Nueva cinta de Allen que cumple con su cita anual y que
sigue las pautas de esta nueva y turística etapa. Una etapa donde el realizador
parece más entregado a hacer videos turísticos de más de hora y media de las
ciudades que deciden financiar sus películas que a otra cosa.
Si la sobrevalorada “Midnight in Paris” al menos tenía un
placentero halo romántico, tan superficial como encantador, en ésta que nos ocupa el talento del genial cineasta se intuye con cuenta gotas.
Cuatro historias de muy dispar calidad, algo habitual en
este tipo de propuestas.
Por su división en episodios haré el análisis separando cada
uno de los cuatro para centrar mejor las cuestiones que les correspondan en
concreto.
El primero de los episodios que comentaré será el que
protagoniza el arquitecto Alec Baldwin, el más acertado de todos. El segundo lo
protagonizarán el propio Woody Allen y Judy Davis, una habitual del director, y
que tiene algunos buenos momentos. El tercero es protagonizado por Roberto Benigni
y es lastrado por su evidente metáfora, que pierde gracia al poco de empezar, y
por su simplismo, que incluso llega a verbalizar el bueno de Allen. El último de
los episodios se centrará en una pareja de recién casados y una trama de
enredos sexuales típica de la comedia italiana de los 60.
Antes de centrarnos en cada episodio hablaré un poco de las
características generales de la cinta. El humor de Allen se hace cada vez más
ingenuo y repetitivo, sigue teniendo arranques de genio y algunos diálogos muy
buenos, pero el director neoyorquino está muy lejos de la chispa de antaño. El
preciosismo de sus imágenes y su estilo característico se mantienen, todo muy
depurado y preciosista en estas aventuras europeas. Los habituales planos
secuencia, largos, donde deja que sus actores lleven la voz cantante recitando
sus diálogos, una auténtica golosina para los actores, su naturalidad con esas
interrupciones entre los personajes mientras hablan, tapándose unos a otros, el
humor y los temas característicos del autor, están presentes en “A Roma con
amor”. También tendremos otra buena colección de referencias culturales. El
miedo a la muerte, la fragilidad del amor, el sexo, las infidelidades, las
relaciones de pareja, el conflicto de realidad y ficción…
La película se abrirá y cerrará con dos narradores distintos
que dicen conocer todas las historias que acontecen en la ciudad eterna, uno un
guarda urbano de tráfico y otro un vecino desde su balcón. Narradores
omniscientes. Así se irán presentando a todos los personajes y las cuatro
historias se irán sucediendo intermitentemente. Todas ellas tienen un
característico tono italiano, unas más apegadas
a la tradición que otras, pero todas reconocibles, incluso en sus
gesticulantes personajes. Quizá la historia de Baldwin sea la más típica de
Allen y la más alejada de estos estereotipos, quizá por ello también es la mejor con
diferencia.
Baldwin y el propio Allen tienen las mejores líneas de
diálogo, con diferencia, de la película.
La influencia de Boccacio y “El Decamerón” es marcada, en su
estructura episódica y en sus enredos sexuales.
Como elemento común, al menos a algunas de las historias de
la película, que podría vertebrar de algún modo “A Roma con amor”, tenemos
cierta reivindicación de lo cotidiano, de lo normal, algo que vemos tanto en la
historia de Benigni como en la del cantante de ópera o en la de Baldwin.
Baldwin se encontrará con un joven estudiante de
arquitectura admirador suyo que le guiará por la zona en la que vivió en su
juventud, aquí comienza un relación peculiar de ecos bergmanianos al estilo Allen que deja momentos bastante
satisfactorios a nivel narrativo.
