lunes, 13 de agosto de 2012

Crítica: ARREBATO (1980) -Parte 1/4-

IVÁN ZULUETA







Estamos ante una de las películas más sui géneris, realizada por uno de los directores más peculiares, de nuestro cine. Una película de culto, sugerente, perturbadora, seductora, que se aleja de cualquier otra obra realizada en nuestro país, un universo único que empieza y acaba en sí mismo y que arrebatará al que entre en él dispuesto a ser arrebatado.

Desde luego no es una película para todos los gustos ni todos los paladares, es extraña, ilógica, transgresora, atrevida, valiente… Ojalá hubiera cineastas que se lanzaran a hacer cosas tan peculiares y distintas como ésta en España, aunque reciban la lógica incomprensión del público.


Iván Zulueta se entregó totalmente a esta obra, una película que lo vampirizó, lo absorbió, lo extrajo todo de él hasta secarlo creativamente. Fue su último largometraje, tan solo hizo algunas cosas para televisión tras esta obra. Los cortometrajes forman el grueso y casi totalidad de su obra. “Arrebato” parece consciente de ser la última. Zulueta no se deja nada dentro, ni siquiera el alma.

Cineasta nutrido del Pop Art, Warhol, el New American Cinema, Lynch, Cassavetes, la Nouvelle Vague, la movida madrileña y las drogas… usó todas sus influencias para crear el mundo de “Arrebato”. Una película técnicamente imperfecta, muy imperfecta, de la que se pueden criticar las interpretaciones, el lamentable sonido o cualquier aspecto que queramos, pero que son críticas que acaban siendo vacías al constatar que todo eso es intrascendente cuando estamos frente al puro arte, y “Arrebato” lo es.

Lanzarse a un análisis de películas tan extrañas como ésta, es tan complicado como atractivo y sugerente. Cineastas como David Lynch o David Cronenberg, con los cuales ésta obra tiene numerosos puntos de contacto, plantean retos al espectador, que si queda fascinado por su universo aceptará el reto de desentrañarlos. Es totalmente irresistible intentar encontrar las claves, los misterios y secretos de dichos universos, y aunque no todos puedan ser desvelados, complacerse intelectualmente intentando encontrar soluciones e interpretaciones en ellos.

Aquí daré mi visión intentando abarcar todos los detalles y claves que pueda y unificarlos en ideas, algo muy seductor que espero alimente el interés, pero que será una interpretación tan válida como otra radicalmente distinta. Mi análisis pretende tocar todas las curiosidades y rarezas para darles forma, pero otras visiones, ya sean totales como la mía o que sugieran otras ideas por algún momento o tramo concreto de la película, siempre aparecerán y serán un gran reto para cualquier espectador que se decida a ver una cinta como la que nos ocupa.

Arrebato” nos habla de la adicción, de la pasión desmedida, de la evasión de la realidad, de la ruptura de límites con la misma, de su vaciado de contenido… “Arrebato” nos habla de la vampirización de las adicciones, de la vampirización del cine, del cine como lugar en el que habitar ajeno a lo que nos rodea… “Arrebato” nos habla de la infancia como refugio de la felicidad pura, de la infancia como el lugar y el momento a conservar eternamente, de la infancia como la única forma de mantener la pureza de mirada necesaria… “Arrebato” nos habla de muchas cosas.

El cine está constantemente presente en la narración de la película, los diálogos metalingüísticos consigo misma y con el espectador en “Arrebato”, crean un mundo de ecos realmente fascinante, un enfermizo juego de degeneración y desintegración personal para entregarse a esas pulsiones incontroladas de adicción que tienen todos los personajes y su propio director.

La cinta, como no podía ser de otra manera teniendo en cuenta lo comentado, se inicia con el montaje de una película, planos de los objetos, de los tramos de película, de una máquina de montaje… Luego veremos a Pedro (Will More), un personaje que parece en fase terminal, y oiremos un sonido recurrente, siempre presente antes de cada aparición del personaje. El graznido de un cuervo o algo parecido. El cuervo es un animal negativamente simbólico, ya sea para representar el orgullo ingenuo y casi estúpido o como mensajero de la desgracia. De alguna manera estas dos visiones encajan con el personaje de Pedro. También oiremos una sirena mientras nuestro personaje envuelve su paquete, la película que está montando. La sirena también será un sonido recurrente.



El plano picado sobre una calle con unas farolas en forma de cruz nos sugiere el suicidio, algo que parece pedir a gritos el personaje de Pedro, al que vimos moverse con urgencia, como si le quedara poco.

