Siempre pensé que en la realización de "El tercer
hombre" (1949), la mano de Orson Welles había sido muy alargada, que su director,
Carol Reed, en realidad ponía poco más que el nombre en el mencionado título.
Después de ver films como "El ídolo caído" (1948) o, sobre todo, este
"Larga es la noche", cambió mi opinión. Dos años antes de su película
más afamada, "El tercer hombre", Carol Reed nos dejó esta obra maestra
donde no deja lugar a la duda sobre su talento.
James Mason es el líder de un comando del Sinn Fein, una
organización que lucha para lograr la independencia de su país, en una ciudad
en el norte de Irlanda. Para lograr fondos de financiación para sus
actividades planea un atraco que no sale del todo bien y en el que resulta
herido.
Tras este suceso, Reed nos llevará por Belfast en la huida
de este hombre, que irá encontrando sucesivos personajes que se encontrarán en
la encrucijada de involucrarse o mantenerse al margen. El personaje de Mason se
encuentra solo, herido y atrapado en esa ciudad donde cada persona puede ser un
delator y donde su grupo intenta encontrarle.
Reed hace un retrato perfecto de toda esa sociedad, sus miedos e incertidumbres, donde el mundo femenino tiene mucha presencia.
Reed hace un retrato perfecto de toda esa sociedad, sus miedos e incertidumbres, donde el mundo femenino tiene mucha presencia.
Reed no entra a
valorar moralmente a ese grupo independentista, ni sus métodos, ni siquiera si
su fin es justo o no, lo que le interesa es mostrar cómo responde la sociedad,
las personas, ante esas situaciones.
Mason, Johnny McQueen, que así es como se llama su personaje,
representa la rebeldía, la lucha, y por ello es admirado incluso por los niños,
pero a la vez temido por la mayoría de ciudadanos, que si bien respetan sus
actos, en muchos casos el miedo les impide ayudarle o apoyarle. De ese miedo no
se libran ni sus propios compañeros, que basándose en excusas y en echarse la
culpa los unos a los otros, provocaron que Johnny quedara abandonado tras el
atraco. Una vez organizada la búsqueda por parte de sus compañeros, vamos
observando cómo responden diversos personajes ante la situación de tener que
proteger u ocultar a Johnny. Se suceden las traiciones, aparece el egoísmo, el
aprovechamiento de la situación para beneficio propio, pero también la
amistad, el sacrificio, el amor o la humanidad. Ejemplo de todo esto es la
escena de las mujeres que ayudan a Johnny cuando creen que ha sido atropellado.
Tengo que ir mencionando la enorme labor, el talento
excepcional que demuestra Reed a lo largo que todo el film, en todas y cada una
de las escenas, como por ejemplo en la persecución de la policía al compañero
de McQueen que le cubre la escapada. Su dirección, cómo muestra la ciudad, su
arquitectura, sus ambientes, sus callejones oscuros, la lluvia, la nieve, que está
rodada como pocas veces se han visto en cine, sus encuadres oblicuos que acentúan
la tensión, que también usará para enfatizar estados anímicos o perturbaciones
mentales, todo ello está a la altura de la persecución final de la que ya rodó,
de forma también magistral, en "El tercer hombre".
Rasgos estilísticos como el uso de las sombras con
contenido, para mostrar las dudas de esa sociedad, los claroscuros de los personajes,
para insinuar la muerte; los encuadres oblicuos mencionados, tan del gusto del
Welles y por los que se desprestigió la labor de Reed en “El tercer hombre” al
considerar muchos que su estilo era parecido, cuando en realidad se fue gestando
en paralelo al maestro; el uso de los decorados, como los derruidos ambientes
que simbolizan la desoladora moral de algunos personajes, la nieve omnipresente, purificadora o esas rejas donde muere el protagonista, atrapado y
encarcelado por sus ideas... inundan el film y demuestran el talento extraordinario
de un director tremendamente infravalorado. Todos detalles que redondean una
obra maestra.
La belleza de los encuadres, la sensación de frio que logra
transmitir, esa lluvia que se va convirtiendo en nieve de una plasticidad y un
realismo extraordinario, recrean con precisión el entorno de los personajes. Con
todo ello Reed demuestra ser uno de los mejores directores retratando ciudades
y sus ambientes, como ya hizo con la Viena de postguerra en "El tercer
hombre", aquí lo hace con Belfast. La belleza de las imágenes y el caer de
la nieve, que es de antología, el uso de las sombras, hacen de la ciudad, como
ocurrirá también en "El tercer hombre", un personaje más. La
profundidad en el retrato de la ciudad no se queda tan solo a nivel estético,
espectacular en este sentido, sino a todos los niveles. El comportamiento de
cada persona en cada episodio en el que se ve involucrado el protagonista y sus
formas de actuar con respecto a él, sirven para mostrar un fresco de esa
sociedad, para entenderla, desde ese compañerismo reinante, en muchos casos, a
su profundo sentido católico y su religiosidad o el miedo generalizado al que
se sobreponen en unos casos o se someten en otros. Todo está integrado a la
perfección, la profundidad de sus contenidos con la bellísima estética del
film.
La lluvia, que se va convirtiendo en nieve conforme avanza
la película, acaba simbolizando la purificación paulatina del protagonista,
hasta llegar a un final absolutamente magistral donde "ética" y
"estética" se unen de forma perfecta en la redención de McQueen. En
esa redención la única persona que le ayuda de forma incondicional es Kathleen (Kathleen Ryan),
su enamorada.
Entre las pocas pegas que pueden ponerse al film cabe
mencionar el episodio del pintor, que no aporta gran cosa y parece algo
gratuito en líneas generales, pero lo que es evidente es que estamos ante una
obra maestra de un director bastante ninguneado e infravalorado.
No la conocía. Me ha parecido interesantísima!
ResponderEliminarTus análisis dan ganas d quedarse a vivir en una filmoteca!!!
Esta va a mi lista laaaarga de pendientes!!!
Gracias Sambo!!
Besos!!
Es una joyita, creo que te gustará.
EliminarGracias a ti Reina.