Una tragicomedia alegre y divertida
en ocasiones, conmovedora y triste en otras, que pasa en segundos de la risa desinhibida
y la calidez de las relaciones al puñetazo seco del dolor. Como la misma vida.
La universidad, tres amigas, los
18 años, la vida que se abre deslumbrando, sentirse poderoso, establecer
alianzas voluntarias más allá de la familia y de su peso, y el progresivo
devenir vital de las tres chicas a lo largo de casi 30 años. Veremos en escena
las sucesivas fases de la relación de tres muchachas primero, tres jóvenes después y tres
mujeres finalmente, acompasadas al crecimiento personal, las vicisitudes
de cada una, la madurez y las distancias, pero, al fin, manteniendo los posos
indelebles de esos primeros años en el pisito de Mossbank Road, donde se paladeó
la primera libertad, se vivió sólo en presente y el futuro se vislumbraba aún
lejano, donde todo parecía posible.
Amelia Bullmore es una actriz,
guionista y dramaturga londinense de 54 años, que ideó esta pieza en 2009,
aunque se publicó en 2013. La obra ha sido interpretada en distintas ocasiones
con gran acogida, y retrata de una manera fresca, muy real, cómplice, la
vivencia de la amistad (de las amistades concretas), y las improntas que nos
deja. Y cómo la vida (con sus golpes despiadados), también deja marcas en esa
amistad (en esas amistades concretas).
No valdrá lamentarse si os
quedáis sin poder entrar a la sala... ¡Os hemos avisado!
Dátiles con los que sobrevivir
Di, Viv y Rose son tres jóvenes que
se encuentran en la universidad: Di es una chica siempre enfundada en chándales, amante del ejercicio y del deporte, pero frágil, que busca novia, porque es
abiertamente lesbiana; Viv es estudiante de sociología, la más seria de las
tres, intensita en sus manifestaciones, decidida y disciplinada, viste con ropa
de aire militar; Rose es una alocada y promiscua estudiante de arte, la vemos
con mallas de colores, faldas de vuelo, es la alegría, la campanilla de la
casa, la despreocupación y el hedonismo. Di y Rose se encuentran y congenian.
Di es amiga de Viv y, aunque las tres son muy distintas, deciden compartir un
piso de estudiantes en el Manchester de los 80. Ese piso (en el que pasarán dos
años), es un espacio de libertad y de ilusión, en el que las tres jóvenes se complementarán
aportando sus habilidades (dibujar en el suelo a modo de alfombra, cocinar
comida casera, compartir los manjares que vienen de casa de los padres), sintiéndose
felices, unidas, dejando la familia un segundo plano, creando su propia
“familia”, en la que la amistad teje su manto con hilos indestructibles: “dicen que en el desierto se puede sobrevivir
sólo con dátiles… ¡vosotras sois mis dátiles!” dice Rose, una frase que
resume perfectamente esa comunión que sienten… Escuchan música, se cuentan sus
cuitas y penas, se olvidan de limpiar y se riñen, se dan consejos sobre sus
estudios, sobre cómo ligar… viven en armonía, abiertas a la vida y sus
posibilidades…
De repente, una noche todo
cambia drásticamente: Rose llama a la policía para denunciar una violación.
Pero no la ha sufrido ella, como pensamos a bote pronto: la víctima es Di. Alguien
ha forzado la puerta y ha agredido sexualmente a la más frágil, emocionalmente,
de las tres.
Este mazazo hace que las tres
amigas hagan piña y, de alguna manera, marca para siempre su relación.
Asistimos, posteriormente, al
momento inevitable en que deben dejar el piso, la vida ha ido saliendo al
encuentro con las primeras oportunidades laborales. A partir de ahora, su
pisito será, más que un lugar físico, un espacio anímico existente entre las tres.
Pasan los años, cada una ha
encauzado su vida, siendo Viv la que quizá aparece como triunfadora al haber
logrado con creces su objetivo de trabajar con la renombrada profesional a la
que admiraba, tras enviarle su tesis sobre el corsé como instrumento de
dominación de la mujer (algo que, curiosamente, entronca con Barbes de Balena, que también trajimos
a Cinemelodic, siendo Dolors Aleu una médico que, efectivamente, realizó ese
estudio). Rose, por el contrario, ha abandonado sus estudios; un embarazo inesperado
y la decisión de asumir la maternidad y volver con la familia ha truncado sus
planes universitarios. Di pivota entre las dos, como siempre hizo, y organiza
un encuentro rescatando por unas horas, en una estación de tren, a una agotada
Rose que cría a sus gemelos y que se queda dormida sobre el regazo de sus dos
amigas.
Sigue pasando el tiempo y asistimos
al éxito de Viv, que las ha invitado a pasar un fin de año en su lujoso piso de
Manhattan, independizada por fin de su mentora. Allí comentan sus vicisitudes,
recuperando la vieja complicidad. Percibimos cómo sus vidas han tenido caminos
distintos, pero su amistad sigue cálida en los corazones, y se planean futuros
encuentros.
