El sexo siempre suele resultar polémico, especialmente
cuando es más explícito, pero no se puede negar su atractivo y el morbo que
despierta en el espectador. Por ello es hora de que en Cinemelodic dediquemos
una pequeña entrada a homenajear esas películas, unas mejores y otras peores,
que tienen escenas de sexo brillantes, seductoras, morbosas, calientes y lo
suficientemente explícitas ahora que la primavera nos altera.
Monster’s Ball (Marc Forster, 2001): Dos soledades
buscándose y chocando sexualmente y en múltiples posturas. Una escena de sexo
arriesgadísima, desoladora, apasionada y triste de dos seres rotos que se
encuentran. Una de las escenas de sexo más atrevidas y que mejor han mostrado
la unión de dos soledades. Excelentes Halle Berry y Billy Bob Thornton.
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La chica del gángster (John McNaughton, 1993): Tras una
primera experiencia con la neumática y sensual Uma Thurman, donde el bueno de
De Niro no dio la talla, se resarcirá en una magnífica escena de cama íntima,
intensa y muy bien interpretada. Autosatisfacción, ego reparado y amor
naciente.
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Instinto básico (Paul Verhoeven, 1992): Aquí es difícil
coger uno, desde el inicial con asesinato incluido a cualquiera de los que
protagonizan Michael Douglas y Sharon Stone, aunque no sea juntos. Un festival
del polvo que convirtió en mito erótico a Stone, que podría dar para una
sección de este estilo ella sola, como Rebecca de Mornay o Mickey Rourke, del
que hablaremos a continuación, por poner algunos ejemplos.
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El corazón del ángel (Alan Parker, 1987): Sexo demoniaco y
desenfrenado, una escena perturbadora protagonizada por Mickey Rourke, un
clásico del erotismo ochentero, la mayoría de las veces un tanto chusco y
cutre, con exceso de esteticismo, y una sorprendente Lisa Bonet. Una escena
desasosegadora que no dejó indiferente a nadie. Mickey Rourke fue pródigo en el erotismo ochentero, a menudo con bodrios. Para el recuerdo quedan "9 semanas y media" (Adrian Lyne, 1986) u "Orquídea salvaje" (Zalman King, 1990).
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El cartero siempre llama dos veces (Rob Rafelson, 1981): El
cine negro desatándose en pasión. Jack Nicholson montando a Jessica Lange
en una mesa, embadurnándola de harina y beneficiándosela hizo que jamás la harina, las cocinas y las mesas se vieran con los mismos ojos. Las ideas que ha
dado esa escena al mundano mundo del sexo cotidiano son incalculables. Todos en
algún momento han querido probar el seductor poder de la harina. Las manos, la
masa… ya se sabe. La tórrida relación que se sugería en la cinta original de
Tay Garnett se explicita una vez la censura alivió presiones. Se comentó que quizá hubo más que sugerencia en la escena, vamos, que el realismo fue máximo...
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Fuego en el cuerpo (Lawrence Kasdan, 1981): El cine negro
siempre ha tenido un componente sexual indudable, tórrido, la temática sexual
siempre ha estado ligada a él, pero la censura no permitía en la época clásica
pasar a lo explícito. Kasdan trasladó toda la sexualidad contenida en el noir
sin concesiones. El calor, el sudor, los contundentes encuentros frenéticos y
apasionados de Turner y Hurt entonaron e hicieron sudar de lo lindo a los
espectadores. Escenas muy explícitas, con un gran morbo y sensualidad.
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El nombre de la rosa (Jean-Jacques Annaud, 1986): La
iniciación al sexo. Pocas veces se ha logrado con tanto acierto transmitir la
fascinación y la iniciación al sexo como en la escena que rueda Annaud con Christian
Slater y Valentina Vargas. Sucio, nuevo, misterioso, morboso. Una soberbia
escena.
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El Lector (Stephen Daldry, 2008): Kate Winslet despertando
sexualmente a David Kross, la experiencia de la madurez enseñando todos los
secretos del sexo a la juventud. Espectacular Winslet en escenas tremendamente
atrevidas y explícitas.
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Los señores del acero (Paul Verhoeven, 1985): Una bestial
violación a la morbosísima Jennifer Jason Leigh, que le coge el gusto al tema
del sexo una vez desvirgada, y lo utiliza como medio de supervivencia. Una
escena que difícilmente dejará indiferente.
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Una historia de violencia (David Cronenberg, 2005):
Sorprendió la crudeza y sinceridad de las dos escenas sexuales de esta
magnífica cinta de David Cronenberg, descarnadas. Una romántica en una cama y
otra en un choque apasionado en las escaleras. Arriesgados y magníficos Viggo Mortensen
y Maria Bello. Sin complejos.
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Lazos ardientes (Hermanos Wachowski, 1996): Una de las
mejores escenas lésbicas que ha dado el cine, y una de las más explícitas.
Cuando todo parece que culminará con un discreto plano lejano, un travelling
circular nos enseñará todo el meollo, Jennifer Tilly y Gina Gershon pasándoselo
pipa.
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Átame (Pedro Almodóvar, 1990): Una Victoria Abril que no
puede resistirse a los encantos del pirado Banderas, a pesar de ser secuestrada.
Una escena de cama que muestra las portentosas dotes sexuales de los actores,
capaces de encadenar varios polvos seguidos.
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Deseo, peligro (Ang Lee, 2007): El sensible e imprescindible Ang Lee también tocó el erotismo con acierto en una estupenda película que contiene unas escenas extensísimas y tremendamente explícitas, de las que se habló que quizá fueran reales, como en tantas ocasiones. La sensibilidad y sensualidad más rotunda en escenas que te dejarán con la boca abierta.