La mítica productora Hammer, que alcanzó gran popularidad
con sus producciones de terror y suspense en las décadas de los 50, 60 y 70,
con cintas protagonizadas por Christopher Lee, Peter Cushing, el director
Terence Fisher… donde Drácula, Van Helsing, Frankenstein tuvieron un revival
indiscutible, vuelve a la carga tras caer en el olvido con este fantaterror de
aspecto clásico y después del fallido intento con el remake de “Déjame entrar”
(Matt Reeves, 2010).
Protagonizada por Daniel Radcliffe, “La mujer de negro”
adapta el libro de Susan Hill, que ya fue llevado a la pantalla, de televisión
en aquel caso, en 1989, y que era verdaderamente interesante.
Dirigida por James Watkins la película que nos ocupa es un
terror clásico de muy buena factura, ambientación y atmósfera. Realizada y
ejecutada con gran elegancia, tiene en la creación de ambientes su gran fuerte
para producir terror, o sea, que sus realizadores saben muy bien por donde van,
y nos dejan una obra que para nada resulta vulgar.
Las apariciones y presencias fantasmales provocan auténtico
miedo, un miedo trabajado y elaborado con tiento y mesura en su breve metraje y
que alcanza su clímax en la larguísima escena donde el bueno de Radcliffe, que
interpreta a Arthur Kipps, pasa la noche en la casa que pretende vender. Una
escena que parece no acabar y donde se van acumulando los elementos, las
apariciones, los sugerentes e insinuantes movimientos de cámara que vagan por
la casa como fantasmas, los ruidos… erizando la piel en no pocas ocasiones.
No faltan los golpes de efecto, los sustos acentuados por la
música, pero en general las manifestaciones de las presencias provocan pavor
por si solas y gracias al gran trabajo de su director y del director de
fotografía, Tim Maurice-Jones, con el predomino de los grises, los marrones, el
tono triste y melancólico, la niebla permanente, los cielos encapotados, que
provocan el desasosiego y la tensión constante en el espectador.
Un abogado es enviado a un extraño y lejano pueblo para que
se encargue de la venta de una casa de un cliente recientemente fallecido. Las
reticencias de los lugareños, y determinadas situaciones extrañas de las que es
testigo, le introducen en el pasado de lo que ocurrió en la casa sobre la que
trabaja. La mujer de negro existe, y él la ha visto.
Arthur tiene un hijo y ha perdido a su mujer, que murió en
el parto y de la que tiene visiones, no supera su pérdida. Radcliffe, el eterno
Harry Potter, está muy correcto en su uniforme y taciturno rol, mostrando con
seguridad su amor por su hijo y su pesadumbre por la muerte de su esposa.
Estas visiones de su mujer crean ambigüedad para que
sospechemos que quizá lo que vea en el futuro pueda ser producto de su
imaginación.
Las apariciones por espejos, todas ellas de forma sutil y sin
excesos ni recursos chillones, están muy logradas. Así veremos como la mujer de
Arthur aparece reflajada en uno al comienzo de la película pero con un plano general se nos
mostrará que sólo ha sido una visión, que resultará no ser tal exactamente.
La secuencia inicial con la música tenebrosa y el ambiente
onírico infantil es escalofriante, tres niñas lanzándose al vacío tras ser
aparentemente hipnotizadas por alguna presencia que sólo vemos fugazmente al
final de la misma.
Las escenas de exteriores son estéticamente una gozada, el
cine, sobre todo el de terror y suspense, no sería lo mismo sin la niebla. Me
encanta su presencia y su uso.
En el tren conocerá a Daily, el estupendo Ciarán Hinds, que
será su anfitrión en ese pueblo tan poco acogedor. En los planos del tren
pasaremos de la niebla a los marrones y negros que dan ese look tan elegante a
la cinta.
El triunfo de “La mujer de negro” es su apuesta por el
ambiente, lo que hizo grandes a las películas de terror gótico y romántico en
las que se encuadra de lleno. Además parece tener un diálogo directo con “Los
otros” de Alejandro Amenábar (2001).
“Suspense” de Jack Clayton (1961), es otro referente
evidente de esta cinta. Buenas elecciones.