Pero de repente, la vida vuelve
a sacudir a las amigas.Vemos a una Di circunspecta realizando una intervención
en la que conoceremos la repentina pérdida de Rose, que ha muerto atropellada, y
nos damos cuenta de que su intervención es para recordarla en su funeral: menciona
a sus hijos, su vitalidad, y hace un bellísimo panegírico de su amiga y lo que
esa amistad significó para ella. Viv ha acudido también, y se hace cargo de una
destrozada Di, que se ha emborrachado para dejar atrás el desgarro de perder a
la más luminosa y alegre de las tres.
Vuelve a transcurrir el tiempo y
asistimos a un nuevo encuentro de Viv y Di. Di está gravemente enferma y
reprocha a Viv su distanciamiento, pero ese reproche deja paso a un reencuentro
emocional, en el que las dos amigas recuperan el recuerdo de Rose, de su piso
de Mossbank Road y, juntas, se acompañan en este nuevo trecho del camino de sus
vidas.
Una maravilla.
Un recital interpretativo de tres actrices (a dos de ellas, Marta Marco y Clara
Segura, las hemos visto en otros registros en diversos montajes que hemos
traído a este espacio: Vides Privades,
La Treva, Bodas de Sangre, y a Cristina
Genebat la conocíamos por su trabajo de traducción de adaptaciones como la
mencionada Vides Privades), con la
genial dirección de Sílvia Munt (actriz, guionista y premiada directora de cine
y teatro), que es un plus. Munt contaba con el beneficio de haberlas dirigido
en cine con anterioridad y en otros proyectos, lo cual sin duda le ha ayudado a
sacar de sus actrices el máximo partido en el montaje. Pero si una cosa hay que destacar
es la química que se percibe entre las tres intérpretes, y que fluye continuamente
en las casi dos horas que dura la obra. Unas actrices que bordan las distintas
franjas de edad y sus cambios, evolucionando los personajes, que nos comunican
a la vez frescura y verdad, en unas interpretaciones en clave alocada, de
complicidad, de madurez, de melancolía, de dolor…Están perfectas y creíbles en
todas las franjas de edad.
Papel
destacado tiene la música. En la ‘banda sonora’ de la obra tenemos éxitos de los 80
que retrotraen a los espectadores a sus propias vivencias de esa época (cobra
especial protagonismo “I’m so excited” de las Pointer Sisters, pero escuchamos “Kissing
a fool” de George Michael, “Slave to Love” de Bryan Ferry, ”True Blue” de
Madonna, “Comming Around Again” de Carly Simon.…).
Un
escenario muy escueto, porque la riqueza la proporcionan las actrices; oscuro,
con apenas una pequeña estructura de madera que será la cabina telefónica de la
universidad y que se convertirá en mesa, un sofá, una lámpara… poco más. Con estos
pocos elementos y con unas magníficas proyecciones en determinados momentos (la estación, el lujoso
piso), se construirá el entorno en el que no echaremos
de menos nada, pendientes como estamos del paso del tiempo y los
acontecimientos, que se reflejarán en las actitudes y también en el vestuario de
los personajes: Rose lejos de la estética de la primera Madonna o de Cyndi Lauper, aunque llevará un vestido de color; Viv con una estética muy minimalista
y elegante, y Di con una ropa muy masculina. Sobre éste último personaje,
debemos destacar su progresiva relevancia a medida que avanza la obra, pues
además de ser el emulgente entre la divertidísima Rose (Clara Segura juega con
sus faldas, es lenguaraz y construye ese personaje hedonista de tal manera que
no podemos más que encariñarnos… y llorar su pérdida), y la cerebral Viv (que
pese a esa mayor intelectualidad, podemos entrever sus sentimientos), es quien
aporta la intensidad dramática, el mayor desgarro en escena. Y también apuntar que
su marcada delgadez ¡beneficia al tramo final de la obra!
Me divertí
sobremanera en mil momentos (las escenas de Di sin nada deportivo que ponerse y
finalmente engalanada con un vestido de graduación espantoso, regalo de su madre,
para ir al encuentro de la chica que le gusta, es hilarante), me tocó la fibra
nostálgica (tras la violación las amigas construyen un “reducto” para llorar y
apoyarse, muy parecido a las “casitas” que nos montábamos en mi casa, mis
hermanos y yo, con mantas como paredes en las literas para crear nuestro propio
“espacio”), me emocionó hasta tener un nudo en la garganta la muerte de Rose y
el sentido discurso de Di en su funeral, como si me la hubiera arrebatado
también a mí la muerte…
Es una
obra estupenda. Llena de vida, un canto a la juventud desde la calidez de la
madurez plena.
Merece
muchísimo la pena.
Vídeo oficial:
Otro Vídeo:
FICHA TÉCNICA
Les
Noies de Mossbank Road (Di and Viv and
Rose) de Amelia Bullmore (Traducción al catalán de Roser Batalla)
Sala: La Villaroel, primera función el 5 de
diciembre de 2017.
Dirección: Sílvia Munt
Intérpretes: Cristina Genebat, Marta Marco, Clara Segura
Escenografía: Enric Planas
Iluminación: Sam Lee
Espacio sonoro: Jordi Bonet
Producción: Bitó, con la coproducción de La Villarroel
y la colaboración del Departament de Cultura de la Generalitat de Catalunya.
Por @MenudaReina
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