Evolución moral.
Conforme avance la narración la personalidad de Keller Dover
(Hugh Jackman) se irá oscureciendo, perturbando, y Villeneuve lo mostrará con
una buena gama de recursos. Lo veremos reflejado frente a un espejo lavándose
la cara, depurándose en ese camino hacia una trasformación.
La frustración comenzará a aparecer en Keller, la seguridad
de la que era obseso, de la que parecía depender, no le ha servido para nada. Cuando su mujer se lo eche en cara lo veremos a él en un plano desenfocado y
luego de espaldas. Cuando salga de casa además, para continuar con este retrato
visual de una personalidad y una moral cambiantes, el rostro de Keller será una
simple silueta, desnaturalizado, difuminando su individualidad, su
personalidad, tras el cristal de su coche. En esa deriva sólo encontrará calma
y apoyo en la religión, por ello de su radio saldrán palabras religiosas, un sostén que usará en varias ocasiones.
Un espejo mientras quita de las manos el trozo de cristal
con el que le atacó Alex y un plano de espaldas mientras trabaja en una tortura más
sofisticada serán nuevos elementos visuales en este viaje hacia los límites de
la moralidad de Keller. Recurriendo al fin que justifica los medios.
Keller aparecerá oscurecido y desdibujado en su reflejo en
otro cristal, en esta ocasión en la casa de la tía de Alex, Holly Jones
(Melissa Leo). Es cuando va allí para intentar recabar información sobre el
laberinto mencionado por Alex. Un paso más en su viaje.
Una magnífica escena que evidencia el pulso y seguridad
narrativa de Villeneuve, así como su confianza en sus actores, es el
interrogatorio y la conversación en la comisaría entre los dos protagonistas,
Loki y Keller, Gyllenhaal y Jackman. Una escena primorosa de fuerza y en
estricto plano-contraplano, donde apreciamos el contraste, la tensión nerviosa
del padre y la compostura comprensiva y profesional del agente. A esta podemos
sumar la anterior, la del primer encuentro entre estos dos mismos personajes y
con los mismos parámetros y planificación.
Loki emprenderá su investigación buscando pederastas por las
cercanías. En sus visitas estos personajes serán retratados casi siempre tras
cristales. El cuarto de ellos será un cura, al que también veremos en primera
instancia tras un cristal, inconsciente por una borrachera mientras veía
documentales bélicos en la televisión. Aquí encontraremos otras de las claves
de la cinta. Un cadáver en el sótano del religioso.
Villeneuve usará una estética expresionista sofisticada en
varias ocasiones, donde las sombras, los claroscuros y el uso de linternas
serán su base. Un ejemplo lo tuvimos en la caravana de Alex Jones y su
detención, en el sótano del cura y el descubrimiento del cadáver tendremos
otro, en una secuencia rodada con muy buen pulso y un gran suspense. Aquí el
espectador puede ver fugazmente la medalla con el laberinto al cuello del
difunto.
El conflicto entre Loki y Keller en relación a la
investigación y más concretamente con respecto a Alex, uno lo considera
inocente y el otro lo ve culpable o que sabe algo, marcará la ruptura entre
ambos, sobre todo cuando el padre de Anna, una de las niñas secuestradas, extraiga
una misteriosa y siniestra frase al extraño y limitado chico, que a pesar de
todo tiene carnet de conducir.
“No lloraron hasta que las dejé”.
De esta forma la narración se diversifica, se divide en dos
líneas de investigación, la que sigue Loki con sus descubrimientos y
procedimiento policial y la que emprende Keller por su cuenta, más drástica,
directa y contundente.
Loki será retratado en varias ocasiones de espaldas, ya lo
vimos en su presentación. Lo volveremos a ver cuando salga de interrogar a Alex en
la casa de su tía sobre lo que le dijo a Keller en el aparcamiento de espaldas
tras el sucio cristal de la puerta.
