“¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?” es la breve
novela que sirve de inspiración a “Blade Runner”, digo inspiración porque las
diferencias entre novela y película son muchísimas, cogiéndose los aspectos más
significativos del texto pero creando algo completamente nuevo en la película.
“Blade Runner” es uno de esos ejemplos donde la película supera a su referente
literario, una novela brillante en lo conceptual pero no tanto a nivel
narrativo. No es precisamente la obra más destacada del gran Philip K. Dick.
Entre las diferencias tenemos la mencionada en el personaje
de J. R. Isidore, su nombre y su personalidad, su inteligencia, Isidore es
limitado intelectualmente pero santificado de alguna manera con la capacidad de
ver la verdad. La novela está ambientada en San Francisco en 1992 mientras que
la película lo está en Los Ángeles en 2019.
La relación entre Rachel y Deckard presenta diferencias en
la película con respecto a la novela también.
En la novela Deckard no es un replicante. Tampoco lo es en
la película, aunque luego en el corte del director eso cambiará. Deckard en la
novela está casado y su mujer es adicta a algo llamado “órgano de ánimos” que te
hace sentir lo que quieres, aquí está divorciado. En el libro sigue ejerciendo
su labor mientras que en la película es un policía retirado. En la novela
tenemos una ciudad desierta mientras que en la película está superpoblada. Los
replicantes en la novela son despreciables, no así en la película, mucho más
complejos… Estas son algunas de las muchas diferencias que hay en la recreación de sus
respectivos universos y elementos, aunque de alguna forma se tocan siempre.
Volvamos con Pris y J. F. Sebastian. La enfermedad de J. F.
lo emparenta con los replicantes, un envejecimiento acelerado, un límite de
tiempo menor.
El tiempo se erige así en tema fundamental de la cinta, un
tiempo desaprovechado, aquí está Proust. Scott habla de nuestra responsabilidad
para aprovechar el tiempo que nos es dado, de ser más humanos con él y no
despreciarlo. Es el lamento cuando somos conscientes de lo poco que nos queda,
el sentimiento de culpa por no haber aprovechado el tiempo que nos ha sido
concedido o haber hecho cosas despreciables, el tiempo usado en buscar o crear
recuerdos que den significado a nuestra existencia. Son muchas cosas, es mucho
“Blade Runner”.
Una vez Pris consiga que J. F. la invite a entrar nos
mostrará su verdadero rostro. Sebastian se crea amigos artificiales para no
sentirse solo, muestra su orgullo y cierta presunción por sus creaciones, una
reivindicación, en cierta medida, para contrarrestar el complejo que le provoca
su enfermedad. Una vez más tendremos otra obra maestra del encuadre con
contenido por parte de Ridley Scott. En un gran salón en la casa de Sebastian,
justo al entrar, Scott encuadrará a los dos personajes en un plano general, uno
a cada lado, distanciados, momento en el que Pris menciona que tiene amigos y
los buscará al día siguiente, algo que deja algo confuso a Sebastian. En un
solo plano, resaltado con una frase, el director nos muestra la insalvable
distancia que separa a los dos personajes. La casa de J. F. Sebastian está
rodada en el edificio Bradbury, que también fue localización de la reciente
“The Artist” (Michel Hazanavicius, 2011).
“Blade Runner” también habla de la naturaleza de la
realidad, lo hace con contrastes, realidad-ficción; auténtico-falso;
verdadero-artificial. Cualquier cosa puede ser falsa creyéndola verdadera o
cualquier cosa artificial puede sentir cosas auténticas. Una vez más, un gran
director, en una obra maestra, nos habla de la ausencia de límites en ese
concepto de la realidad, un concepto que acaba vacío de contenido.
“Blade Runner” nos muestra la decadencia urbana. Nos muestra
el culto al consumismo en esos inmensos carteles publicitarios que lo inundan
todo, nos habla de la muerte de la moral, de la dependencia obsesiva de la
tecnología, pero sobre todo nos retrata un futuro en soledad. Todos los
personajes están o se sienten solos. Deckard es un ser solitario y amargado,
divorciado de su mujer se encierra en su apartamento a beberse sus recuerdos.
