El húngaro Michael Curtiz logró sostener y llevar a buen
puerto un rodaje que era puro caos, y lo hizo sin dominar bien el inglés, que
hablaba casi como los indios, pero con un carácter firme y exigente,
autoritario y claro, por el que era famoso. Vamos, que se hacía entender. ¡Vaya
si lo hacía!
En Michael Curtiz se pueden encontrar temas comunes o rasgos
distintivos en muchas películas, como en casi cualquiera, pero tiene más que
ver con que es lógico que cuando ruedas muchas películas determinados temas se
repitan que con verdaderos signos autorales, temas y obsesiones recurrentes del
director. Michael Curtiz es uno de los más brillantes artesanos que ha dado
Hollywood, además de uno de los directores más prolíficos de la historia, llegó
a rodar más de 165 películas, incluso entre 1930 y 1939 rodó 88, un récord
absoluto en la Meca del Cine. Director importantísimo para la carrera de Bette
Davis, con la que rodó su única cinta a color de los 30, “La vida privada de
Elizabeth y Essex” (1939) y obras de la talla de “Veinte mil años en Sing
Sing”, o Errol Flynn, al que convirtió en la principal estrella de Warner con
obras de arte como “El capitán Blood” (1935); “La carga de la brigada ligera”
(1936) o “Robin de los bosques” (1938). De hecho tras “Casablanca”, Bogart se
convirtió en la estrella más taquillera de Warner, así que Curtiz también fue
importante en su carrera… y en la de Ingrid Bergman. Mitos y leyendas de
Hollywood lograron su único Oscar en cintas suyas, como Joan Crawford con la
excepcional “Alma en suplicio” (1945) o James Cagney con “Yanqui Dandy” (1942),
este último además estuvo nominado por otra joya de Curtiz, “Ángeles con caras
sucias” (1938).
Michael Curtiz se manejó en todos los géneros, en los que
tiene variadas y numerosas obras maestras, joyas indiscutibles, éxitos
tremendos o notables títulos… La lista es extraordinaria y merece la pena
recorrer algunos de estos títulos, como el extraordinario drama carcelario
“Veinte mil años en Sing Sing” (1932), con Spencer Tracy y Bette Davis, nada más
y nada menos; clásicos indiscutibles e imperecederos del cine de aventuras,
quizá donde más a gusto se encontraba, como “El capitán Blood” (1935), “Robin
de los bosques” (1938), “El halcón del mar” (1940); otras aventureras sin Errol
Flynn como “El lobo de mar” (1940); películas menos conocidas dentro del drama
y el cine negro como “Kid Galahad” (1937), con Bette Davis y Edward G. Robinson,
otra de puro cine negro como “Sin sombra de sospecha” (1947); obras maestras
ejemplares del cine negro como “Ángeles con caras sucias” (1938), “Alma en
suplicio” (1945), joya que le dio el Oscar a Joan Crawford y era un melodrama
que tornó en cinta negra al incluirse un crimen en la misma, acertadamente; interesantes
westerns con Errol Flynn y Olivia de Havilland, eterna pareja, como “Dodge,
ciudad sin ley” (1939) u otros tan interesantes como la que fue su última
película, “Los comancheros”, un excelente título con John Wayne como
protagonista y donde sólo falla lo que mejor se le daba al director, algunas
escenas de acción; otras aventureras con la imprescindible pareja Flynn-Havilland
como “La carga de la brigada ligera” (1936); películas más discretas pero que
no dejan indiferente por su cuestionable moral como “Camino de Santa Fe” (1940);
comedias musicales como “Yanqui Dandy” (1942), que le dio el Oscar a James
Cagney; interesantes cintas bélico-aventureras como “Pasaje a Marsella” (1944);
dramas musicales, con Cary Grant interpretando a Cole Porter como en “Noche y día”
(1946), o con Kirk Douglas en “El trompetista” (1950); comedias simpáticas como
“Vivir con papá” (1947) o “No somos ángeles” (1955), con Humphrey Bogart; dramas
como “Flamingo Road” (1949) que intentó extender el éxito de “Alma en suplicio”
repitiendo equipo, ya que la cosa fue perfecta en todos los sentidos, aunque
esta cinta es inferior a la mencionada; biopics como la mencionada “Noche y
día”, “El hombre de bronce” (1951), que
inmortaliza a Jim Thorpe, un portento americano del
deporte, protagonizada por Burt Lancaster o “Francisco de Asís” (1961); remakes como “El cantor de Jazz”
(1952), cinta que fue en 1927 la primera película sonora de la historia;
históricas como “Sinuhé, el egipcio” (1954), que adapta la novela de Mika
Waltari… Además otras cintas más correctitas en variados géneros como la
ciencia ficción, “Los muertos andan” (1936) o el terror “Los crímenes del
museo” (1933)…
¡Casi nada!
