
Generalmente también optarán por entregarse, por distintos
motivos y con distintos resultados, aunque suelen estar abocados a un destino
fatal.

Una vez más, como ya ocurriera en “Furia” (1936) y en “Sólo
se vive una vez” (1937), una mujer empujará al protagonista a delatarse, a
entregarse.
Siguiendo uno de los referentes mencionados, el acoso que
recibe Nasha en el barrio nos recuerda al linchamiento de la sociedad con el
personaje de Spencer Tracy en esa obra maestra que es “Furia”. En esta ocasión
será interrumpido antes de que la cosa llegue a mayores.
La mentira.

Los malvados se van sucediendo, al interpretado por Reinhold Schünzel, le
sucederá avanzada la película hasta cobrar una importancia total, Alexander Granach en el
papel de Alois Gruber, inspector de la Gestapo.


Las películas de Lang siempre destacan por contener giros
imprevistos de guión, uno o varios, que trastocan la trama de forma
excepcional.
El pertinaz y tozudo sabueso nazi, Gruber, no cejará en su
empeño.
La delación, las traiciones, las venganzas por la delación,
los intentos para hacer confesar por distintos medios, serán temas recurrentes
en ambos bandos, así tendremos una de las mejores escenas cuando el grupo de la
resistencia que se ha visto delatado, sospechando de uno en concreto, que
efectivamente es el delator, inventan un ingenioso truco para desenmascararle,
es la escena de la risa delatora. Magistral.


La moral de los actos de la sociedad puede resultar
cuestionable y Lang hace una reflexión sobre el sentido de esa moral y su
persistencia en las situaciones límites o injustas.
Volviendo al tema de la diversificación en las historias de
Lang, este hecho provoca que en muchas ocasiones el protagonista pase tiempo
sin parecer en escena por este mismo motivo cuando Lang acomete este tipo de
narraciones, en esta cinta tenemos un buen ejemplo de ello.

La escena donde se hace un montaje de varios campanarios
repletos de relojes resulta liberadora a la vez que anuncian muertes, como la
del amigo de Vanek y Nasha herido, una
muerte que se sucede con la sombra de ambos protagonistas sobre el cadáver del mencionado
personaje. La atmósfera es cada vez más opresiva y agobiante, las escenas de
suspense se suceden, la del herido en la farsa infiel de Vanek y Nasha, la de
la muerte de Gruber… las sombras siguen inundándolo todo mientras la sociedad
al completo miente desesperadamente en un perfecto engranaje para condenar al
delator Czaka (Gene Lockhart).
Lang omite las masacres en cadena, salvo un disparo a
alguien que intenta huir que sí mostrará. Un gesto de pudor. Masacres como
chantaje para que se entregue el asesino de Heydrich.

El retrato de los alemanes es despreciable, no sólo por sus
actos, conocidos y vistos en mil películas, sino también por los pequeños
gestos y detalles de los que los dota Lang. Ritter (Reinhold Schünzel) y su
cinismo, su naturalidad, su forma de comer, su fingida amabilidad y gestos de
pereza cotidiana, el oficial que sale al final de la cinta y que se mira un
repulsivo grano en el espejo… elementos esperpénticos, grotescos, que redondean
el retrato.

Otro de los grandes aciertos de Lang es no crear estúpidos
en el bando alemán, a la batalla intelectual que propone la sociedad checa en
esa mentira conjunta, los alemanes y el propio Czaka contestarán también con
brillantez, de hecho el tenaz Gruber no cejará en ningún momento en su empeño e
incluso estará a punto de dar al traste con todo.

“Los verdugos también mueren” reivindica la identidad
nacional checa en un mensaje y una idea aplicable a cualquier nación,
especialmente en momentos tan dramáticos como los que acontecen en este
magnífico thriller de Lang.
Pocas fisuras se pueden poner, quizá un exceso de idealismo,
aunque muy matizado, en esa comunidad tan solidaria, aunque resulta creíble, y
que la diversificación haga perder cierta fuerza a los personajes, algo que
quizá fuera el propósito de Lang, además de ser un recurso que el director
usaba en ocasiones, ya que una vez el espectador se ha habituado a unos
personajes puede provocar cierta confusión en ese sentido, muy relativa en
cualquier caso.
Grandísima película de uno de los más grandes.
Efectivamente, un gran acierto que los alemanes no son en absoluto estúpidos a la vez que son extraordinariamente malvados y crueles.
ResponderEliminarY aquí es cuando voy a mencionar una cuestión que tiene alguna relación con lo que decía TDK. Entre otras muchas cosas, una de las cosas que me gustan de esta película es que los nazis son plenamente malvados y de ningún modo estúpidos. Contrasta con algunas de las actuales en las que pretenden presentarnos a los nazis como pobrecitos que estaban engañados por Hitler y Goebbles, a veces incluso poniendo musiquitas y planteando escenas como si los malos fueran los aliados.
Como en la "Operación Valkyiria", que nos presentan al protagonista como si fuera un santo ingenuo. Como si ese golpe de Estado fuera hecho en nombre de las grandes virtudes. Un jamón, se trataba de terminar la guerra antes de que Alemania quedara aún más arruinada y de que pudieran llegar los rusos, era una mera cuestión de salvar lo que quedaba de Alemania y detener la pérdida de jóvenes alemanes cuando ya la victoria era imposible jugando la carta ante los aliados de la amenaza comunista. No había nada de acabar con el nazismo ni nada buenista, leches. Apagué la película en el primer minuto, cuando escribe el soldado esa carta tan "Disney". "El Hundimiento" es otra película que dejé de ver, porque el inicio y un par de escenas vistas por youtube me hacen pensar que el planteamiento es "uy, si los alemanes no sabían qué era el nazismo, uy, si sólo era Hitler, los demás sólo tenían miedo porque tenía muy malas pulgas". ¡Váyanse a tomar por el culo! (perdona, pero es lo más suave que puedo decir).
Lo mejor de "El Hundimiento"
Jajajaja Rojo4 perfectamente explicado. Nada que perdonar, no merece menos el tema.
ResponderEliminarLo que comentas sobre la naturaleza de los alemanes aquí es así, una gran diferencia con otras películas que creo no se hacen así con malas intenciones en su mayoría sino por torpeza.
Ya, no creo que haya ninguna mala intención; simplemente me parece muy buenista, digamos. Pero sobre todo muy cobarde. Es no querer enfrentarse con el hecho de que se haya podido caer en aquello en una época de supuesta "mayor educación" y progreso de la humanidad.
ResponderEliminarEs el mito de que somos mejores que los antiguos. No, somos los mismos energúmenos. Antes se decía que los trenes se alimentaban con niños, que ir a más de 20km/h era mortal... hoy internet es una trampa para las niñas, los transgénicos son veneno, los móviles dan cáncer de cerebro...
Martin Heidegger fue nazi y era una de las cumbres de la filosofía del momento.
En ¿Vencedores o Vencidos? se trata este tema, sobre hasta qué punto la sociedad sabía, se hacía la tonta, hasta que punto sabían los mandos...
ResponderEliminarRojo4, muy cierto es que la sociedad alemana de la época nazi pasa por ser una de las más cultas que ha habido... Escalofriante.
Supongo que en ocasiones se hará para potenciar el conflicto dramático o exponer un arrepentimiento de determinado personaje, en los demás casos torpezas mayúsculas.