La última película de Jules Dassin antes de que la Comisión de
Actividades Antiamericanas, la llamada Caza de Brujas, le hiciera abandonar el
país por considerarlo un comunista peligroso. Una magnífica obra hecha a toda
prisa y casi sin previo aviso, improvisada, que si bien no es la mejor de la
filmografía de Dassin deja patente su talento de forma muy contundente.
Posteriormente volvería a América para rodar nuevos títulos.
Esa falta de preparación pudo provocar ciertas deficiencias
que en realidad no se aprecian en gran medida, de igual manera que puede
favorecer el dinamismo y la naturalidad, algo que sí se aprecia en la
película. Un buen ejemplo lo tenemos en la primera escena.
La modulación, la naturalidad y la frescura de las
interpretaciones, esa apariencia de espontaneidad e improvisación y el
magistral cambio de tono que se produce al final, demuestran todo esto y hacen
patente el gran talento de Dassin. Nuestro protagonista llega con multitud de
regalos, un ex soldado que participó en la 2ª Guerra Mundial. Él es Nick
Garcos, un acertado Richard Conte. Todo es felicidad en el reencuentro con su
familia y su prometida (Barbara Lawrence), cuentan sus cosas, ríen y se
reparten los mencionados regalos… hasta que llega el del padre (Morris Carnovsky), unas
sencillas zapatillas que lo cambian todo. Una maravillosa forma de plantear la
trama. El tullido de guerra no es el soldado, es su padre, y no por heridas en
el frente precisamente.
El padre de Nick es transportista y sufrió las malas artes y
engaños de un mayorista llamado Mike Figlia (Lee J. Cobb). Unas malas artes que
lo dejaron sin piernas y sin dinero. Nick iniciará un viaje para ajustar
cuentas, un viaje por el que pasará de todo.
Cuando Nick emprenda su viaje hasta Figlia, negociará con
otro transportista, Ed Kinney (Millard Mitchell), se asociará con él en lo que
creen un buen negocio para llegar hasta el mafioso mayorista. Dassin no tendrá
problemas en detenerse en determinados momentos en personajes muy secundarios
para que veamos qué piensan o sienten, un ejemplo lo tenemos en los dos
transportistas con los que Ed se había asociado antes, pero de los que no se
fiaba y prefirió sustituirlos por nuestro protagonista. Dos personajes que
tendrán su importancia.
La escena donde Nick y Ed montan las cajas en su camión nos
deja estampas del trabajo en el campo, de recolección, así como de la forma de
cargar el producto. Estas escenas están rodadas con planos muy marcados, oblicuos,
inclinados, al estilo Welles, con ello se marca ya desde el mismo inicio que lo
que acontecerá tras este hecho, la recolección y carga de manzanas, no va a ser,
ni mucho menos, sencillo. Planos oblicuos que sugieren tensión, violencia e
inestabilidad.
Ya desde el inicio los conflictos no se hacen esperar, Ed
tratará de timar y ahorrarse algo de dinero ante los recolectores, mientras
que es Nick el que debe mantenerse honesto. Los dos transportistas que estaban
asociados con Ed los seguirán, lo que anuncia nuevos problemas. Dassin consigue
que siempre haya tensión, ya sea explícitamente o de forma soterrada, y que
parezca a punto de estallar.
El plano donde vemos cruzar el camión de Nick ocultando el de
Ed parece un mal presagio.
La mencionada tensión se sublima desde la dirección en un
momento de aparente calma. El viaje nocturno de Nick con el camión, castigado
por el sueño. Dassin recurrirá a un montaje de imágenes superpuestas,
encadenadas, donde veremos a Nick, el cuentakilómetros, las ruedas… siempre con
la sensación de amenaza, de que algo va a ocurrir, como así será.
La trama con los camiones, los tensos viajes y los
transportistas, recuerdan a dos joyas del cine como son “La pasión ciega”
(1940), una estupenda aunque irregular película de Raoul Walsh y “El salario
del miedo” (1953) de H. G. Clouzot, una auténtica joya. De hecho “La pasión
ciega” se basa en la misma novela de A. I. Bezzerides que se adapta aquí, “Mercado
de ladrones”, y no sólo eso, Bezzerides es el guionista de la cinta que nos
ocupa.
