Curiosa película protagonizada por el imprescindible Robert
Mitchum. Una cinta inclasificable que mezcla géneros con igual facilidad que
con la que se comen pipas. Su peculiaridad, que también es su mayor debilidad,
dota a la cinta de un aire alocado y excéntrico que le da encanto. La película
que dirige John Farrow es, indudablemente, singular.
Una trama de cine negro clásico al uso, con Mitchum
encarnando al protagonista como acostumbra, que torna en drama romántico para
acabar como una disparatada comedia. Tres en uno.
“Las fronteras del crimen” se inicia como una película de
género negro al uso, algo que parece se mantendrá hasta el final, que es cuando
nos damos cuenta de la cinta sui generis que estamos presenciando. La parte
romántica central pasa más desapercibida porque entendemos que se procuran de
desarrollar personajes mientras se salpica la narración con elementos de la intriga que se
plantea al inicio. Cuando en la parte final todo se desboca nos percatamos de
la mezcolanza de géneros que contiene. Saltan a la vista las desviaciones de
guión de forma sorprendente, pero lo cierto es que acaba resultando encantador.
Esa parte central donde parece que el director olvida por qué estamos en ese
lujoso hotel y la historia que nos quería contar nos va dando pistas de ante qué
película estamos.
La voz over de Mitchum llevará la narración, como
corresponde en una cinta de cine negro, algo que quizá sobra un poco porque en
un buen número de escenas Mitchum no está presente en la historia que Farrow nos
va contando, creando problemas de punto de vista.
El primer plano de la cinta, la magnífica presentación del
malísimo Raymond Burr, que interpreta a Nick Ferraro, es sin cortes. Un villano
que no reaparecerá hasta la parte final. Un plano casi fijo donde vemos a Burr
al fondo del encuadre acercarse lentamente hasta el primer plano. Una gran presentación.
La de Mitchum será bebiendo un vaso de leche en un bar, donde nos contará sus
recientes peripecias, fue detenido sin comerlo ni beberlo bajo una falsa
acusación, algo que sabremos preparado por una asociación mafiosa que quiere
utilizarlo para sus fines. El camarero resulta tremendamente sospechoso, si
bien no vuelve a aparecer en la película. Mitchum no bebe alcohol, una de esas
peculiaridades con las que dotaban a sus personajes los clásicos, ¿quizá por un
pasado alcohólico? El caso es que resulta extraño ver a alguien que no beba
en aquella época, especialmente en una cinta de cine negro.
Farrow usará las sombras y los claroscuros con sabiduría,
como corresponde a toda buena cinta de cine negro clásico. Será una constante
en escenas de amenaza, tensión o violencia. Un buen ejemplo lo tenemos en el
apartamento de Mitchum, estupenda escena, con sombras largas que llegan hasta
el techo y que crean el perfecto ambiente antes de que nuestro héroe resulte “apalizado”.
Mitchum está sin blanca. Su injusto encarcelamiento y la
visita de los matones para pedir un pago que no debe, son parte del plan de la
asociación mafiosa. Dejarle sin dinero para que acepte el trabajo que le
quieren encargar… Mide y pesa lo mismo que el mafioso Ferraro, aunque él aún no
lo sabe. Robert Mitchum nos deleitará con su habitual cuajo y chulería, incluso después de recibir una
paliza, el saber estar de los actores y detectives clásicos.
En el paseo hacia el salón en la mansión de los mafiosos
también tendremos sombras, la incertidumbre, pero estás cederán a una
iluminación menos tenebrosa en dicho salón. Gran detalle.
El inicio del relato es estupendo, un buen planteamiento
para involucrar a nuestro protagonista en la historia. Todas sus desgracias
planificadas para que acepte el trabajo.
Esto nos lleva a Méjico.
Aquí comenzaremos el grueso de la película, una fase
romántico-dramática, salpicada de toques de la trama negra donde tendrá
especial importancia el personaje que interpreta Jane Russell, nuestra femme
fatale. En un perdido bar mejicano la oirá cantar, dice ser de familia rica.
Nuestro amigo Mitchum quedará prendado inmediatamente… la película sigue los
caminos clásicos del cine negro. Trama enrevesada, mafiosos, hombre duro
manejado por el destino, voz over, mujer misteriosa y mentirosa, lugares
exóticos…
La historia de amor entre Mitchum y Russell se vertebrará sobre una botella de
champagne. El lugar de destino de ambos, el hotel de José Morro, tiene otra
magnífica presentación, como si de un sueño se tratara, al aparecer tras las
nubes en un plano aéreo desde al avión en el que van los protagonistas.