Sobre el estilo de Curtiz ya he comentado que encontrar temas y obsesiones habituales no es lo más interesante o reseñable, era un artesano puro y talentoso que se enfrentaba a todo tipo de historias sin problema alguno, si bien es cierto que los protagonistas de sus cintas más representativas, sus obras maestras, siempre son idealistas que luchan contra causas perdidas o la injusticia, por complicado que ello sea, es lo que une al Rick de “Casablanca” y al Robin de “Robin de los bosques”. Por el contrario sí debo comentar algunos de sus rasgos estilísticos, reconocibles en sus películas, el virtuosismo con la cámara, con movimientos de la misma complejos, agiles, fluidos, que dan el dinamismo y trepidante ritmo que tienen sus obras, siempre entretenidas. Un brillante ritmo narrativo que es común a los clásicos, pero que en Curtiz tiene especial relevancia, su manejo de la cámara en lo estético va ligado y en paralelo con lo narrado. Dinamismo, fluidez, agilidad… todo manteniendo su estilo plenamente clásico.
Casablanca. De cínicos e idealistas.
Max Steiner inicia el placer con notas de toques exóticos,
como corresponde al mundo que vamos a ver recreado, para romper con La
Marsellesa, una de las melodías claves de la cinta y que junto al “As time goes by” el músico buscó que fueran la columna vertebral de la banda sonora.
Casablanca, lugar estratégico y neutral para escapar de la
ocupación alemana. Lisboa era la antesala hacia América.
“…pero los otros esperaban en Casablanca. Esperaban, esperaban,
esperaban…”.
“Je tiens mes promesses. Meme celles des autres”.
La primera aparición del avión nos dejara la soñadora mirada
de los que esperan, como si de una deidad se trata, la única vía de escape. La
ironía es que ese avión que observan en concreto lleva como pasajero a uno de
los muchos causantes de su situación, el mayor alemán Heinrich Strasser (Conrad
Veidt). Esto se nos mostrará mediante un travelling por los fascinados y
esperanzados rostros de los presentes. Entre ellos veremos a una joven pareja
que ya vimos de pasada cuando se producían las detenciones, ella verbalizará su
sueño. La forma en la que Curtiz hace evolucionar esta historia secundaria de
la pareja búlgara es absolutamente magistral. Apariciones sucesivas en segundo
plano que tendrá una conclusión fascinante y emotiva con Rick como
protagonista. También veremos la presentación del “Rick’s Café Americain”,
ahora inactivo y de secundaria presencia al paso del avión.
Uno de los mejores personajes secundarios que ha dado el
cine tendrá su presentación en la siguiente escena. El Capitán Renault (Claude
Rains), prefecto de policía, al que se mencionó antes en la cinta. La ironía, el cinismo,
el humor… es uno de los puntos fuertes de “Casablanca”, y esto, junto a la
hipocresía, parte de la esencia de la vida en ese neutral lugar. Así veremos a
Renault y su falta de escrúpulos, su colaboracionismo y amabilidad con
Strasser, al servil y arrastrado capitán italiano y las continuas discusiones
entre este último y el ayudante de Renault… Guiños irónicos constantes.
“¿O tal vez no se refiera al clima, capitán?”
Renault pronunciará la frase “Todo el mundo va a Rick’s”,
como homenaje a la obra teatral ”Everybody comes to Rick’s”, no estrenada, que
sirvió de inicio e inspiración a la película.
Rick’s Café Americain.
