Critica: RAZA DE VIOLENCIA (1954)

DOUGLAS SIRK

No deja de resultar curioso que Douglas Sirk hiciera un western, bien es cierto que tocó distintos géneros, que tuvo una primera época americana donde rodó varias cintas de intriga, que tuvo su tiempo para la comedia y sobre todo para lo que le dio la fama, los melodramas, pero de alguna forma uno no piensa en él como director de westerns, y menos de un western protagonizado por Rock Hudson haciendo de indio.

Hudson es uno de los actores fetiches de Sirk, con el que contó en numerosas ocasiones y del que sacó sus mejores interpretaciones.

En esta ocasión con “Raza de violencia” no tenemos el ejemplo más brillante de dicha colaboración, pero sí es un western resultón y entretenido.

Cochise, un jefe Chiricahua moderado y pacífico, muere y deja a su hijo Taza al mando de su tribu. Taza (Rock Hudson), tiene las mismas ideas que su padre y se mantiene fiel a ellas, por el contrario su hermano, Naiche (Rex Reason), es belicoso. Tras una serie de malentendidos y campañas con la caballería se une a Gerónimo, jefe apache renegado, que planea hacer la guerra al hombre blanco. Taza se integrará en la caballería para dirigir mejor a su pueblo en paz, lo que llevará a conflictos.

Ver a Rock Hudson de moreno espectacular haciendo de indio supongo que humedecería, y no poco, a las féminas de la época antes de enterarse de su tendencia sexual que, imagino, les daría algo de bajón. Cuesta hacerse la idea de que es un indio, pero el bueno de Hudson está correcto y además al poco se pone una indumentaria militar para disimular.

La película, que trata con respeto a los indios, es evidentemente pro-caballería, los indios buenos son los que se someten al mando, los que no son mirados negativamente. Para reducir el maniqueísmo, a parte de los indios buenos tenemos mandos de la caballería descerebrados y radicales.

Una vez más un protagonista en Sirk se ve obligado a luchar contra opiniones adversas de su entorno, que le ven como un traidor por acercarse al hombre blanco. Él deberá mantenerse firme para conservar la paz. Su personaje está bien construido, ya que su moderación y defensa de la paz no se confunden con debilidad, cuando se siente traicionado usa la fuerza, como vemos en el ataque al campamento militar.

En no pocas ocasiones su esquematismo y resolución de conflictos queda poco creíble, como ejemplo la resolución del comentado ataque al Fuerte, donde en un breve diálogo todo vuelve a la armonía e incluso el jefe indio, Taza, se integra en el ejército para gestionar y vigilar a su pueblo.

Las escenas de acción no son el fuerte de Sirk pero no desentona en absoluto y crea un western entretenido y de buen ritmo.

La relación amorosa entre Taza y Oona (Barbara Rush), está bien integrada con la personalidad firme del protagonista y su sacrificio por las ideas que promete cumplir, ese sacrificio al final será recompensado.

Son muchas y variadas las escenas que acontecen de noche y donde el director de fotografía  tiene material para lucirse, con todo en ocasiones el resultado es irregular.

Es de destacar que los grandes directores, incluso acometiendo obras o géneros en apariencia lejanos a lo que acostumbran, obtienen resultados totalmente dignos, competentes e incluso brillantes. Esta obra menor es más que digna, y aunque carece de la profundidad en los personajes que suele ser habitual en el cine de Sirk están muy bien dibujados, siendo el conjunto de la película más que correcto. Sin genialidades pero sin ridiculeces.

Como digo, el fondo puede llevar a ciertas críticas, que tampoco deberían ser para tanto, pero como entretenimiento es eficaz. Un Sirk medio pero siempre interesante. Y además con Rock Hudson barnizado.

Existe una versión en 3D.