Desconocida película de cine negro protagonizada por el
entrañable Robert Young y dirigida por el también desconocido James V. Kern.
Una cinta bastante mediocre que aunque deja algún buen momento resulta
profundamente artificiosa, tramposa y con una enorme cantidad de lagunas en su
rocambolesca trama, además de otras muchas limitaciones más comprensibles por
su carácter de serie B. Una historia y una atmósfera que pretende o parece
acercarse a “Rebeca” (Alfred Hitchcock, 1940), "Recuerda" (Alfred Hitchcock, 1945) o incluso “El manantial” (King
Vidor, 1949), pero está a años luz de esos referentes y que podemos
englobar en esa moda psicoanalítica, que las películas de Hitchcock ayudaron tanto a
desarrollar, que tan en boga estuvo en Hollywood en la época del cine negro de
forma algo tardía.
La película no tarda mucho en exponer sus virtudes y sus
defectos, una voz over, la de Betsy Drake, que un año antes se convirtió en la
tercera esposa del maestro Cary Grant, nos introduce en una atmósfera de
misterio que hace hincapié en una moderna casa, la del protagonista Robert
Young, que parece sacada de “El manantial” (King Vidor, 1949). Una voz over sin
el más mínimo sentido ni rigor, ya que desde luego el punto de vista del
personaje de Drake, Ellen Foster, no es el principal ni por asomo, en una buena
parte del metraje su personaje no aparece o desconoce lo que hacen otros. Un
recurso típico del cine negro que aquí se usa con el piloto automático puesto.
Un comandante, limitadamente interpretado por Raymond
Largay, se precipita alarmado en la casa de Ellen y su madre, temeroso de que
su huésped cometa un asesinato. Mucha sobreactuación poco creíble con unos
primeros planos algo excesivos. El posible asesino, y nuestro protagonista,
Jeff, ha intentado suicidarse. Un atractivo comienzo.
Las limitaciones del desconocido James V. Kern se muestran
bien a las claras en la falta de recursos y escasez de imaginación para la
puesta en escena, repitiendo y reiterando los mismos tics una y otra vez. Muestra
una total incapacidad para ello, como demostrará
cerrando un número extraordinario de escenas con miradas intrigadas de uno de los
actores. Usará los travellings de acercamiento de forma continuada para hacer
expresivos los primeros planos, y en otras ocasiones no recurrirá al
travelling, simplemente se recreará en el primer plano con la intención de
crear inquietud o sospechas en el espectador, a menudo de forma tramposa. Muy
reiterativo.
Un flashback nos cuenta la historia de Jeff, le veremos
hablar en privado con el doctor Raymond Hartley (Morris Carnovsky), vulnerando
así el punto de vista de la voz over de la chica. En esta escena tendremos otro
ejemplo de “plano de sospecha” dedicado al inquietante doctor, que insiste en
su preocupación por los mareos y depresiones del protagonista, y eso que no es
su paciente. Un primer plano al personaje que parece indicar que algo oculta o
sabe sobre nuestro amigo Jeff (Robert Young).
El primer encuentro de la pareja Jeff- Ellen nos muestra las
habilidades seductoras del primero y nos deja buenos detalles sobre lo
supersticioso del personaje de Jeff, algo sobre lo que se insistirá pero que
tampoco llevará a ningún lado concreto. La trama se va desarrollando para
mostrarnos a un personaje, Jeff, que presenta indicios de una personalidad
paranoica, se van insinuando despistes constantes por parte del protagonista,
como los comentarios del relamido Keith Ferris, interpretado por John Sutton.
Nuestro protagonista es arquitecto, otra coincidencia, además del estilo de su
casa, con “El manantial”.
Más primeros planos inquietantes o siniestros, en esta
ocasión por parte del protagonista ante la idea de Ellen, con la que va intimando,
de ver su moderna casa de cerca. Finalmente no entenderemos muy bien el sentido
de dicho plano, ya que allí no oculta nada ni la casa le importa especialmente.
Una supuestamente intrigante casa… que no lo es. La película, aunque en
ocasiones parece intentarlo, no logra transmitir esa atmósfera de extrañeza y
misterio en general, ni de sus elementos en particular, así la casa, el cuadro…
no nos generan nada especial. Todo el misterio se genera por la reacción de Young
y los primeros planos artificiosos que no llevan a nada.
Ellen y Jeff mantendrán conversaciones y reflexiones sobre
arte moderno, interesantes, ante un cuadro que será clave, para luego descubrir
que una escultura que simboliza la buena suerte se ha roto, otra vez el tema de
la superstición de Jeff en liza. Pensaremos que esto lleva a algún lugar, pero
más allá de este uso, que el personaje pueda
pensar que la suerte lo abandonó, no irá. Además no se vuelve a hacer
referencia al tema salvo en una conversación posterior. Ellen descubrirá, poco
después, que la prometida de Jeff se mató en un accidente el día antes de su
boda junto a él. Con todo, la obsesión de Jeff por la buena suerte deja algún
buen momento de puesta en escena, como sus gestos supersticiosos de lanzar la
sal por encima del hombro o tocar madera.
