Como en “Casino” o “Uno de los nuestros”, entre otras
muchas, Scorsese introducirá un flashback al poco de comenzar la película para
ver cómo hemos llegado a ese punto de inicio. Arranca así la estructura de
alzamiento y caída que gusta al director, aunque a menudo no sea ese tema el que le interesa verdaderamente.
La ingenuidad en el inicio de la travesía de Belfort en Wall
Street es retratada por Scorsese escuetamente, con rapidez, sin detenerse en
exceso en ella, no es lo importante. Esta es una de las fases más narrativas de
la cinta. La parte final, con la caída, será más sobria y también más narrativa, siempre en función de
la historia y las circunstancias del personaje, pero donde Scorsese pondrá toda
la carne en el asador, donde se detendrá a conciencia, será en las digresiones
del núcleo central de la cinta, el del éxito. Ahí es donde cobra mayor sentido
la propuesta del director de fusionar fondo y forma, prescindiendo de la
narración casi por completo, explotando las sensaciones y recreándose en el modo
de vida y lo que verdaderamente importaba a Belfort, el hedonismo sin culpa ni
complejos.
Esto es retratado de forma impresionista, fragmentada, como
en “Casino”, “Uno de los nuestros”, “Toro salvaje” incluso… un clásico del
cineasta, que no pretende la narración, sino el dibujo de un entorno, pero con
la diferencia de que ese retrato ahora se basa de forma predominante en la
digresión, mucho más que en el funcionamiento y gestación de ese dinero, en su
disfrute más que en los medios de conseguirlo. Un cambio arriesgado y brillante
en el punto de vista que pone la lupa en facetas a menudo secundarias, incluso
en el cine del propio Scorsese.
El primer día de trabajo de Jordan Belfort en Wall Street
estará repleto de travellings, drásticas panorámicas y el frenesí de la
actividad bursátil. Negocios a pleno rendimiento. Aquí se nos presentará a Mark
Hanna (Matthew McConaughey), el mentor y pervertidor de Belfort. McConaughey ha
tenido su año, extraordinario en “Dallas Buyers Club” (Jean-Marc Vallée, 2013), por la que está nominado
al Oscar, “Mud” (Jeff Nichols, 2012) y esta que nos ocupa, donde sale en una escena cinco minutos y
está sencillamente sensacional, hasta el punto de que te acordarás de su
presencia al final de la cinta sin duda. Divertidísimo.
Belfort será un alumno aplicado y en seis meses estará
plenamente pervertido y entregándose a todos los excesos, ya vimos como
disfrutaba del sexo y las drogas esnifando de un estupendo trasero al inicio de
la cinta.
Los 80, los yuppies, las drogas, y el lunes negro, la peor
caída desde el crack del 29… Belfort es despedido en su primer día como agente
de bolsa con licencia por el caos económico. Una cruel ironía. Scorsese también
cambiará aquí la planificación, de la exuberancia de su primer día en Wall
Street pasará a planos estáticos, con mucho corte en el montaje, en su primer
día como agente fracasado con licencia. De la fascinación y el lujo gozoso de
la primera planificación a la tensión y crispación de la segunda. La L. F. Rothschild,
abierta desde 1899 cierra las puertas. Una grúa descenderá sutilmente por el
rostro de DiCaprio en el cierre, marcando perfectamente desde la puesta en escena del tono del momento.
El Lobo de Xanadú.
