jueves, 25 de diciembre de 2014

Crítica: DE ILUSIÓN TAMBIÉN SE VIVE (1947) -Parte 1/3-

GEORGE SEATON












¿Sois realistas o idealistas? O mejor dicho, ¿renunciáis a todo idealismo, fantasía e imaginación o los consideráis la salsa de vuestra vida o parte de ella?

Uno de los grandes e imprescindibles clásicos navideños, con todas sus virtudes y ninguno de sus defectos. Un referente indispensable para estas entrañables fechas. Una película de increíble modernidad que se mantiene plenamente vigente en su inteligente y auténtico retrato de una sociedad cínica y descreída necesitada de alicientes vitales y algo de magia.


Repleta de ingenio, inteligencia y encanto, “De ilusión también se vive” es uno de los más grandes ejemplos de cine navideño en estado puro, reivindicador de los sanos valores cristianos de estas fiestas, con la Navidad y todo lo que le rodea como núcleo central de la misma. Su influencia en el cine más comercial, navideño y buenista, que busca una perspectiva original, es indiscutible, pero pocas veces se ha igualado.


Una visión de la magia navideña, de sus tópicos, sus clásicos, sus elementos indispensables y que entroncan con el niño que llevamos dentro, desde un prisma realista, desenfadado, inteligente, brillante y lúcido. Un punto de vista original.

Un anciano con un asombroso parecido con Santa Claus es contratado para hacer una sustitución haciendo el papel de Papá Noel durante un desfile. Su gran labor provoca que le contraten para trabajar como tal en unos grandes almacenes. La cosa se complicará cuando el anciano afirme ser el verdadero y único Papá Noel


Un sorprendente y virtuoso travelling callejero sigue a un peculiar personaje para dar inicio a la narración. Un peculiar personaje que dice ser el mismísimo Papá Noel. La primera intervención de nuestro protagonista será para dejar patentes las claves de la cinta, corrigiendo al chico que está colocando un escaparate sobre el orden adecuado de las figuritas de los renos de Papá Noel que en él pone. La locura, la fantasía o la realidad se funden ya en una primera línea de guión. ¿Quién es ese hombre, un loco o Papá Noel?





La sociedad que nos presenta “De ilusión también se vive” es la actual, en la que Papá Noel sería tomado por loco y encerrado en un psiquiátrico.

Edmund Gwenn interpreta a Kris Kringle, el más encantador Papá Noel que uno pueda echarse a la cara, con esa prominente barba blanca, su orondo cuerpo y su pequeña estatura. Este actor hizo un papel similar en esa joya de Luis García Berlanga que es “Calabuch” (1956).

George Seaton, director de la película, es un más que competente artesano que con esta “De ilusión también se vive” realizó la que es su mejor obra, un clásico eterno. “La angustia de vivir” (1954), que dio el Oscar a Grace Kelly, “Espía por mandato” (1962), una de aventuras en la 2ª Guerra Mundial protagonizada por William Holden, como la anterior, “36 horas” (1965) o la mítica “Aeropuerto” (1970) son también cintas destacadas suyas.

Aquí su estilo es invisible y clásico, seguro y poderoso, con planos largos, una puesta en escena excepcional y una inteligente socarronería para desenmascarar el cinismo de la sociedad actual, porque sí, es una cinta que se mantiene plenamente vigente. De hecho asombra su modernidad.

Ver a un Santa Claus borracho, que apenas se sostiene en pie, motivo que propiciará la sustitución por nuestro protagonista, es una imagen transgresora, ciertamente. Los planos generales y reales del desfile navideño son magníficos también, un desfile organizado por la descreída Doris Walker (Maureen O’ Hara). Una descreída ayudando a la magia global.



Aunque quizá no sea el propósito, o quizá sí, “De ilusión también se vive” se descubre como el retrato de una sociedad falta de análisis global, que se deja llevar sin más en su escepticismo, sumida en una absurdez burocrática y en la de muchas decisiones de ese estado de derecho y del bienestar que juzga al inocente Santa Claus por el mero hecho de serlo. Ese mundo burocrático, de estado de derecho, es resaltado por Seaton con marcadas aproximaciones de cámara a letreros en puertas, como la del abogado Fred, el juez…





Relaciones, personajes y elipsis.