El viaje de Nick en la noche llega a su punto culminante con
el reventón y cambio de rueda, un grandísimo suspense muy bien llevado y
rodado. Uno de los grandes momentos del film.
Es cuestionable el manejo de los tiempos que se hace en la
cinta, la velocidad con la que llega Ed al punto donde pinchó Nick. Ed salvará
la vida de Nick, su confianza queda afianzada.
Una vez Nick llegue
al mercado la cosa comenzará a complicarse. Para ello no se renuncia a pequeños
trucos, como el momento en el que Nick se queda dormido al volante para que uno
de los subordinados de Figlia suba al camión a despertarle y vea lo que
transporta, todo con el fin de complicar la situación y poner en inferioridad
al protagonista, algo muy legítimo, pero que resulta un poco forzado. Con todo,
no chirrían demasiado.
Ed, que tardó muy poco en encontrarse con Nick cuando éste pinchó,
tardará demasiado en llegar al mercado, si bien es cierto que nos muestran
todas sus complicaciones con el camión como justificación.
Figlia, mafioso que se las sabe todas, empieza a maquinar
como apoderarse de las manzanas. Mandará que pinchen la rueda a nuestro
protagonista, un gran momento de puesta en escena cuando vemos a Figlia y Nick
en primer plano y como en segundo el subordinado pasa con un hacha, no
vemos nada de lo que hace, pero lo sabemos perfectamente. Las consecuencias se
verán luego.
Este uso maestro del segundo plano es uno de los grandes
detalles de estilo de Dassin en la película.
Nuestro protagonista sufriendo los envites del timador
Figlia. Dassin volverá a detenerse en las reflexiones de los villanos, como ya
mencioné antes, necesidades para una mejor evolución de la trama, mayor
claridad.
Las escenas por el mercado y con los comerciantes son una
maravilla, un magnífico retrato de todo ese mundo, el bullicio, la gente, los
intercambios, los camiones, las mercancías que pasan de manos, que se cargan y
descargan, la noche.. Una gozada, y hecha a toda prisa…
Rica (Valentina Cortese), hace su acto de presencia, tiene
un objetivo claro, Nick. Una prostituta a sueldo de Figlia como sabremos
después. Por otro lado tenemos a Ed y su viaje convertido en odisea. Los
otros dos transportistas, viendo sus apuros, tratan de sacar partido y se
ofrecen a ayudarle por una parte de su carga. Ed intentará aguantar todas estas
dificultades hasta llegar a su destino. No lo logrará.
Nick se siente tentado por Rica, una tentación visualizada
en la cama del apartamento de ésta. En la habitación de la prostituta Nick hará
mención a la guerra, a la batalla de Anzio. Nick se dormirá allí y posibilitará
que se consume el robo de sus manzanas. En la ejecución del robo tendremos otro
momento de uso del segundo plano notable, mientras Figlia organiza la descarga
de las manzanas del camión de Nick, Rica aparecerá en segundo plano, deteniéndose
discretamente hasta ver solo al mafioso para hablarle. Tras ver esto y coger
cariño al lastimado protagonista, Rica confesará toda la farsa en un beso.
La escena de la negociación, donde Nick reivindica su
dinero, es una de las más brillantes e intensas del film. Se masca la tensión
en todo momento. Richard Conte estará en posición de superioridad con respecto
a Lee J. Cobb en la escena. Figlia siempre estará sentado salvo en breves
momentos donde se muestra más sincero. Al final Nick logrará sus propósitos,
pero como es de suponer Figlia no dejarás las cosas así.
Hay cierta ingenuidad en el protagonista, un tipo
aparentemente duro, al gritar a viva voz en un bar a su prometida por teléfono
todo el dinero que ha conseguido. Parece que no ha tenido suficiente con ver lo
que le ocurrió al padre y su propia experiencia para mostrarse algo más
discreto. Además Nick tiene un rol extremadamente honesto, pero acaba
resultando algo pendón e infiel. También le veremos algo violento y avergonzado
al tener que confesar en alto sus sentimientos.
