“El último Boy Scout” es de esas películas que pasan un
tanto desapercibidas en su verdadera categoría por suponerla o considerarla una
más en la amalgama de títulos similares que salen en una época dentro de un
género, en este caso el thriller.
No estoy seguro de que lo que defino se refiera al Neo Noir,
etiqueta con la que se ha anunciado al cine negro de nuevo cuño, porque lo que
pretende "El último Boy Scout" no es una nueva visión o mirada al género sino una
revisión y actualización, definir lo que sería la evolución lógica de aquellas
cintas de los 30, 40 y 50, y ponerlas al día, actualizarlas de forma natural.
Revisión, actualización y homenaje al cine negro clásico de forma virtuosa.
Aunque muchos la valoren en su justa media por sus
innumerables cualidades, otros la consideran una más dentro del infinito número
de títulos que entregó el thriller en los 80 y 90, algo injustos porque aunque
la cinta de Scott posee, sobre todo a nivel estético, muchas de las
características del thriller de la época, en su esencia es una cinta negra en
estado puro, que sigue los pasos de los clásicos más que del ideario de su
época. Una mirada sencilla y natural a lo que habría sido de Bogart o Mitchcum, de Sam Spade y
Philip Marlowe, de haber seguido en los 80 y los 90, respetando y modernizando las convenciones del género clásico con algunas del thriller moderno, como la acción o la estética.
Es lógico que muchos se dejen llevar e incluyan a “El último Boy Scout” en el saco del thriller ochentero y noventero porque a nivel
estético sigue esa senda, una senda que los hermanos Scott ayudaron mucho a
definir, si es que no fueron, de hecho, esenciales en la misma. Tony, autor de la
que nos ocupa, es un director de género, precisamente, y su carrera ha estado
ligada al thriller casi en su totalidad. Esa estética de azules y naranjas
saturados, de atmósferas interiores empolvadas y lechosas, de luz neblinosa,
que hacen contrastar la oscuridad interior del decorado con focos lumínicos del
exterior para crear ese tono expresionista, el polvo que flota por las estancias, una
imprescindible presencia que casi oculta en ocasiones el rostro de los
personajes, esteticista, es seña de identidad de Tony y Ridley Scott, y que se
amolda a la perfección a la idea de cine negro actualizado.
De igual forma tenemos el tono desenfadado, más macarra y menos
elegante, acorde con los tiempos, habitual del thriller de los 80 y 90,
aspectos sobre los que reflexiona la propia película en su sensacional diálogo
final. También su hermanamiento con las clásicas buddy movies de los 80, pelis de colegas.
Es por ello que en justa consideración hay que situar a “El
último Boy Scout” como una de las mejores cintas de cine negro moderno, que no
Neo Noir, un paso por detrás de “Chinatown” (Roman Polanski, 1974) o “Muerte entre las flores” (Joel Coen, 1990).
La película posee una estructura ligeramente distinta a la
habitual de las cintas negras clásicas, con una secuencia inicial que
marca la primera intriga y sus claves. Fútbol americano, locura, presión,
apuestas y un suceso trágico y extraño a aclarar, un suceso que no parece tener
nada que ver con nuestro protagonista ni el caso que se le encargará. Un protagonista
al que se nos presenta poco después. Desde ahí la estructura sí que será la
clásica del cine negro.
Un buen tema de Rock dedicado al fútbol, “Friday night’s a great night for football”, cantada por Bill Medley, la imprescindible lluvia de
los hermanos Scott, sobre todo de Ridley, en pocas películas llueve tan bien y
bonito como en las de Ridley Scott, y un jugador empastillándose para soportar
la presión de los apostadores que le amenazan.
Una música electrónica que nos recuerda a “Blade Runner”
(Ridley Scott, 1982), cinta con la que tiene más de un paralelismo en su esencia noir y en la estética, la sangre fraternal tira, el “ganar o morir” de la
amenaza, la noche, la lluvia y la perturbación del jugador, generan la perfecta
atmósfera enfermiza de la secuencia, extraña e impactante, que concluirá en
frenética violencia con disparos en pleno juego a todo aquel que trate de
impedir su touch down al desdichado jugador amenazado. Un Cleveland contra Los
Ángeles trágico. Ejemplar escenificación de la locura.