-El conflicto y contraste dramático es evidente y queda expuesto en estas primeras escenas, como corresponde al excelente guión del propio Seaton basado en la historia “Valentine Davies”. Kringle, evidentemente, será un defensor a ultranza de la Navidad y la magia que estas fechas tienen, a las que él mismo personifica, pero chocará con una sociedad muy descreída, pragmática, cínica, que parece haber perdido la ilusión y que queda perfectamente reflejada en el personaje de Doris Walker, interpretada por la gran Maureen O’ Hara, y su hija, Susan Walker, interpretada por una jovencísima Natalie Wood. No serán los únicos personajes no creyentes, del mismo modo que Kringle no será el único que defienda la Navidad, la ilusión y la magia.





-El momento en el que Kris decide fingir locura, decepcionado con el entorno que le rodea, perdiendo momentáneamente toda esperanza, retrata, precisamente, a una sociedad, ya en los 40, descreída, fría y falta de verdadera ilusión, que acepta sin discusión y sin preguntar nada la opinión de un falso analista y se muestra incapaz de apreciar y valorar a alguien especial como Kris Kringle, la bondad y generosidad de Santa Claus. Una sociedad que no logra entender las múltiples caras de la realidad, por lo que decide ponerle muros. Es decir, los valores más positivos vistos como una anomalía.



-Doris ha educado a su hija en el cinismo y el pragmatismo, en la incredulidad ante la magia, en la ausencia de fe e ilusión, gestándose así la evolución dramática que ambas sufrirán en su contacto con Kris y el abogado Fred Gailey (John Payne). Se hace evidente que Doris se ha hecho cínica por un pasado decepcionante relacionado con su pareja, en el amor, ya que es madre soltera. Un guión que no necesita explicitar nada para sugerirlo todo, aunque este aspecto se mencionará, confirmándose la suposición anterior, de forma sutil. Doris organiza desfiles navideños pero de manera funcional, hipócrita incluso, puro trabajo, ya que no cree en nada de eso y educa a su hija para que tampoco crea en esas historias y mantenga los pies en la tierra para evitar así que se lleve desilusiones. Una forma de ser gestada a fuego lento tras su divorcio siendo Susan, su hija, un bebé. Un príncipe azul que salió rana y la llevo al descreimiento. Todo esto se lo verbalizará la niña al amable vecino interesado en su madre.



Lo cierto es que Doris tiene poca relación con Kris a lo largo de la película, especialmente en la primera parte, y la que tiene no es precisamente cordial, es desconfiada y fría. Por eso, cuando la oímos decir que le tiene cariño no acabamos de creerlo o verlo sincero porque no lo apreciamos en pantalla en ningún momento. En cambio, las dudas de Kris hacia ella y sus opiniones sí son coherentes con este punto. Con Susan, su hija, sí que pasa bastante tiempo, y con Fred alguno. Eso tiene una compensación, y es gracias al magistral uso de la elipsis que tiene la cinta, que ahorra desarrollo dramático con breve líneas de guión que rellenan esos lapsos de tiempo no mostrados.

Posteriormente Doris hará otra manifestación, esta mucho más acorde con lo que hemos visto hasta ese momento. Será durante el juicio y vendrá a decir que aunque Kris es un amor, hay que ser realistas… no se le puede creer. 

-El personaje de Susan, la pequeña hija de Doris que interpreta Natalie Wood, es aún más interesante, posiblemente el mejor de la película porque es el mejor desarrollado. No podía faltar la infancia, su mirada, sus deseos y su esencia en una cinta navideña, y el retrato que de ella hace Seaton es excelente. Una hija influida por su madre, por su escepticismo y pragmatismo, pero en la que desde el principio observamos la curiosidad y una pulsión infantil que la lleva a querer creer. Es por ello que disfrutará como una enana viendo el desfile que ha organizado su madre, aunque sus reflexiones sean todas contrarias a ilusiones, magias y fantasías. Renunciando a cuentos de hadas y gigantes, como el de Juan y las habichuelas mágicas.