La venganza de Figlia tendrá lugar en una zona apartada,
repleta de claroscuros en las vías de un tren, lugar de todo lo prohibido, lo
sórdido, la amenaza y la atracción irrefrenable. Nick volverá a caer en la
tentación de Rica, pero los mamporreros de Figlia le darán una paliza
aprovechando su momento íntimo. Rica intentará proteger el dinero de Nick pero
no le será posible. Sombras, violencia, seguimientos, persecución, captura…
Gran utilización visual de la iluminación.
Toda la odisea de Nick parece un viaje hacia la fatalidad,
hacia un destino poco agradable. Así Ed, el compañero en el negocio de Nick, tendrá un fatal accidente que le impedirá llegar con su parte de las manzanas.
Los otros dos transportistas tendrán un conflicto moral donde cada uno se
comportará de forma muy distinta. Las escenas con los camiones son realmente
espectaculares, de una intensidad escalofriante, especialmente teniendo en
cuenta el año de la película. ¡Qué bien hacían las cosas en el cine clásico!
Figlia tratará de sacar partido del accidente aprovechándose
de los dos transportistas, uno de ellos se comportará dignamente, Slob (Jack
Oakie), el otro, Pete (Joseph Pevney), no tendrá tantos escrúpulos e irá a por
las manzanas del fallecido.
El conflicto amoroso tendrá otra soberbia escena repleta de
tensión, el trío en el apartamento de la prostituta. Polly se destapará como
una interesada y egoísta prometida y en cuanto se entera del robo del dinero
dejará a Nick en la estacada. Este cambio en la personalidad del personaje
queda algo flojo y gratuito, le falta elaboración, sobre todo teniendo en
cuenta que esperó mucho tiempo la llegada de Nick.
Richard Conte está realmente bien en su rol, una mezcla de
tipo duro y vulnerable a la vez. Él parece la inocencia personificada que tiene
un choque radical al enfrentarse a la corrupción mafiosa. Sus deslices con la
prostituta serán justificados de una manera algo forzada, por el brusco cambio
de Polly y la redención de Rica, una luchadora que apostará por el buen camino
finalmente. Valentina Cortese está soberbia en ese papel de prostituta
redimida. El trío, por tanto, dará un giro radical en la decisión final de Nick
de apostar por Rica.
El clímax con la venganza de Nick dando su merecido a Fligia
es muy bueno, hasta el transportista Pete se redimirá de alguna manera.
Las manzanas son como el oro en la película, la mercancía más preciada, son la tentación. Cuando Nick decide llevar un cargamento de manzanas entra de lleno en el mundo de la tentación, del pecado. Un inocente viajando hacia la corrupción paulatinamente, nada de lo que le rodea parece limpio. Así como Adán caerá de su Paraíso, ese que vimos al inicio del film, y visitará un infierno. Un mundo de engaños (Figlia), tentaciones (Rica), violencia (los mamporreros)… hasta llegar a la redención y una vuelta al Paraíso nuevamente, con una prostituta que casi hace de María Magdalena. Tan sólo sus padres parecen honestos plenamente.
Dassin no oculta una visión “comunista” crítica con el capitalismo
atroz y mafioso, aunque con muchos matices. He referenciado “La pasión ciega”
(1940) y “El salario del miedo” (1953) como películas que pueden venir a la
cabeza al ver esta cinta, también es posible que suceda con “La ley del
silencio” (Elia Kazan, 1954), quedando constancia de que “El salario del miedo
“ y “La ley del silencio” son posteriores a esta cinta de Dassin.
Gran título negro, no defraudará a quien apueste por él.
Supongo que mamporrero quieres decir que da golpes, mamporros... pero ojo!
ResponderEliminarmamporrero.
(De mamporro).
1. m. Hombre que dirige el miembro del caballo en el acto de la generación.
les estás llamando sujeta penes de caballos y te estás quedando más ancho que largo :-p
JM jajajaja tienes toda la razón, venía de mamporro y puse mamporrero. Quizá descubrí una ocupación del personaje que se pasó por alto jajaja.
ResponderEliminarGracias por la puntualización. Un abrazo.