Todo este universo apocalíptico nos recuerda a “Crash”, la
cinta que Cronenberg realizó en el 96, donde los protagonistas miraban
fascinados el caos, la muerte y la destrucción producida por los accidentes de
coches, de hecho veremos también a “fotógrafos de la muerte”, morbosos, como
los de la cinta mencionada. Así el coche, como símbolo de la modernidad,
vuelve a ser escenario de los deseos más primarios, del sexo, como el coito
entre Pattinson y Binoche, incluso en la
misma posición que el que tuvieran James Spader y Holly Hunter. También el
tono, esa falta de conflictos, esa frialdad, aunque aquí todo es menos perfecto
que en la cinta de 1996.
“No es original”
“¿Qué es original?”
“Es mío”
"El impulso destructivo es un impulso de creación"
"El impulso destructivo es un impulso de creación"
En el coito con la guardaespaldas, Pattinson le pedirá que le
disparé su arma de descargas eléctricas, su necesidad de sentir, sensaciones,
ante su impotencia e incapacidad de tener sentimientos, va creciendo.
Como en “Crash”. Esa será la primera vez que Pattinson será encañonado, en la
escena final lo será de nuevo, otro eco, aunque en esa ocasión no pedirá, como
en la que nos ocupa, que disparen sobre él.
En la conversación entre Pattinson y su mujer volvemos a ver
la consciencia de ambos personajes de su aislamiento, de su diferencia con
respecto a la “gente normal”, así Pattinson dirá “Me gusta. Somos dos personas
que hablan. ¿No es así como hablan?”, su mujer responderá “¿Cómo voy a
saberlo?”… Los personajes robóticos y fríos de Cronenberg.
El director canadiense muestra de forma magistral la
evolución del personaje interpretado por Pattinson despojándolo de elementos
paulatinamente. De su impecable look inicial poco quedará al final de la
película, un deterioro que poco tiene que ver con circunstancias excepcionales,
son cosas sutiles, más alguna curiosa, las que se van sumando. De su look impecable
pasaremos a ver como se quita sus gafas de sol, luego perderá la corbata,
posteriormente la chaqueta, además perderá a su esposa. Luego veremos como un
activista le da un tartazo, un atentado simbólico, con lo que su rostro y su
pelo quedarán manchados, a continuación llegará a la ansiada peluquería donde
recibirá sólo medio corte de pelo ya que en un impulso se irá de allí, así que
también irá mal peinado… Por último acabará auto hiriéndose, las clásicas
laceraciones autoinfligidas de Cronenberg, con un disparo en la mano previo a
la espera de que Giamatti apriete un gatillo.
Una evolución en su aspecto físico que muestra el interno,
ese otro yo que puja por salir, en una manifestación que suple a la del
robótico, frio e inamovible rostro de Pattinson, que vuelve a recordar al de
los protagonistas de “Crash”.
La asepsia sentimental de Pattinson va resquebrajándose,
aunque mantenga su mirada perdida, como vemos en la escena de la discoteca. Ese
resquebrajamiento relativo lo tenemos en su emoción y lloro al enterarse de que
su rapero favorito ha muerto, otro signo de su distorsión vital, su deterioro
afectivo, anestesiado, averiado. En la escena de la discoteca seguiremos con
las peculiares evoluciones de Pattinson en su afán por sentirse algo más humano
buscando sensaciones. Saldrá el tema, con su guardaespaldas, de lo que se
siente al matar a un hombre, antes vimos como le apuntaba su empleada negra, y
posteriormente experimentará, porque sí, el asesinato… todo acercándole,
voluntariamente, a un propósito, su propia muerte.
En la escena del atentado con tarta vemos cierta desgana en
Cronenberg, una puesta en escena muy forzada, no porque sea teatral, sino
porque resulta artificiosa, poco elaborada y veraz. Acto seguido, y ante unos
incrédulos y jóvenes jugadores de baloncesto, Pattinson tendrá su experiencia
homicida matando a su jefe de seguridad, que tan bien lo había cuidado hasta
ese momento. Un asesinato consumado con total frialdad tras parecer querer
crear un vínculo afectivo… algo de lo que es incapaz. Un impactante momento. Sigue
buscando con placer la muerte.
Nuestro protagonista llegará por fin a la ansiada
peluquería, que acaba siendo alegórica también. Allí veremos como Pattinson se
refleja en un espejo, pero no se le ve la cara, casi como a los vampiros, una
personalidad difuminada.
La peluquería, como he comentado, acaba resultando
alegórica, el lugar en el que Pattinson quiere reencontrarse con la infancia y
el pasado, con vínculos afectivos olvidados, allí veremos un cochecito de
juguete donde nuestro protagonista se sentaba de niño. También intervendrá en
la conversación el chófer de Pattinson, que compartirá experiencias con el
peluquero. Hablarán de la protección.
Todo cada vez más primitivo, dentro de un orden. Pattinson
en callejones pistola en mano tiroteando sin mirar a su presunto asesino y
viceversa.
“Quiero matarte
porque quiero contar para algo en mi propia vida”.
Pattinson confirmará que vio a Giamatti junto a un cajero,
como vimos con anterioridad fugazmente.
San Agustín: “Soy un enigma para mí mismo”.
