martes, 18 de febrero de 2014

Crítica: EL LOBO DE WALL STREET (2013) -Parte 3/5-

MARTIN SCORSESE












Estructura scorsesiana.

Como en “Casino” o “Uno de los nuestros”, entre otras muchas, Scorsese introducirá un flashback al poco de comenzar la película para ver cómo hemos llegado a ese punto de inicio. Arranca así la estructura de alzamiento y caída que gusta al director, aunque a menudo no sea ese tema el que le interesa verdaderamente.


La ingenuidad en el inicio de la travesía de Belfort en Wall Street es retratada por Scorsese escuetamente, con rapidez, sin detenerse en exceso en ella, no es lo importante. Esta es una de las fases más narrativas de la cinta. La parte final, con la caída, será más sobria y también más narrativa, siempre en función de la historia y las circunstancias del personaje, pero donde Scorsese pondrá toda la carne en el asador, donde se detendrá a conciencia, será en las digresiones del núcleo central de la cinta, el del éxito. Ahí es donde cobra mayor sentido la propuesta del director de fusionar fondo y forma, prescindiendo de la narración casi por completo, explotando las sensaciones y recreándose en el modo de vida y lo que verdaderamente importaba a Belfort, el hedonismo sin culpa ni complejos. 

Esto es retratado de forma impresionista, fragmentada, como en “Casino”, “Uno de los nuestros”, “Toro salvaje” incluso… un clásico del cineasta, que no pretende la narración, sino el dibujo de un entorno, pero con la diferencia de que ese retrato ahora se basa de forma predominante en la digresión, mucho más que en el funcionamiento y gestación de ese dinero, en su disfrute más que en los medios de conseguirlo. Un cambio arriesgado y brillante en el punto de vista que pone la lupa en facetas a menudo secundarias, incluso en el cine del propio Scorsese.



El primer día de trabajo de Jordan Belfort en Wall Street estará repleto de travellings, drásticas panorámicas y el frenesí de la actividad bursátil. Negocios a pleno rendimiento. Aquí se nos presentará a Mark Hanna (Matthew McConaughey), el mentor y pervertidor de Belfort. McConaughey ha tenido su año, extraordinario en “Dallas Buyers Club” (Jean-Marc Vallée, 2013), por la que está nominado al Oscar, “Mud” (Jeff Nichols, 2012) y esta que nos ocupa, donde sale en una escena cinco minutos y está sencillamente sensacional, hasta el punto de que te acordarás de su presencia al final de la cinta sin duda. Divertidísimo.

  


Hanna explicará la realidad de Wall Street a un purísimo Belfort que ni bebe ni fuma, es su pervertidor y guía oficial. Belfort está felizmente casado con una peluquera, Teresa (Cristin Milioti) pero las peroratas de Hanna acerca del dinero inexistente, de la verdadera finalidad de su trabajo, quitarle el dinero a sus clientes para metérselo en sus bolsillos, y la necesidad de las drogas, el alcohol y el sexo para gestionar todo eso, impactarán en el ingenuo novato. La conversación donde se habla de todo eso, con el ritual musical y rítmico que Hanna enseña a Belfort incluido, cambiará de estilo, pasando del frenesí a la calma. Scorsese para sus grúas y travellings y pasa al plano-contraplano variado, que desde el punto de vista de Hanna incluye a los dos en ocasiones, insertando algún plano general.






Belfort será un alumno aplicado y en seis meses estará plenamente pervertido y entregándose a todos los excesos, ya vimos como disfrutaba del sexo y las drogas esnifando de un estupendo trasero al inicio de la cinta. 



19 de octubre de 1987.

Los 80, los yuppies, las drogas, y el lunes negro, la peor caída desde el crack del 29… Belfort es despedido en su primer día como agente de bolsa con licencia por el caos económico. Una cruel ironía. Scorsese también cambiará aquí la planificación, de la exuberancia de su primer día en Wall Street pasará a planos estáticos, con mucho corte en el montaje, en su primer día como agente fracasado con licencia. De la fascinación y el lujo gozoso de la primera planificación a la tensión y crispación de la segunda. La L. F. Rothschild, abierta desde 1899 cierra las puertas. Una grúa descenderá sutilmente por el rostro de DiCaprio en el cierre, marcando perfectamente desde la  puesta en escena del tono del momento.



El Lobo de Xanadú.

