sábado, 23 de febrero de 2013

Crítica: LA VIDA DE PI (2012) -Última Parte-

ANG LEE








Resulta fascinante la evolución de la relación que mantiene Pi con el tigre, Richard Parker. Su miedo, sus artimañas para convivir sin mezclarse, aprovechando los momentos de sueño para conseguir los suministros y comida, la necesidad de entendimiento, sus progresos para domarle, su aceptación mutua…




Richard Parker, el tigre, será vital para la supervivencia de Pi, aunque parezca contraproducente, su temor y presencia le mantendrán alerta y vivaz, activo. Aprenderá a pescar para saciar el hambre del animal y así evitar que se fije en él como alimento, dirá incluso que cuidarle da sentido a su vida. Dios y su creación guiando a Pi. Esto llegará hasta el punto de salvar la vida al tigre cuando lo tenía a su mercad, al lanzarse el animal al agua en busca de comida, un pez. El respeto a la vida, el alma que Pi ve en los ojos de los animales. La paradoja radica en que para que Richard Parker sobreviva matará otros animales, como el pez por el que llora y pide perdón, su primera pesca. Es casi una relación paternal la que adquiere con el tigre.




La escena donde las medusas iluminan la noche de azul es asombrosamente bella. La ballena, ya mencionada, irrumpirá sorprendente para deleite de nuestros ojos. De nuevo Ang Lee vincula la belleza con una pérdida o problema para Pi, la belleza de la escena de la ballena y la pérdida de los víveres.











El hambre hace mella, pero Dios provee. La lluvia de peces es otro momento épico para disfrutar como niños con el 3D. Aquí Pi verá como el hambre infunde valor y muestra cualidades y formas de ser que no conocía de sí mismo. Se reivindicará e impondrá a Richard Parker por un atún que cae en el bote. A partir de aquí Pi se decidirá a lograr la convivencia con Richard Parker, al menos domarle para no tener que ver peligrar su vida cada vez que quiera buscar comida. Amaestrando. Conciliando pareceres y naturalezas opuestas. Una vez más, la vida.





La esperanza como impulso, intentará no perderla, incluso cuando un barco pase pero no los vea. Pi llegado un punto comienza a ver visiones y alucinaciones, confunde lo real de lo irreal o imaginado por su deterioro físico y mental, producto de la sed, el hambre y la soledad. Así asistiremos a una onírica escena que se iniciará con la mirada del tigre a las profundidades marinas, mirada que mostrará todo tipo de maravillas, peces y recreaciones del subconsciente de Pi (los animales del zoo, la madre…), hasta el barco hundido al fondo. Cuando subamos será el rostro de Pi el que veremos, un vinculo, incluso puede entenderse como un guiño de Lee para señalar que el tigre y Pi sean sólo uno.




La segunda tormenta.

Una nueva tormenta se cruzará en el camino de Pi (Suraj Sharma), y en contra de lo que pudiera suponerse no le dará miedo ni respeto, sobre todo teniendo en cuenta lo que ocurrió en la otra ocasión. Perderá su diario y verá una luz penetrar por las nutridas nubes tormentosas, una luz casi divina, es por ello por lo que no la teme. Le fascinará y la admirará, querrá que Richard Parker la vea, pero al ver el miedo en los ojos del tigre preguntará al cielo “qué más quiere de él” y que “por qué atemoriza a su salvaje amigo”. Otra vez el contraste entre belleza y horror, la que ve Pi en las tormentas y las consecuencias de la misma, su furia sin rival.




Yo me rindo. ¿Qué más quieres de mí?”

La tormenta dejará completamente rendido a Richard Parker, lo que dará pie a una bonita escena, la de los cuidados del chico al tigre, sus cariños. Vivir, la esencia de todo, el gran regalo. Por ello, Pi dará las gracias cuando se vea sin fuerzas para seguir, cuando vea cerca su muerte… pero Dios volverá a proveer.

La isla lovecraftiana.

