Hoover tendrá una cita con la que será su secretaria de
confianza toda la vida, Helen Gandy (Naomi Watts), la llevará a la biblioteca
para presumir del sistema de clasificación que él había ideado, también eso fue
obra suya… La entrada a la Biblioteca del Congreso será rodada con un
contrapicado y un posterior picado, recalcando la grandeza del sitio pero sobre
todo el ego de nuestro protagonista. Un obseso del trabajo.
Intentará ligar de forma algo silvestre, su maña en lo
social es nula, y pedirá matrimonio a la joven que no aceptará porque su
ambición es su trabajo, aunque en realidad sí que se unirán en ese momento para
siempre, un matrimonio, no amoroso, pero sí profesional que se mantendrá
siempre fiel. Hoover fue capaz de conseguir y mantener alianzas inquebrantables
entre sus subordinados.
La escena en la biblioteca es magnífica. Edgar planteará un
juego, para presumir de talento, trabajo y eficiencia, éste consistirá en
encontrar un libro en el menor tiempo posible para mostrar el gran
funcionamiento del sistema de clasificación que ha creado, pero para él no será
un simple juego, será un reto y un orgullo. Un visionario genial.
El uso del picado y el contrapicado, especialmente del
picado, en la película es realmente virtuoso por parte de Eastwood, son
muchísimas las escenas que abrirá o cerrará con este tipo de plano en esa
guerra que el personaje tiene contra la corrupción, la falta de honestidad,
contra él mismo y contra el mundo.
Emma Goldman, heroína del movimiento radical será una de las
claves en el ascenso de Hoover cuando consiga entregarla. El tema de las
deportaciones conllevó abusos de poder y que nuestro protagonista tuviera claro
que el fin justificaba los medios, lo que le llevó a considerarse a sí mismo la
ley y la justicia. Todo ello, bien es cierto, producto de una legislación pobre
que había que cambiar y modernizar, algo que también logró Hoover. Eran días
turbulentos y fascinantes donde un personaje brillantísimo no dudó en vulnerar
derechos y libertades.
Eastwood moverá la cámara lo justo, muy poco, algún travelling
suave, casi invisible, de acercamiento con intención expresiva en lo que es una
excepcional dirección en todos los sentidos.
Tiránico y peligroso en muchos aspectos no se puede negar
que J. Edgar Hoover fue un genio brillante. Sus condiciones para aceptar el
puesto de director del FBI, como dije con tan solo 29 años, es toda una
declaración de principios, válida hoy día y que muchos deberían tener siempre
presente. Separación de la política,
universitarios, méritos, una institución sólo responsable ante el Fiscal
general… Casi nada.
Brillante, sin vida social, si novia, mujer o amigos,
estricto, firme y casi despótico. Todo eso y más es J. Edgar Hoover.
La escena entre Gandy y Hoover, donde deciden celebrar una
entrevista con Tolson, el que será amigo íntimo del protagonista, y crear un
archivo confidencial, es interesante. Vemos un Hoover que se muestra flexible y
acepta consejos, esto se mostrará durante toda la película, que no teme en
rodearse de la gente más brillante posible y hacer caso a sus recomendaciones,
lo que demuestra grandeza, explica parte de su éxito y destaca aún más su
talento, y todo esto no conlleva que cuando toma una decisión se muestre firme
e inflexible. Es una escena importante porque es el momento en que Hoover asume
que “la información es poder”. Confiará ciegamente en su secretaria, que jamás
lo traicionará. El manejo de los encuadres, variando el incluir a ambos actores
o solamente a uno es ejemplar.
Esta información, y por tanto ese poder, lo usará para tener
bien cogido a los presidentes que se irán sucediendo en el cargo, como se
muestra en la conversación que Hoover mantiene con Bobby Kennedy acerca de su
hermano, el presidente John Fitzgerald Kennedy, y sus escarceos amorosos.
La lucha contra el gangster.
He comentado en muchas críticas, en muchos momentos y lo
haré en muchas más ocasiones, la profunda admiración del pueblo americano con
respecto al gangster, les viene de cuna, es cultural, esa libertad individual
para hacer lo que creen oportuno ha sido la que forjó ese país y veían en esos
personajes una actualización de los pioneros de antaño, héroes que iban en
contra de las normas. En “J. Edgar” esto se expresa y explica explícitamente.