-Es sabido que “Ciudadano Kane” (1941) y Orson Welles son grandes influencias de Scorsese, una de las películas que más le impactó en su vida y que le hizo consciente de la importancia del director. Es la primera película que le impactó de forma plena. En el cine de Scorsese esa influencia de Welles, como de tantos otros, es evidente, pero en esta “El lobo de Wall Street” se hace especialmente patente. El desarrollo del personaje es muy similar, subida y caída, pero también muchos de los momentos que vemos, desde su supuesto altruismo inicial, su corrupción posterior, su pasión por una rubia por la que dejará a su esposa... Cuando vemos a DiCaprio con su periódico buscando trabajo mientras desayuna con su mujer, recordamos la célebre escena de la obra maestra de Welles, donde en paulatinos desayunos se ve la degradación del matrimonio. Del mismo modo escenas como la de las stripers en el lugar de trabajo tiene ese mismo toque hedonista que vemos en la fiesta que monta Kane con bailarinas… guardando las distancias de los excesos… 



-Así tanto Belfort como Kane son acaparadores, acumuladores, avariciosos, necesitan sumar dinero, sumar cosas materiales…. Su función vital es el enriquecimiento sin mayor objetivo, por ello cuando lo tienen todo no pueden dejar de seguir acaparando. En “El lobo de Wall Street” esto está mostrado de forma más ligera, más sutil, no es el núcleo central de la trama, pero está claramente presente, es por ello que Belfort, con todo en contra y contra toda lógica, no abandona su puesto, se resiste en varias ocasiones hasta que se lo llevan a la cárcel… es su verdadera adicción, irremediable para él.

Belfort deberá empezar de lo más bajo, un centro de inversiones modesto de acciones de a centavo. Allí volverá a demostrar su talento, como buen personaje de Scorsese, que sin manejarse bien en la vida y con todos sus defectos, siempre tienen un talento innegable en algo. La conversación de presentación será en estricto plano-contraplano de nuevo, como todas las conversaciones, mientras que el sublime momento donde DiCaprio demuestra sus innatas actitudes de vendedor y timador tendrán una planificación distinta, con DiCaprio en el centro del encuadre mientras el resto de sus compañeros van poco a poco quedando anonadados, fascinados con su habilidad, lo que se resalta con planos estáticos de cada uno de ellos observando al nuevo líder…




Estilismo scorsesiano.

-De esta forma va quedando definida la propuesta e intenciones de Scorsese. Su habitual estilo nervioso, frenético, trepidante, de grandes angulares, grúas, travellings, variedad de ángulos para los encuadres... se fusiona con la personalidad del protagonista y lo que acontece en la historia, haciéndose especialmente patente en las escenas de desfase y fiesta, que son el núcleo duro de la cinta.

-Cuando haya conversaciones el estilo de Scorsese variará, haciéndose de nuevo acorde a las circunstancias y recurriendo al sobrio y estricto plano-contraplano, con ciertos insertos generales o del entorno cuando se necesiten. Conversaciones como la de Hanna y Jordan, Jordan al presentarse en su nuevo empleo, Jordan con el policía, con su padre, con su detective, con Donnie


Destacaré dos ejemplos que permiten comprobar el rigor del lenguaje cinematográfico de Scorsese y su sobriedad en estas escenas. El primero es en la conversación que tiene Jordan con su detective una vez éste le advierte de que está siendo investigado por Denham. Del plano-contraplano se pasará a un plano general cuando la conversación se interrumpe momentáneamente una vez el detective parece haber calmado a Jordan, para volver al plano-contraplano cuando Jordan reinicie la discusión proponiendo espiar al agente Denham. Scorsese hará un plano medio incluyendo frontalmente a los dos en otra breve pausa con la reprimenda del detective a Jordan por la idea. Un gran momento de sobriedad y lenguaje cinematográfico.



Por supuesto Jordan hará caso omiso a las indicaciones de su detective y esto nos lleva al segundo ejemplo, la conversación entre nuestro protagonista y el agente Denham. Allí intentará tentarlo, sobornarlo, presumiendo de lujo y ostentación. La conversación también será en un estricto plano-contraplano, donde la aparente cordialidad y colaboración parecen regir el momento. Scorsese hará un plano general cuando Denham señale las insinuaciones de soborno para que veamos la cercana presencia de su compañero. Lo mismo ocurrirá cuando Jordan ofrezca algo de comer o beber. El momento en el que DiCaprio se identifica con un “villano de James Bond” mientras mueve sus dedos en los respaldos de su asiento, es otro momento extraordinario del actor. Aquí incluso las bravuconadas y desafíos serán alegres, divertidos y desenfadados entre el agente y Jordan, como de costumbre, aunque la cosa acabe algo más crispada. Tirando dinero con desprecio a los agentes que se marchan.