Una isla con forma de persona, carnívora, que parece respirar, que da fruto y agua por el día pero engulle por la noche, una isla llena de suricatas y en la que Pi encuentra una muela humana. Su viaje de madurez le hará comprender que no puede quedarse allí, que es un falso paraíso, un lugar para darle descanso y alivio, pero no un destino. Pi lo verá como un mensaje divino, Dios velando por él, una isla sin la que habría muerto, pero en la que quedarse significaría perderse.





La llegada a destino.

La costa de Méjico, tierra, la salvación. “Como si estrechara mi cara contra la mejilla de Dios”.

Pi será rescatado, pero su amigo Richard Parker ni siquiera se dignará a despedirse de él, no se volverá cuando desaparezca en la espesura de la selva. Llorará por ello, como llora de adulto cuando llega a este punto de la narración. Rememora el sentimiento de abandono, de amistad traicionada que sintió en aquel momento. Esto lleva al conflicto interno de Pi, debe dar la razón a su padre, pero es consciente de lo que sintió al mirar a los ojos del tigre, vio su alma… aunque no pueda probarlo. Es la conclusión a una relación, la del tigre con Pi, magníficamente contada, sin cursilerías ni ñoñerías infantiles, donde el tigre no es un bondadoso personaje sino salvaje, amenazante, terrorífico, fiero, agresivo y violento… sin que el vínculo deje de resultarnos entrañable y nos emocione.

La vida se convierte en un acto de renuncia”.

Lo que causa el mayor dolor es no tener un momento para despedirse”.



Así Pi (Irrfan Khan) congracia su fe con la razón de su padre, se emocionará al recordarlo, al desear darle las gracias por sus enseñanzas, que le ayudaron a sobrevivir… así como al hablar de Richard Parker.

Es interesante el momento en el que, una vez concluida la historia, el escritor busca un significado a todo. Pi no entiende esa idea, no ve motivo para buscar un significado…”Si es lo que pasó, pasó ¿por qué debería significar algo?”. Es la necesidad de encontrar sentido, de reducir aspectos a nuestro limitado entendimiento, amoldar todo a significados comprensibles para nosotros, algo que contrastaría con la idea misma de Dios, que estaría muy por encima de todo eso.


En esa necesidad de verdad llegamos a la tercera parte de la cinta, donde Pi contará una nueva historia.

Hará ver al escritor que tan sólo él conoce la verdadera historia, es el único que la sabe. Sólo él.

Dos japoneses de la naviera serán enviados para entrevistar a Pi e intentar descubrir cuál fue la causa del naufragio. Los dos se quedarán anonadados con la historia fantástica de Pi y le pedirán seriedad, una historia más “creíble”, donde los plátanos no floten, sin cosas que no se hayan visto jamás, ni sorpresas, animales o islas… Así que Pi contará otra historia. Aquí subyace una de las principales ideas de la película, el poder de la narración, del arte de contar historias, la narración como un Dios auténtico.

La historia “realista” de Pi es un retrato de la maldad, la mezquindad y el lado oscuro de la naturaleza humana, tristemente posible. Cuatro supervivientes, el cocinero, un ser despreciable aunque habilidoso, el alegre marinero budista, Pi y su madre. El marinero resultará herido en su pierna, como la cebra en la otra historia. El marinero no sobrevivió, su herida acabó resultando fatal, pero su cuerpo no será desaprovechado por el cocinero, que primero lo usará de cebo y luego se lo comerá, como se comió una rata anteriormente. Esto llevará a una pelea entre el cocinero y la madre de Pi, que desembocará en el asesinato de ella a manos del horrendo personaje. Su cadáver será tirado por la borda y devorado por los tiburones ante la atónita mirada de Pi. El chico se vengará, lo matará sin que el cocinero oponga resistencia, tenía remordimientos. Lo que más entristecerá a Pi es que el cocinero sacó lo peor de él, el mal que albergaba en su interior.

La historia será contada en un solo plano, con un travelling de acercamiento hacia el rostro de Pi (Suraj Sharman), con un neutro fondo blanco, casi puro y angelical, que contrasta con el horror de la historia que deja sin palabras a los japoneses, que darán las gracias y se irán… parece que esa historia sí es lo suficientemente creíble.


Hay que señalar que en ambas historias Pi mantiene que tanto la madre como el orangután llegan al bote ayudados de un fardo de plátanos. Se mantiene firme en ese aspecto que fue cuestionado por uno de los japoneses.