Veremos homenajes a películas de James Cagney como “El enemigo público”
(William A. Wellman, 1931) que junto a “Hampa dorada” (Mervyn LeRoy, 1931) y
“Scarface” (Howard Hawks, 1932) sentaron las bases del cine de gangsters. Un
cine que tendía a sublimar, lanzar una mirada romántica al personaje del
gangster, o así lo entendía la gente, lo hacía tremendamente fascinante, lo que
obligó a muchos cineastas a poner mensajes introductorios en sus películas
condenando la actitud de dichos personajes. Curiosidades realmente
interesantes.
El caso Charles Lindbergh, un significativo secuestro y asesinato
de la hija del famoso aviador, fue el impulso definitivo para que Hoover
lograra imponer el método de las huellas dactilares en la metodología policial,
hacer un archivo central con ellas y del delito del secuestro un tema federal.
Un hombre que cambió el sistema, la forma de investigar, ahora los métodos son
científicos, tecnológicos… Todo gracias a J. Edgar Hoover.
Hoover aprovechó cualquier oportunidad para lograr sus
propósitos.
Cuando Hoover va a ver a Roosevelt mirará el cuadro de
Washington que hay a la entrada, algo que repetirá cuando vaya a ver a Nixon, por ejemplo. Un referente.
Hoover se muestra también como un superviviente, adaptándose
a las circunstancias para mantenerse en su puesto ante las posibles tentaciones
de los presidentes entrantes de cesarle en sus funciones.
Tendremos otro ejemplo de lenguaje cinematográfico clásico y
perfecto en la conversación entre Tolson y Hoover, los dos amigos en una de sus
cenas. Hoover hará participe del mayor poder conseguido y lo nombrará su número
dos, se inicia una relación de íntima confianza, una amistad que esconde un
amor. El tono de la conversación será susurrante, confidencial, y los planos se
irán haciendo cada más y más cortos, más y más íntimos. Una magnífica y sobria
escena. Allí concretarán su compromiso de comer o cenar siempre juntos pase lo
que pase entre ellos.
El espejo en la habitación de la madre, y que aparecerá en
varias escenas, tiene un carácter simbólico, allí se mirará Hoover siempre y se
verá como realmente es, aunque tenga que renunciar a esa visión para hacer caso
a su madre.
Hoover no dejará de luchar por la justicia pero acaba
pervirtiendo los métodos, de su lucha por la justicia pasa a convertirse en la
misma según su concepción de ella, acaba abusando y siendo despótico,
aprovechándose de su poder para ejecutar lo que él creía justo o simplemente
necesario.
Más famosos surcarán la pantalla, veremos a los “G-men”
(William Keighley, 1935), veremos a
James Cagney, veremos a Shirley Temple… En su tónica habitual visionaria vio
que los medios, el cine y el espectáculo podían ayudarle en su imagen y en
manipular masas. Viendo el éxito de los gangsters en el celuloide creó una
mitología y contrapunto a aquello haciendo de su misma persona casi un
superhéroe del cómic, con las consiguientes versiones cinematográficas… Estaba
a todo.
La latente homosexualidad, su obsesión por el trabajo que
usa como escape, la sensación de que sólo en él se siente verdaderamente seguro
son elementos que se van añadiendo a la narración y deconstrucción del
personaje.
Hoover es un defensor del orden y de lo moralmente correcto,
sus inclinaciones, como le hace ver su madre, no son “correctas”, van en contra
de lo que lucha, él mismo se reirá de una lesbiana en uno de sus informes
confidenciales. En sociedad se muestra sumamente incómodo en el momento que el
tema va hacia lo personal y no se centra en temas laborales, como en la escena
donde departe en una fiesta con varias señoritas y su amigo Tolson y cuando
ellas, sin el más mínimo pudor, se lo disputan para irse a la cama él se
muestra tremendamente violento y sale de allí como buenamente puede.
La escena ante el espejo donde Hoover está a punto de
confesar su homosexualidad a su madre muestra perfectamente el carácter
simbólico del mismo. Hoover, mirándose en él, comenzará a decir que no quiere
bailar y menos con mujeres, su madre viéndolo venir lo interrumpirá y
rememorará un suceso de infancia con un homosexual que se suicidó, cuando la
madre comienza este relato Hoover ya se habrá dado la vuelta, ha dejado de
sincerarse como hacía cuando estaba de cara al espejo.