Con los anaranjados cielos, marca de la casa de Tony Scott,
llega la presentación de nuestro protagonista, Joe Hallenbeck (Bruce Willis),
un desarrapado, desastrado, detective que mal duerme su borrachera en su coche
al amparo y la tutela de un gigantesco cartel de una maciza mientras recibe las
burlas de unos niñatos y ratas muertas.
Uno de los aspectos que más me entusiasmaron de la película
es el rol dado al gran Bruce Willis, un magnífico actor que hubiera sido el heredero
perfecto de los Bogart y los Mitchum de antaño, lástima que el cine de género,
concretamente el cine negro clásico, se frecuente menos, pero sería un
referente. Lo es, en cualquier caso. También lo vio Robert Rodríguez para su noir truculento de "Sin City" (Robert Rodríguez, Quentin Tarantino, Frank Miller, 2005). Su cigarro y su mítica sonrisa ladeada como imperecederos rasgos de su identidad.
Su presentación es impagable y define esa evolución de la
que hablo. El Marlowe o el Spade de los 40, seductor solitario, soltero de oro,
inadaptado en los 90, fuera de lugar, casado y despreciado por su mujer, a la
que ignora, con una hija que no le respeta y a la que sus modos duros le dan
igual... porque eso funciona en su trabajo, pero no en una vida privada de la
que aquellos detectives casi prescindían…
-Una resaca en un coche, sucio, burlado por niñatos… Hemos
visto en muchas ocasiones a Marlowe o Spade en resacas, en la soledad de su
despacho mal durmiendo o bebiendo, regodeándose en su aislamiento, pero siempre
con un punto de elegancia que aquí ya no existe… La presentación de Joe
Hallenbeck es el perfecto retrato de un gran hombre que fue y que está fuera de
lugar hoy.
-Como todo detective que se precie tendrá su despacho u
oficina y problemas de dinero, lo que descubriremos cuando nos lo enseñe y
comience a recibir llamadas de trabajo… de un compañero.
-Marlowe ha sentado la cabeza, pero seguramente se
arrepiente de ello. El carácter solitario, individualista, del detective privado
clásico no encaja con la vida familiar, es evidente que de ceder a ella habrá
conflictos y fracturas. Scott no tarda en demostrarlo. En su casa frialdad con
su mujer, un muro con su hija, desafección hacia esa vida, despreocupación de
sus seres queridos… y cuernos. No puede ser más coherente, es la vida que
llevaría Marlowe si se casara…Consecuencia de su carácter.
-La salida irónica, la frase memorable, el humor cínico, la
réplica precisa y acerada, el comentario mordaz… son seña de identidad de los
grandes detectives clásicos y aquí tenemos un ejemplo sublime con el Joe
Hallenbeck que encarna Bruce Willis, un actor al que estas cualidades le salen
solas casi siempre.
“Me follé a una ardilla hasta reventarla y ni siquiera me
acuerdo.”
-Con todo, Hallenbeck, como los clásicos, no pierde la
dignidad ni la compostura del todo, mantiene su orgullo aunque caiga más bajo y
de forma más vulgar que sus modelos. Así lo veremos en una de las secuencias
más recordadas de la cinta, el memorable monólogo reivindicativo y orgulloso
ante el retrovisor de su coche al inicio del film.
“No te aguanta nadie. Todo el mundo te odia. Ellos se lo
pierden. ¡Sonríe, cabrón!”
-Los personajes de Chandler, e incluso de Hammett, son
Quijotes, unos idealistas, defensores de la justicia y las cusas perdidas,
desde la dureza y el cinismo de su tono. Este aspecto lo cumple a rajatabla
Hallenbeck, que por algo es el “último boy scout”.
