Mervyn LeRoy, otro de esos soberbios directores
infravalorados, nos regaló en 1937 otra de sus muchas joyas. Una obra pionera
que marcó la senda del drama judicial que tantos y tan grandes títulos daría en
el futuro… y sigue dando.
Sólo por ser el director de esa descomunal obra maestra que
es “Soy un fugitivo” (1932), LeRoy ya merece ser considerado como uno de los
grandes directores del cine clásico. “Ellos no olvidarán”, aunque no llega a la
brillantez de la mencionada, vuelve a ser otra muestra del enorme talento de su
director, otra joya. LeRoy demuestra valentía en sus críticas, ya lo hizo en su
obra maestra de 1932, donde no dejó títere con cabeza en los sistemas
penitenciario y judicial, incluso logró que gracias a dicha crítica y a
mostrarlos en toda su crudeza cambiarán y mejoraran cosas de ese sistema
penitenciario. Aquí vuelve a mostrarse contundente y ácido en su crítica a
todos los estamentos de la sociedad americana, no se libra ninguno. La prensa
amarillista, la sociedad manipulable, el arbitrario y poco riguroso sistema
judicial… Una gran obra cinematográfica.
Mervyn LeRoy además de estas dos cintas es el director de
obras tan exitosas o notables como “Hampa dorada” (1931), obra vertebral y
pionera del cine de gángsters; “Sed de escándalo” (1931); “El puente de
Waterloo” (1940); “Niebla en el pasado” (1942); “Senda prohibida” (1942);
“Madame Curie” (1943); “Quo Vadis” (1951)… entre otras muchas.
De hecho veremos a 6 veteranos de guerra bajo la estatura
del general Robert E. Lee (1807-1870), que comandó los ejércitos confederados.
Veteranos a su abrigo que rememoran sus tiempos mozos entre sueños y nostalgias
mientras esperan su momento para intervenir en la conmemoración y el desfile por
los confederados muertos. Un simpático plano. Allí reivindicarán su recuerdo.
Más detalles visuales los tenemos en el encadenado que usa
LeRoy para enlazar la escena de la clase con la humillación al profesor y la posterior
conversación de las jóvenes amigas. La risa de la amiga de Mary Clay en clase
se encadena con la que tiene en la cafetería.
El conflicto Norte-Sur, los prejuicios y odios etc. serán
otros aspectos vertebrales de la trama, por ello es un acierto englobar la historia el día de la conmemoración a los caídos confederados.
La ambición política de Andy Griffin, Claude Rains, será
otra de las motivaciones principales de precipiten los hechos, quiere ser
gobernador y busca un caso grande que lo consagre. Un travelling seguirá el
contundente paso de Mary Clay por el desfile.
El hecho desencadenante, el asesinato de Mary Clay, una
jovencísima Lana Turner, está estupendamente rodado, una elipsis precedida de
una sombra, anunciadora de desgracia, y un travelling expresivo de acercamiento
al rostro de la chica, recalcando la emergencia.
Nos introduciremos en la vida privada del guapo profesor
objeto de deseo de las alumnas. Ahí comenzaremos a sospechar de él, se muestra
frustrado por la humillación de la que fue objeto en clase, posible móvil para
el asesinato, tendrá una mancha de sangre en el traje, que según él será del
afeitado que recibió poco antes, y le dirá a su mujer que no se adapta al sur y
que le gustaría marcharse. LeRoy nos hace cómplices de los prejuicios que se
irán generando en la trama posteriormente. Brillante.
LeRoy centra sus dardos en la prensa, es magnífica la escena
irónica donde los periodistas se quejan de que no haya habido ningún accidente
durante el desfile, lo que implica que no encuentran sobre qué escribir. Aquí
se da una idílica visión del sur, no hay crímenes, son amables, la vida es
barata, no como en el norte…
El ascensorista del colegio también es sospechoso, que sea
de raza negra es otro punto a favor del guión, ya que potenciará el tema de los
prejuicios y el posible racismo, añadiendo más aspectos interesantes a la
trama.
