Primera obra maestra rodada por Mankiewicz, aunque él la
considerara aún parte de su aprendizaje, entre otras cosas porque adapta un
texto que no es suyo. Consideraba que su aprendizaje terminó con “Escape” (1948). La mayoría de estas primeras películas tienen guiones de Philip Dunne, como la que
nos ocupa, aunque otras, como “Solo en la noche” (1946) o “El castillo de
Dragonwyck” (1946), sí cuentan con Mankiewicz en los créditos del guión. Tercera
película de su filmografía, que a pesar de que el maestro no la tuviera en la
consideración que merece es un título tremendamente personal, con muchas de las
claves de su estilo y su temática, hasta el punto que su historia tiene
evidentes paralelismos con obras tan personales como “La condesa descalza” (1954).
“El fantasma y la señora Muir” es una de las más bellas
historias de amor que se han rodado jamás. Un relato que fusiona con increíble
naturalidad el gótico, el drama romántico y la alta comedia. Un equilibrio en
tonos y géneros perfecto.
Una joven viuda decide dejar a su familia política para irse
a vivir cerca del mar, a pesar de la oposición de su suegra y, sobre todo, su
insoportable cuñada. Allí alquilará una casa que tiene una sorpresa, el
fantasma del capitán Gregg, antiguo dueño de la misma y que se le aparecerá.
Gregg intentará hacerla huir como hizo con los anteriores inquilinos que
alquilaron su casa, pero Lucy no se dejará intimidar.
Son fascinantes los primeros planos de la película, un gran
plano general de Londres y una espectacular grúa que se acerca a una casa, su
recurso técnico favorito, por las calles del Londres de principios del siglo XX,
con carruajes y un aroma gótico excepcional. El aroma gótico es imprescindible
en este inicio, ya que el relato irá encaminado en esa dirección, con fantasmas
incluidos.
Es sabido que Mankiewicz es uno de los directores que mejor
retrata el universo femenino. El personaje de Lucy Muir es magnífico y su
desarrollo, dibujo y evolución son perfectos. Ella es obstinada, decidida,
firme y vulnerable, romántica y apasionada, soñadora. Veremos esa decisión y
firmeza durante toda la primera parte de la cinta, por ejemplo en su
conversación con su suegra y su cuñada para comunicarles que se va a vivir a la
orilla del mar con su hija y su criada. De igual forma veremos su firmeza al
elegir la casa que quiere alquilar, Lucy no tendrá problemas en indagar en el
documento que el vendedor deja pasar e insistirá en verla ante la recomendación
de éste de que “La gaviota” no le conviene.
Las puertas en Mankiewicz siempre son interesantes, su
aprendizaje con Lubitsch. Aquí veremos varias. Suelen tener distintos sentidos
o simbolizar múltiples cosas, son una frontera, el paso hacia el futuro, hacia
otra condición o situación, las guardadoras de la razón, la esperanza de
libertad, dependiendo de si son puertas abiertas o cerradas. La criada Martha y
la hija de Lucy, Anna, una jovencísima Natalie Wood en uno de sus primeros
papeles, oirán tras una puerta la decisión de Lucy, el tránsito hacia otro
lugar, hacia el mar. La puerta de “La gaviota”, la casa que perteneció al
capitán Gregg y en la que vivirá Lucy el resto de su vida tendrá también
implicaciones simbólicas, el paso hacia un futuro deseado y feliz en el plano
final, por ejemplo.
La belleza de Gene Tierney es de otro mundo, desde luego.
Si estupendas eran las escenas mostrando el entorno de
Londres, igualmente lo son las escenas que muestran el entorno costero donde
vivirá Lucy con su familia.
Aunque esta primera parte entra de lleno en el relato gótico
con toques de terror, los elementos cómicos salpican sutilmente toda la
narración. En su visita a la casa no tardaremos en presenciar las primeras
manifestaciones fantásticas del fantasma, un trueno al comentar Lucy que quiere
talar el árbol del jardín que hay fuera de la casa o la estridente y
escalofriante risa del capitán Gregg son buenos ejemplos y divertidas escenas.