La represión sexual de Hoover se acaba manifestando en su
obsesión por las escuchas, especialmente las sexuales, una perversión que le
sirve de válvula de escape. Una de estas escuchas sirve de marco a la muerte de
Kennedy, una escena donde se encuadran las sombras de unos amantes, preludio de
muerte.
Hoover luchando contra la propia vida, contra su decadencia
física, influirá en la historia americana. Capaz, como comenté, de
conseguir fidelidades inquebrantables, lealtades duraderas, al igual que creó
un estado del miedo por su poder y sus escuchas.
La fragmentación narrativa tiene una especie de eco en el
uso de las grabaciones, los audios, los videos, que retratan una parte de la
realidad que usará el protagonista, una realidad sesgada.
El legado de un hombre, el legado de una institución, esa
identificación que hará Hoover mientras se abren unas cortinas fue el gran peligro
del personaje. Inseparable lo uno de lo otro.
Sus obsesiones se fueron agravando, envidias y manías que en
su identificación con la ley y la justicia lo convirtió en un tirano, así vemos
su frustración ante el Nobel concedido a Martin Luther King.
Con la muerte de la madre se producirá otra escena ante el
espejo, tan esperpéntica como emotiva. Hoover se pondrá objetos, joyas y
vestidos de la madre, una forma fetichista de conservarla, casi de convertirse
en ella, en ese amor sincero que la profesaba. Abatimiento y un intento de
asumir mediante los mencionados fetiches el espíritu y la fuerza que le daba su
madre en vida.
Otro eco con la nueva salida al balcón de un Hoover enfermo
y envejecido a ver el desfile del nuevo presidente. Richard Nixon. Sensaciones
encontradas.
Kennedy, Roosevelt, Nixon… hasta 8 presidentes vio pasar sin
inmutarse J. Edgar Hoover a lo largo de los 48 años que se mantuvo en su
puesto, hasta el día de su muerte.
“Cuando la moral se deteriora y los hombres buenos no hacen
nada el mal florece. Todo ciudadano tiene el debe de conocer lo que amenaza a
su hogar, a sus hijos. Una sociedad apática y poco dispuesta a aprender del
pasado está condenada. Nunca debemos olvidar nuestra historia. Nunca debemos
bajar la guardia.”
Un nuevo eco nos muestra a Hoover entrando a presentarse
ante el nuevo presiente, esta vez Nixon, y se volverá a parar ante el retrato
de Washington. El referente.
En la parte final entramos en el terreno de la
desmitificación de la leyenda, Clyde Tolson, su amigo íntimo, se lo hará ver a
él y a nosotros, todas sus heroicidades son falsas, como en John Ford. Hoover
creó su leyenda, un ego exagerado que permite que su amigo lo desmitifique. Una
bellísima historia de amor y amistad y una última escena entre ambos maravillosa rubricada con un pañuelo de ida y vuelta. Excepcionales DiCaprio y Armie
Hammer.
La muerte de Hoover tras esta redención no se hace esperar.
Hoover ascenderá una escalera, como villano redimido, hacia la muerte. Clyde
entrará posteriormente en ese santuario, el santuario de Edgar Hoover, que
también lo era materno, repleto de antigüedades y recuerdos, con el espejo
presente, para descubrir su cadáver, pero también para acabar descubriendo su
yo más oculto. Una vez abierto el santuario para Clyde también se abre el
corazón de Hoover mediante cartas que le dejó escritas confesándole sus
verdaderos sentimientos. Todo con un sutil piano que aparece en las escenas
emocionalmente más potentes, que pulsa sus notas con pausa y delicadeza.
Una cinta profundamente humana, como todo Eastwood, y muy
conmovedora. Una película intensa, densa, compleja, de infinidad de matices,
aunque la puesta en escena resulta algo cerrada.
Maravillosos los actores, Naomi Watts, el mencionado Armie
Hammer, o Judi Dench… pero hay que hacer mención especial a un estratosférico Leonardo
DiCaprio, al cual se le sigue infravalorando, no ya por no darle un Oscar que
merece hace tiempo, sino por el menosprecio con el que se le sigue tratando en
muchos sitios, algo que por suerte va desapareciendo.