La presentación del Café de Rick es absolutamente memorable,
una de esas cosas que hacen imposible olvidar esta película. Una grúa
presentando la fachada bañada por un foco y el luminoso, una puerta que se
abre, como invitándonos, sugerente, a entrar, como así haremos montados en la
cámara de Curtiz con un travelling maravilloso que nos muestra un mundo de
magia, embriagador. Otro travelling nos acompañará para mostrar los encantos
que alberga el Café, su sublime ambiente, elegante. Todo hipnotiza. El sonido
de las copas, el susurro de las conversaciones, el elegante vestuario y estilo
de todo lo que vemos, el humo de los cigarros que lo hace casi onírico, la
iluminación y las sombras reflejadas en las paredes… Sam (Dooley Wilson) y su
piano. Es como si Michael Curtiz y sus responsables en el fondo supieran que
una vez que entremos por sus puertas el Rick’s Café jamás saldrá de nosotros.
Sueños rotos, decepciones, esperanzas, trapicheos,
conspiraciones, compraventas, multitud de nacionalidades… Todo en Rick’s. Se
nos irán presentando a los personajes secundarios, los camareros Sascha (Leonid
Kinskey) y Carl (S.Z. Sakall), la enamorada Yvonne (Madeleine Lebeau), el
casino... Como ocurrió con Renault se mencionará a Rick antes de que nos lo presenten,
otro de esos sutiles detalles maestros de la cinta, que crean expectación y
aumenta el carisma de los personajes. Rick no bebe con clientes.
Presentando a Rick.
Momentos como la presentación de Rick (el inconmensurable
Humphrey Bogart), son los que diferencian el cine clásico en general y la
maestría de esta cinta en particular de lo que se hace ahora.
Si deslumbrante es la presentación del Rick’s Café igual o
más sublime aún es la de Rick. Su mano, su firma en un cheque, un peón y un
tablero de ajedrez, un cigarro y una pequeña panorámica siguiéndolo para
mostrar su curtido rostro y su impoluto traje blanco. No se puede hacer mejor.
Las presentaciones de los protagonistas de las cintas clásicas son pura magia y
sabiduría cinematográfica… pero ahí no queda la cosa.
Es interesante que veamos a Rick jugando al ajedrez en su
presentación, el eco que supone su manejo final de piezas como si de una
partida se tratara es otro detalle magistral. Un personaje tan apasionado como cerebral.
Su físico es importante para describir a uno de los grandes
mitos del celuloide, Rick Blaine, pero su actitud acabará de definirlo
verdaderamente. Lo veremos aceptar o rechazar clientes para el casino con
gestos firmes y sobrios, rechazará a un banquero, nada menos, pero aceptará a
otros. Su conversación y actitud con Ugarte (Peter Lorre), otro imprescindible
personaje que en su breve aparición y pocas frases se graba en la cabeza de
todo cinéfilo, es el remate de esta descripción. Sobre Lorre decir que su aire de tortuga sibilina, vulnerable y retorcida hacen de él uno de los grandes secundarios del cine.
Llegados a esta parte es evidente que los secundarios son otro de los ingredientes básicos para la grandeza de “Casablanca”… y los diálogos, ¡qué diálogos!
-Ugarte: Rick, le hablaste a ese banquero como si toda tu
vida hubieses dominado la banca.
-Rick: ¿Y por qué sabes que no fue así?
…
-Ugarte: La verdad es que eres muy cínico, si me permites
que te lo diga.
-Rick: Te lo permito.
…
-Ugarte: Me desprecias, ¿verdad, Rick?
-Rick: Si llegara a pensar en ti, probablemente sí.
Ugarte introducirá en la narración el principal macguffin de
la misma, los salvoconductos robados a los correos alemanes que se mencionaron
antes. Los tiene él, son salvoconductos que no pueden ser rescindidos ni
investigados. Quiere que Rick se los guarde por unas horas. El aparentemente
inofensivo Ugarte parece ser el asesino de los correos.
El talento de los diálogos es exagerado, repletos de
sugerencias y segundas intenciones, irónicos, ingeniosos y brillantes sin
necesidad de ser explícitos. Verdadero talento en el texto de los hermanos
Epstein.
Mientras Sam nos canta otra canción Rick guardará los
salvoconductos en su piano. Todo con un hábil juego de luces con un foco. El
piano, por tanto, se convierte en un objeto imprescindible, importante
narrativamente. Sera el lugar habitual donde veremos a Sam, sus melodías nos
llevarán a descubrir el pasado doloroso de Rick, definirán la nostalgia a
través de las notas de “As time goes by” y servirán como escondite…
Ferrari, el dueño de “El Loro Azul”, la competencia del
Rick’s Café, se pasará para disfrutar de la música de Sam e intentar
contratarlo. Uno de los rasgos distintivos de Sam, y de todos los empleados que
tiene Rick, será la fidelidad. No se irá ni por más dinero.