La escena de la mencionada risa y la salida por piernas de Lucy y el vendedor
(Robert Coote) es muy divertida y está magníficamente rodada, con ese plano
donde al mirar Lucy vemos al vendedor saliendo ya, despavorido, por la puerta,
momento en el que ella lo sigue a toda prisa agarrándose el sombrero. La propia
Lucy, insistiendo en el humor de la cinta en esta primera parte con una ironía
fina, hará alusiones a fantasmas, en otro simpático detalle, antes de
descubrirlo de verdad.
La presentación de Rex Harrison, que está esplendoroso en
esta cinta, será a través de un retrato suyo, maravillosamente iluminado (Charles
Lang hace un trabajo excepcional), hasta el punto de parecer cobrar vida en una
habitación oscura donde su rostro resalta enormemente. Un cuadro que será
importante en la narración a nivel de subtexto.
Los diálogos, como siempre en el cine de Mankiewicz, son
excelsos, y eso que este texto no es suyo. Ironía, inteligencia y brillantez
desprenden todos ellos.
Lucy, en su obstinación y carácter decidido, se mantendrá
firme e insistirá en quedarse en la casa a
pesar de los sucesos acontecidos, así vamos viendo otros aspectos de su
personalidad, su carácter soñador y aventurero, el morbo por lo misterioso.
“La gaviota”.
No puede caber duda de que el fantasma es una aparición real,
en algunos lugares se ha querido ver ambigüedad, que enriquece el relato, pero
la conclusión definitiva es clara. El vendedor, la hija, la cuñada y la suegra,
presencia, notan, sienten y sufren las travesuras del fantasma, no es sólo cosa
de Lucy.
Estamos a principios del siglo XX, veremos automóviles y
carruajes. Una época de cambios, algo que mencionarán vagamente durante la
cinta, del puritanismo a la apertura…
Su decisión de vivir en "La gaviota" reafirma, como he
comentado, el carácter de Lucy, un carácter obstinado que la hace sentir orgullosa,
como verbaliza expresamente.
En esta primera parte Mankiewicz va modulando a la
perfección los elementos fantásticos, creando un magnífico clima y una
atmósfera romántica ideal. Por ejemplo, oiremos a Martha hablar como poseída por
un auténtico marinero, sin que ella sea muy consciente de cómo se le ocurrieron
semejantes expresiones.
Nos sumergimos de lleno en la atmósfera gótica. Es magnífica
la escena de la siesta con la primera aparición física del capitán Gregg. Una
imaginería de terror gótico. Una escena con interesantes movimientos de cámara,
un travelling que acrecienta el misterio, y sin palabras. Gregg, su sombra, o
él como una sombra, aprovechará el sueño de Lucy para aparecer, se
situará entre nosotros y Lucy, ocultándola ante nuestros ojos.
Los relojes. El tiempo.
El tema del tiempo y la presencia de relojes siempre ha sido
una constante en Mankiewicz, sólo hay que recordar “Eva al desnudo” (1950),
“Mujeres en Venecia” (1967),”El castillo de Dragonwyck” (1946), “La condesa
descalza" (1954)… Aquí tendremos un reloj, que preside el dormitorio de Lucy, y
el tema del tiempo es una de las claves. La relación entre Daniel Gregg, el fantasma,
y Lucy no es posible en el presente, al menos no de una forma convencional,
pero finalmente acabarán unidos por toda la eternidad. De igual forma Gregg
instará, desapareciendo, a vivir ese presente inmediato a Lucy, hasta que
llegue el momento de la reunión.
Siguiendo con esta tenebrosa atmósfera gótica tenemos la
escena del primer encuentro y conversación entre Lucy y el fantasma del capitán
Gregg. Una escena donde caben todos los elementos de la imaginería gótica, la
noche, una tormenta, relámpagos, un fantasma, la oscuridad, las velas, puertas
y ventanas que se abren… sin apenas palabras también. Una vez Daniel Gregg se
deja ver ante Lucy la atmósfera cesará un poco, si bien es cierto que la
aparición e imagen de Rex Harrison son realmente impactantes. Un fantasma
que veremos al lado de su propia sombra. Gran look el de Harrison en esta cinta.