El maquillaje, efectivamente, es infame, pero algo tan claro
y remarcado, incluso en la careta que vemos de Nixon en el coche de su desfile
en el plano que vemos en una televisión, no tiene sino la intención de remarcar
el propio artificio, la propia recreación que hace Eastwood de un hecho
histórico, una representación subjetiva.
Una excepcional película del maestro Eastwood que vuelve a
dar en el clavo.
Bueno…
ResponderEliminarLas dos partes del tirón.
Eastwood, como Redford, son magníficos en sus películas. Seguro q x su talento, pero quizá tb c haber sido actores. Creo q sacan lo mejor del reparto en casa película, y cuentan de una forma realmente magistral lo q pretenden…convencen y hacen q nos sumerjamos x completo.
Comentabas en la primera parte los temas q este director gusta d tratar…y mencionabas tanto banderas d nuestros padres como Cartas desde Iwo Jima. Ambas excelentes. Las vi seguidas y me pareció una visión fresca novefosa, honrada y veraz de la IIWW y desde lis dos bandos.
Volviendo a esta (q no he visto) decir q el naquillaje, x las fotos es efectivamente nefasto, y q soy de las q miro con prevención a DiCaprio (yo confieso!! Mátame) no me lo puedo quitar de la cabeza en la escena del titanic con la empalagosa canción de la no menos empalagosa Céline Dion…prejuiciosa q es una!!! (creo q ya te lo había dicho…pq recuerdo haber comentado contigo su genial A quién ama Gilbert Grape) y sí, ya sé q le tienes wn gran consideración, pero a mi no me llega…
Me gusta lo q explicas del ego y los planos picasos y contrapicados, es una forma d dar hobdura a esas características sin llenar la peli d explicaciones, y creo q, como todas las pelis de Eastwood, nadie es del todo bueno ni malo, y al final la 'humanidad' siempre sakva a todos y cada uno.
Creo q en el fondo, el gran tema es el hombre, la Humanidad y su complejodad.
Gracias sensei. A mi lista q va la peli!!!
Un besazo y enhorabuena x tu trabajo!!
R
R, muchas gracias a ti por zamparte las dos partes del tirón. Es lo que tienen los clásicos que cuentan las cosas con una sencillez asombrosa y cala más que la de ningún otro.
ResponderEliminarDiCaprio es ya uno de los mejores actores de su generación, lo era antes y después de TITANIC, pero si no llega... no llega jajaja
Un besazo.
Me niego a comentar nada mientras no aparezca entre las candidatas de animación la gigantesca Ratatouille.
ResponderEliminarHombreyá... :)
Sabbath9
jajajaja qué difícil y qué divertido es esto de las encuestas joerll jajaja
ResponderEliminarBueno, ya que has terminado puedo criticar explícitamente lo que menos me gustó de la película.
ResponderEliminarY no es otra cosa que mostrar tan explícitamente las tendencias homosexuales de J. Edgar. No sé, para mi como es algo "no probado" aunque muy probable, se va demasiado lejos. Me hubiera gustado más que se hubiera insinuado mucho más sutilmente y creo que Eastwood tiene capacidad para hacerlo mejor.
Esa es mi única pega(aparte del maquillaje, claro), aunque admito que si Clint lo que pretende es hacer una interpretación libre de la vida y obra de Hoover, está muy lograda, y en parte gracias a mostrar esos aspectos "íntimos" de manera tan expresa.
Pues es un "pero" muy certero Eddie79, con la salvedad que comentas, esa posible idea de Eastwood, pero fuera de eso es un matiz, una crítica a la película muy lógica.
ResponderEliminarcreo que esta pelicula me gustaría pero ay, donde puedo ¿encontrarla?, me gusta la iluminación!! aunque el congresista que mala pinta tiene
ResponderEliminarHola María. Pues creo que está para descargar en P2P, si no prueba aquí a ver que tal es la versión http://esdvx.com/2012/02/j-edgar-2011-dvdrip/
ResponderEliminarSi no te importa que sea en V.O.S pues busco algún otro.
Un abrazo.