-La escena en la que Willis se fuma despreocupadamente un
pitillo tras haber descubierto la infidelidad de su mujer y charla con el
amante de ésta es puro Bogart moderno, aunque los tiempos han cambiado, ahora
no es él el que roba las esposas a otros, ahora al duro detective le ponen los
cuernos.
-La confluencia de casos aparentemente distintos y sin
relación es un recurso habitual de la novela negra, chandleriana sobre todo, y
el cine negro. Aquí ocurre lo mismo, vías de investigación que acaban estando
todas interrelacionadas y que nuestro detective irá desentrañando y
relacionando.
-Como buen detective de Hard Boiled, nuestro protagonista
dará y recibirá un buen número de golpes, palos o calambrazos… Su cara será un
poema en ocasiones.
-La chulería, la ironía mencionada, tendrá su clímax en la
escena donde Hallenbeck es secuestrado, un clásico del noir. Allí advertirá que
“como le toquen, mata”. Con dos narices. Y encima lo cumplirá…
-Ese carácter en los 90 se acepta peor, si antes seducía
ahora llega a repeler, pero sigue fascinando de entrada. Su mujer le dice de
todo, pero sigue enamorada, Dix empezará reticente pero terminará entregado a
su carisma, personalidad y amistad… Hay un aspecto curioso en todo esto, casi
todos los personajes de la película le llaman “cabrón” en algún momento… y no
se puede negar que un poco sí que lo es, ¡hasta él mismo lo reconoce!
“Dios mío, que cabrón soy”.
-Hay homenajes a grandes clásicos del género, no sólo a
cualquiera protagonizado por Bogart o Mitchum, también a títulos imprescindible
como “Chinatown” (Roman Polanski, 1974), con Milo (Taylor Negron) amenazando a
Willis con una navaja, aunque no le corte la nariz… También habrá una mención a
“El padrino” (Francis Ford Coppola, 1972) y a la eterna cabeza de caballo.
-La última escena de la película, el último diálogo, parece
diseñado para confirmar todo este análisis, la condición de homenaje y
reformulación de los esquemas clásicos del cine negro.
-Hallenbeck: No tiene ningún misterio, pero ahora, en los
90, no puedes coger a un tío y partirle la cara. Tienes que decirle primero
algo chulo, ¿comprendes?
-Dix: Sí, como: “¡Eh! ¿Qué pasa tío?
-Hallenbeck: Sí, pero algo mejor. Por ejemplo, si le llegas
a un tío con una tabla de surf pues le dirías:…
-Dix: ¡Viva el surf, socio!
-Hallenbeck: Sí, algo así.
-Dix: ¿Y qué más?
-Hallenbeck: Pues no hay mucho más que contar aparte de eso.
El agua moja, el cielo es azul… y el viejo demonio Jimmy anda por ahí suelto y
cada día es más poderoso.
Muy fan de esta peli.... y del cine de Tony Scott, ensombrecido siempre por el nombre y el cine de su hermano, dicho sea sin ánimo de criticar este último por ello.
ResponderEliminarPues soy muy de Tony, un director más regular que su hermano. No alcanzó las cotas de genialidad de Ridley, pero es un director mucho más estable y mucho menos pretencioso. Un crack!
EliminarGracias por el comentario Eddie!
A mí me gusta bastante esta película, cumple con darnos acción, entretenimiento con dialogos ingeniosos, sarcásticos, humor negro, persecuciones, golpes y balazos, nunca le digo que no cuando la transmiten algún fin de semana en un rato de ocio, no pretende ser "Heat" con Pacino y De Niro (si hablamos de cine de acción y suspenso de los 90´s) pero entretiene bastante y el carisma de Willis para hacerla de duro "simpático" es evidente, lástima que ya no se hagan películas de acción así, donde nos e necesitaba de tipos guapos y ejercitados por el Gym pretendiendo ser acróbatas con exageradas coreografías de artes marciales y efectos que le quitan lo real a la acción, por mi parte mil veces ver "El último boy scout" a basura como las "The fast and the furious"
ResponderEliminarMuchas gracias por el aporte, Xochitl.
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