Su investigación llevará a descubrir un caso de 26 años
atrás y a recabar más datos del cura detenido, en una conversación donde vuelve
a dar más claves de las aparentes, aunque desechadas de entrada por Loki. El
agente y Keller acabarán llegando al mismo punto, pero el agente da
rodeos por sus prejuicios. Villeneuve se mantendrá solidario con el padre,
dedicándole un plano en solitario tras su testimonio. Al final descubriremos
que ese chico secuestrado hace 26 años es Alex, de ahí sus viajes cerca de ese lugar.
Con la investigación que inicia Keller por su cuenta y su
decisión de secuestrar a Alex se plantea cierta ambigüedad que parece buscada desde
el guión y consistente en hacer dudar al espectador respecto al protagonista.
Sólo él escuchó la frase que le dijo Alex, sólo él verá el escalofriante y
sádico acto del chico con su perro y sólo él le oirá cantar la cancioncilla que oímos
al inicio de la película a las niñas. Por tanto la duda estribaría en si lo que
vemos es una verdad objetivada o más bien el punto de vista perturbado de
Keller.
Escenas sencillamente escalofriantes.
Había una escena francamente tensa y perturbadora, de un
suspense excepcional, en la parte final de “Zodiac” (David Fincher, 2007), cinta
con la que se ha comparado en muchas ocasiones a la que nos ocupa, donde el
personaje interpretado también por Jake Gyllenhaal, entra en la casa del
supuesto asesino hacia el final de la película… Saldrá de allí sin que pase
nada, pero en todo momento tienes la sensación de que algo va a ocurrir, la
atmósfera es viciadísima y la sensación de amenaza casi escandalosa, donde
piensas que van a atacar a nuestro
protagonista o éste va a descubrir algo definitivo. Esa impresión se tiene en
varias ocasiones en “Prisioneros”.
He comentado que para lograr el impacto más potente en el
espectador no es necesario recurrir a los excesos que vemos habitualmente en el
cine moderno, algo que parece el único medio para lograrlo. Consiguiendo una buena
atmósfera hechos o actos que en apariencia no parecen nada del otro mundo o no
llegan a nada, sobre todo comparados con las orgías violentas que podemos ver en la actualidad,
acaban resultando completamente perturbadores y taladrando la cabeza del
espectador más que cualquier truculencia o abuso excesivo. Aquí tenemos varios
momentos de una tensión extraordinaria y que provocan verdadera perturbación y
escalofrío.
-El estrangulamiento al perro es uno de esos actos que ponen
el pelo de punta e impactan al espectador, un ejemplo de lo comentado con
anterioridad de lograr el mayor impacto con mínimos elementos gracias a una
atmósfera elaborada y conseguida. Alex sostendrá en vilo al perro, ahogándolo,
durante un rato con un tirón seco, para luego posarlo en el suelo como si nada…
-La escena de la tortura a la que Keller y su amigo Frankin
(Terrence Howard) someten a Alex es otro buen ejemplo, apenas se ve nada, más
allá de algún esporádico golpe y el rostro ensangrentado de Alex, pero el
momento en el que Jackman coge el martillo y destroza el lavabo es francamente
impresionante. La amenaza y la sensación de que cualquier cosa puede ocurrir en
ese momento es absoluta en el espectador. Fisicidad a raudales e
interpretaciones sensacionales para una terrorífica escena que impacta por su
crudeza y realismo. El uso del plano general, distanciándose, en esta escena no
hace sino aumentar la impresión.
-La última escena realmente reseñable por tensa es la del
escalofriante viaje en coche de Loki para llevar a la agonizante niña al
hospital en el clímax de la película, donde la lluvia vuelve a ser
protagonista, como es lógico. Un viaje donde crees que cualquier cosa puede
pasar, con esos planos borrosos donde apenas se ve la carretera y la sombra de
la muerte y un accidente están presentes continuamente… Por fortuna todo llegará
a buen puerto en la que es la secuencia que más se parece a la citada un poco
más arriba de “Zodiac”, la cinta de Fincher.