-Yvonne: ¿Dónde estuviste anoche?
-Rick: ¿Anoche? No tengo la menor idea.
-Yvonne: ¿Y qué harás esta noche?
-Rick: No hago planes por anticipado.
Rick y su dureza, su pose casi despectiva con las mujeres,
sobrado, cínico, irónico… un dominio total y absoluto de la situación.
Otro de los aspectos imperecederos y geniales de
“Casablanca” es el juego, uso y partido que se le saca a las miradas. Lo dicen
todo, más incluso que los diálogos. La entrada de Ferrari y su intercambio de
miradas con Rick es un pequeño ejemplo, la tensión en el rostro de Rick,
expectante y vigilante, al guardar los salvoconductos en el piano, otro más.
“Yvonne, te quiero, pero él me paga”.
Curtiz jugará, como a él le gusta, con la iluminación, un
ejemplo lo tenemos en ese foco que se mece por la fachada del Rick’s Café. Cuando Rick
salga con Yvonne la puerta se iluminará brevemente por el paso del foco. Además
se resalta el estado de vigilancia constante, hay toque de queda, existente en
Casablanca.
“Es increíble el modo que tiene de despreciar mujeres”.
Muy pocos hombres han fumado en el cine como lo hace Bogart.
Nadie, de hecho, aunque muchos lo han imitado.
“Es usted muy democrático…con las mujeres.”
Curtiz maneja el segundo plano con historias secundarias de
forma ejemplar, he comentado, y me extenderé luego, la historia de la pareja
búlgara como ejemplo, pero las discusiones entre el francés y el italiano
también tendrán sus momentos. Cuando Rick entre con Renault dentro del Café y
los sigamos con un travelling volveremos a ver a la discutidora pareja de
nuevo.
La primera conversación entre Rick y Renault es una
auténtica gozada de diálogos geniales y gozoso sabor cinematográfico de primer
nivel. En esta escena veremos a Rick mirar con deseo un nuevo avión que despega
hacia Lisboa, en un claro eco a las miradas que vimos en la primera secuencia
con el manifestado deseo de la parejita de jóvenes búlgaros.
“¿Robó los fondos de una iglesia o se escapó con la esposa
de un senador? Quisiera creer que mató a un hombre. Soy un romántico”.
-Rick: Vine a Casablanca a tomar las aguas.
-Renault: ¿Qué aguas, qué aguas? ¿Las del desierto?
-Rick: Bueno, me informaron mal.
Un perfecto ejemplo del uso de las sombras y la iluminación
con significación por parte de Michel Curtiz, algo que dominaba y usaba
habitualmente, lo tenemos en la escena donde Rick nos enseña su despacho y se
dispone a sacar dinero para compensar las ganancias de un cliente en el casino
ante su avergonzado crupier. En ese momento y justo cuando Renault mencione al
mayor alemán Strasser, veremos la nítida sombra de Rick sacando el dinero, como
un presagio de desgracia, algo que tendrá sentido al final de la cinta. Esencia
expresionista. Esto adquiere más sentido cuando justo después Curtiz no tenga
problema en ampliar el encuadre y veamos la caja y a Rick, ya no sólo su
sombra, en el despacho para mantener otra conversación. Curtiz podría haber
planificado la escena así desde un principio, pero jugar con las sombras da un
mayor sabor y profundidad en todos los sentidos, visual, dramático y como
presagio en la trama.
En esta conversación Curtiz y sus guionistas volverán a
repetir metodología, se vuelve a mencionar a los personajes que poco después se
nos presentarán visualmente, y se nos vuelve a crear un aura mítica, tanto de
Laszlo, un héroe que amarga a los nazis, como de Ilsa, de belleza incomparable.
Magistral trabajo de guión en un uso que ya comenté cuando hablamos de Rick o
Renault. Rick se impresionará con la mención de la llegada de Laszlo, no es
fácil impresionar a Rick, que pasa de todo… aparentemente. Laszlo representa lo
que un día fue o quiso llegar a ser, Rick no es del todo indiferente a ello, no
puede serlo. Todo es coraza.
-Rick: Él ha conseguido impresionar a medio mundo.
