices d tus padres, estaría en paz.
Tienes suerte. Lo bueno es q lo sabes. Lo mejor es q ellos saben que lo sabes. Y lo siguiente es q ellos la tienen contigo, gran hijo.
Gran película y grandes verdades. En la película y en el análisis.
Gracias.
Besos,
Muchas gracias a ti Reina, me han encantado tus palabras y espero que a mis papis también.
ResponderEliminarEstoy seguro de que lo pensarán, no puede ser de otra forma.
Un beso fuerte.