-La sublimación de todo esto lo tenemos en el último tercio, cuando Belfort opte por la sobriedad. Aquí Scorsese volverá a cambiar no sólo el estilo sino también el tono, en consonancia nuevamente a cómo ve la vida Belfort, alejado de la felicidad que le provocaban las drogas y que la hacía ver todo como una eterna y frívola fiesta. Es por ello que Scorsese enseña dos discusiones de Belfort con su mujer, en la primera, provocada por una “sadoinfidelidad” con una tal Venice, se insultarán y tirarán vasos de agua, pero el tono es desenfadado, hasta el punto de que ella le provocará sensual y divertidamente, enseñándole su depilado brasileño con el que piensa pasearse por la casa a todas horas con la regla de no tocarla, y él responderá con la divertida broma del “oso espía” que está contemplando toda la escena, para regocijo de los guardaespaldas… Es decir, se impone la comedia y el tono distendido incluso en un momento que debería ser dramático y duro. Ingenio e imaginación. La segunda discusión actúa de contraste y demuestra la idea mencionada de fusión forma-fondo, tono-visión subjetiva del protagonista, cuando ya no hay diversión, ahora todo es malicia, indiferencia y violencia brusca, de la poca violencia que se ve en el film. La diversión brilla por su ausencia, ya no hay bromas, ahora sí se impone el drama, ahora Belfort ve las cosas de otra forma, agredirá salvajemente a su mujer e intentará llevarse a su hija, Un tono y una conclusión radicalmente distinos a la primera bronca que vimos.









El estilo del último tercio se vuelve más sobrio, más oscuro, las actitudes también, más serias, más violentas. La escena de la ruptura entre Jordan y Naomi es perturbadora, desde el inicio. Observamos la indiferencia con la que ella recibe las noticias que le va dando Jordan, una actitud que no habíamos visto antes. La escena de sexo ya no es tan divertida, es tensa, está viciada, resulta incómoda… Será la última de la pareja de hecho, por decisión de Naomi. La discusión será con tomas muy sobrias, con pocos movimientos de cámara, dejando el plano fijo en el dormitorio con el baño al fondo, donde asistimos a una escena violenta con golpes mutuos. Aquí vemos una realidad más objetivizada, porque nunca vimos verdadero interés en Naomi, ni pasión, tan sólo la apariencia bajo el punto de vista de Jordan. Cuando las cosas van mal, ella se irá en consecuencia…




Acto seguido veremos la escalera de caracol, que ya vimos en la escena de los Lemmon 714, por ejemplo, como símbolo de la espiral de violencia que estás contemplando y de la caída sin frenos de Jordan hasta tocar fondo. En consecuencia veremos la brutal agresión con el golpe en el estómago de Jordan a Naomi. Dureza, ira, violencia.

La escena concluye con el rostro de Jordan distorsionado, difuminado, ensangrentado, tras el cristal del coche con el que tiene un leve accidente con su hija. Fin del viaje hacia el abismo.

Curiosamente en esta escena le veremos drogarse, una recaída, por última vez.


Este último tercio equilibra la cinta de forma magistral.



-Scorsese jugará con las texturas visuales en este desparrame cinematográfico que propone. Así presentará el yate que Jordan le regala a Naomi como si de una teletienda se tratara y luego veremos a Jordan actuando en anuncios televisivos, momento donde es arrestado, mezclando realidad y ficción en un nuevo juego metalingüístico. También veremos texturas de video en la entrevista al padre en la boda de Jordan, donde aparecerá reflejado en el objetivo de la cámara incluso.





La amistad

Ya comenté que la amistad es un tema que Scorsese ha tratado en varias ocasiones, unas verdaderas y otras falsas, aunque sea un cineasta que prefiere el retrato de los solitarios e individualistas. Belfort es un individualista pero su amistad con Donnie Azoff (Jonah Hill) es sincera y complementaria. La presentación de Donnie vuelve a resultar muy divertida, sus dientes y su insistencia en hacerse rico rendirán a Jordan de igual forma que el dinero y el coche de Jordan rendirán a Donnie.