Así los aspectos destacables, como menciono, son los
brillantes movimientos de cámara, el uso de sombras lejanas, lo que se oculta
detrás de una puerta, un ruido extraño y una fotografía tenebrosa… En la secuencia
mencionada anteriormente tendremos momentos donde Watkins conjuga de forma
maestra todos estos elementos dejando escenas franca y acertadamente
terroríficas.
El mundo infantil siempre está muy presente, perturbadoramente
presente, son gran cantidad los planos de juguetes, muñecas y demás elementos
de ese mundo infantil profanado por la locura adulta. Watkins logra que cada
elemento infantil resulte tétrico, estremecedor y pavoroso.
Planos románticos de naturaleza siniestra pueblan en
abundancia el metraje, como ese lugar que lleva a la casa donde Arthur va a
trabajar y sus alrededores. Una truculenta y elegante belleza, coherente y
eficaz con el fondo.
La elección de Watkins de prescindir casi por entero de la
trama y entregarse de lleno a la atmósfera y la poesía es un acierto, es la
elección que da los mejores resultados en este género repleto de tópicos.
Con todo, la película dista de ser perfecta o una obra
maestra y no puede renunciar a varios golpes de efecto chillones, el uso
efectista de la música y que la historia no deje de estar algo manida desde su
tratamiento, pero el resultado final es satisfactorio.
Watkins logra transmitir muy bien, y de forma muy eficaz, el
miedo a la soledad, con esas escenas del personaje solo en habitaciones que
siente una extrañeza que eriza la nuca, una sensación de estar acompañado u
observado que mantiene en vilo al espectador. El acierto en producir terror con
un leve travelling de acercamiento a la espalda del protagonista. Acierta al
entender que el miedo está en las transiciones, en esos momentos previos a
descubrir algo, esos paseos por lóbregos pasillos en busca de un ruido extraño
con un travelling de seguimiento, aunque no pase nada. Lo comercial
desgraciadamente pide algunos golpes de efectos, pero no puede tirar por tierra
el buen trabajo.
Antes de la secuencia en la casa que mencioné, tenemos otra
con el mismo escenario, más corta y contenida, que sienta perfectamente las
bases y virtudes de la cinta. La misma concluirá con una escena en la niebla
sacándole todo el partido posible a la misma. Dura unos 10 minutos.
No paran de morir niños y sus muertes son verdaderamente
impactantes, más aún que las de la escena inicial, por explícitas.
El tema de la pérdida de un hijo ronda toda la cinta, así no
vemos más que personajes torturados, frustrados, desesperados o cercanos a la
locura, salvo el interpretado por Ciarán Hinds, que no cree en nada de lo que
acontece pero acabará cediendo a los hechos y ayudando al protagonista. Un
fresco que sirve como acertada reflexión ante esa pérdida. Algo siempre
desgarrador. Lo más desgarrador.
Entrando de lleno en la secuencia que he citado varias veces
comenzaré diciendo que dura nada más y nada menos que unos 23 minutos, un
tercio de la película casi. La llegada de Arthur a la casa recordará la de Hutter
al castillo en “Nosferatu” (F. W. Murnau, 1922).
“No vayas persiguiendo sombras, Arthur”.
La secuencia es un tour de force brillante, como un
crescendo instrumental, casi no hay diálogos, una breve voz en off y frases
sueltas al vacío. Es puro cine, demostrando una vez más que el terror, en este
caso el gótico, es el género más poético del cine, pura sugestión. Ruidos,
imágenes en movimiento, sombras, claroscuros, apariciones, soledad… y dos almas
angustiadas, la de la mujer de negro y la de nuestro protagonista.
Un ruido. Una puerta cerrada que no se abre por más llaves
que se usen. Una sensación a la espalda mientras intenta abrir. Búsqueda en un
baúl en otra habitación y bajo la cama, desde donde ve una sombra tras un
cristal, sin excesos estridentes de postproducción. El tiempo pasa sin más
novedad. El protagonista jugando distraído y asustándose por la aparición de
una cara difusa y casi imperceptible que se deja ver por los resquicios que
dejan unas siluetas al girar… elementos que acrecientan el suspense sin
truculencias, una tensión creciente.