El color rojo tendrá una gran importancia a lo largo de la película, lo veremos en el lacrado del paquete que hace Pedro, en los labios de Ana (Cecilia Roth), los fotogramas “vampiros”, la gota de sangre tras el pico de heroína… Siempre relacionados con la tentación, con la adicción de los personajes, al cine, al sexo, a las drogas.





El lacrado nos sugiere la sangre, gotas de sangre cayendo, y se encadenará con un plano de una vampira, una "chupasangres". Ideas infinitas de este tipo tendremos en la película de Zulueta.

Pasamos al otro personaje indispensable de la función, José Sigardo (Eusebio Poncela), que es al que iba remitido el paquete que vimos haciendo a Pedro en la escena anterior. Aquí se marca el evidente paralelismo entre los dos personajes, personajes que corren paralelos pero que resultan ser opuestos al final. José es director de cine y está en la sala de montaje haciendo el de su última obra, un montaje amateur y otro profesional en escenas sucesivas.


José muestra una evidente desgana en su trabajo, quiere acabar, cumplir sin más y punto. Hastiado del cine.

Yo me cago en el cine

Porque en definitiva, no es a mí a quien le gusta el cine, sino al cine a quien le gusto yo”.

Realiza películas de terror, antes sentía pasión por lo que hacía pero parece haberla perdido. Zulueta en esta escena se centra en los elementos de trabajo de los cineastas, prescindiendo en muchos momentos de las actuaciones, oyéndose los diálogos en off.




El montador que comprarte escena con Poncela es, nada más y nada menos, que Antonio Gasset, mítico presentador de “Días de cine” durante muchísimos años.

Podemos ver, entre otros, un cartel de “Camada negra” (Manuel Gutiérrez Aragón, 1977). José se hará pasar por vampiro para bromear con su montador, se marcará dos puntos rojos en el cuello y pondrá unos colmillos falsos. Lo vampírico presente desde el mismo inicio marcando el constante y seductor diálogo interno de la película.

El plano de la película con la vampira rebobinándose hacia atrás se encadena con otro de Poncela en su coche. Un viaje por una Gran vía repleta de cines, cuando era el “pequeño Broadway”, un travelling tan apasionado como nostálgico ahora. Títulos como “Quo Vadis” (Mervyn LeRoy, 1951), “El humanoide” (Aldo Lado, 1979), “Historia de Oliver” (John Korty, 1978), “El cazador” (Michael Cimino, 1978), sobre la que Zulueta enfatizará, “Superman” (Richard Donner, 1978), “Phantasma” (Don Coscarelli, 1979), “Bambi” (David Hand, 1942), ante la que fijará su mirada, “un cuento inolvidable”…

En ese viaje Zulueta reparará en un local, “Cerrado por vacaciones. Inauguración temporada 30 de agosto”, que incluso puede ser simbólico respecto a José.

Zulueta manejará la banda sonora y sus efectos de sonido de forma realmente fascinante. Así una música tenebrosa anticipará la aparición del paquete enviado por Pedro. Un paquete que lejos de ser un macguffin resulta esencial en la trama para el espectador. No sólo será el paquete quien reciba la llegada de José a casa, Ana, su ex novia, también lo hará, lo que perturbará de tal manera a nuestro protagonista que olvida el envío de Pedro. La casa de Poncela estará iluminada con una luz roja, de nuevo el color rojo presente, junto a otra verde. Zulueta mostrará a través de los objetos el estado emocional y los pensamientos que rondan por la cabeza de  José, un cartel de su película “La maldición del hombre lobo”, que antes se nos relacionó con Ana, y que despierta recuerdos dolorosos en José, una copa con la marca de los labios de la chica, una televisión con nieve que remarca su conflicto y confusión interiores, su poca claridad de ideas, así como oiremos un incómodo pitido desde la banda sonora. Un ambiente perturbador, enfermizo, extraño, inquietante…

Ana lo colapsa. Pequeña aparición  de Luis Ciges.
Contrapicado y picado, sobre la luz roja y sobre el propio José. Un clima de tensión y artificio lumínico que el protagonista eliminará de un plumazo en una especie de juego metalingüístico, que es constante por otra parte.

