jueves, 13 de septiembre de 2012

Crítica: MEN IN BLACK 3 (2012)

BARRY SONNENFELD










Tercera parte de la franquicia de los hombres de negro que mejora ostensiblemente a la segunda sin llegar al nivel de la primera. Desde luego ninguna de las tres es una genialidad del séptimo arte, pero la primera resultó un refrescante entretenimiento, de bastante influencia, gamberro y muy divertido, aquí se logra recuperar este espíritu con un buen pulso.

La tercera entrega de la franquicia dirigida por Barry Sonnenfeld sorprende cuando nadie esperaba ya nada de ella. Gran ritmo, buenos efectos y escenas de acción y un humor acertado, es decir, las grandes bazas de la saga a pleno funcionamiento.

Una prisión lunar da comienzo a una historia que juega con los viajes en el tiempo, un tema que no pasa de moda y que últimamente ha servido de excusa a varias películas. Una simpática, desfasada e imaginativa primera escena que presenta un villano con un gran look. Boris, el animal (Jemaine Clement).
En esta entrega se indagará en el pasado de K, y el por qué de su carácter seco. El bueno de Tommy Lee Jones pasa el rato sin despeinarse mucho pero deja momentos muy divertidos en su contraste con Will Smith, otra de las principales virtudes de la saga. Aquí el bueno de K tiene un tono más melancólico y nos enfrentaremos a su pasado.

El momento del panegírico es muy divertido, aunque esperado. Tanto por Tommy Lee Jones como por Emma Thompson. En la misma línea seguiremos en la escena del restaurante chino, donde las bromas acerca del mismo y sus diálogos son muy simpáticos. La puesta en escena es ingeniosa y saca partido a las constantes de la franquicia, esos extraterrestres en cuerpos humanos y las escenas de acción que se mezclan con un humor sanote y sin pretensiones, como ejemplo el momento en el que Will salva a K abriendo una puerta en la azotea.
Los efectos especiales singuen mezclando tecnología y rayos láser con monstruitos orgánicos que segregan todo tipo de sustancias viscosas, otro de los rasgos clásicos de la saga.

La cotidiana vida de los hombres de negro cambia cuando el guión pega un giro hacia los mencionados viajes en el tiempo. Nuestro villano pretende ir al pasado para vengarse de K, el agente que le hizo perder un brazo y arrestó, quiere volver a 1969. Viajes en el tiempo con muchas licencias y cachondeo.

Menciones al padre de Will, que acabarán teniendo sentido, y la extraña ausencia de K que impulsará a J (Will Smith) a seguir el camino al pasado de Boris. El truco está en que J sí recuerda a K, si no la cosa sería difícil, una licencia como otra cualquiera… Se justifica con que J ya debía estar allí, como, efectivamente, sabremos en el emotivo final. El caso es que otros también están y no lo recuerdan.



El personaje que posibilita los viajes en el tiempo es bastante gracioso, lástima su breve papel (Michael Chernus).

El bueno de J viajará en el tiempo justo cuando una invasión de protozoos gigantes llega a la Tierra para aniquilarla. El salto temporal es otro momento muy divertido. El tono desenfadado y de no tomarse nada en serio, y menos que nada a sí  misma, es uno de los aciertos de la saga y de esta película en especial. En este caso hay un mayor ingenio y chispa.



En las reglas se dirá que hay que mantenerse alejado del amigo al que se pretende salvar, algo que J, por supuesto, no hará, aunque eso luego importa más bien poco…

El retrato de la América sesentera con paz y amor, los hippies, el no a la guerra, su música, Janis Joplin, Andy Warhol, el racismo… tratado con humor y socarronería para todos los públicos. El conflicto con el hombre del futuro y los contrastes, sin hacer mucho hincapié, es una de las buenas bazas de humor de esta parte de la película.
Otra escena destacada de acción, la persecución en esas motos circulares.