LeRoy se descubre como un agudo analista de la realidad que lo rodea, un
ejemplo lo tenemos en cómo muestra la frivolidad de las chicas jóvenes, ya
vimos un anticipo en la conversación en la cafetería entre Mary Clay y su
amiga, pero la escena donde otras alumnas se lamentan del asesinato ante la
prensa con una enorme sonrisa en la boca es demoledora.
Rains, Andy Griffin, se encargará de la investigación. Todas
las interpretaciones son aceptables pero resultan muy exageradas para el
espectador actual, cierta influencia del mudo quizá. En el caso de Rains es
especialmente llamativo, pero de alguna forma funciona a la perfección como
ejemplo de esa intensidad sureña, andares vigorosos, su puro… La joven Lana Turner está muy guapa, aunque
también algo exagerada.
La investigación está muy bien construida, siguiendo los
pasos lógicos. También la construcción del crimen es interesante, cómo a través
de unas anécdotas aparentemente intrascendentes se desemboca en un hecho
terrible. El olvido de un neceser, un comentario en clase del director… En cualquier caso es algo cuestionable que todo esto se genere en un día de fiesta. Puede
pasar que el profesor no lo conozca (aunque tampoco tiene mucho sentido, debe
ser que no había avisos), pero que tampoco las alumnas lo sepan y vayan a clase
o que el propio colegio esté abierto, resulta algo forzado.
El asesinato va retratando, bajo la atenta mirada de la
cámara de LeRoy, los prejuicios y el lado más oscuro, retrógrado y salvaje de
la comunidad, una masa informe sin la menor capacidad de análisis, manipulable
de la forma más sencilla y estúpida por los medios de comunicación o lo que se
tercie. Racismo, tomarse la justicia por su cuenta, vulnerar las leyes y el
estado de derecho, nula capacidad de análisis, entregarse al prejuicio o las
emociones básicas… Estamos en 1915.
Así vemos que la crítica de LeRoy es sumamente ambiciosa, al
sistema judicial, incapaz de asegurar la protección y tutela de los sospechosos
e incapaz de mantenerse impermeable a la opinión pública y los medios de
comunicación; crítica a la propia opinión pública y la sociedad en general; al
periodismo, su amarillismo y búsqueda del morbo sin mirar en las consecuencias;
a los prejuicios de todos ellos; a la búsqueda de venganza; al posible racismo…
Más recursos visuales. El círculo que el fiscal Griffin deja
vacío para su sospechoso es cubierto por el rostro de Hale (Edward Norris), el profesor, que en
ese momento se pone una corbata frente a un espejo. En un solo plano se nos
llevará precisamente a la estancia del profesor sin corte alguno, en un efectivo
truco visual. Un muy original recurso de puesta en escena de LeRoy.
La prensa no tardará en mostrar sus garras como alimañas y
tratará de sacar provecho con mentiras y manipulaciones, además de violaciones,
a la mujer de Hale y a todo lo que se cruce por su camino. Una prensa sin
escrúpulos, dispuesta a lo que sea por una primicia o noticia sensacionalista.
La reflexión va más allá, ni siquiera se cuestiona tan gravemente el
sensacionalismo como la manipulación torticera de los hechos en base a
prejuicios, retorciéndolos por conveniencia y morbo, por negocio, por mejorar
ventas.
El fiscal Griffin se decidirá a detener Hale tras una conversación
de bar, es decir, cuando ve y siente que puede condenarle al palpar la opinión
pública, ¿qué mejor lugar que un bar para ello?. El rigor y la honestidad. En
esta escena tendremos una sucesión de primeros planos de los contertulios.
Anteriormente vimos un feliz travelling de la bella Mary
Clay cuando iba, inconsciente, hacia su muerte. Ahora veremos otro de la mujer
de Hale, Gloria Dickson, desesperada por ver a su acusado marido, dirigiéndose a
la comisaría. Dos mujeres y dos travelling que las vinculan.
Desde luego el supuesto asesino no muestra el más mínimo
gesto que nos pueda hacer sospechar, se comporta con total naturalidad. Ni se
inmuta al descubrir su mujer la mancha de sangre en su chaqueta. Son bastantes
coincidencias en el guión, pero muy bien llevadas, especialmente por la
conclusión abierta.