En otro ejemplo de hilarante digresión y diálogos tronchantes tenemos la escena del bautismo de esa amistad, donde hablarán del matrimonio con primos e hijos con posibles deficiencias. Escena muy divertida. Como conclusión los veremos fumar crack, símbolo del mencionado bautismo, en un lugar secreto, en picado y con una luz roja al fondo, lo que marca el tono de esa relación, el momento en el que está, lejos de la perversión y excesos que irán alcanzando, pero punto culminante y sin vuelta atrás.



Acto seguido se independizarán y crearán una compañía propia con un equipo de incompetentes pero manejables que son presentados uno a uno. A Brad (Jon Bernthal) se le da un plano distinto, dotándolo de mayor importancia… El momento en el que el musculoso macarra Brad le grita a su madre pidiendo pollo para cenar es tronchante.





Veremos al grupo reunido, donde tendremos otra buena sesión de diálogos divertidos, para que descubramos las supuestas habilidades de cada uno.

Traédmelos jóvenes hambrientos y estúpidos y los haré ricos en un santiamén”.

Véndeme este bolígrafo”.


Aquí comienza el camino hacia la plena corrupción, vender a gente con dinero acciones de a centavo, tras manipularles un poco con otras acciones serias y de confianza, claro. Esta nueva travesía de Jordan comenzará con él tras un cristal, imagen de la falsedad y de ese mundo aparte del cotidiano.




Las peroratas de DiCaprio en la película son de antología, un motivador nato, sería un entrenador extraordinario… Menciones a Moby Dick, Disney, IBM, AT&T… El éxito no tardará en llegar con un divertidísimo DiCaprio marcando el camino. Scorsese lo mostrará con un plano que le encanta, planos seguidos sobre el mismo decorado que muestra la progresión de la empresa, cada vez más mesas, más empleados, más dinero…



En uno de sus discursos más entusiastas la comparativa con un entrenador de cualquier deporte se hace especialmente evidente cuando le oímos espolear a sus empleados al grito de ¡Mis asesinos! ¡Mis putos guerreros!





 


 



6 comentarios:

  1. Me está encantando.
    Eres bueno, pirata.
    Bss

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    1. Jajajaja m ealegro. Muchas gracias. No ha sido fácil, la verdad

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  2. Tengo que decir, en primer lugar, que no frecuento este blog tanto como me gustaría ya que me he desconectado bastante de ver películas. Sin embargo, esta es una de las pocas que sí he visto y tengo que decir que la crítica es soberbia. S-o-b-e-r-b-i-a.

    No obstante, no me gusta tan poca definicón en el tono de la película, que pasa del drama a la comedia Slapstick (la celebérrima escena del coche) sin criterio alguno y para mí eso descompensa la historia. Momentos como el del Osito tampoco aportan mucho a la trama.

    Aún así la película me ha gustado mucho, con grandes momentos cinematográficos. Por ejemplo la escena de dentro del coche cuando Jordan con su hija se estrella y esa lágrima ensangrentada. De hecho, me ha recordado un poco a la iconografía cristiana.

    A sus pies, Mr Sambo.

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    1. Hoa José, siempre eres bienvenido. Es normal que te chirríe o no te gusten tanto esos aspectos que mencionas, es lo que he tratado de explicar en las entradas. Es una apuesta arriesgada de Scorsese, pero es su intención, centrarse en la banalidad, en la anécdota, por encima de la narración, centrarse en el aspecto externo de la vida de la gente de Wall Street más que en el interno de su funcionamiento. Por eso hay tantas escenas digresivas, la de los lemmon es el clímax de esto, no aporta nada a la narración, pero es impresionante.

      La escena del oso sí es importante porque marca el contraste del punto de vista colocado de DiCaprio, hay dos peleas en la peli y son muy diferentes.

      Un abrazo fuerte, Jose.

      PD. Muy bien visto ese detalle a la iconografía cristiana.

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    2. ¿Te lo parece en realidad? No estoy seguro si es una meada fuera de tiesto o no, pero lo cierto es que cuando se estrella en el coche y parece sangrar por el ojo, ¿no parece recordar a la iconografía cristiana? A mí me lo pareció. Sobre todo teniendo en cuenta que es un momento de redención y expiación del personaje, imbuído por la hija pequeña que va en el asiento de copiloto y que debe ser la única cosa que el protagonista valora sin ser él mismo.

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    3. Sí me lo parece José, sobre todo tratándose de Scorsese, que siempre pone elementos cristianos y católicos en sus cintas. Ese momento además sería la "pasión" del personaje, con lo que encaja muy bien :))

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