Los paralelismos con “Casablanca” (Michael Curtiz, 1942),
son muy evidentes. Una mujer entre dos hombres, un lugar perdido, un hotel que
también servirá de escenario para escenas calcadas a la película que
protagoniza Bogart… En el propio hotel tendremos un espléndido travelling que
recorrerá parte de sus interiores y que recordará a la entrada de la cámara en
el Rick’s Café, hasta encontrarse con Mitchum.
-“Es bonita, eso es lo interesante.”
En el hotel la narración es escindirá en múltiples tramas
secundarias, muchas de ellas gratuitas y que no aportan absolutamente nada.
Mitchum irá tocando todos los palos para intentar descubrir de qué va el
trabajo, ya que no había sido informado, aunque sí muy bien pagado.
Entre las tramas secundarias que no aportan nada tendremos
la del matrimonio de recién casados, forzada a más no poder desde su mismo
inicio, cuando Mitchum entabla conversación con la asustadiza y rubia esposa de
forma artificiosa. Esta trama seguirá y nos dejará una escena calcada de
“Casablanca”, donde Mitchum, haciendo de Bogart, sacará del apuro al joven
marido que se estaba dejando los cuartos en una partida de cartas. El problema
es que si en “Casablanca” la escena resultaba completamente coherente y servía
para desarrollar al personaje de Rick, sus contradicciones y verdadera forma de
ser, aquí resulta un pegote sin sentido. Mitchum, de repente, y sin previo
aviso, se convierte en defensor de los desvalidos (la pareja de recién
casados), en un idealista quijotesco, en la interesante partida de cartas. Un
arrebato de generosidad algo fuera de lugar. Muy difuso.
El excéntrico papel de Vincent Price tendrá su presentación
vestido de cazador. Un famoso actor, egocéntrico y apasionado de la caza.
Uno de los rasgos estilísticos más usados por Farrow son los
ligeros contrapicados en los que rueda muchas escenas, especialmente de tensión
o violencia, que se añaden a las sombras. Lo vimos en la escena del apartamento
de Mitchum, entre otras, y lo podemos apreciar también en la de la habitación
del hotel desde donde Dan Milner (Mitchum), escucha una conversación. No se
puede negar el indudable pulso, sabor y saber hacer que tiene la cinta hasta
ese momento. Clásico aroma de cine negro. Mantiene el interés de forma
constante. Acto seguido, y como no podía ser de otra manera en ese clima
creado, habrá otra escena de violencia repleta de sombras, la visita de Mitchum
al bungalow de Krafft. Otro ejemplo con contrapicados lo tendremos en la
conversación que mantienen Mitchum y el falso borracho, que en realidad es un
policía. En dicha conversación el policía informará de todo a Dan, le dirá que
es una cabeza de turco y que quieren suplantarle por Ferrero y así poder
introducir a éste en Estados Unidos, algo que no podría hacer con su verdadera
personalidad. Para ello le harían una operación estética, algo que nos recuerda
a la moderna “Cara a cara” de John Woo (1997). Como también corresponde a las
grandes cintas del género negro, las sutilezas estarán bien presentes, por
ejemplo en esa mirada desde la lejanía que Milner hace a Lenore (Jane Russell)
y luego a su sobre con 10 mil dólares.
Dan Milner (Mitchum) es un hombre tremendamente pagado de sí
mismo. Acepta un peligroso y poco claro trabajo sin información, aunque muy
bien pagado, como comenté. Su situación era complicada pero no duda lo más
mínimo, cree que podrá manejarse con ese ego tan grande y característico de los
duros del cine negro.
El ego no es exclusivo del personaje de Mitchum, tendrá su
espejo y variante en el personaje de Vincent Price, Mark Cardigan. Tendremos
una buena prueba en esa escena donde lo vemos viéndose a sí mismo en su última
película, arrebatado, orgulloso y disfrutando como un enano. Ego a raudales, son ególatras sin límites.
-“Me habría gustado por eso.”
Jane Russell es tremendamente provocadora y sexy, en esta
cinta está irresistible. Cantará dos canciones y media, la última será
interrumpida al descubrir un cadáver, espero que no fuera un detalle irónico de
Farrow. Su química con Mitchum es tremenda.