Allen se ríe de sus propios tópicos en los enredos amorosos
en esta historia, así pondrá en labios de Baldwin lo que muchos pensamos cuando
la novia de Jesse Eisenberg, Sally (Greta Gerwig), anuncia que una amiga suya
tremendamente sensual y excitante va a pasar unos días con ellos… De hecho
resulta extraña la actitud cambiante de la novia, algo que es divertido en todo
caso, ya que vende a su amiga como un terremoto sexual muy atractivo, incluso provoca
que se queden a solas, mientras que en otras ocasiones muestra ciertas inseguridades sin
mucha preocupación…
La trama, con ese Baldwin que aparece repentinamente en todos
lados y se inmiscuye en todos los aspectos de la vida de su joven y reciente
conocido, parece un caos incoherente de inicio para convertirse, en su
estimulante surrealismo, en lo mejor de la película con diferencia. Un Alec
Baldwin en su salsa, muy divertido y con grandes líneas de guión. Una historia
y un personaje que se pueden interpretar como la personificación de la
conciencia y el sentido común del personaje interpretado por Jesse Eisenberg o,
más bien, como una revisión de su pasado en Roma del personaje que interpreta Alec
Baldwin, de ahí que las referencias a Bergman y sus “Fresas salvajes” (1957)
sean obligadas. Un romántico viaje al pasado, un gran recurso narrativo… por
eso todo lo que ocurre es inevitable y Eisenberg caerá en los errores a pesar
de las advertencias de Baldwin.
La expresión “Ozymandias Melancholia”, une a los personajes
de la estimulante Ellen Page y al de Alec Baldwin, mostrando de nuevo ese
vínculo con el pasado que parece tener el personaje de Baldwin. Esto nos remite
tanto a Freud como al texto de Percy Bysshe Shelly que lo menciona, así como a otra
cinta de Allen que recurre a dicha expresión, “Recuerdos” (1980).
Además el personaje interpretado por Ellen Page siempre
tendrá una superficial pero socorrida salida cultural, así se referirá a Gaudí,
“La sagrada familia”, a “El manantial”… Todo esto lo irá desenmascarando
Baldwin en sus reiteradas y siempre acertadas intervenciones.
“El coche es diferente. Puedes follarme en el coche sin
problema”.
Allen y Judy Davis viajan desde Nueva York para conocer al
novio izquierdoso y ex comunista de su hija, con la que se va a casar. Allen se
recrea con su personaje es todos sus miedos, conocidos por sus seguidores, su
aprensión e hipocondría, así le veremos sufrir durante un viaje en avión o
quedar impactado tras el apretón de manos del dueño de una funeraria y padre
del novio de su hija, ¡sin haberse lavado las manos!
-Davis: “Estás calculando en euros, en dólares es mucho
menos”.
Los diálogos de esta historia son muy buenos, ejemplos hay
muchos, como cuando Allen habla de ópera y música clásica con su hija y su novio.
La relación del clásico urbanita americano, de clase acomodada, interpretado
por Allen, con el novio de su hija plantea temas típicos del autor, conflictos
por temas políticos, algo que ya vimos, por ejemplo, en “Midnight in Paris”
(2011). El personaje de Allen, en esa falta de talento (aunque parece
identificarlo con claridad), pero muchas ínfulas, nos puede recordar al que ya
interpretara en “Broadway Danny Rose” (1984).
En esta historia tenemos muchos de los temas más
característicos de Allen, por eso se ha reservado un papel. Diálogos donde se
menciona el miedo a la muerte, las aprensiones o el psicoanálisis… de hecho el
personaje de la mujer de Allen, Judy Davis, se erigirá en una especie de psicóloga
de su marido de forma constante.
Allen descubrirá en el padre del novio de su hija a un
talento portentoso (interpretado por el tenor Fabio Armiliato), una voz
excepcional… pero que sólo lo logra demostrar metido en la ducha… así que
diseñará todo tipo de producciones para que el buen hombre salga metido en la
ducha cantando. Un surrealismo que nos deja algunas de las escenas más
tronchantes y divertidas de la cinta.
-Allen: “Va a ser el cantante de ópera más famoso del
mundo”.
-Davis: “Y desde luego el más limpio”.
Esta historia también presenta toques surrealistas, un
hombre mediocre que de la noche a la mañana se convierte en famoso por su misma
mediocridad, sin mayor motivo. La idea es buena aunque muchas de las
reflexiones que presenta Allen ya las mostró con más talento en “Celebrity”
(1998). También en “Balas sobre Broadway” (1994). Una oda crítica a la fama, muy
actual, y al absurdo culto que guarda buena parte de la sociedad a gentes sin
mérito, así como a los realitys que simplemente muestran lo mediocre y
cotidiano. Sobre lo efímero de la misma. Una vez planteada la historia su
simpleza cansa y todo lo que vemos se hace previsible y algo moroso. Allen no
logra trascender la moraleja simplista que queda expuesta desde el mismo inicio
de la historia. Incluso lo verbaliza por si fuera poco, como si él fuera el
profesor y nosotros alumnos de cinco años… Muy irregular.