Respiramos un poco con unos planos de exteriores, aéreos,
para entrar de lleno en la locura que irá aconteciendo dentro, y fuera, de la
casa. La presencia del mal se acerca igual que sube la marea aislando a nuestro
protagonista del resto del mundo en esa casa.
Trabajo, investigaciones acerca del pasado de la casa y una
sombra que pasa por la ventana oscureciendo el rostro del protagonista. Salida al
exterior ante la atenta mirada de figuras fantasmagóricas y descubrimiento de
tumbas. De vuelta el rostro de una persona en la ventana del último piso,
nuevamente sin estridencias salvo un subrayado de banda sonora suave. Comprobación
de la visión, nueva búsqueda. Aparición de la misma cara a la espalda del
protagonista cuando mira por la misma venta en la que vio aquella figura. Indagaciones
en un arcón. Voces en off que nos cuentan su descubrimiento en dicho arcón, con
lo que averiguamos lo que ocurrió con el hijo de aquella familia…
Llegados a este punto tenemos uno de los momentos más
espeluznantes cuando el protagonista se queda dormido y el director nos hace
sentir una presencia en la oscuridad a la espalda de él, una aparición sutil
puntuada con una nota de piano. Una aparición que se irá acercando y que
veremos reflejada, casi sin querer, en un espejo, otra vez más, cuando inicia
su avance hacia Arthur. La aparición guía, y desde luego, no deja dormir, a
nuestro protagonista.
Ruidos tras la puerta cerrada. Arthur busca un hacha para
abrirla pero cuando vuelve ya está abierta. Una mecedora bamboleante, tan
espeluznante como la silla de ruedas de “Al final de la escalera” (Peter Medak, 1980). Juguetes y
un mensaje oculto tras un papel pintado en la pared. Una cruz de madera bajo la
lluvia en medio de la nada y algo saliendo de la tierra que se acerca a la
casa. El rastro de una mano que aparece en el cristal y golpe de efecto a
traición al poner la suya nuestro protagonista en el mismo. El pomo de la
puerta de entrada que intenta abrirse. Visión bajo la lluvia de numerosos niños
espectrales, niños muertos. Pánico y rastro de huellas que han entrado en la
casa. Huellas que llevan a una habitación donde juguetes y cajas de música
suenan. Una sombra de un niño corretea por la habitación, la veremos primero
por un espejo. Un maniquí es ahorcado y la mecedora se mueve frenéticamente. Golpe
de efecto a traición con la aparición del crío embadurnado de barro y con el
gesto del grito. La mujer de negro al final del pasillo. Nuestro protagonista
alteradísimo encerrándose en una habitación de la que emerge de la cama el crío
embadurnado de barro. Despavorido Arthur sale de allí para encontrarse en la
puerta con Dialy…
Como se comprueba los golpes de efecto son mínimos en todo
su desarrollo basando todo en el suspense, la sugestión, el gusto clásico por
el terror y cierta influencia del oriental.
El último tercio pierde algo de fuelle tras lograr el clímax
de la escena mencionada pero adquiere cotas de buen lirismo y poética en el
final. Las escenas en la casa de nuevo tras la recuperación del cuerpo del crío
son más explícitas pero los golpes de efectos son bastante matizados, lo que se
agradece, en el sentido de que las apariciones serán mucho más impactantes. El
final que, como dije antes, parece dialogar con la trama e historia de “Los
otros” de alguna manera, es como una vuelta de tuerca, un inicio posible a la
historia de Amenábar. Un buen final que no desvelaré.
“La mujer de negro” es una cinta que no es novedosa ni
descubre nada pero maneja los resortes del género con sabiduría y saber hacer,
por lo que no resultaría raro que los seguidores del terror más gótico quedaran
satisfechos con esta efectiva y entretenida cinta.
Buenas...
ResponderEliminarCómo ya te dije a mi este estilo de cine no me gusta nada, esta la vi por el encabezonamiento de mi sobrino, por cumplir sus deseos yo pasé un mal rato, aunque tengo que reconocer que me reí de lo lindo en el cine con él,porque es casi tan cagón como yo y si no es así es muy payasete.
