Crítica: RAYMOND CARVER: Catedral

LITERATURA

Uno de los grandes escritores americanos del último siglo y líder de lo que se ha dado a llamar “realismo sucio”, típica etiqueta snob para señalar lo que se sale de lo normal y de los rígidos esquemas establecidos, y que además necesitará explicación… Siempre un realismo sucio fue el naturalismo… Pamplinas al fin y al cabo.

Lo que es Raymond Carver (1939-1988) es un maestro del cuento y el relato corto, un talento puro que mostró como nadie el terror cotidiano, minimalista, rutinario, la maldad, la mezquindad, lo sucio de nuestro interior, pero también la bondad, lo luminoso (“Catedral”, “Fiebre”…)… en los pequeños gestos comunes y en las vidas normales, un observador virtuoso y mago del contraste. Narrador neutro que indaga, observa, pero no juzga a unos personajes que siempre sentimos cercanos.

En sus relatos la aparente cotidianeidad, las situaciones y lugares comunes, acaban transmitiendo una profunda incomodidad, Carver sabe toca la fibra del lector que se identifica con esas personas y sus, a menudo, mediocres vidas y existencias (“Conservación”, “Desde donde llamo”…). Lo siniestro, lo aterrador, elementos pintorescos (“Plumas” y el pavo real que pasea por la casa, “Parece una tontería” y las llamadas inquietantes, “Vitaminas” y el borracho…), sueltos dentro de esos retratos cotidianos, aparentemente normales, que desconciertan.

Sus personajes nadan en la apatía, la frustración, el fracaso, la decepción vital (“La casa de Chef”, “Conservación”, “Desde donde llamo”…), la mezquindad (“Parece una tontería”...), la imposibilidad de cambio o el inicio de un cambio, la resignación (“La casa de Chef”, “Conservación”, “Plumas”, “Catedral”…), todo con cierta relación urbana, también rural, donde el desconcierto, el descontento, la desorientación, la impersonalidad y la falta de conocimiento propio (“Plumas”), lo inunda todo. Historias inquietantes y determinantes para estos personajes.

Todo es minimalista, las situaciones, los personajes, siempre son pocos, el entorno en el que se enmarcan… Pero también su estilo, directo, sin adornos, sin concesiones ni florituras.

Chejov suele ser una de las referencias al hablar de Carver, también puede serlo el pintor Edward Hooper… Entre otros.

Carver no suele cerrar concluyentemente sus relatos, son finales abiertos, historias inconclusas, sugestivas, sugerentes y perturbadoras.

Carver nos muestra que el terror, el auténtico terror, lo llevamos nosotros dentro, lo que da más miedo aún.

El uso de los objetos es importante en el estilo de Carver, un maestro, donde éstos acaban simbolizando el posible tránsito o la imposibilidad del mismo (la nevera de “Conservación”, el reloj de “El compartimento”, el pavo y la televisión en “Plumas” y otros…).

Todos estos aspectos lo hacen único, una sencillez que desborda e intriga, un talento excepcional que puede pasar desapercibido por su aparente falta de pretensiones pero que si entras en su universo te atrapa por completo. Un talento verdadero.

“Catedral” se compone de 12 relatos: “Plumas”, “La casa de chef”, “Conservación”, “El compartimento”, “Parece una tontería”, “Vitaminas”, “Cuidad”, “Desde donde llamo”, “El tren”, “Fiebre”, “La brida” y  “Catedral”. Las características de muchos de ellos se han comentado anteriormente, y no desvelaré nada sobre la trama de ninguno, debéis leerlos. Si te gusta la buena literatura es obligado.