-Es sabido que “Ciudadano Kane” (1941) y Orson Welles son
grandes influencias de Scorsese, una de las películas que más le impactó en su
vida y que le hizo consciente de la importancia del director. Es la primera
película que le impactó de forma plena. En el cine de Scorsese esa influencia
de Welles, como de tantos otros, es evidente, pero en esta “El lobo de Wall
Street” se hace especialmente patente. El desarrollo del personaje es muy
similar, subida y caída, pero también muchos de los momentos que vemos, desde
su supuesto altruismo inicial, su corrupción posterior, su pasión por una rubia
por la que dejará a su esposa... Cuando vemos a DiCaprio con su periódico
buscando trabajo mientras desayuna con su mujer, recordamos la célebre escena de
la obra maestra de Welles, donde en paulatinos desayunos se ve la degradación
del matrimonio. Del mismo modo escenas como la de las stripers en el lugar de
trabajo tiene ese mismo toque hedonista que vemos en la fiesta que monta Kane
con bailarinas… guardando las distancias de los excesos…
-Así tanto Belfort como Kane son acaparadores, acumuladores,
avariciosos, necesitan sumar dinero, sumar cosas materiales…. Su función vital
es el enriquecimiento sin mayor objetivo, por ello cuando lo tienen todo no
pueden dejar de seguir acaparando. En “El lobo de Wall Street” esto está
mostrado de forma más ligera, más sutil, no es el núcleo central de la trama,
pero está claramente presente, es por ello que Belfort, con todo en contra y
contra toda lógica, no abandona su puesto, se resiste en varias ocasiones hasta
que se lo llevan a la cárcel… es su verdadera adicción, irremediable para él.
Belfort deberá empezar de lo más bajo, un centro de
inversiones modesto de acciones de a centavo. Allí volverá a demostrar su
talento, como buen personaje de Scorsese, que sin manejarse bien en la vida y
con todos sus defectos, siempre tienen un talento innegable en algo. La
conversación de presentación será en estricto plano-contraplano de nuevo, como
todas las conversaciones, mientras que el sublime momento donde DiCaprio
demuestra sus innatas actitudes de vendedor y timador tendrán una planificación
distinta, con DiCaprio en el centro del encuadre mientras el resto de sus compañeros
van poco a poco quedando anonadados, fascinados con su habilidad, lo que se
resalta con planos estáticos de cada uno de ellos observando al nuevo líder…
Estilismo scorsesiano.
-De esta forma va quedando definida la propuesta e
intenciones de Scorsese. Su habitual estilo nervioso, frenético, trepidante, de
grandes angulares, grúas, travellings, variedad de ángulos para los encuadres...
se fusiona con la personalidad del protagonista y lo que acontece en la
historia, haciéndose especialmente patente en las escenas de desfase y fiesta,
que son el núcleo duro de la cinta.
-Cuando haya conversaciones el estilo de Scorsese variará,
haciéndose de nuevo acorde a las circunstancias y recurriendo al sobrio y
estricto plano-contraplano, con ciertos insertos generales o del entorno cuando
se necesiten. Conversaciones como la de Hanna y Jordan, Jordan al presentarse
en su nuevo empleo, Jordan con el policía, con su padre, con su detective, con
Donnie…
Destacaré dos ejemplos que permiten comprobar el rigor del
lenguaje cinematográfico de Scorsese y su sobriedad en estas escenas. El
primero es en la conversación que tiene Jordan con su detective una vez éste
le advierte de que está siendo investigado por Denham. Del plano-contraplano se
pasará a un plano general cuando la conversación se interrumpe momentáneamente
una vez el detective parece haber calmado a Jordan, para volver al
plano-contraplano cuando Jordan reinicie la discusión proponiendo espiar al
agente Denham. Scorsese hará un plano medio incluyendo frontalmente a los dos
en otra breve pausa con la reprimenda del detective a Jordan por la idea. Un
gran momento de sobriedad y lenguaje cinematográfico.
Por supuesto Jordan hará caso omiso a las indicaciones de su detective y esto nos lleva al segundo ejemplo, la conversación entre nuestro protagonista y el agente Denham. Allí intentará tentarlo, sobornarlo, presumiendo de lujo y ostentación. La conversación también será en un estricto plano-contraplano, donde la aparente cordialidad y colaboración parecen regir el momento. Scorsese hará un plano general cuando Denham señale las insinuaciones de soborno para que veamos la cercana presencia de su compañero. Lo mismo ocurrirá cuando Jordan ofrezca algo de comer o beber. El momento en el que DiCaprio se identifica con un “villano de James Bond” mientras mueve sus dedos en los respaldos de su asiento, es otro momento extraordinario del actor. Aquí incluso las bravuconadas y desafíos serán alegres, divertidos y desenfadados entre el agente y Jordan, como de costumbre, aunque la cosa acabe algo más crispada. Tirando dinero con desprecio a los agentes que se marchan.
