Crítica: BLANCANIEVES Y LA LEYENDA DEL CAZADOR (2012)

RUPERT SANDERS

Pues resulta que en el año 2012 lo que está a la última, de moda y es tendencia es… Blancanieves. Este es el nivel en el que se encuentra la creatividad cinematográfica actual, remake  y revisiones al por mayor. Las novedades están en dar un tono supuestamente transgresor o realista a los mitos repitiendo las historias que generalmente ya se contaron de forma muchísimo más brillante en el pasado.

El caso de Blancanieves nos deja dos títulos que casi han coincidido en cartelera, uno ”Blancanieves (Mirror, Mirror)" una comedia desenfadada que pretende dar un punto de vista excéntrico y divertido del cuento clásico, pretendiendo transgredir los tópicos del cuento, y esta “Blancanieves la leyenda del cazador”, que pretende dar un tono más realista y serio al mismo cuento, manteniendo en lo posible sus rasgos más distintivos. Los resultados, confusos, titubeantes y vacíos.

 

Muchos de los elementos clásicos de Blancanieves aparecen en la introducción de la cinta, con un look más naturalista. El invierno, la manzana, la muerte de la madre, la belleza… una madrastra maquiavélica feminista que odia a los hombres y basa su fuerza en la belleza, inigualable, y la inteligencia.

 

También tendremos un espejito mágico ante el que veremos a Charlize Theron, la malvada madrastra, consultar acerca de quién es la más bella del mundo mundial. Theron está magnífica en esta escena, la de la primera consulta al espejo, tensa, insegura, enfrentándose temerosa a la sinceridad pura del espejo.

Cualquiera en su sano juicio se daría cuenta de que el hecho de que Charlize Theron haga esa pregunta resulta absurdo por evidente, y también deduciríamos fácilmente que sería la versión más corta y transgresora de Blancanieves:

Madrastra: “Espejito, espejito, ¿hay alguien más bella que yo?"

Espejito: “No, mi Reina. Eso es imposible”.

Fin de la película.

No sé quién demonios hizo el casting pero se lució. Es evidente que el papel más atractivo es el de Rávena, la perversa madrastra, y que Theron se lo quedó para ella, pero esto crea ya una cojera importante. El hecho de que al espejo sólo pueda verlo ella da cierto toque justificador, es decir, que pueda interpretarse como inseguridad propia la presencia de Blancanieves, pero tal y como está narrado esto no se sostiene.

El acercamiento que Rupert Sander tiene hacia el cuento va en la línea de lo que hizo Ridley Scott con “Robin Hood” (2010), mezclado con la tradición del cine de espada y brujería que ha tenido en “El señor de los anillos” (Peter Jackson), su máximo exponente en el cine reciente. Una Edad Media sucia, dura y naturalista que es la  época perfecta para la magia, las espadas y las brujerías.

Todas las grandes virtudes de la cinta están en el prólogo con una Theron más que notable.

 

La buena de Blancanieves es encerrada hasta que se hace mayor de edad. Es evidente que a la chica le hace falta un buen baño que no se da hasta el final, con lo que su poder seductor debe ser… muy seductor. La que sí se da un espectacular baño desnuda en un líquido blanco es Rávena, con corona y todo, como Cleopatra.

 

La escena del intento de asesinato a la reina dará la excusa perfecta para que veamos los poderes de ésta. El uso de la magia hace más vieja a Rávena, hace que le salgan arruguillas por lo que deberá consumir juventud para recuperarla. Chicas jóvenes a las que chupar su juventud. Un lifting asesino.

 

Esto cura sus heridas, la rejuvenece y la hace más poderosa. La segunda consulta al espejo es distinta, Rávena se muestra más segura y decidida pero el espejo proclamará, sorprendentemente, a Blancanieves como la más bella entre las bellas. El espejo, en Blancanieves, simboliza la sinceridad pura, un espejo no engaña, pero en este caso éste debe ser uno de esos espejos deformantes que vemos en los parques de atracciones, porque no tiene rigor ninguno, la verdad. Se nos informará de que si Rávena coge el corazón de Blananieves no tendrá que consumir jóvenes en edad de merecer para mantener su juventud y belleza. El lifting permanente.

Curiosamente y tras años de presidio, Blancanieves descubre, gracias a un pajarito, otro elemento clásico del cuento, un clavo que la ayudará a escapar, justo el día en que pensaban deshacerse de ella. Una suerte… La pregunta que a uno le viene a la cabeza es si a los guionistas no se les pudo ocurrir algo más potable, trabajado, creíble e ingenioso, que esa chapuza de evasión… Por si fuera poco en dicha evasión se nos deleitará con una especie de anuncio de colonia o desodorante con caballo blanco incluido…

 

Toques truculentos y tributarios del cine de terror en ese bosque que parece encantado producto de unas sustancias tóxicas que alberga y producen visiones en quien las inhala. “Blancanieves y la leyenda del cazador” es una cinta de gran brillantez visual, uno de los puntos más positivos de la misma.

En la evasión de Blancanieves no puedo evitar la reflexión de que si bien es cierto que la chica es joven y está en la flor de la vida resulta sorprendente su estado de forma, pese haber estado tantos años encerrada. Es una atleta, corre, salta, brinca, se agacha, esprinta… ¿hacía ejercicio en la celda y no nos lo mostraron, para mantener esa agilidad y resistencia física? ¿Es cosa de la adrenalina? ¿Es normal que no tenga agujetas al día siguiente? … Esas pequeñas licencias en este tipo de películas.