Otro de los puntos más sobresalientes de la cinta son sus
diálogos, algunas frases son sencillamente magistrales. Mitchum, con su
socarronería y sarcasmo habituales, se reserva las mejores líneas de guión.
Notable es la escena del beso en la tempestad, beso
arrebatado e intenso. Un gran momento.
La trama va perdiendo pie, la divertida simpleza y
frivolidad del personaje de Price la hace perder definición. Muy dispersa.
Muy interesante y brillante resulta la escena del bar tras
el segundo beso de la pareja. Allí irán apareciendo buena parte de los
personajes creando una gran ambiente de tensión y dando algo de cohesión a
todas las tramas. La ingenua esposa del joven matrimonio dará un beso a Mitchum
como agradecimiento, veremos merodear por allí al hombre de las gafas de sol
(Krafft), a Morro o al pesado jugador que quiso sacar el dinero a la pareja de
recién casados… Una gran puesta en escena.
Notable también es la escena, con luces y sombras, ente el
policía y el mafioso Thompson. Linternas, claroscuros, sombras, pistolas… y
violencia, como se preveía. Una gran elipsis nos mostrará el cadáver del policía
interrumpiendo una canción de Russell.
El uso de los contrapicados por parte de Farrow nos muestra
además los techos, techos opresores, agobiantes, que parecen aplastar a los
personajes en un encierro claustrofóbico en las escenas más tensas. Esto en la
parte final pierde sentido por su desfase.
En dicha parte final Vincent Price se apodera de todo. Un excéntrico
actor que disfruta de una aventura real intentando ayudar al bueno de Mitchum.
Disfruta de verdad, una verdadera actuación, es por fin un verdadero héroe. En
no pocas ocasiones huele a cadáver, sobre todo cuando se pone romántico, pero
lo cierto es que el bueno de Cardigan (Vincent Price) se las arregla
magníficamente bien. Esta parte final es de un ritmo trepidante, aunque es
donde hay un mayor número de incoherencias y artificios. Aventuras, acción sin
freno y buenas dosis de violencia bajo el tono de una comedia tremendamente
desfasada que deja perplejo al espectador.
Resulta poco creíble cómo sube Mitchum al barco, se acerca
con un bote desde gran distancia que casualmente nadie detecta… Poco después
cuando Price reúna a un grupo y se acerquen al mismo barco para rescatar a Mitchum
lo detectarán a gran distancia. Poco coherente. La pelea y la persecución a
Mitchum por el barco son excelentes y están muy bien rodadas, además al bueno de
Robert Mitchum le darán otra buena paliza.
Vincent Price acapara todo el protagonismo en esta parte,
recitando frases shakespearianas por donde quiera que va, los vaivenes de tono
se hacen cada vez más marcados. Con todo, la escena donde vemos la lancha
hundirse ante el peso de todos los que la embarcan es uno de los grandes
momentos de la cinta. Tronchante, especialmente por el gesto del gran Vincent
Price. Mientras esto sucede a Mitchum le hacen todo tipo de perrerías.
Tampoco se entiende bien, en el colmo del artificio, la
tardanza en matar a Mitchum, la única justificación es que es el héroe y hay
que dar tiempo para salvarlo.
Magnífica es también la escena de la muerte de Ferraro y el
manejo del punto de vista que usa Farrow. El final será feliz, aunque ni Mitchum
ni Russell parezcan saber planchar muy bien. Una evidente metáfora sexual.
Una cinta muy divertida, entretenida, con una parte final que desbarra bastante en esos momentos de excéntrica y desfasada comedia. Contiene un exceso de tramas y personajes intrascendentes (la mujer de Price, que aparece para darle un buen final al personaje), pero que sorprendentemente llega a buen puerto.
No defrauda.
Mitchum siempre me ha parecido un actor perfecto para los papeles equívocos, con trasfondo turbio. No le veo guapo…tiene el magnetismo del malote.
ResponderEliminarLa Rusell está de quitar el hipo. Y muy bien vestida.
Y Price, muy gracioso. Has oído su actuación en VO? Su voz, famosérrima!!
Gracias Sambo!!
Muy bien visto Reina, muy cierto, Mitchum tiene un trasfondo de malote, podría hacer de las dos cosas, tiene esa ambigüedad. Muy buen detalle.
EliminarLa verdad es que la Russell está tremenda aquí jajaja. Esta no la he visto en V.O, pero imagino que estará pletórico, su voz honda es un mito.
Un beso.