Durante la conversación entre Pattinson y Giamatti, entre el
rico hombre de negocios y su pobre empleado, habrá ciertos detalles de puesta en
escena y uso del decorado interesantes, como la confesión en el
váter-confesionario de Pattinson o el uso de la cortinilla, que de nuevo parece
un confesionario, con cada actor a un lado de la misma. Una conversación donde
se reflexionará sobre la ambición, la autosuficiencia y la falta de
arrepentimiento de Pattinson, sobre su extrema competitividad, incluso en la
autodestrucción. Sobre la violencia, los complejos y la falta de iniciativa de
Giamatti, sobre su odio por ser mediocre… Un duelo de clases casi.
La autodestrucción de Pattinson llega a su estación final,
lo veremos jugueteando con su pistola, poniéndosela en la boca distraídamente y
su posterior autolesión, un clásico de Cronenberg, disparándose a la mano. Es
el último paso en ese deterioro físico paulatino, y en su look.
Giamatti revelará el significado de la próstata asimétrica
que tanto perturba a Pattinson, si lo hubiera entendido habría evitado su caos
financiero particular…
Hay que destacar el duelo actoral final, con un excelente
Giamatti y un magnífico Pattinson, que se reivindica con fuerza en esta cinta y
tira por tierra prejuicios por haber sido protagonista de la saga “Crepúsculo”…
siempre se es muy aficionado a condenar a actores en función de un proyecto
exitoso o que no nos gusta. Un gran trabajo del joven actor. Un ejemplo de su
buena labor lo tenemos en la escena final, su plano sostenido aguardando el
momento en el que Giamatti, con una toalla sobre la cabeza como si fuera un
monje, decida apretar el gatillo y así cumplir con su deseo autodestructivo
mientras salen lágrimas de sus ojos. Acabar con su agonía, es un muerto en
vida.
Hay un cambio final en la jerarquía, el dependiente tiene la
posibilidad de decidir sobre el que considera ha dictado sus pasos a seguir. Un
sometimiento que, no nos engañemos, es voluntario por parte de Pattinson, que
parece tener la necesidad de comprobar qué se siente dependiendo de otro. Por
ello Giamatti en ese momento es falsamente poderoso.
El final es interrumpido, vemos a Giamatti apuntando a
Pattinson y Cronenberg fundirá en negro. La amenaza latente, el acto sin
ejecutar. Una situación dada donde Cronenberg parece pedir al espectador que
elija qué haría con ese personaje.
El texto de DeLillo es magnífico, muchas de sus frases y
reflexiones son verdaderamente interesantes aunque en ocasiones la falta de
nervio de la cinta no le haga justicia. Un relato apocalíptico sobre la crisis
del capitalismo o su aparente muerte… antes de su pronta resurrección. Un
diálogo entre el capitalismo, la crisis, la autodestrucción, la sociedad
ilusoria, la anarquía…
La película es pausada, lo cual no es nada malo, pero sí
acaba cayendo en cierta lentitud, ensimismamiento y desgana, aunque conserve,
en menor grado, la potencia visual e hipnótica clásica del cine más personal de
Cronenberg. Esto puede provocar que resulte aburrida a un gran número de
personas, especialmente si no entran en el denso texto que propone DeLillo y la
película. Cierta falta de garra. Hay que añadir las similitudes excesivas con
“Crash”, a la que no acaba de añadir grandes cosas. A pesar de estos defectos
son suficientes las virtudes para hacerla más que interesante, además posee una
atmósfera y fotografía excelentes, algo habitual en Cronenberg.
Una cinta difícil que tendrá tantos adeptos como
detractores.
Dedicada a Patricia L., espero que el análisis haya cumplido las expectativas.
Usted siempre cumple, Mr.Sambo:) Me encantan todas las entradas que hasta ahora llevo leídas.
ResponderEliminarTambién creo que fue un acierto la elección de Pattinson, arriesgada -como toda la película- pero eso, acertada. Me gusta cuando hablas de ese intento por parte del protagonista de recuperar recuerdos, parte de su infancia. Especialmente me conmovió el momento en el que ve a los chicos jugando al baloncesto y dice -más que al guardaspaldas, a sí mismo- "yo también jugaba al baloncesto".
Me ha encantado tu análisis, acompañado de las imágenes:espero que para reyes ya se pueda adquirir.
Un abrazo, y te seguimos leyendo. Siempre es un placer.
Patricia
Muchas gracias Patricia, me alegra que te haya gustado. Así es, la elección de Pattinson se antoja un acierto y además seguro ha servido a Cronenberg para tener un poco más de pegada en taquilla.
EliminarAcertadísimo lo que comentas del baloncesto, de hacer deporte al aire libre y acompañado a encerrarse en su burbuja, en este caso un gimnasio.
Seguro que sí, para Navidad estará.
Un abrazo.
He recordado que lo del baloncesto lo contraponía a su hábito de ir al gimnasio. De pasar a jugar en grupo -como hacía en su niñez, como hacen los dos niños que vemos en la noche- a pasar a hacerlo ya adulto de un modo automático casi (creo que se refería al levantamiento de pesas), de un modo tan individualista. Es cierto que se le pueden poner "peros",pero en su conjunto, me pareció una película fascinante.
ResponderEliminarComo decías en la primera parte DeLillo le va como anillo al dedo al mundo Cronenberg.
Patricia
Comenté lo del baloncesto en el anterior... Pero bueno eso, que me parece acertadísimo.
EliminarOtra cosa no pero Cronenberg parece que elige bien sus adaptaciones, parecen escritas para él jejeje.