-La sublimación de todo esto lo tenemos en el último tercio,
cuando Belfort opte por la sobriedad. Aquí Scorsese volverá a cambiar no sólo
el estilo sino también el tono, en consonancia nuevamente a cómo ve la vida
Belfort, alejado de la felicidad que le provocaban las drogas y que la hacía
ver todo como una eterna y frívola fiesta. Es por ello que Scorsese enseña dos
discusiones de Belfort con su mujer, en la primera, provocada por una
“sadoinfidelidad” con una tal Venice, se
insultarán y tirarán vasos de agua, pero el tono es desenfadado, hasta el punto
de que ella le provocará sensual y divertidamente, enseñándole su depilado
brasileño con el que piensa pasearse por la casa a todas horas con la regla de
no tocarla, y él responderá con la divertida broma del “oso espía” que está
contemplando toda la escena, para regocijo de los guardaespaldas… Es decir, se
impone la comedia y el tono distendido incluso en un momento que debería ser
dramático y duro. Ingenio e imaginación. La segunda discusión actúa de
contraste y demuestra la idea mencionada de fusión forma-fondo, tono-visión
subjetiva del protagonista, cuando ya no hay diversión, ahora todo es malicia,
indiferencia y violencia brusca, de la poca violencia que se ve en el film. La
diversión brilla por su ausencia, ya no hay bromas, ahora sí se impone el
drama, ahora Belfort ve las cosas de otra forma, agredirá salvajemente a su
mujer e intentará llevarse a su hija, Un tono y una conclusión radicalmente
distinos a la primera bronca que vimos.
El estilo del último tercio se vuelve más sobrio, más oscuro, las actitudes también, más serias, más violentas. La escena de la ruptura entre Jordan y Naomi es perturbadora, desde el inicio. Observamos la indiferencia con la que ella recibe las noticias que le va dando Jordan, una actitud que no habíamos visto antes. La escena de sexo ya no es tan divertida, es tensa, está viciada, resulta incómoda… Será la última de la pareja de hecho, por decisión de Naomi. La discusión será con tomas muy sobrias, con pocos movimientos de cámara, dejando el plano fijo en el dormitorio con el baño al fondo, donde asistimos a una escena violenta con golpes mutuos. Aquí vemos una realidad más objetivizada, porque nunca vimos verdadero interés en Naomi, ni pasión, tan sólo la apariencia bajo el punto de vista de Jordan. Cuando las cosas van mal, ella se irá en consecuencia…
Acto seguido veremos la escalera de caracol, que ya vimos en
la escena de los Lemmon 714, por ejemplo, como símbolo de la espiral de
violencia que estás contemplando y de la caída sin frenos de Jordan hasta tocar
fondo. En consecuencia veremos la brutal agresión con el golpe en el estómago de Jordan a
Naomi. Dureza, ira, violencia.
La escena concluye con el rostro de Jordan distorsionado, difuminado,
ensangrentado, tras el cristal del coche con el que tiene un leve accidente con
su hija. Fin del viaje hacia el abismo.
Curiosamente en esta escena le veremos drogarse, una
recaída, por última vez.
Este último tercio equilibra la cinta de forma magistral.
La amistad.
Ya comenté que la amistad es un tema que Scorsese ha tratado
en varias ocasiones, unas verdaderas y otras falsas, aunque sea un cineasta
que prefiere el retrato de los solitarios e individualistas. Belfort es un
individualista pero su amistad con Donnie Azoff (Jonah Hill) es sincera y complementaria.
La presentación de Donnie vuelve a resultar muy divertida, sus dientes y su
insistencia en hacerse rico rendirán a Jordan de igual forma que el dinero y el
coche de Jordan rendirán a Donnie.
En otro ejemplo de hilarante digresión y diálogos tronchantes
tenemos la escena del bautismo de esa amistad, donde hablarán del matrimonio
con primos e hijos con posibles deficiencias. Escena muy divertida. Como
conclusión los veremos fumar crack, símbolo del mencionado bautismo, en un
lugar secreto, en picado y con una luz roja al fondo, lo que marca el tono de
esa relación, el momento en el que está, lejos de la perversión y excesos que
irán alcanzando, pero punto culminante y sin vuelta atrás.