Rachel vivía en la Tyrell y una vez se entera de su naturaleza huye, no tiene a
nadie, no tiene nada, sólo tiene a su cazador. J. F. Sebastian se construye
juguetes para sobrellevar mejor su soledad y su sprint hacia la muerte. El
mismo Tyrell es un dios solitario que se regodea en su propia brillantez
intelectual… Los replicantes son los únicos que formarán un pequeño grupo en el
que forjarán vínculos afectivos. Tanto Bryant como Gaff no parecen tener una
vida social especialmente activa, aunque tampoco sabemos tanto sobre ellos.
Es una sociedad donde nadie confía en nadie, sólo los
replicantes se tienen lealtad entre ellos, puede intuirse cierta lealtad en la
relación entre Gaff y Bryant pero ésta es interesada. Los replicantes en cambio
se unen y sienten los unos por los otros de forma sincera, lealtad de
“especie”. El final, con un humano y un replicante prometiéndose confianza y
amor mutuo completa y enriquece el discurso.
Una enorme urbe multitudinaria que contiene y ambienta la
soledad definitiva. Cuanta más gente vemos más solitarios presenciamos.
En casa de Deckard tendremos a Vangelis en todo su
esplendor, sensualidad a raudales que acompaña a Deckard en su solitaria y
aburrida investigación. Esta fue la escena y el momento donde Ridley Scott
decidió meter su famoso unicornio. Deckard pasa el rato pensando en Rachel y
observando las fotos de Leon, el travelling nos pasea por un piano (a Rachel no
sé, pero a Deckard me da que no le implantaron el talento musical), hasta llegar
a nuestro protagonista. Vemos fotos, pero no sabemos si son suyas, en cualquier
caso es suficiente la ambigüedad.
Esta escena es profundamente hipnótica y ha sido imitada
hasta la saciedad, es difícil que no te quedes embobado con el momento en que
Deckard pone la foto de Leon en su maquinita y comienza a dar instrucciones
“derecha, ampliación 34-36, alto, retroceso, izquierda…”. “El sexto sentido” (M. Night
Shyamalan, 1999), es una película que ha tenido una escena similar
con elementos totalmente distintos, pero en toda la ciencia ficción o los
thrillers encontraremos cosas parecidas. Ver lo que se hace con esa foto, con
los zooms tan sofisticados, con los giros y oscilaciones, hace que las ganas de
pedirte una igual para los Reyes sean irresistibles.
En esta escena de minimalismo sofisticado en la
investigación tenemos una nueva muestra del talento de Scott en la dirección, a
todos los elementos ya comentados que nos hipnotizan sin remedio se añade una
planificación perfecta, sobria, sin alardes, así conforme Deckard va indagando
los encuadres se van cerrando, del general hasta llegar a uno donde sus ojos,
como siempre, son la parte fundamental y fascinada. Ford iniciará su juego con
la máquina desganado y sentado en su sofá, pero se incorporará y acercará a la
misma cuando empiece a ver algo que le llama la atención, todo se va cerrando y
todo funciona, ambientación, dirección, interpretación…
Esta pista nos lleva a una larguísima secuencia que
desembocará en la persecución a Zhora.
El diseño de los neones es puro arte en sí mismo.
Scott rueda muchas escenas donde los cristales son un
elemento predominante, la escena donde Deckard interroga al egipcio sobre la
serpiente que él ha creado, la de la muerte de Zhora… Con ello se resalta un
mundo aparente, artificial.
El tabaco lo inunda todo, un gran elemento imprescindible en
el gran cine negro y que en una película tan estética como ésta queda realmente
espectacular y embriagador. Fuma Rachel, Holden, la china compañera de la que
analiza la escama de serpiente, fuma todo el mundo en el bar de Lewis (Hy Pyke)…
En el local de Taffey Lewis vemos un lujo hortera y postmoderno, más capas en
el universo que nos propone “Blade Runner”, y que contrasta, nuevamente, con la
miseria externa. Vemos que Deckard no se maneja bien en estos ambientes, es un
solitario con un trato social deficiente, ha perdido habilidades. Con todo
intentará convencer a Rachel para que tome una copa allí con él a lo que la
replicante se negará… en apariencia, porque posteriormente rectificará.