Gracias a tu critica he descubierto lo que pasó en esos minutos de la noche, dices tú que fueron 23, para mi fue eterno, trozo en el que tuve los ojos tapados.
En general la película no está mal, todo muy sobrio y triste excepto la imagen de su mujer, que es la única que murió en paz en esta historia.
Me gustó mucho el tono gris en todo, en las ropas de la gente, en el pueblo, en la vista panorámica de la carretera que lleva a la casa, el bosque...
Gracias por tu critica, llegas a hacerla de 4 páginas y te digo desde ya que ni de coña la leo!!
PD: menos mal que me llevé chucherías porque si no hubiera salido del cine sin dedos!!
un besote Mr.
Jajajaja te entiendo porque a mí me pasa lo mismo con el gore, estas sí me gustan, me parecen muy poéticas y sugerentes y LA MUJER DE NEGRO resulta muy acertada, como dices, en su clasicismo, elegancia y sobriedad.
ResponderEliminarLas chuches buenas jajaja. Tu sobrinos soltará adrenalina jajaja.
En realidad ocupó 4 hojas de word, pero eso es suficiente para un día jajaja
BUF 4 hojas!!! la verdad es que te han faltado cositas, sobretodo al describir la muerte de los demás niños, tu eres mucho más detallista.
ResponderEliminarY también alguna foto más, cómo del cementerio o incluso de la mujer de negro..
pero para mi así ya esta bien eeh (ha medida que iba bajando leyendo me estaba tapando los ojos.... ;))
Jajaja bueno sobre la muerte e los niños sí hablo pero no me centro en la descripción porque no hacía falta. Con las fotos dependo de lo que haya disponible, la mujer de negro sí sale, aunque de forma discreta.
ResponderEliminarUn beso
Yo fui a verla con recelo, y me sorprendió. La recomiendo. El Harry Potter es mejor actor de lo que parece.
ResponderEliminarPor cierto, la semana pasada fui a ver Luces Rojas, no vayan, ni que les regalen las entradas. Nada que ver con Buried, nivel muy bajo.
Estoy de acuerdo Dosflores, películas de terror así se disfrutan y el chaval está muy correcto.
ResponderEliminarLo de LUCES ROJAS lo tendré en cuenta porque me temo que tienes razón.
me gusto mucho de todas formass daniel esta saliendo del papel de harry y eso esta bien para un actor que quiere independizarse por sus actuaciones es terror sta bueno me gusto le faltaron varias cositas pero buena..
ResponderEliminarAnónimo, muy de acuerdo. Más que su trabajo y trayectoria, que habrá que seguirla, es de aplaudir su elección, como dices, de una peli de terror. A ver si tiene suerte el chico.
ResponderEliminarAyer vi la película.
ResponderEliminarEl desenlace me dejó literalmente anodadado. Normalmente en este tipo de películas el final es bastante previsible: el protagonista resuelve el misterio, el alma torturada descansa en paz y todos felices y comieron perdices, aunque ocasionalmente no termina del todo como en "Reflejos", protagonizada por Kiefer Sutherland.
Esta vez sí que tiene un final, aunque inesperado y a mí personalmente no me gustó. SPOILER: El abogado tiene la paciencia y el valor de resolver el caso y recuperar el cádaver del niño, ¿y cómo se lo agradece la muy bruja? Haciendo que su hijo se tire a la vía y que los dos acaben atropellados por un tren.
Seguro que hay alguien que lo verá como un favor para que se reuna con su difunta mujer a la que echa de menos, pero a mí me parece una faena.
En la época en la que se desarrolla la historia, por esos pueblos perdidos de Inglaterra seguro que hay muchas mujeres ligeras de cascos deseosas de casarse con un abogado. Con el tiempo, seguro que Harry Potter hubiera superado la pérdida y encontrado una nueva madre para su hijo.
Fernalfs jajajajajaja. La verdad es que me ha encantado tu comentario y me he reído bastante. Más de una habría, y sobre todo si ese abogado tiene una buena varita jajaja
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