Acto seguido se independizarán y crearán una compañía propia
con un equipo de incompetentes pero manejables que son presentados uno a uno. A Brad (Jon Bernthal) se le da un plano distinto, dotándolo de
mayor importancia… El momento en el que el musculoso macarra Brad le grita a su
madre pidiendo pollo para cenar es tronchante.
Veremos al grupo reunido, donde tendremos otra buena sesión
de diálogos divertidos, para que descubramos las supuestas habilidades de cada
uno.
“Traédmelos jóvenes hambrientos y estúpidos y los haré ricos
en un santiamén”.
“Véndeme este bolígrafo”.
Aquí comienza el camino hacia la plena corrupción, vender a
gente con dinero acciones de a centavo, tras manipularles un poco con otras
acciones serias y de confianza, claro. Esta nueva travesía de Jordan comenzará
con él tras un cristal, imagen de la falsedad y de ese mundo aparte del
cotidiano.
Las peroratas de DiCaprio en la película son de antología,
un motivador nato, sería un entrenador extraordinario… Menciones a Moby Dick,
Disney, IBM, AT&T… El éxito no tardará en llegar con un divertidísimo DiCaprio marcando el camino. Scorsese lo mostrará con un plano que le encanta,
planos seguidos sobre el mismo decorado que muestra la progresión de la
empresa, cada vez más mesas, más empleados, más dinero…
En uno de sus discursos más entusiastas la comparativa con
un entrenador de cualquier deporte se hace especialmente evidente cuando le
oímos espolear a sus empleados al grito de ¡Mis asesinos! ¡Mis putos guerreros!
Me está encantando.
ResponderEliminarEres bueno, pirata.
Bss
Jajajaja m ealegro. Muchas gracias. No ha sido fácil, la verdad
EliminarTengo que decir, en primer lugar, que no frecuento este blog tanto como me gustaría ya que me he desconectado bastante de ver películas. Sin embargo, esta es una de las pocas que sí he visto y tengo que decir que la crítica es soberbia. S-o-b-e-r-b-i-a.
ResponderEliminarNo obstante, no me gusta tan poca definicón en el tono de la película, que pasa del drama a la comedia Slapstick (la celebérrima escena del coche) sin criterio alguno y para mí eso descompensa la historia. Momentos como el del Osito tampoco aportan mucho a la trama.
Aún así la película me ha gustado mucho, con grandes momentos cinematográficos. Por ejemplo la escena de dentro del coche cuando Jordan con su hija se estrella y esa lágrima ensangrentada. De hecho, me ha recordado un poco a la iconografía cristiana.
A sus pies, Mr Sambo.
Hoa José, siempre eres bienvenido. Es normal que te chirríe o no te gusten tanto esos aspectos que mencionas, es lo que he tratado de explicar en las entradas. Es una apuesta arriesgada de Scorsese, pero es su intención, centrarse en la banalidad, en la anécdota, por encima de la narración, centrarse en el aspecto externo de la vida de la gente de Wall Street más que en el interno de su funcionamiento. Por eso hay tantas escenas digresivas, la de los lemmon es el clímax de esto, no aporta nada a la narración, pero es impresionante.
EliminarLa escena del oso sí es importante porque marca el contraste del punto de vista colocado de DiCaprio, hay dos peleas en la peli y son muy diferentes.
Un abrazo fuerte, Jose.
PD. Muy bien visto ese detalle a la iconografía cristiana.
¿Te lo parece en realidad? No estoy seguro si es una meada fuera de tiesto o no, pero lo cierto es que cuando se estrella en el coche y parece sangrar por el ojo, ¿no parece recordar a la iconografía cristiana? A mí me lo pareció. Sobre todo teniendo en cuenta que es un momento de redención y expiación del personaje, imbuído por la hija pequeña que va en el asiento de copiloto y que debe ser la única cosa que el protagonista valora sin ser él mismo.
EliminarSí me lo parece José, sobre todo tratándose de Scorsese, que siempre pone elementos cristianos y católicos en sus cintas. Ese momento además sería la "pasión" del personaje, con lo que encaja muy bien :))
Eliminar