Fantasma e inquilina tendrán una interesante conversación
donde sabremos que el capitán no se suicidó, como habían dicho, sino que murió
por accidente. La obstinada personalidad que Mankiewicz ha ido desarrollando
con Lucy cobra todo su sentido en su duelo con el capitán Gregg, otro personaje
obstinado. Un duelo de altura. En esta conversación, a pesar de sus
desavenencias llegarán a un acuerdo. Todo esto repleto de divertidos diálogos.
Gregg no contendrá sus malos modos y lenguaje vulgar, algo
que contagiará a Lucy según avance su relación, pero se irá domesticando al ir
haciendo buenas migas con ella. Gregg se muestra como un fantasma profundamente
romántico, el ideal oculto de Lucy.
Los elementos de comedia van creciendo con más descaro. Si
bien estuvieron presentes de inicio, en esta fase de la cinta donde la relación
entre el fantasma y su inquilina se va desarrollando se impondrán
definitivamente.
La buena de Lucy buscará de forma absurda intimidad, es
lógica su vergüenza, aunque no encontrará mucha.
Observen la maestría clásica de la puesta en escena, y eso
que Mankiewicz estaba aprendiendo, para mostrar el desarrollo y la evolución
de la relación entre Daniel Gregg y Lucy. En los
primeros encuentros primarán los planos y contraplanos, aislando a los dos
personajes, solitarios en el encuadre, para marcar su distancia y su
alejamiento, en muchas ocasiones en estas escenas uno irá siempre persiguiendo
al otro que se aleja. Incluso Gregg llegará a pedir distancia a Lucy en su
primera conversación de forma expresa. Posteriormente, en cambio, el encuadre
los albergará a los dos, juntos, cuando su intimidad y relación vaya avanzando
y su amor creciendo. Las distancias desaparecen.
Es de reseñar además como Gregg está en casi todo momento en
una situación de superioridad, incluso su cuadro, imponente y muy grande, lo
estará, con respecto a Lucy, marcándose así el carácter protector del fantasma
con respecto a ella. Un ángel de la guarda.
De alguna manera Gregg conoce a Lucy, intuye su pasión y su
verdadero carácter, de ahí que sepa que no estaba enamorada de su marido. Este
tipo de cosas son las que pueden hacer pensar que Gregg es imaginación de Lucy.
Gregg, al reconocer en Lucy a una romántica soñadora y apasionada, entiende que
no pudo estar enamorada de su marido, que con él no podía sentir esa pasión que
añora en su interior, que le pide su carácter, por eso se fascina por el rudo y
romántico carácter del capitán y por sus aficiones literarias.
“Me cuesta trabajo imaginármelo obedeciendo”.
La mirada que se sucede entre el capitán y Lucy tras la
frase entrecomillada, alargada unos instantes y donde ambos se sonríen, es el
instante de un enamoramiento.
“¿Ves? Ya habla sola”.
El blanco y negro... Tengo ganas de verla, Sambo, pinta genial.
ResponderEliminarQue no te falte, es una gozada!
EliminarMe encantó la peli!! La vi de jovencilla!!!
ResponderEliminarMe he quedado con ganas de más! Menos mal q hay tres partes!! :-D
Grandes detalles de aprender a ver y no mirar las pelis: las puertas, la luz, los planos y contraplanos y los planos q integran a los actores…esas cosas q he aprendido aquí!!! Y lo de Natalie Wood, q no me fijé en su día!! Q gracioso!!!
Gracias por ello!!
Y sí. Tener un ángel de la guarda tan guapo es lo más de lo más!!!
:-)))
Esperando las siguientes!!
Pues creí que iba a 4 partes, pero en 3 caben bien jejeje. Muchas gracias Reina, ese es el punto que pretendo que diferencie este blog del resto, uno de ellos. Yo también me sorprendí con Natalie jajajaja.
EliminarJajaja nunca está de más un angelito!