miércoles, 19 de junio de 2013

Crítica: LA NOCHE DE LA IGUANA (1964) -Parte 1/3-

JOHN HUSTON











Como ya hicieran directores de la talla de Joseph Leo Mankiewicz (De repente el último verano, 1959), Elia Kazan (Un tranvía llamado deseo, 1951), o Richard Brooks (La gata sobre el tejado de zinc, 1958; Dulce pájaro de juventud), el maestro John Huston también se decidió a sumergirse en el universo del gran dramaturgo Tennessee Williams en esta adaptación de “La noche de la iguana". En ella, además del magnífico texto de Williams, Huston tendrá material suficiente para dejar la impronta de su personalidad, su vitalidad y hedonismo, su amor por la vida, la fuerza y energía habituales de su dirección y personalidad.



Huston dota de gran fisicidad, erotismo, vitalidad, energía, pasión… a un texto que alberga muchos de esos componentes en sí mismo, por lo que el director americano se siente realmente a gusto con él. Además tiene los suficientes elementos de comedia, a veces alocada, que el maestro explotó en varias ocasiones, como por ejemplo en la casi surrealista “La burla del diablo” de 1953. Huston se siente como pez en el agua disfrutando de la sensualidad y sexualidad de sus actrices, a las que saca mayor partido que al angustiado y estrafalario personaje interpretado acertadamente por Richard Burton, recreándose en el calor asfixiante, en los lugares exóticos, el mar, la vida, el alcohol y el sexo.



Un pastor, un ministro de la iglesia, es expulsado de ésta por sus salidas de tono y blasfemias. Reciclado en una agencia de viajes de ínfima calidad será seducido por una Lolita (Sue Lyon, que interpretó para Kubrick el personaje creado por Nabokov), lo que le traerá a mal traer con el grupo que comanda, unas mujeres americanas lideradas por una puritana que no le perdonará su comportamiento con la joven. Para evadirse de los problemas llevará a su grupo a un hotel cerrado en verano. El hotel está comandado por Maxine (Ava Gardner), una sensual y pasional mujer que le ayudará con el airado grupo de señoras.




La película se inicia con el sermón que desencadenará todas las circunstancias comentadas en la sinopsis. Los picados, lo vertical, suele implicar tensión, conflicto, crispación. El sermón tendrá gran cantidad de picados y de contrapicados, un sermón conflictivo, que marca la diferencia del predicador con respecto a los feligreses. La debilidad humana, las tentaciones, las recriminaciones morales… son temas que tratará el reverendo Shannon en su sermón, que aparece agrandado en los contrapicados, que concluirá con un estallido de irá expulsando a su rebaño del templo. Un rebaño, unos feligreses, que lanzan miradas escrutadoras, que cuchichean ante las salidas de tono de Shannon, retratados con planos muy cercanos por Huston, en gran angular, planos expresivos de rostros recriminadores ante los que se revelará furiosamente el personaje interpretado por Burton.




Huston escribió el guión del film, junto a Anthony Veiller, lo que indica que el director quiso llevarse, como he comentado, a su terreno el texto de Williams.



Las iglesias son retratadas grandiosas, como marco de los acontecimientos, una presencia gigantesca, casi agobiante, opresora, para Shannon. La veremos así al inicio y como fondo en la conversación que mantienen Shannon y Charlotte (Sue Lyon), una vez el reverendo se ha convertido en guía turístico, al comienzo de la cinta. Se ha comentado que “La noche de la iguana”, la película, trata sobre el alcoholismo, pero es un aspecto que aquí aparece tremendamente minimizado por Huston. Un detalle curioso y significativo es que apenas vemos beber al protagonista, se aprecia en esta escena inicial, casi furtivamente, y luego en una posterior, nada más. Un gran detalle, de hecho, por parte de Huston.


El director logra en esta primera escena, con Shannon como guía turístico, el contraste. De lo sagrado y puro de la iglesia como marco y fondo de la escena a lo mundano e impuro de su adicción, de su alcoholismo.

Otro contraste lo veremos a continuación dentro del autobús. Un travelling de retroceso en zigzag que encuadra, con un grotesco gran angular que casi distorsiona los rostros de las mujeres turistas, la felicidad de esas mujeres que cantan divertidas. Un travelling que se inicia con el rostro de Sue Lyon y se cierra con el de Richard Burton, que no comparten esa felicidad, una aburrida, el otro sudoroso y hastiado. Un contraste que sitúa a ambos personajes fuera de ese entorno, ajenos, incómodos, obligados a estar sabiendo que no pertenecen a él. Dos personajes que acabarán encontrándose de alguna manera por esta misma razón.


