domingo, 30 de octubre de 2016

UN MAL AMIGO

RELATO










Sentía una extraña y plena satisfacción por el fracaso ajeno porque sabía que en muchas ocasiones era gracias a su influjo. Le hacía sentirse importante. No sentía el más mínimo remordimiento ni la más mínima culpa por este hecho. Era su naturaleza, un sentimiento genuino que retrataba su pureza, lo que debía considerarse una virtud.

Siempre estaba en los grandes momentos de sus amigos. Nunca quería perderse ninguno porque podían saciar su anhelo, ese placer incontenible, desbordado, que se esparcía por todo su ser cuando el fracaso se hacía patente.

No, no es envidia, habida cuenta de la consciencia del hecho. Él no había nacido para hacer, pero sus amigos sí, o eso pretendían. Esto era puro placer físico, la sensación de domino, de poseerlos por un momento, de impregnarse de puro éxtasis, de éxito, en su naufragio.

Y aún así siente un profundo desprecio por todos ellos, por aquellos que le provocan ese inmenso placer, aunque parezca paradójico. Los ve débiles, manipulables, insustanciales, insignificantes…

Él sabe bien lo que ven en él; porqué lo aceptan. Porque no lo conocen. Ven lo que él quiere que vean. No lo conocen porque es capaz de adoptar múltiples formas, de camuflarse, de tocar los puntos débiles de todos sus amigos, de todas sus víctimas. Se sabe un gran manipulador, siempre pone buena cara. Con él todo son dádivas y lisonjas, hasta que llega el momento crucial. Un ser frankensteniano formado a partir de debilidades ajenas para alcanzar su vampírico propósito de beber la sangre del fracaso. Es inflexible, intransigente, de inquebrantable carácter, decidido y falso, poseído por el instinto.



Ellos nunca le culparán, preferirán auto flagelarse por ese fracaso, cobijándose incluso en su cálido abrazo, poniendo todo tipo de excusas para sentirse mejor. Una vez vacíos él pasará desapercibido, cándido.    

Un fiel y leal compañero que nunca falta. En ese crucial examen oral, ahí suele estar él fijando su mirada y su sonrisa irónica en su amigo; en ese tiro libre decisivo allí está él, indiferente y frío, atento centinela; no faltará a la cita en esa importantísima entrevista de trabajo donde la imagen y la desenvoltura lo son todo; incluso en esa primera cita con la chica ideal, donde nada puede fallar y se quiere mostrar la mejor versión de uno mismo, aparecerá inmisericorde…

Ahí estará él siempre, aparentemente solidario, comprensivo, indulgente, para ir viéndolos caer uno a uno, suspender el examen, errar el tiro libre, no conseguir el trabajo ni a la chica…


Y a pesar de todo, en ocasiones, antes de lanzar el tiro libre, de contestar en el examen, de citarse con la chica de sus sueños, algunos se vuelven hacia ese guardián despiadado para enfrentarse a sus fríos ojos con mirada pura y sincera sonrisa y, entonces, como si una cruz ante el vampiro o una bala de plata ante el hombre lobo fueran… El Miedo se desvanece y cae en el olvido.



2 comentarios:

  1. Cómo me recuerda esta historia a mi antiguo grupo de amigos... que bien hace uno en desprenderse de amistades tóxicas ;)

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    1. Sí que los hay así, aunque pretende ser alegórico jeje. Un saludo.

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