Un espejo en el baño, siempre simbólicos, y aunque Zulueta hace poco hincapié en él dejándolo en plano sólo un instante, parece marcar la escisión de la realidad en José. Pondrá el baño y al sentarse en otro sillón sentirá bajo él el paquete de Pedro que parece tener vida propia, ya que José lo tiró, en su frustración, al suelo. Un paquete que parece apresurarle para que lo vea, ansioso… A la televisión, por arte de magia, se le irá la nieve en ese momento también.

José abrirá y descubrirá su contenido, intentará escuchar la cinta junto a una dormida Ana. Todo parece impulsarle hacia algo que pretende evitar, hacia la tentación, hacia el mundo de sus adicciones, los sugerentes labios de Ana, los fetichistas tacones tirados por el suelo, la bañera que se sale… todo ello provoca un estado de agitación en José que parece querer aliviar con pastillas, aunque logrará contenerse, tirarlas al váter, pero la cisterna no funcionará mientras volvemos a oír el sonido de las sirenas, como las que escuchamos al inicio. Esa sirena que indica alarma parece querer guiar al personaje en otra dirección. José hará un ritual purificador metiéndose vestido en la sucia bañera llena de agua, en ese momento el reproductor se iniciará solo y verá flashes de su amigo tras sumergirse en la misma.


Un maquiavélico fatum que lo impulsa a la adicción y a caer en la tentación.


Dedicada a Percival, que espero disfrute de esta lectura como del visionado de esta joya.








12 comentarios:

  1. Empieza bien la crítica de la peli. Peli que no me gusta como te comenté ayer. Veo que compartes en cierto grado la opinión de ciertos críticos que consideran a esta obra una metáfora de la adicción ala heroína de su director: Ivan Zulueta. A ver como continua, ya que, polémica habrá

    Rubén

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  2. Un honor Rubén que te hayas pasado por aquí. En realidad no veo a la película como metáfora de eso, la adicción a la heroína está explícitamente mostrada, pero si reflexiona sobre la adicción en términos abstractos, lo grande en la peli es cómo mezcla eso con el tema de la infancia y el cine entre otras cosas. A ver si al final del todo logro cohesionar la cosa bien jejejejeje.

    Puedes ser todo lo polémico que quieras crack.

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  3. Sí, sobre adicciones varias trata la trama. Entre ellas también la sobre adicción al cine que algunos tenemos jaja. También creo que e personaje de Pedro, también refleja adicción al sexo, con tintes homosexuales, debido a la obsesión que despierta en el protagonista, más incluso que el personaje de Cecilia Roth. Vamos, un batiburrillo de obsesiones varias, que a mí a veces, no me parecen bien conectadas, a diferencia de lo que ocurre con el magistral cine de David Lynch, del cual soy fan de todas sus películas, incluso las más surrealistas como Inland Empire.

    Seguiremos debatiendo

    Un abrazo

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  4. El toque homosexual está presente, pero lo considero poco importante, creo que Pedro despierta en José la pureza olvidada hacia el cine, ahí entra el tema de la infancia de lleno.. Ya iremos tratando el tema.

    David Lynch es una completa debilidad. Quiero hacer CARRETERA PERDIDA.

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  5. Carretera perdida es la obra maestra más grande de los últimos 20 años. Saldrá algo genial de ella.

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  6. Tengo que decir que afronté Arrebato con escepticismo en base a lo leído sobre ella (todo muy elogioso, pero desde un punto de vista cahiersiano que me hacía recelar). Luego el resultado fue radicalmente contrario. Como el cine es la forma, yo es que creo que esas imperfecciones técnicas que comentas forman parte de lo que diferencia a esta película (realmente singular sin dar la impresión de que su autor pretende ser singular). Es como si se analiza a unos Pavement desde la idea de que hay imperfecciones. Es que eso es parte de lo que les hacía especiales. Bueno, a lo que iba: para mí el éxito de Arrebato es que consigue ser lo que cuenta. Adictiva sin que resulte sencillo explicar la razón de esa fascinación. Uno percibe algo sobrenatural (ay, aquello de la magia del cine, pero tan diferente a la concepción tradicional del tópico) y desde luego que me da la impresión de que ése resultado escapa a las propias ambiciones del director. Una película ¡de vampiros! absolutamente fuera de registro.

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  7. Jajaja así es, una de vampiros como jamás se ha hecho.

    Es lo que tiene el arte verdadero, magia, esa cosa intangible. Gracias por el aporte Percival.

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  8. Nacho: Una pasada de película Enorme Eusebio Poncela!

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  9. Nacho: Lo que no sé es que era esa especie de masa que caía de la televisión.

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    1. A lo largo de las 4 partes del análisis lo explico :)

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