El escritor, acostumbrado a las alegorías, no tardará en ver los paralelismos de ambas historias, la cebra es el marinero budista que resulta herido en una pierna, la hiena sería el cocinero, con lo que la hembra de orangután, Zumo de Naranja, sería la madre de Pi. Así no queda otra que concluir que el famoso Richard Parker es nuestro propio protagonista, su lado salvaje, al que debe su supervivencia y que brotó debido a las horribles circunstancias de su odisea.

El escritor cree discernir el verdadero sentido de todo, como muchos espectadores, algo que Ang Lee también mantiene, la ambigüedad de la fe, verdadera creencia o engaño a uno mismo. El escritor, como muchos espectadores, verá en estas dos historias una real y verdadera, la del cocinero, y otra inventada, la del tigre, que pretende ocultar, para hacerla más digerible, la cruda realidad, una manera de engañarse. Lo que ocurre es que Pi es plenamente consciente de las dos. Preguntará a su interlocutor que, teniendo en cuenta que ninguna de las dos historias explica lo que los dos japoneses habían ido a averiguar, la causa del accidente, que nadie, salvo él, puede demostrar cual es cierta y cual no, y que en las dos historias sucede lo mismo, el barco se hunde, su familia muere y él sufre… “¿Cuál de las dos historias prefiere?”.



Y vosotros, ¿con cuál os quedaríais?... Pues lo mismo pasa con Dios.

“¿No fue ese el motivo por el que Él te envió aquí?”.

El giro final lo tendremos cuando nuestro amigo escritor lea el informe de los japoneses y para sorpresa de todos no conste la historia supuestamente “real”, sino la de Richard Parker junto a nuestro heroico protagonista. Así que a nuestros amigos japoneses también les acabó por convencer la historia del tigre o simplemente descubrieron pruebas de ella, ya que esto tampoco se explica, sólo sabremos que es la historia que finalmente consta en el informe.

Lee no se resistirá a finalizar su narración con una feliz reunión familiar, tema que siempre ha estado muy presente en su filmografía. La familia, exponiendo sus conflictos y su necesidad, en familias normales o disfuncionales. Ang Lee hace bellísimas transiciones entre escenas, transiciones que despedirán la película y que ya vimos en “Hulk” (2003), con primeros planos donde varía el fondo que los contiene, aquí habrá una sucesión de este recurso de montaje, Pi en el bote, Richard Parker apareciendo junto a él y luego la selva sustituyendo al protagonista para que el tigre desaparezca en su espesura.



La idea de la creencia y la fe se refiere aquí no en sentido de preferir o elegir, sino de dar credibilidad.

La vida de Pi” sugiere múltiples reflexiones y muestra variadas e interesantes referencias de todo tipo, especialmente literarias. Vemos al protagonista leer a Dostoievski, Camus o Julio Verne, como he comentado. De igual manera es fácil ver similitudes con cintas como “Amelie” (Jean-Pierre Jeunet, 2001). "Náufrago" (Robert Zemeckis, 2000) o “Big fish” (Tim Burton, 2003). Otras obras como "Robinson Crusoe"de Daniel Dafoe, “El viejo y el mar” de Hemingway u obras del estilo de “El libro de la selva” de Rudyard Kipling vienen a la cabeza. Además de la citada obra de Edgar Allan Poe, “La narración de Arthur Gordon Pym” o “Max y los felinos" de Moacyr Scliar

Tanto los aspectos técnicos como los artísticos deslumbran, los efectos especiales, la fotografía, el 3D… son sublimes. Las interpretaciones también están muy acertadas, incluyendo a los distintos Pi que aparecen en pantalla según va creciendo el personaje, especialmente de adolescente y de adulto con Suraj Sharma e Irrfan Khan.



Hay que tener en cuenta que muchas de las cosas que suceden al inicio tienen su eco en la historia que cuenta Pi, el agua, el tigre, el contenido de las lecturas, su forma de superarse, el tema de las comidas según las religiones, que desencadenarán conflictos en el barco… por lo que podría pensarse que influyen a la hora de elaborar el relato.

