En varias ocasiones he reflexionado sobre la tendencia del
cine actual a los remakes, las secuelas e incluso a las tramas de los viajes en
el tiempo. A esto hay que añadir los homenajes al cine del pasado. Todo esto
nos lleva a otra reflexión más amplia, la que impulsa al cine actual a mirar al
pasado para inspirarse o copiar. Una época actual que parece haber renunciado a
la originalidad para asumir, impotente, que debe reciclarse en una amalgama de
referencias, que ya está todo creado y que lo nuevo surgirá de esa mirada al
pasado. La unión de distintas referencias, la asunción de que lo original está
en ese pasado, crear un monstruo de Frankenstein a partir de todos los retazos
posibles, parece ser la idea del cine de nuestra época.
Quizá por ello predominen los homenajes o las
reivindicaciones al cine clásico con mirada original de “The Artist” (Michel
Hazanavicius, 2011) o “La invención de Hugo” (Martin Scorsese, 2011). Quizá por
ello proliferen las tramas de viajes en el tiempo, un ansia por volver a los
tiempos clásicos, poder modificar el pasado, asumir más claramente sus ideas y puntos
de vista. “Midnight in Paris” (Woody Allen, 2010), “Men in black 3” (Barry Sonnenfeld, 2012), “Código fuente” (Duncan Jones, 2011), “Prince of
Persia” (Mike Newell, 2010), “Jacuzzi al pasado” (Steve Pink, 2010), “Star trek XI” (J. J. Abrams, 2009), varias de las series de J. J
Abrams… Quizá por ello haya tantos remake, hacer una lista de esto sería
eterno. Quizá por ello el término “precuela”, que antes era casi inconcebible,
ahora está a la orden del día. Quizá por eso también abundan las secuelas…
Todo parece llevar a la comodidad, a la seguridad, producto
de una inseguridad creativa, de una falta de originalidad manifiesta que cada
vez parece más asumida y reconocida. Todo parece llevar a lo mismo, el pasado
como recurso, como el único lugar del que se puede sacar algo potable. Todo
parece estar vinculado, remakes y homenajes, precuelas y viajes al pasado…
La mirada al pasado de por sí no es mala, al contrario, es
necesaria, el problema llega cuando esa mirada parece un grito de auxilio y no
un recurso creativo. Debe ser una asimilación de todo lo bueno que ha dado la historia
para ir más allá.
Quentin Tarantino parece que fue el primero en darse cuenta, o al menos es el que mejor ha manejado y entendido esta tendencia que se ha
hecho más evidente en la última década. Un director que tiene en la referencialidad,
en su mirada al pasado y la influencia de éste, una de sus mayores señas de
identidad, pero que con ello ha construido un universo absolutamente personal e
intransferible, tremendamente influyente. Por desgracia no es la tónica
general, ésta suele ser mirar al pasado, a una película clásica, exitosa o
desconocida y amoldarla a los nuevos tiempos de mejora digital, o simplemente realizarla por el morbo que despertará en espectadores y cinéfilos, sin aportar nada y,
generalmente, resultando mucho más mediocre que la realizada con anterioridad.
En “Looper” tenemos otra cinta sobre viajes en el tiempo,
pero afortunadamente, y tras esta pesimista introducción, el resultado es muy
bueno. Un notable entretenimiento que adapta con talento sus referencias y usa
los recurrentes viajes en el tiempo con inteligencia, no cediendo en ningún
momento a las pretensiones más comerciales.
En el futuro los viajes en el tiempo están inventados (2072), pero
también ilegalizados. Solamente las mafias los usan para sus fines. Cuando
éstos quieren deshacerse de alguien, en el futuro es imposible, los mandan al
pasado y un grupo de asesinos a sueldo, llamados Loopers, se encargan de
deshacerse de ellos. Los mandan encapuchados y esposados, además de con plata
como sueldo para el Looper.
Los relojes tendrán una presencia significativa en la
película, algo lógico teniendo en cuenta su temática. Así la cinta se abrirá
con uno, antiguo y de bolsillo, de nuestro protagonista, Joe (Joseph
Gordon-Levitt). Este reloj sirve a Joe para saber cuándo aparecerá su víctima
del futuro. Veremos cómo actúa un Looper mientras su voz over nos narra y
sitúa en la trama, la forma de proceder de los Looper, su forma de vida y la
situación social en la que se mueven.
El director Rian Johnson muestra un futuro muy cercano,
futurista pero perfectamente reconocible, naturalista, sucio, pero sin exagerar,
muy real. Coches con polvo, algún vehículo volador, un clásico café de
carretera… la rutina de un Looper. Un mundo que parece en tránsito hacia algo
indefinido. Un mundo en declive, con leves aires apocalípticos, como en esas
imágenes de los coches llenos de polvo o la escena del intento de robo y el
asesinato a sangre fría por la espalda al ladrón sin que nadie se inmute. Un mundo donde
se aprecia miseria, pobreza. Nuestro Looper, que es muy ahorrador, tendrá un
cochazo limpísimo como contraste a todo esto. La vida de Looper está muy bien remunerada.