Otros elementos que inundan los planos de “Blade Runner” son
las pantallas, en las casas, como la de Deckard, vemos varias, también las vemos
por las calles anunciando todo tipo de cosas, el test de Voight Kampff, la
máquina que analiza la foto, la que analiza la escama de serpiente, la que usa
Deckard para la videollamada con Rachel o la que usa en su coche para llamar a
J. F. Sebastian… Un mundo virtual y por tanto más frío en las relaciones
personales, lo que vuelve a ser un elemento con sentido en la trama de una cinta
que nos habla de la deshumanización y la muerte de los sentimientos. Algo que
trató también J. G. Ballard en “Crash”, novela que adaptó con absoluta maestría
David Cronenberg al cine en 1996.
Toda la secuencia de Zhora es de un virtuosismo narrativo,
de dirección y estético deslumbrante. La inagotable influencia que “Blade
Runner” ha tenido, tiene y tendrá, tiene en esta secuencia muchas de las
claves.
Alucinamos con ese secador de pelo que usa esa bella y
bestia en cuerpo de mujer, esa modernísima ducha, el sofisticado sujetador, el
chubasquero de plástico que se pone… y sobre todo esa muerte a cámara lenta
atravesando cristales con la música de Vangelis, rodeada de maniquíes. Zhora
estará vinculada a la serpiente, sinuosa, sensual y mortal.
Deckard se creerá más listo pero Zhora adivina su farol.
Tanto Roy Batty, como Leon, como Zhora, como Pris superan a Deckard física e
intelectualmente, todos llegan a darle una paliza y le pillan por sorpresa.
La influencia de Ridley Scott, o más en concreto de sus
primeras películas, en la cultura audiovisual moderna es tremenda y plenamente
vigente. Una influencia de impacto inmediato que se conserva y que seguirá con
el tiempo. La estética de películas como “Alien, el octavo pasajero” (1979) y “Blade
Runner” ha marcado, marca y marcará el
mundo de la música, la moda o la publicidad. La MTV, una inmensa cantidad de
los videoclips de los 80 e incluso muchos de los actuales y de los que se
realizarán, tiene muchísimo de la influencia de “Blade Runner” o de “Alien”,
las luces parpadeantes, el humo, lo claustrofóbico, el juego con los colores,
las calles lluviosas, la oscuridad, el manejo del sonido, lo onírico, la
fotografía estética, la sobriedad… Pero no sólo en el mundo de la música
también en el de la moda o la publicidad, ¿cuántas veces habremos visto
imágenes parecidas a esa en la que Zhora se seca el pelo en un secador
modernísimo o atraviesa cristales, bellamente retratados, en montones de
anuncios de colonia o champús, por ejemplo? Ese mundo, u otros que aparecen en
“Blade Runner”, son la base. Hasta en la
misma pasarela Cibeles.
El ciberpunk hinca sus raíces también en “Blade Runner”,
como no podía ser de otra manera, e innumerables cineastas como Frank Darabont
o Guillermo del Toro confiesan la eterna influencia de esta cinta en ellos.
Si lo que queremos es ver la influencia de “Blade Runner” en
su ámbito más cercano, el cine, no hay más que ver películas como “Matrix” (Andy y Lary Wachowski, 1999); los
Batman de Tim Burton; los Batman de Christopher Nolan; “Origen” (2010), también de
Nolan; “Dark City” (Alex Proyas, 1998); “Minority Report” (Steven Spielberg, 2002); “Seven” (David Fincher, 1995); ”El Cuervo” (Alex Proyas, 1994), un montón de cintas
anime… Infinitas.
“Blade Runner” es una película matriz y nodriza de infinitos
videoclips, (ver el de George Michael, “Freeek”), anuncios y películas.
La persecución de Deckard a Zhora por esa Los Ángeles
superpoblada nos muestra el mundo creado por Scott en todo su esplendor. Un
auténtico deleite de principio a fin, desde que pregunta por la escama hasta
que mata a la replicante. Es alucinante como se mueve Scott por las imposibles
calles abarrotadas, transmite con su cámara el agobio y la opresión de una
ciudad atestada de gente. Una muerte a cámara lenta con la música sensual y
triste de Vangelis y un latido de fondo, todo enmarcado con infinitas luces de
neón.
Como se puede comprobar pasamos de una escena perfecta,
asombrosa e hipnótica a otra tan buena o mejor que la anterior, todo se sucede
como sin darnos cuenta con una continuidad perfecta y envolvente. De hecho el
continuum de la película es absolutamente asombroso y clásico.
