viernes, 16 de noviembre de 2012

Crítica: COSMOPOLIS (2012) -Última Parte-

DAVID CRONENBERG










Todo este universo apocalíptico nos recuerda a “Crash”, la cinta que Cronenberg realizó en el 96, donde los protagonistas miraban fascinados el caos, la muerte y la destrucción producida por los accidentes de coches, de hecho veremos también a “fotógrafos de la muerte”, morbosos, como los de la cinta mencionada. Así el coche, como símbolo de la modernidad, vuelve a ser escenario de los deseos más primarios, del sexo, como el coito entre Pattinson y Binoche,  incluso en la misma posición que el que tuvieran James Spader y Holly Hunter. También el tono, esa falta de conflictos, esa frialdad, aunque aquí todo es menos perfecto que en la cinta de 1996.



No es original

“¿Qué es original?”

Es mío

"El impulso destructivo es un impulso de creación"

En el coito con la guardaespaldas, Pattinson le pedirá que le disparé su arma de descargas eléctricas, su necesidad de sentir, sensaciones, ante su impotencia e incapacidad de tener sentimientos, va creciendo. Como en “Crash”. Esa será la primera vez que Pattinson será encañonado, en la escena final lo será de nuevo, otro eco, aunque en esa ocasión no pedirá, como en la que nos ocupa, que disparen sobre él.


En la conversación entre Pattinson y su mujer volvemos a ver la consciencia de ambos personajes de su aislamiento, de su diferencia con respecto a la “gente normal”, así Pattinson dirá “Me gusta. Somos dos personas que hablan. ¿No es así como hablan?”, su mujer responderá “¿Cómo voy a saberlo?”… Los personajes robóticos y fríos de Cronenberg.

El director canadiense muestra de forma magistral la evolución del personaje interpretado por Pattinson despojándolo de elementos paulatinamente. De su impecable look inicial poco quedará al final de la película, un deterioro que poco tiene que ver con circunstancias excepcionales, son cosas sutiles, más alguna curiosa, las que se van sumando. De su look impecable pasaremos a ver como se quita sus gafas de sol, luego perderá la corbata, posteriormente la chaqueta, además perderá a su esposa. Luego veremos como un activista le da un tartazo, un atentado simbólico, con lo que su rostro y su pelo quedarán manchados, a continuación llegará a la ansiada peluquería donde recibirá sólo medio corte de pelo ya que en un impulso se irá de allí, así que también irá mal peinado… Por último acabará auto hiriéndose, las clásicas laceraciones autoinfligidas de Cronenberg, con un disparo en la mano previo a la espera de que Giamatti apriete un gatillo.


Una evolución en su aspecto físico que muestra el interno, ese otro yo que puja por salir, en una manifestación que suple a la del robótico, frio e inamovible rostro de Pattinson, que vuelve a recordar al de los protagonistas de “Crash”.


La asepsia sentimental de Pattinson va resquebrajándose, aunque mantenga su mirada perdida, como vemos en la escena de la discoteca. Ese resquebrajamiento relativo lo tenemos en su emoción y lloro al enterarse de que su rapero favorito ha muerto, otro signo de su distorsión vital, su deterioro afectivo, anestesiado, averiado. En la escena de la discoteca seguiremos con las peculiares evoluciones de Pattinson en su afán por sentirse algo más humano buscando sensaciones. Saldrá el tema, con su guardaespaldas, de lo que se siente al matar a un hombre, antes vimos como le apuntaba su empleada negra, y posteriormente experimentará, porque sí, el asesinato… todo acercándole, voluntariamente, a un propósito, su propia muerte.


En la escena del atentado con tarta vemos cierta desgana en Cronenberg, una puesta en escena muy forzada, no porque sea teatral, sino porque resulta artificiosa, poco elaborada y veraz. Acto seguido, y ante unos incrédulos y jóvenes jugadores de baloncesto, Pattinson tendrá su experiencia homicida matando a su jefe de seguridad, que tan bien lo había cuidado hasta ese momento. Un asesinato consumado con total frialdad tras parecer querer crear un vínculo afectivo… algo de lo que es incapaz. Un impactante momento. Sigue buscando con placer la muerte.


Nuestro protagonista llegará por fin a la ansiada peluquería, que acaba siendo alegórica también. Allí veremos como Pattinson se refleja en un espejo, pero no se le ve la cara, casi como a los vampiros, una personalidad difuminada.

La peluquería, como he comentado, acaba resultando alegórica, el lugar en el que Pattinson quiere reencontrarse con la infancia y el pasado, con vínculos afectivos olvidados, allí veremos un cochecito de juguete donde nuestro protagonista se sentaba de niño. También intervendrá en la conversación el chófer de Pattinson, que compartirá experiencias con el peluquero. Hablarán de la protección.



De igual forma que hemos visto la transformación de Pattinson, todo durante la película se transformará, el entorno, de placentero a cada vez más apocalíptico, del lujo a callejones oscuros y suburbios, o la propia limusina, impoluta al comenzar y completamente manchada, pintada y abollada al final del trayecto. Pattinson pasará de la protección, aislamiento y seguridad de su limusina a vagar por callejones peligrosos y la basura. Un alucinado viaje al corazón de las tinieblas, un extraño contraste entre surrealismo y realidad. No es raro que Conrad venga a la cabeza.




Un impotente viaje hacia la humanización.

Todo cada vez más primitivo, dentro de un orden. Pattinson en callejones pistola en mano tiroteando sin mirar a su presunto asesino y viceversa.

 Quiero matarte porque quiero contar para algo en mi propia vida”.