Chris Hemsworth (Thor), es el cazador encargado de capturar a Blancanieves. Un borracho tremendamente enamorado de su difunta esposa que es reclutado por la reina Rávena para esa misión, con la promesa de resucitar a su amor. Esa promesa será la motivación de nuestro protagonista. Es muy simpático el ofendido gesto de Theron, que recordemos odia a los hombres, ante un comentario machista del cazador.

Acto seguido descubriremos que William (Sam Claflin), el amigo de juegos infantil de Blancanieves, es Robin Hood, o un sosias.

Es un buen momento para hablar de la interpretación de Kristen Stewart. Uno de los alicientes de la película consiste en intentar descubrir si la guapa chica es capaz de lograr cambiar su asqueado gesto en algún momento. Bien, en alguna ocasión noté que quizá intentaba cambiar su habitual cara de asco, pero me equivoqué, debió confundirme algún tipo de pixelado o algo. Su “unigesto” transmite una mezcla de asco, cara de no enterarse de nada de lo que le dicen, o de que le da el sol de frente…

 

Una vez Blancanieves y el cazador se encuentran, sus buenos sentimientos tornarán su relación y juntos huirán de los soldados de la reina. Es en ese momento donde descubrimos que por el bosque imposible de atravesar, motivo por el cual reclutaron al cazador gracias a su experiencia, todo el mundo se maneja como Pedro por su casa. El cazador dará unas breves indicaciones sobre defensa personal a nuestra atlética Blancanieves. Nuestra heroína parece que no las necesita en principio cuando la vemos seducir a un gigantesco y terrible trol, una criatura del bosque. Blancanieves es decidida y valiente.

 

En su huida, cazador y Blancanieves se refugiarán en un poblado habitado solamente por mujeres. El comienzo de la escena del ataque a dicho poblado es soberbia, una de las mejores de la película, de gran belleza visual.

El director crea un vínculo visual entre Blancanieves y Rávena, tres gotas de sangre, dos mujeres en un mundo de hombres que deben ser fuertes y buscarse la vida para sobrevivir. Aquí, con un flashback en el que se nos muestra brevemente la infancia de la reina y las enseñanzas que le dio su madre, la película parece querer adentrarse en una reflexión sobre el poder de la belleza y lo superficial en la sociedad. La cosa no sigue adelante. En cualquier caso ese interés psicológico por el pasado de la reina dota de más enjundia al personaje, del que entendemos su mirada triste ante la certeza y su condenación, la búsqueda incesante de medios para mantenerse joven y bella si quiere sobrevivir.

 

Pasada la hora de película aparecerán los imprescindibles enanitos, 8 nada menos, aunque el más entrañable morirá para ser consecuentes con el cuento. Unos enanitos que no lo son tanto (Eddie Marsan, Toby Jones, Nick Frost, Ian McShane o Bob Hoskins…). Nuestra pareja de protagonistas serán conducidos por los enanitos al Santuario, un lugar que parece sacado de Disney, pero que sirve para que nuestro director se guste en su imaginería visual.

 

Otro problema que tenemos con el personaje de Blancanieves y la interpretación de Kristen Stewart, es que se le representa como un personaje simbólico, una alegoría de la vida misma. Muchos personajes hablan de la magia que transmite, de la luz que lleva dentro etc. Pero el espectador jamás ve eso en pantalla ni en la actriz. También es un poco gafe la chica, porque tras su aparición no acontecen nada más que desgracias, una obligada catarsis para que todo vuelva a la felicidad buscada. Kristen lo pasa fatal para que no se noten sus limitaciones interpretativas, y encima no lo logra.

 

En contraste Charlize Theron está espléndida, sus ojos llorosos e intensos se comen la película en cada aparición. Una fuerza arrebatadora.

 

Tras la desgraciada muerte del enamorado enanito, el director Rupert Sanders nos deleitará con planos aéreos al estilo “El señor de los anillos” (Peter Jackson), con todo el grupo paseando por montañas y bosques. Es la comunidad de los enanos, de los hobbits exmineros.

William se unirá al grupo y el triángulo amoroso comienza a desarrollarse, tendremos una manzana envenenada, por fin, con Rávena haciéndose pasar por William que besa a Blancanieves, y un posterior beso del verdadero William sin éxito resucitador. Es en la escena siguiente, con nuestro amigo cazador (pasable Hemsworth), marcándose un monólogo, es lo que tiene haber trabajado con Kenneth Branagh, donde veremos el beso exitoso.

 

Una vez resucitada, Kristen tendrá un momento de gloria con su arenga y su cara de estreñimiento mal llevado. Hay que reconocer que al menos han sido discretos en las escenas de lucha de Blancanieves, no han abusado de exageraciones, si bien es cierto que usar cámaras lentas por una simple carrera de la heroína resulta algo excesivo.

 

Finalmente llegaremos al duelo entre ambas mujeres, un duelo rubricado con tres gotas de sangre como era menester, y donde Blancanieves mata a Rávena. Bien es cierto que nuestra bondadosa protagonista mata a su madrastra pero es Theron la que engulle interpretativamente a su antagonista de mala manera.

 

El triángulo amoroso se resuelve de una forma sutil, tan sutil que es más soso y menos claro que un gesto de Kristen Stewart.

Buena música de James Newton Howard.

En definitiva, un entretenimiento apañado, de buena factura visual y tempo logrado, pero que va dando tumbos con momentos muy tópicos y mediocres que abundan en demasía. Además cualquier tipo de reflexión que pudiera suscitar cae en saco roto y resulta, finalmente, tremendamente vacía y vacua.