Humo, lluvia… una ambientación excepcional.
¡Qué bien llueve en las películas de Ridley Scott! En las
películas de ningún otro cineasta llueve igual, son de una belleza extrema.
Leon aparecerá por sorpresa y también será cubierto por un
cristal, la puerta de un coche que se eleva.
Deckard se mostrará afectado y agitado tras el asesinato que
ha cometido, necesitará bebida y se muestra tenso y nervioso, es una muestra
más de que no le dan igual los actos que comete.
Dedicada a Eddie79, de alguna forma su petición ha sido un reto muy satisfactorio. Pinchad en su blog http://lalibretademou.es/
Entre las influencias hay la mítica saga de Ghost in the shell. Especialmente la segunda política: Robots perfectos dedicados a la prostitución de lujo, que de repente son conscientes de su condición. El creador de los robots, la ambientación. La película más parecida a BR que he visto. Muy recomendable.
ResponderEliminarRincewindcat, no la conocía, pondremos en funcionamiento los instrumentos para subsanarlo. Muchas gracias por la recomendación.
ResponderEliminarMasificación y soledad, el tiempo y su uso, zozobra entre el bien y el mal, tecnología y decadencia, derechos y obligaciones, ética y estética, acción y reacción, egoísmo y empatía, humanidad y su significado profundo...
ResponderEliminarBufff...mil temas...
Y ese humo, y esa lluvia...
Sensei eres un crack...
Un beso!
R
Mucha tela R, mucha tela. Inabarcable, para centrarse en cualquier tema y explayarse.
ResponderEliminarSigues en la cresta de la ola, Sambo.
ResponderEliminarEcho de menos a Terminator entre las pelis influenciadas por BR, de las más cercanas en el tiempo y, en mi opinión, de las más destacadas por ser capaz de crear de por sí otro universo paralelo a la peli de Scott.
Y esperaré al final para comentar alguna de las pelis que creo influyeron decisivamente en aspectos de BR.
Un saludo y que paséis una buena Semana Santa.
Ah, la novela. De alguna manera la emparentaría con el futurismo que denuncia modelos de organización socio-política. Tal que las célebres 1984 o Un Mundo Feliz pero sin el talento o poder de aquellas. Un poder que sí emana la película a partir de exaltar la figura del replicante, dar con un fondo de verdadera enjundia y sublimar todo ello visualmente. En la novela late una crítica no disimulada a las penalizaciones sociales de la diferencia. También un cuadro de cómo la religión es empleada para como instrumento de manipulación, en este caso en eficaz combinación con la tecnología.
ResponderEliminarRespecto a la influencia del estilo Scott, significaría que es una forma muy presente en los ochenta y visible también en compañeros de generación -y crianza en la escuela publicitaria- como Alan Parker o el propio hermano pequeño de Ridley.
Eddie, cierto, otra película más que le debe mucho a Blade Runner. Te espero a la vuelta.
ResponderEliminarCierto Percival, además Scott venía de ese mundo, el de la publicidad, cuando dirige estas películas.
Hombre, los replicantes tendran lealtad de especie, pero lo que seguro que tienen es un objetivo en comun.
ResponderEliminarNo tengo claro que se trate de una ciudad con una densidad de poblacion exagerada. Veo un centro tomado por la gente como en cualquier ciudad grande y veo la callevacia del apartamento de JF o una calle con una densidad media como la del laboratorio ocular.
La casa de Deckard parece constar de una puerta y una ventana. Luz escasa. Espacios pequeños. Atmosfera densa. Uterina. El sitio donde se esconde de esa realidad. Me sugiere una tumba egipcia donde ha sido enterrado junto a sus mas preciadas posesiones.
Como señala Percival se apunta a uno de esos dos futuros polares -y maniqueos- en los que las empresas han tomado el control por lo que todo esta supeditado a la industria y al beneficio economico y por tanto el ser humano es algo secundario. Un medio para conseguir un fin.
El otro futuro polar esta mas que bien representado por el universo Firefly/Serenity donde el estado desarrolla un proyecto para hacer a la humanidad mas pacifica con nefastos resultados o en Minority Report. En ambas se habla de una intervencion para la prevencion de un supuesto mal que no ha ocurrido todavia. Pax romana. Pyonyang vs. Nueva Delhi.