De alguna manera la fortuna o la providencia coge a Loki por
la pechera para guiarle en la dirección correcta cuando se desvía, así tras
desechar el testimonio del cura se encontrará con un siniestro personaje de
cierto parecido con Alex. Su extraño comportamiento en el duelo frente a la
casa de los Birch, acariciando con devoción un peluche y saliendo corriendo
cuando Loki se fija en él, iniciará la persecución. Aquí Loki estará un poco
torpe ya que se le escapará hasta en dos ocasiones cuando lo tenía en sus manos
en una aceptable escena de acción y estupendo suspense.
Loki puede tener prejuicios pero no se puede negar que es
constante y competente, profesional, revisará videos y declaraciones hasta la
extenuación.
Mayor y mejor suspense aún si cabe lo tendremos en las
incursiones de este personaje, Bob Taylor (David Dastmalchian), en las casas de
las dos desgraciadas familias. Tanto en la casa de los Dover con la mujer,
Grace (Maria Bello), vulnerable y ajena al peligro, como en la de los Birch,
con la aún más vulnerable hija de estos, Eliza (Zoe Borde), a la que vemos
reflejada en un espejo y de la que tememos el peor final al estar sola en la
casa, tenemos ejemplos perfectos de modulación y manejo del tempo y el suspense
de forma excepcional. Todo se aliviará cuando veamos salir a la chica.
Llegado este punto extraña que nadie eche de menos a Alex ni
alerte de su desaparición.
Los Birch se llevarán un sofoco con el plan de Keller,
cargos de conciencia y una presión que Flankin no se verá capaz de llevar solo,
por lo que le contará la situación a su mujer. La escena en la que ella intenta
hacer comprender a Alex, usando la sensibilidad en contraste con la violencia
de Keller, también es magnífica. El plano donde repentinamente vemos el
hinchado y deformado rostro de Alex, tras ver el gesto sorprendido de Nancy
(Viola Davis), es de un gran impacto también.
Los Birch aceptarán el plan de Keller, ahora con una tortura
más sofisticada en la que usará su maña como carpintero y donde utilizará el agua
ardiendo como medio para atormentar a Alex.
“Nos desentendemos”.
Loki investigará la intrusión de ese misterioso personaje y
verá el preparadísimo sótano de Keller, lo que le llevará a seguirle y crear
una nueva tensión en el espectador ante el posible descubrimiento de Alex si
nuestro protagonista no se percata de su presencia. Por suerte o por desgracia,
según se mire, un camión alertará a nuestro protagonista de dicho seguimiento y
podrá disimular. En esta escena volveremos a ver ese recurso tan usado por
Villeneuve, un cristal empañado por la lluvia, en este caso el del coche de
Gyllenhaal.
Keller usará una propiedad que le dejó su padre y que
permanece abandonada para las torturas a Alex, lugar que el agente Loki no
tardará en encontrar a pesar del frustrado seguimiento. Allí Alex dejará otra
de sus enigmáticas frases, que suelta con cuentagotas, aspecto este que ha sido
cuestionado por artificioso con bastante razón. Se hace demasiado evidente que
estas píldoras de información son entregadas de forma muy determinada para
alargar la resolución del caso lo que convenga, lo que resulta, efectivamente,
algo artificioso, que se pretende justificar por la limitación mental del
personaje. Demasiadas reglas que merman la naturalidad en ciertos aspectos.
El sueño recurrente de Keller, donde ve a su hija, también
es algo que nos podíamos haber ahorrado, no aporta nada.
Dedicada a Alberto, un gran cinéfilo.
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Ufff, qué angustioso, no?
ResponderEliminarQ ganitas de verla!! :-)))
Gracias sensei!!!
Besos
Ya me contarás cuando la veas!!!
EliminarBesos
yo la vi amigos ahy parte dos
ResponderEliminarjodieron al pendejo le dieron monda :v
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