Johnson acierta en el retrato de la sociedad que recrea con
multitud de detalles interesantes, así como en la descripción de nuestro
protagonista. Todo el mundo parece tener un arma para defender lo suyo, aunque
no sean los trabucos especiales de los Looper. Estos Looper están
económicamente muy bien situados, son hedonistas, adictos a las drogas, que se
consumen como gotas para los ojos, y dedican su tiempo entre asesinato y
asesinato a estar en fiestas o relacionarse con prostitutas. Otro de estos
Looper, amigo de Joe, es Seth (Paul Dano), que tendrá una moto voladora, en
otro ejemplo de solvencia económica.
El 10 por ciento de la población es telequinésica (TK), producto
de una mutación, aunque sus poderes se reducen a mover una moneda sobre su mano
con la mente. Este aspecto tendrá su importancia en la trama. Seth es uno de
ellos.
Los Looper pasan sus muchos momentos de ocio en “La bella
Aurora”, el local de moda donde trabaja Suzie (Piper Perabo), una prostituta
por la que Joe siente predilección.
Cerrar el bucle.
La voz over de Joe (Joseph Gordon-Levitt), nos sigue dando
las claves y reglas del universo creado por Johnson. Nos explicará en qué consiste
“cerrar el bucle”. Es cuando desde el futuro envían el cuerpo del Looper al pasado,
su propio yo del futuro, una vez que los jefes dan por terminado su contrato para no dejar cabos sueltos. El mismo Looper acaba consigo mismo. Esto lo
aceptan todos los Looper al comenzar, un trabajo que “no es apropiado para
gente con visión de futuro”. Una vez sucede esto el Looper se llevará una buena
compensación en oro y dispondrá de 30 años para disfrutar de la vida hasta que
lo manden a morir al pasado. Bucle cerrado.
También se recalca una marcada diferencia de clases, la
pobreza de tintes apocalípticos llena de miseria, suciedad y robos, mencionada
al inicio, y la lujosa y adinerada de los Loopers.
Los ojos y las miradas también tendrán importancia en
Looper, no al nivel de "Blade Runner", a quien parece guiñar un ojo,
precisamente, en este sentido, pero estarán muy presentes. El reconocimiento
visual de Joe y Bruce Willis, la droga ocular del protagonista, numerosos
planos de ojos o miradas…
El tiempo.
La idea del tiempo en todas sus vertientes es un tema
indispensable en “Looper”, la necesidad de conservar lo conseguido en él, la
peligrosidad de querer amarrarse al pasado, la importancia de los actos del
presente, el futuro redentor, la responsabilidad de los actos presentes que
influirán en el futuro… Toda una amalgama de reflexiones que podemos sugerir.
Pero además de todo esto desde la dirección y el guión se usan recursos que
enfatizan esta importancia. No sólo es la presencia habitual de relojes sino
secuencias de transición como esa en la que vemos de forma acelerada la rutina
de Joe, un ritmo vertiginoso hacia la autodestrucción, o esa otra donde
mediante elipsis temporales vemos lo que ocurrirá en la vida de Joe en los 30
años posteriores al cierre de su bucle. En sentido opuesto tendremos las
cámaras lentas que usa Johnson para retratar las manifestaciones de ira y los
poderes mentales del niño protagonista. Una manipulación constante del tiempo
que es plenamente coherente con las ideas del film y su temática.
De hecho, el cambio del pasado para proteger el futuro es el
móvil del Joe del futuro, interpretado por el siempre estupendo Bruce Willis. Del
mismo modo el Joe del “presente” querrá proteger su presente para tener el
futuro que veremos en la secuencia donde se muestran 30 años de su vida
mediante elipsis, un futuro que cree puede cambiar para que no coincida con el
de su yo futuro. El Joe del presente acaba sacrificándose por una causa mayor,
vinculando nuestros actos presentes al futuro, como es lógico, y asumiendo que
su sacrificio presente, la interrupción de su vida, negándose a sí mismo un
futuro, asegurará el de otros.
Relojes.
He citado el recuerdo familiar, el reloj de bolsillo que
siempre mira Joe antes de recibir a una víctima, un reloj que saldrá en múltiples
ocasiones, pero hay otros muchos, por ejemplo en la escena de amor y sexo de la
prostituta Suzie (Piper Perabo, que está realmente plana… de pecho), que se iniciará y
cerrará con la imagen de dos relojes distintos. Ante el cadáver de Joe, Sara tendrá un gesto simbólico al cerrar su reloj.
Un nuevo jefe del futuro, que según dicen está instaurando
un reino del terror, está cerrando todos los bucles. Cuando le llegue el turno
a Seth (Paul Dano) algo le impedirá cerrarlo, dejará que su “bucle huya”.
He citado a “Blade Runner” y citaré otras referencias. Con
respecto a la de Scott, comentar que como en aquella “Looper” también tiene
elementos de cine negro, la voz over, los flashback o flashforward ocasionales,
una mujer que llevará a la perdición, la fatalidad que sobrevuela la narración…
Pueden venir a la cabeza gente como Joseph H. Lewis, o el Aldrich de “El beso
mortal” (1955).
Bravo por la reflexión inicial, que sirve en gran medida para la música.
ResponderEliminarNada más empezar ha recordado a Blade Runner y Minority Report, aunque no tengan nada que ver…
Piper Perabo (q nombrecito!) tb está plana d actuación o solo le miraste las pipers?
;-P
Jajajaja Reina, pues básicamente las pipers jajaja
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