Lo de la verbalización simplificadora es un defecto que
comete Allen de vez en cuando, ya lo vimos en “Midnight in Paris”, por poner un
ejemplo reciente.
Por supuesto después de todos los sufrimientos que le da la fama el
bueno de Benigni la echará de menos.
Un episodio que tiene todo el espíritu de las historias más
alegóricas de Allen, especialmente las cortas.
Sin duda es la historia más floja, infidelidades y trama
previsible, especialmente para el conocedor de la obra del director
neoyorquino. Típica historia de adulterios. Una novia (Alessandra Mastronardi),
que se perderá en la búsqueda de una peluquería y un novio (Alessandro Tiberi),
que se ve envuelto en un enredo amoroso con una exuberantemente vulgar
prostituta interpretada por Penélope Cruz. Penélope realiza un papel que nos
puede recordar al de Mira Sorvino en “Poderosa Afrodita” (1995). Su personaje
gozará de buenas frases de diálogo, como las que tiene acerca del Vaticano y
“trabajar boca arriba”, diálogo que recuerda a otro, también en boca de una prostituta, en la excelsa "Desmontando a Harry" (1997).
Como es de suponer el joven e inexperto matrimonio adquirirá
algo más de experiencia junto a sus repentinos encuentros, la prostituta y una
famosa estrella de cine, aunque esta última será sustituida por un ladrón de
tres al cuarto… la cosa es ser infiel sin mirar con quién. Típica trama de
comedia sesentera sexual italiana al estilo Allen. Enredos tremendamente
artificiosos, aunque Allen se esmere en justificarlos. Una novia aparentemente
ingenua que resulta una guarrilla, un novio inexperto y fiel que cae en la
tentación de Penélope Cruz… Tópico.
Ornella Muti tendrá un pequeño cameo.
Presenta algunos recursos estilísticos interesantes, como la
panorámica circular ante la perdida novia.
“A Roma con amor” es simpática e irregular, larga en exceso
en algunas de sus historias, con un Allen que sigue igual de romántico y
decepcionante en esta última época.
Me alegra leer que consideras a "Midnight in París" sobrevalorada. Siempre lo he pensado y no entiendo que algunas personas la incluyan dentro de lo mejor de Allen. Sobre "A Roma con amor", decir que me ha gustado más tu análisis que la película :) Simpática, pero ya (eso sí, los momentos-ducha, impagables: de saltarse las lágrimas de la risa, y eso, la verdad, no se consigue fácilmente).
ResponderEliminarUn saludo,
Patricia
Hola querida Patricia, estuve a punto de suspenderla y ponerla un 2, pero al final pensé que a mucha gente le entrentendría dentro de lo que acabe, así que 5 raspado.
ResponderEliminarSobre Midnight In Paris, coincido, creo que los que la valoran tanto son gente que no conoce la obra de Allen, esa película es una simplificación mayúscula y mucho menos talentosa. Bonita y poco más.
Allen me lleva decepcionando casi una década, con alguna excepción.
Un abrazo.
La he refrescado hace unos días....típico momento de aburrimiento....y mi pasión por Italia me hizo darle una segunda oportunidad....entonces solamente me entretuvo ahora algo menos....en lo particular a mi Roberto Benigni solo me gustó en "La vida es bella"....honestamente es que no me va nada....y aunque W. Allen no es ni muchísimo menos mi director preferido esperaba muchísimo más de una película suya...
ResponderEliminarEs una decepción, pero es que Allen lleva mucho tiempo irregular. Benigni es lo que es, un humorista, no sé si calificarlo como actor jajaja. Tras eso ha desaparecido bastante, lógico...
EliminarCorrecta apreciacion.....hijo si eres humorista dedicate a eso....
EliminarMe alegra que te gustara.
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