Los primeros planos son casi obscenos, grotescos, escrutadores, agobiantes, obsesivos. La obsesión y las pasiones arrebatadas tan queridas a Williams. La pasión por la vida tan querida por Huston.
Shannon (Richard Burton), hará parar al chófer en el trayecto para observar, junto a un puente, un pequeño oasis de inocencia, un pequeño paraíso, que acaba siendo ignorado por todos menos por él, que en realidad añora esa inocencia y pureza.



Uno de los personajes más interesantes e importantes de la cinta es la señorita Fellowes  (Grayson Hall), de la que trataré posteriormente, baste decir por ahora que tiene un rostro tremendamente inquietante. Con ella se produce otro contraste, el del puritanismo y la perversión, su puritanismo y lo que ella considera el colmo de la perversión, Shannon.


Los contrastes.

La película y la obra se vehicula en los contrastes, he mencionado varios, lo sagrado de la iglesia y lo mundano de la adicción; el que existe entre las puritanas señoras y los “pervertidos” de Charlotte y Shannon; entre la propia Fellowes y Shannon; entre Maxine (Ava Gardner) y Hannah (Deborah Kerr), una morena, otra rubia; entre Shannon y el ex marido de Maxine; entre ese mismo matrimonio… Una construcción ejemplar.

Las iguanas.

Es evidente que las iguanas serán simbólicas, perseguidas por todos los lugareños es comida habitual de éstos.

Saben a pollo”.

Shannon se acabará identificando con el animal. Durante la narración irán apareciendo iguanas en distintas circunstancias que tendrán relación directa con lo que le ocurre al bueno de Shannon. Otro animal incómodo en el mundo, en ese entorno. Amenazado.



-Una iguana aparecerá en el hotel de Maxine, los toca maracas irán a cazarla, quieren engordarla para comérsela. Atrapada, como lo está Shannon, haciendo tiempo para impedir que Fellowes se comunique con su hermano juez.

-La siguiente aparición de la iguana será cuando veamos a Charlotte (Sue Lyon), buscar a Shannon, la mirará y huirá de ella con miedo, casi asco. Esto se relacionará con la escena que acontece a continuación, cuando Shannon la eche de su habitación y ella pase de la adoración al desprecio.

-El siguiente ejemplo lo tenemos tras el intento de suicidio de Shannon, acto seguido aparecerá la iguana que cazaron los hombres-maraca, que ya vimos en la anterior ocasión, atada, como veremos a Shannon en la hamaca.

-La última aparición de la iguana será cuando Shannon se sienta liberado tras la conversación con Hannah, ella lo liberará de la hamaca y él hará lo propio posteriormente con la atada iguana.



Huston se lo pasa realmente bien retratando ese entorno tan fascinante y exótico, las palmeras, el sol, el mar, el sudor, el calor… perfecta y bellamente mostrado con un purísimo blanco y negro fotografiado excepcionalmente por Gabriel Figueroa. Contrastes lumínicos, sacando el máximo partido a ese soleado Méjico, a la noche, a la opresiva sensación de calor, y también moral, que rodea a los personajes. Puro Williams y puro Huston.





Que la película fuera en blanco y negro fue decisión de Huston, que pensó que el colorido del entorno podría distraer de lo verdaderamente importante, el argumento y los diálogos, en contra de la opinión de Ray Stark, uno de los productores. Posteriormente Huston comentó que quizá se confundió en esa decisión.

El agua.

La escena del baño entre Shannon y Charlotte es una de las más recordadas de la cinta, sensualidad, sexualidad, exotismo, tensión... Una atrevida Lyon y un aparentemente distraído e inconsciente Burton. Como contraste a la paz sensual de ese momento tendremos la crispación puritana de la señorita Fellowes, sufriendo denodadamente con la escena. Un Williams sin sufrimiento no es un Williams. El agua se convierte en un símbolo de vida, es un elemento vital, sensual, sexual. Shannon y Charlotte se bañan; Maxine recurre a los baños en la playa donde hace tríos, otra magnífica escena lo ejemplificará, aunque interruptus; el abuelo de Hannah dirá que "el mar es la cuna de la vida" que "la vida empezó en el mar"... Es por ello que Fellowes huye de las olas que se acercan a sus pies y que Huston encuadra en sucesivos momentos.




El prejuicio y el rumor siempre presente con esa puritana.






Dedicada a Percival, un iguaniano




2 comentarios:

  1. El calor y las pasiones. El hedonismo y la represión. La juventud y la madurez, el agua, la luz…
    La vida.

    Interesante primera parte. Esperando las siguientes, donde espero q hables de mi querida, y espléndida en su madurez, Ava; y el intenso y bronco Y sensual Burton…

    Bss

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