-Renault: Es mi deber tratar de impedir que impresione al
otro medio.
En cambio las mujeres parecen impresionar poco a Rick. Así
lo demuestra con el comentario hacia la, supuestamente, bella acompañante de
Laszlo, en el sentido de que no cree que le cueste al héroe de la Resistencia
abandonar a una dama. La poco disimulada misoginia de Rick. Despectivo, como le
vimos con Yvonne. Es grata la ironía, absolutamente magistral durante todo el
relato y en todo sentido, de ver a un inconsciente Rick hablar de Ilsa de esa
forma, especialmente una vez se conoce la película, sabiendo como sabemos o
sabremos, lo importante que es y ha sido esa mujer en su vida, para él. Ironía
interna del relato. Perfecta.
“Dejémoslo en 10. Soy un oficial corrupto pero pobre”.
Renault tiene calado a Rick, le podrá como ejemplo de su
romanticismo sus luchas antes de llegar a Casablanca, un idealista. Rifles a
Etiopía, la lucha, comentario censurado aquí en España en su día, con el bando
Republicano…
“Porque creo que bajo su apariencia de hombre cínico es
usted un sentimental".
Una de las relaciones entre personajes que más me gustan de
toda la cinta, tremendamente virtuosa y compleja en este sentido, es la de Rick
y Renault, dos personajes tremendamente parecidos, cínicos pero románticos en
el fondo, más iguales de lo que creen, aunque Renault parece intuirlo de alguna
forma. De ahí que nos creamos que esa “hermosa amistad” final llegará a buen
puerto. Otro elemento sobresaliente de un guión magnífico.
Dedicada a Penny Lane y Pablo Lázaro, cinéfilos con gusto.
Fantástico trabajo, pleno de acierto y minuciosidad. El conjunto de las seis partes apunta a conformar toda una monografía sobre la película. ¿Enhorabuena!
ResponderEliminarMuchas gracias mi admirado Cinéfilo Secreto, a ver que tal queda todo el conjunto. Un abrazo fuerte.
EliminarMrSambo, leer tus comentarios sobre Casablanca hace que aumente mi ya altísimo aprecio por la película. Ciertamente, una obra de arte. Si tuviera que seleccionar sólo diez películas, Casablanca estaría en esa lista. Y si tuviera que elegir sólo una ..., también.
ResponderEliminarUna vez más, enhorabuena por la bitácora.
Muchas gracias FGLurker, creo que me para como a ti jajaja. Espero que te siga gustando lo que falta, que todavía queda.
EliminarUn magnífico trabajo MrSambo, aunque hay algo que no me acaba de cuadrar.
ResponderEliminarCuando dices:
Director importantísimo para la carrera de Bette Davis, con la que rodó su única cinta a color de los 30, “La vida privada de Elizabeth y Essex” (1939)
Podría equivocarme, pero creo que esa película es en blanco y negro.
Por cierto, después del repaso que has dado aquí a la carrera de Curtiz, con las películas de Errol Flynn/Olivia De Haviland, me asalta la duda ¿por qué no hizo Michael Curtiz "Murieron con las botas puestas"? ¿No sería precisamente por culpa de Casablanca? porque son de la misma época más o menos ¿no?
Muy buenas Anónimo, muchas gracias por tus palabras. Hasta donde recuerdo y por lo documentado es a color la cinta que comento de Bette Davis. Se rodó así gracias a una ampliación de presupuesto de Warner. Technicolor.
EliminarBien pudo hacerla Curtiz, pero Walsh no es moco de pavo, uno de los más grandes. Fue del año anterior, 1941, y el género le iba muy bien. No vamos a quejarnos las dos quedaron genial, independientemente del rigor histórico de la de Walsh jejeje.
Un abrazo y gracias por participar.
Pues si es en color, será que me he equivocado por culpa del libro "Este rodaje es la guerra",que sólo saca fotos en blanco y negro. En cuanto a Murieron con las botas puestas, no digo que no me guste (pese al nulo rigr histórico que has indicado)sólo que hubiera estado bien que Michael Curtiz hubiera hecho un pleno :)
ResponderEliminarJajaja es posible, tú hazme caso. Eso sí, un buen pleno sería además. Como película es estupenda, ciertamente, aunque claro... tenga poco que ver con la realidad.
Eliminar