Evidentemente no podemos pedirle peras al olmo, en este tipo de cintas completamente desenfadadas y alocadas el rigor y demás aspectos no son especialmente importantes, así veremos un buen cúmulo de tópicos y licencias y al villano aparecer donde le sale del níspero sin explicación alguna y porque sí, como veremos en la escena donde el vidente, Griffin (Michael Stuhlbarg), está en el estadio de los Mets.


Otra interesante escena es la conversación que Boris, el animal, tiene con su yo del pasado, un diálogo presente-pasado en el que todo son recriminaciones. Interesante reflexión.

La elección de Josh Brolin como el agente K de 1969 es francamente acertada, un gran punto para los de casting. Su química con Will Smith indiscutible, muy divertidos ambos en pantalla.



Con todo, en esta parte central la película pierde algo de su energía inicial, el humor pierde inspiración.

En la parte final tendremos escenas divertidas como esa en la que deben “decir la verdad”, en ella conoceremos al padre de Will y luego lo que ocurrió con él, así como lo que significa el bueno de K en la vida de J. Un giro final emotivo que da una dimensión especial a esta tercera entrega de la saga. Si bien es cierto que varía el tono general de la cinta, resulta muy acertado.
El guión recurre al “vidente” para ir sembrando de cebos la narración, y de supuesta inquietud. El personaje es entrañable.

Como ocurría en la primera entrega y con la excusa de los viajes en el tiempo, como pasaba con “Regreso al futuro” (Robert Zemeckis, 1985), director y guionista nos muestran con humor estampas culturales de América, desde lo más general a pequeñas estampas de la vida cotidiana de la clase media sesentera.


La hermosa amistad de los dos protagonistas queda realmente bien rubricada en un romántico y efectivo giro final, una preciosa amistad simbolizada en el reloj que el padre de Will le regaló a éste. Un objeto muy adecuado con respecto a la temática de esta tercera entrega. Un final que eleva la película sin lugar a dudas.

Spielberg vuelve a estar en la producción y Danny Elfman compone una música perfectamente reconocible, en su misma línea de siempre.

Tommy Lee Jones también parece un extraterrestre con ese rostro surcado de arrugas imposibles. Will Smith en su salsa y Josh Brolin un acierto. Los personajes no tienen desarrollo, salvo en lo concerniente a los dos protagonistas a los que se les dota de matices y evolucionan muy acertadamente en su relación.

  
El clímax, en la nave tripulada que llegará por primera vez a la Luna, el Apolo 11, tiene todos los tics habituales de este tipo de cintas, con licencias y libertades varias, pero acaba apostando con fuerza por lo emotivo muy por encima de lo espectacular.

Aquí no hay reflexiones más allá de las que pueda suscitar cualquier tipo de narración sin proponérselo, aunque ofrece el mencionado giro emotivo que le da un toque especial. Un entretenimiento tan acertado como intrascendente e inofensivo. Muy disfrutable.




 

4 comentarios:

  1. No será la séptima maravilla cinematográfica, pero a mi me divierte mucho, y creo q veré la tercera, un domingo familiar de estos...

    Will Smith me cae genial, siempre me hace pasar buenos ratos en las pelis de MIB !!

    Gracias x traer este análisis.

    Bss!!

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  2. Aisss a mi me encantó la primera y la segunda y estoy deseando ver esta!
    Enamorada me tiene Will Smith desde siempre, creo que es un excelente actor.
    Gracias por la critica, ahora hay mas ganas de verla!.

    muaks!!

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  3. Pues yo creo que esta te gustará Reina, la 2ª me pareció que bajaba bastante, pero en ésta he visto una clara recuperación, mucha diversión, la verdad.

    Besos y gracias a ti.

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  4. Hola Luna, pues sí, Smith se ha desmarcado como un actor competente y también disfruto de su vena más gamberra y desfasada, le gusta y enamora a mucha gente jaja

    Besos.

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