Las críticas al sistema legal y al uso de los prejuicios para
alcanzar el objetivo buscado, se sigue mostrando descarnadamente en la escena donde
se manipula al negro que estaba en el colegio en el momento del crimen.
De la justicia a la prensa de nuevo. Los directores de los
principales periódicos están preocupados por la crispación creada, tensión y
violencia que se mascan. Esta escena donde conversan de nuevo con Griffin
vuelve a estar planteada con primeros planos cortos de los allí reunidos.
Todo esto nos lleva al juicio en sí. Ya comenté que era una
cinta pionera de este tipo de películas. Aquí la acusación no tendrá más que
pruebas circunstanciales, mentiras, testimonios
falsos, prejuicios, ambición… Esto sumado a la sed de venganza del
pueblo crea el caldo de cultivo perfecto para la injusticia. Entre los
testimonios veremos el del negro que fue acusado en primer lugar y manipulado
posteriormente para que incriminase a Hale. El pobre parece en estado de pánico
constante. Tras el interrogatorio del abogado defensor se retractará y dirá la
verdad, algo que no parece perturbar lo más mínimo ni a la prensa ni a la
opinión pública, que seguirán con su juicio paralelo basado en buscar la
condenación de Hale cueste lo que cueste. Una prensa que en vez de informar
pretende manipular a la opinión pública para adoctrinarla o llevarla donde le
conviene por propios intereses, algo muy actual.
Odio, prejuicios, miedo…
El alegato de la acusación, de Griffin (Claude Rains), suple
la falta de pruebas y argumentos con aspavientos, gritos, recursos fáciles y
demagógicos, nada significativo a nivel jurídico pero muy efectivo con un
jurado popular.
Espléndida es la escena donde el periodista que comanda el
juicio paralelo, Bill Brock, interpretado por Allyn Joslyn, narra desde una
ventana la espera de los asistentes al juicio a que se dé el veredicto. Una
prensa que juega con las personas, manejándolas y usándolas como si fuera un
espectáculo de circo, como si fuera un partido de fútbol. Así es precisamente
como este periodista retransmite el comportamiento de la gente desde su ventana,
como si fuera un partido. Tan brillante como escalofriante.
Al menos el gobernador que ostenta el poder es riguroso y
honesto con su cargo. Una agudísima reflexión en la conversación con su esposa.
Sabe que si indulta al acusado su carrera como gobernador habrá acabado,
incluso se deja caer que si pretendiera volver de verdad a postularse para
el cargo no lo tendría que indultar, haciendo primar sus intereses políticos a
la justicia. Gracias a que la mujer de éste apela para que haga lo justo
llegará el indulto. Sin pruebas el veredicto es injusto, la salvaguarda de la
justicia y el sistema de derecho. Tras la crispación y manipulación creada por
políticos, periodistas y la debilidad de la justicia, la masa descerebrada
optará por tomarse la justicia por su cuenta.
Es escalofriante la escena de la detención del tren y
posterior apaleamiento a Hale, el profesor, algo que sucederá en off y sabremos
mediante una elipsis. Otro tren se cruzará golpeado un saco colgado, hecho
simbólico del asesinato de Hale. La masa descerebrada, sin la más mínima
capacidad de análisis, desnaturalizando la vida humana, convirtiéndola en un
saco para poder acabar a gusto con ella. Todo producto del azuzamiento de los
poderes.
El plano final es lapidario. El fiscal y el periodista
viendo como la mujer de Hale se va después de haberles retratado y dicho la
verdad a la cara, y preguntándose, tras
la tragedia, si en realidad Hale cometió el asesinato.
LeRoy no da solución al caso, un detalle realmente
brillante. No es importante si lo hizo o no, lo importante es la necesidad de
responsabilidad en los que ostentan cargos importantes, que sean competentes y
honestos. Salvaguardar los derechos, el respeto a la vida… Lo importante es que
la sociedad pueda confiar en la justicia y en sus gobernantes y para ello se
debe cuidar el estado de derecho.
Una terrorífica crítica a todo lo mencionado, sistema
judicial, prensa, sociedad… nadie se libra. Notabilísima cinta negra y de
denuncia.
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