-Es interesante la planificación del encuadre en el primer encuentro de la pareja, Doris y Fred. Un plano general en la cocina, con ellos en primer plano y la niña al fondo disfrutando del desfile. De esta forma se plantea esa relación como una conquista por la inocente de forma sugerida, donde la madre quiere educarla desde el realismo, el escepticismo y el pragmatismo, y a él le gustaría que no perdiera la ilusión por las cosas y se fascinara por lo intangible y la magia, por el impulso vital que moviliza a las personas, por la fe y el amor en definitiva. De hecho, el siguiente paso del abogado será llevar a Susan a ver a Santa Claus a Macy’s, en coherencia con sus ideas, lo que provoca de forma natural su encuentro con Kris Kringle, el verdadero Papá Noel.


En su primer encuentro, cuando Doris va a recoger a su hija a la casa de Fred donde está viendo el desfile, que es su vecino y al que tiene en visión directa, se dice que no se conocen, incluso tiene una conversación con la doncella donde se plantea la conveniencia de tal hecho, de que la niña haya ido a casa de ese vecino, quitándole importancia enseguida… El caso es que estas incertidumbres extrañan, ya que también se dice que la niña ha pasado mucho tiempo con ese hombre y que incluso la ha llevado al zoológico, junto a la doncella… Resulta estrambótico que deje a su hija con un extraño al que no conoce ir de aquí para allá y luego se angustie por verla en su casa justo enfrente y vigilada… Confuso.



-La ironía y el simpático humor sobrevuelan toda la película. El momento en el que descubrimos que el ofrecimiento e invitación de la niña a Fred, poniendo en un compromiso a la madre, es un plan preconcebido por el sibilino pero agradable abogado, es buen ejemplo. Una cría que hace de tal, indiscreta. Fred tiene un comportamiento femenino, usa artimañas brillantes, inteligentes, sibilinas, para lograr sus propósitos, siempre bienintencionados.

-La relación de esta pareja, Doris y Fred, está sensacionalmente manejada desde la elipsis, una resolución francamente moderna, que casi desconcierta en el cine clásico. A través de breves pinceladas en líneas de diálogos, como sus íntimos apelativos (“cariño”), entenderemos que ha pasado cierto tiempo y ellos han intimado, se han unido y han hecho planes de futuro.


Una vez se confirme que Doris y Fred están juntos saldrán a la luz con más fuerza las diferencias que ya se reseñaron entre ambos, entre otras cosas porque el futuro de Kris, y de la Navidad, está entre ellos. Ella apelará al realismo, aceptando la locura de Kris y la conveniencia de que sea encerrado, aunque de forma ambigua y sutil, mientras qué él apostará por su defensa, por creerle y ayudarle. En la discusión, durante el juicio, en casa de ella, Fred utilizará palabras que ella abomina, “creer”, “fe”… que provocarán el enfado y a la vez el cambio en la mujer.


Y te prometo que si crees en mi y tienes fe en mí, todo…”

Últimamente habíamos hecho unos planes maravillosos y de repente te entra la vena idealista…”

“… y cuando suceda no olvides esas maravillas intangibles, comprenderás que son las únicas cosas que merecen la pena”.

El cambio repentino que se produce en Doris (Maureen O’ Hara) no es convincente. Es cierto que quedó tocada en esa conversación con Fred, pero que aparezca acto seguido como una ferviente creyente resulta excesivo en su desarrollo. No es un gran defecto ya que se ve una progresión, pero al tener menos relación con Kris su personaje aparece algo peor desarrollado. Desde el guión se querrá salvar en cierta medida este aspecto incluyendo una escena junto a su hija donde manifestará su confianza y creencia en Kris, a modo de transición.


-Fred es un puro idealista, el principal aliado de Kris, luchador de causas perdidas, un Quijote legalista, que se lanzará a defender al entrañable anciano como reivindicación personal de sus propias ideas, la defensa de las mismas, del idealismo y la imaginación.



 





2 comentarios:

  1. Ay q caramelito!!!
    Q linda cinta!! Q Santa Claus tan dulce!! Q bonicas Maureen y Natalie!!
    Q peli tan bien elegida!!!

    Que soy de ilusiones!!! Y aunq la amargura sobrevuela mis días, siempre espero con fe el milagro, la magia…

    Besos Sambo, y ¡¡Feliz Navidad!!

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    1. Encantadora! No hay que perder la ilusión nunca!!! :)))

      Besos Reina. Feliz Navidad.

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