Es probable que el final deje insatisfecho, un final donde el director deja clara su apuesta, que es la misma que la de su protagonista, por ello dedica el grueso de su narración a la historia menos creíble y tan solo un primer plano sostenido a la supuestamente realista. Aunque esta apuesta sea clara, el espectador es posible que salga decepcionado por la ambigüedad que supone el final, no carente de superficialidad, o por no captar en su totalidad el mensaje, que se confunda con la idea de que la religión no es más que un autoengaño para sobrellevar mejor las dificultades de la vida, algo que en realidad está lejos de lo que mantiene la película, especialmente como demostración de Dios, al que se le configura como lo perfecto, grandioso en la forma de presentar la naturaleza, bello, capaz de lo mejor y lo peor, incomprensible para el ser humano y bajo sus parámetros. Lo perfecto, que si puede imaginarse es ahí donde radica, fuente de perfecciones… Porque Dios es la mejor historia. Tesis similares a las de Anselmo de Canterbury, San Anselmo.


Un cinta con muchas preguntas de las que el espectador debe elegir las respuestas. No es perfecta pero incluso si su fondo no satisface siempre quedará un asombroso relato de aventuras visualmente impactante, bello e impecable.

 





6 comentarios:

  1. Ang Lee siempre me pareció un tramposo y un simplista, ocultando en una excelente fotografía una carencia argumental y narrativa. (Su Hulk es un lastimoso canto a los anti-héroes.)

    La Vida de Pi, me pareció además, poco original: empezando como un "Big Fish" narrando la histora del muchacho y sus increibles peripecias hasta el naufragio. Para derivar en una especie de "Colmillo blanco, con tigres, en alta mar" más propio del Spielberg amante de los animales que del propio Lee. Lo que sí es propio de mi querido Ang, son cada uno de los elementos que hacen avanzar la historia. Escena que no puede avanzar-> acontecimiento destacable -> siguiente escena, en un bucle que dura todo el naufragio.

    Terminar la película con una metáfora tan tramposa sobre la espiritualidad, la fe elegida y la fe otorgada, era lo que le faltaba a Ang para transformar una historia diga en un amorfo conjunto de escenas.

    Pese a su director, y lo poco creible que resulta el actor que hace del Pi adulto, la fotografía es digna del mejor cine asiático y la película en conjunto es entretenida si no se hurga más allá de la superficie, un buen entretenimiento si no hay mucho más dónde elegir.

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  2. Muchas gracias por el aporte, Alfonso

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  3. Esta pelicula es excelente,y no en terminos visuales hablando solamente.Me quedé prendida desde comienzo hasta el final,no es apta para todo publico por supuesto,siempre hay y habrá gente que lamentablemente no disfrute de peliculas que tengan como tema central la fé o la religion en si.Para ver cine que entretenga y que sea vacio en argumento a ver los "quemados" superheroes,para ver cine con argumentos y una tematica reflexiva,esta es un claro ejemplo.Brillante,muy bien ejecutada,y sobre todo nada estuvo de mas.Me encantó leer tu critica,un saludo enorme! Carolina.

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    1. Un auténtico placer tu comentario, Carolina. Me satisface sobre todo que te gustara, la disfrutaras y sobre todo te llegara, creo que era su esencia, transmitir eso, que llegara el aspecto espiritual al espectador.

      Muchas gracias por el comentario, la reflexión y el aporte. Un abrazo fuerte.

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  4. Una maravilla, me ha encantado. Visualmente es sencillamente espectacular, me ha dado mucha rabia no haber ido a verla en 3D, pero aún así, las imágenes que nos ofrece la película son una delicia.
    La historia me ha parecido muy interesante, porque va más allá de la simple historia de naufragio.
    Creo que la película es muy buena de por sí, pero la forma de contarla la hace muy especial.
    Saludos MrSambo!

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    1. Cómo me alegra que te gustara, Antonio!!! Es una gozada visual, además de una cinta muy espiritual para ver sin prejuicios.

      Se pasa un rato muy bueno viéndola. Estoy seguro que lograrás verla en 3D jajaja

      Un saludo, amigo mio.

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