Una referencia =aunque se enfade Cocoom- al LA de BR es Coruscant.
Hombre la densidad de población se aprecia en las calles, poco hay que decir, además se comenta. Esto no quiere decir que no pueda haber calles vacías
ResponderEliminarApabullante amigo, apabullante, cada parte me deja mas sin aliento, me encantaría tenerte de compañero mio en una boda, sentado al lado, para que me pelases las gambas, porque es increíble la forma en que desmenuzas las cosas, y sin mancharte, jodio.
ResponderEliminarEl libro me dejo frío, la verdad. Como te conté en tu primera parte, he leído tanta, tantísima ciencia ficción, que no entraría ni entre mis 30 libros favoritos, ni por asomo. El tema de la trascendencia, el valor de la propia vida, la soledad del ser humano, la lucha desigual contra el fatum, la vulnerabilidad de lo humano, el amor que puede a la muerte, que todo lo redime, la esencia frente a la existencia...nada de nada aparece en el libro. y todo ello mientra escucho el maravilloso "memories of Green", otra pasada de Vangelis de la peli.
Una sugerencia, mientras yo leo los paraísos perdidos de Milton, si quieres leer autentica ciencia ficción que sea pura poesía, una profunda y hermosisima reflexión sobre la vida y el paso del tiempo, lee te "puerta al verano" de R.Heinlein, una maravilla.
Por cierto, la peli "Brigadas del espacio" es una monstruosa y aberrante mierda, en comparación con su fantástica "Starship trooper", una de las cumbres de la ciencia ficcion.
Y la influencia de BR la veo en casi todo el cine urbano de los 90 para adelante, casi siempre malas copias, otras mas dignas.
Star wars, Alien, BR, los 2 primeros terminators y casi casi todo es caída desde entonces.
Otra cosa es la capa y espada. El Hobbit lo romperá por los cuatro costados. Encomendado estoy a Peter Jackson. No nos falles.
Me ha emocionado el comentario. Jajajajaa lo de pelarte gambas ha sido tremendo jajajajaja. No me mancho, no jajaajja.
ResponderEliminarCierto la película es muy superior, mucho...
Espectacular listado de temas, pff ¡qué peli más grande!
Apuntándolo estoy, a ver si lo compro en breve, tú Milton y yo Heinlein.
La ciencia ficción es un género complicado, muy difícil no caer en moralinas o tópicos, de ahí un mérito extra de las que citas.
Muchas gracias Rústico, un placer, en serio.
Por todo lo que hay en la explicación, ya veo en esta sociedad que si seguimos así (consumiendo, corrompiendo (crisis económica y de valores), siendo esnobs,...) ¡¡¡algún día acabaremos como Blade Runner!!! (pero sin los replicantes). Vi la película, y la verdad es que me ha parecido un claro reflejo de lo que está ocurriendo ahora en todos los sentidos. ¡Aún estamos a tiempo de hacer dimitir a Rajoy! ¡Aún estamos a tiempo de vengarnos contra las grandes empresas (sobre todo los bancos)! ¡¡Aún estamos a tiempo de acabar con este sistema capitalista-hiperglobalista (influencia de chorradas en Internet)!! ¡¡Basta de modas!! Eduquemos a la sociedad con más valores éticos, porque somos dignos de ser humanos (no como los Homo Gilipuertensis que están saliendo ahora). Fomentemos la sanidad, porque la vida del ser humano es lo más lícito (salvo la de los asesinos en serie). Controlemos (sin paralizar del todo ni incrementar) la matanza de animales y plantas, porque los necesitamos para obtener nuestros bienes (comida, zapatos,...). Diferenciemos bien lo que es la ciencia, la filosofía, y el arte, y establezcamos conexiones entre ellos. Fomentemos el aprendizaje de cómo decidir, que para algo somos seres libres, y la libertad sólo está condicionada por la responsabilidad. Pongamos igualdad en todos los sentidos (¡viva la 3ª República Española, contra nadie!), porque por ejemplo el sexo sólo es un rasgo biológico, no sociológico como podríamos pensar. La estética corporal sólo es un arte, no una ciencia (los anuncios lo que hacen es manipularnos).
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