Jeff quedará perturbado al oír la canción “No me olvides” en
un baile, esto al final de la película tampoco tiene un sentido excesivo, la
muerte de su mujer no le perturbó en ese aspecto como sabremos al final, es más,
trata de proteger, increíble y absurdamente, al verdadero culpable y al padre
de su difunta novia, como para entender muchas de sus reacciones. Jeff resulta
un tipo algo raro, como el Laurence Olivier de “Rebeca”, pero aquel tenía
justificación.
Más extrañezas que pretenden hacernos sospechar de la
perturbación de Jeff, aunque estas precisamente son las que menos nos hacen
extrañarnos… el sacrificio de su amado caballo, un supuesto hombre tras un
arbusto (esto es artificial hasta decir basta, ya que efectivamente luego
sabremos que había un hombre, arriesgándose a que lo viera la mujer que va ¡al
lado del protagonista al que se quiere manipular!). También se envenenará a su
otro amado animal, el perro; su rosal aparece extrañamente marchitado, es envenenado
también con arsénico; el famoso cuadro perderá su color… Estas cuestiones y sus
explicaciones son muy rocambolescas.
El cuadro dará las claves al misterio finalmente, nos
recordará a otros cuadros míticos del cine como los de “La mujer del cuadro”
(Fritz Lang, 1944), o “Laura” (Otto Preminger, 1944). Aires latinos mexicanos salpican la cinta, una bailaora,
vestidos toreros de los camareros en una fiesta, referencias al toreo…
El seductor bigotitos, Keith, que va tremendamente salido,
intenta aprovecharse de Ellen, que ofrece una débil resistencia al acoso del
pseudo galán, una puesta en escena mejorable, supongo.
Veremos un plano de Ellen frente a un espejo mientras indaga,
llamando al comandante, sobre los sucesos que está viviendo, es la buscadora de
la verdad. Se pretende la ambigüedad, o él está muy loco o alguien quiere perjudicarle.
Ellen es una chica enamorada, tenaz y con mucha iniciativa.
La moderna casa se quema. Un cúmulo de desgracias muy
siniestras. Con quien no hay ambigüedad es con el bigotitos, que apesta a
villano en todo momento, un personaje mal construido como explicaré luego.
También veremos que el médico que se preocupa por Jeff tiene sus propias
obsesiones, en vez de llevar su consulta está más preocupado por nuestro
protagonista y se dedica a escribir reiteradamente la palabra “paranoia” en una
libreta… Parece un espía o un detective más que un médico. Este personaje
tendrá una conversación con Ellen y dará lugar a otra de esas escenas tramposas
y manipuladoras, un intento de asesinato a la mujer justo después de que ella
saliera de su consulta y de ver otra de sus inquietantes caras antes de coger
su sombrero y salir tras ella. El coche que intenta matarla será idéntico al de Jeff, para aumentar
las sospechas sobre la mente desequilibrada del protagonista… este punto ni
siquiera lo explicarán, ¿era el coche de Jeff?, de ser así ¿se lo robaron? ¿Compró
el conductor el coche para la ocasión en exclusiva?...
Otra artificiosa y tramposa escena, aunque de buen suspense, es
la de la gasolina y el comportamiento secreto y extraño de Jeff en la noche.
Una escena planificada para hacernos ver a un Jeff sospechoso que incluso llega
a abrir la puerta de la habitación donde duerme la chica, ¡pistola en mano!,
sin llamar, para luego desmentirlo. Es el tono artificioso y torpe general de
la cinta.
Cuando todo se resuelve no entendemos el comportamiento
chulesco y prepotente que tiene constantemente, sobre todo con Jeff, el
bigotitos, habida cuenta de su responsabilidad, su relación con la novia de
Jeff y de que fuera él, en realidad, el que conducía el día del accidente…
Incoherente, forzado, no encaja bien.
Todo en la escena final queda impostado, el repentino
trastorno del viejo (Henry O’Neill), la reacción ilógica del bigotitos… Tampoco
entendemos qué pinta el personaje del comandante que sale al inicio de la
historia ni el de la ex mujer del bigotitos, que no aportan absolutamente nada,
salvo intentar engañarnos en alguna ocasión. En fin, lo cierto es que hay un
exceso de despropósitos.
Jason Robards senior aparece en un breve papel. Robert
Young, un aceptable actor, no logra transmitir el aire atormentado que se
presupone a su personaje y Betsy Drake se muestra esforzada.
Una cinta pobre y prescindible, con algún momento de buen
suspense y un planteamiento que podría haber dado para algo más, si hubiera
estado mejor escrito. Torpe y pobre dirección y mal guión.
Se puede peticiones del lector??? hay una película de cine negro que ví hace tiempo y me gustó mucho "El merodeador" (The Prowler Joseph Losey, 1950) ¿Te animas?.
ResponderEliminarClaro que se pueden peticiones, querido Anónimo. Anotada queda. Me gusta Losey.
ResponderEliminarMuchas gracias por la participación. Un saludo
Hola otra vez!!
ResponderEliminarDe dónde sacas las pelis, sensei?
Me gusta ese tonillo q se desprende en el texto cuando una pelino te gusta!! Jajaha!!!
Gracias x seguir. Aprendo mucho!!!
Besos!!
Como bien sabrás he sido tremendamente cruel con cosas como TRANSFORMERS jajaja. Aquí soy bastante bondadoso.
ResponderEliminarGracias a ti por pasarte Reina.
Pd. las pelis vienen a mí, me quieren jajajaja