Pattinson confirmará que vio a Giamatti junto a un cajero, como vimos con anterioridad fugazmente.



San Agustín: “Soy un enigma para mí mismo”.

Durante la conversación entre Pattinson y Giamatti, entre el rico hombre de negocios y su pobre empleado, habrá ciertos detalles de puesta en escena y uso del decorado interesantes, como la confesión en el váter-confesionario de Pattinson o el uso de la cortinilla, que de nuevo parece un confesionario, con cada actor a un lado de la misma. Una conversación donde se reflexionará sobre la ambición, la autosuficiencia y la falta de arrepentimiento de Pattinson, sobre su extrema competitividad, incluso en la autodestrucción. Sobre la violencia, los complejos y la falta de iniciativa de Giamatti, sobre su odio por ser mediocre… Un duelo de clases casi.




La autodestrucción de Pattinson llega a su estación final, lo veremos jugueteando con su pistola, poniéndosela en la boca distraídamente y su posterior autolesión, un clásico de Cronenberg, disparándose a la mano. Es el último paso en ese deterioro físico paulatino, y en su look.

Giamatti revelará el significado de la próstata asimétrica que tanto perturba a Pattinson, si lo hubiera entendido habría evitado su caos financiero particular…


Hay que destacar el duelo actoral final, con un excelente Giamatti y un magnífico Pattinson, que se reivindica con fuerza en esta cinta y tira por tierra prejuicios por haber sido protagonista de la saga “Crepúsculo”… siempre se es muy aficionado a condenar a actores en función de un proyecto exitoso o que no nos gusta. Un gran trabajo del joven actor. Un ejemplo de su buena labor lo tenemos en la escena final, su plano sostenido aguardando el momento en el que Giamatti, con una toalla sobre la cabeza como si fuera un monje, decida apretar el gatillo y así cumplir con su deseo autodestructivo mientras salen lágrimas de sus ojos. Acabar con su agonía, es un muerto en vida.

Hay un cambio final en la jerarquía, el dependiente tiene la posibilidad de decidir sobre el que considera ha dictado sus pasos a seguir. Un sometimiento que, no nos engañemos, es voluntario por parte de Pattinson, que parece tener la necesidad de comprobar qué se siente dependiendo de otro. Por ello Giamatti en ese momento es falsamente poderoso.


El final es interrumpido, vemos a Giamatti apuntando a Pattinson y Cronenberg fundirá en negro. La amenaza latente, el acto sin ejecutar. Una situación dada donde Cronenberg parece pedir al espectador que elija qué haría con ese personaje.

El texto de DeLillo es magnífico, muchas de sus frases y reflexiones son verdaderamente interesantes aunque en ocasiones la falta de nervio de la cinta no le haga justicia. Un relato apocalíptico sobre la crisis del capitalismo o su aparente muerte… antes de su pronta resurrección. Un diálogo entre el capitalismo, la crisis, la autodestrucción, la sociedad ilusoria, la anarquía…

La película es pausada, lo cual no es nada malo, pero sí acaba cayendo en cierta lentitud, ensimismamiento y desgana, aunque conserve, en menor grado, la potencia visual e hipnótica clásica del cine más personal de Cronenberg. Esto puede provocar que resulte aburrida a un gran número de personas, especialmente si no entran en el denso texto que propone DeLillo y la película. Cierta falta de garra. Hay que añadir las similitudes excesivas con “Crash”, a la que no acaba de añadir grandes cosas. A pesar de estos defectos son suficientes las virtudes para hacerla más que interesante, además posee una atmósfera y fotografía excelentes, algo habitual en Cronenberg.


Una cinta difícil que tendrá tantos adeptos como detractores.

 

Dedicada a Patricia L.,  espero que el análisis haya cumplido las expectativas.



4 comentarios:

  1. Usted siempre cumple, Mr.Sambo:) Me encantan todas las entradas que hasta ahora llevo leídas.
    También creo que fue un acierto la elección de Pattinson, arriesgada -como toda la película- pero eso, acertada. Me gusta cuando hablas de ese intento por parte del protagonista de recuperar recuerdos, parte de su infancia. Especialmente me conmovió el momento en el que ve a los chicos jugando al baloncesto y dice -más que al guardaspaldas, a sí mismo- "yo también jugaba al baloncesto".
    Me ha encantado tu análisis, acompañado de las imágenes:espero que para reyes ya se pueda adquirir.
    Un abrazo, y te seguimos leyendo. Siempre es un placer.
    Patricia

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    1. Muchas gracias Patricia, me alegra que te haya gustado. Así es, la elección de Pattinson se antoja un acierto y además seguro ha servido a Cronenberg para tener un poco más de pegada en taquilla.

      Acertadísimo lo que comentas del baloncesto, de hacer deporte al aire libre y acompañado a encerrarse en su burbuja, en este caso un gimnasio.

      Seguro que sí, para Navidad estará.

      Un abrazo.

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  2. He recordado que lo del baloncesto lo contraponía a su hábito de ir al gimnasio. De pasar a jugar en grupo -como hacía en su niñez, como hacen los dos niños que vemos en la noche- a pasar a hacerlo ya adulto de un modo automático casi (creo que se refería al levantamiento de pesas), de un modo tan individualista. Es cierto que se le pueden poner "peros",pero en su conjunto, me pareció una película fascinante.
    Como decías en la primera parte DeLillo le va como anillo al dedo al mundo Cronenberg.
    Patricia

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    1. Comenté lo del baloncesto en el anterior... Pero bueno eso, que me parece acertadísimo.

      Otra cosa no pero Cronenberg parece que elige bien sus adaptaciones, parecen escritas para él jejeje.

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