El gran director Preston Sturges, un maestro de la comedia que
se codeó con Ernst Lubitsch, por poner un ejemplo, se alió con otro maestro de
la comedia, el indispensable Harold Lloyd, uno de los más grandes actores de
comedia del cine mudo, pero no para hacer un título mudo, aunque le rinde
evidente tributo, sino uno sonoro con toda la esencia y espíritu de la época
silente.
Sturges destacó tanto como guionista como en su faceta de
director, aunque no tiene una filmografía especialmente extensa. Con todo,
títulos como “Las tres noches de Eva” (1941) o “Los viajes de Sullivan” (1941) son obras
maestras de la comedia, auténticas joyas.
Por su parte, Harold Lloyd es por derecho propio uno de los
grandes nombres de la comedia muda, junto a Chaplin y Keaton uno de sus grandes
actores. Esta cinta que nos ocupa es de la última época tanto de director como
de actor (de hecho fue la última película de Lloyd), ya en declive, una vez el cine mudo
casi había desaparecido. Lloyd tuvo que ser convencido por Sturges para
regresar al cine tras varios años sin trabajar, con lo que esta obra, sin ser
de lo más notable de ninguno de los dos, tiene un sabor especial para el
cinéfilo.
Lloyd interpreta a Harold Diddlebock, recuperando así el personaje
de su obra maestra “El estudiante novato” (Fred C. Newmeyer, Sam Taylor, 1925),
cinta a la que se homenajea en la primera secuencia, la del campo de fútbol
americano. Aquí vemos a Harold que es despedido tras 22 años en la misma
empresa, por esta causa se verá obligado a empezar una nueva vida, que iniciará
gastándose sus ahorros en una fiesta desmadrada en la que consiguirá una fortuna al mismo tiempo que la
perderá. A la mañana siguiente irá descubriendo las consecuencias del desparrame
de su noche de juerga.
La cinta que nos ocupa es una simpática comedia que sirve de
vehículo de lucimiento al gran Harold Lloyd, con todo lo que ello conlleva. Con
evidentes guiños al cine mudo, del cual Harold Lloyd fue uno de sus genios más
destacados, la película tiene una estructura bastante interesante y un tono
surrealista muy divertido. Esta estructura de la que hablo consiste en que
desde un planteamiento inicial en la que se nos muestran objetos concretos o
situaciones concretas, (un anillo, la compra de un coche de caballos, un
zoológico…), vamos recreando un tiempo pasado que anteriormente hemos visto
pasar elípticamente (un calendario que pasa, una noche de borrachera…). Desde
ese recuerdo de un tiempo que ha pasado se usan esos objetos como vínculo para
ir desentrañando los episodios más importantes que nos han hecho llegar a esas
situaciones concretas.
Todo esto es de agradecer a Sturges, que también es autor
del guión y que logra con ello que la película no sea una mera sucesión de
sketchs. La introducción casi de cine mudo, lo es en esencia, es muy
divertida y de lo mejor del film.
La secuencia más destacada con gran diferencia es la del
león, que es un personaje más, en lo alto de la cornisa de un edificio, lo
mejor de la película sin duda y que recordará a los más cinéfilos con
seguridad a otra de las obras maestras de Lloyd, "El hombre mosca"
(Fred C. Newmeyer, Sam Taylor) de 1923, que también en su realización es una
escena típica de cine mudo. Una auténtica virguería que juega a la perfección
con los hábiles efectos especiales de la época y las transparencias.
El gran mérito del disfrute que se logra con la película,
sobre todo en los gags visuales, corresponde a Sturges y su manera de rodar,
planos generales sostenidos, el perfecto uso del encuadre para generar el
suspense cómico e imaginación a raudales en la puesta en escena, claves que
permiten ver la acción al completo. De todas estas claves, como he explicado en
muchas ocasiones, han tenido y tienen que tomar buena nota todos los directores
que hagan cintas de acción, de aventura y, por supuesto, comedias visuales… Las
claves para que todo se vea en su plenitud y el espectador disfrute de forma
completa del espectáculo.
La escena de la declaración a su compañera de trabajo, de
cómo estuvo enamorado de sus múltiples hermanas, demuestra además el dominio no
solo del humor visual sino del dialogado por parte de Sturges.
Lloyd se encuentra en su salsa, sobre todo en el humor más
físico del cual era un indiscutible maestro, en una película que tiene más
profundidad de la que aparenta. Canto a la vida y al riesgo.
Entre los defectos quedan gags, sobre todo verbales, estirados
en exceso, como la secuencia final por poner un ejemplo…
No es una gran obra, ni es lo mejor de Sturges o Lloyd, pero
tiene momentos fantásticos y hará pasar un buen rato a los amantes de la
comedia física clásica. En 2009 se estreno "Resacón en Las Vegas"
(Todd Phillips), que en planteamiento y trama tiene cosas en común con este
film.
Lloyd!!
ResponderEliminarMito!!
Gracias!!!
Lo es, descomunal. Lamentablemente se les olvida, así se le hace más justicia.
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