La misión de los aliados era pillar por sorpresa al ejercito
otomano y así atravesar sus fronteras para prestar apoyo a los rusos, que
estaban escasos de armamento para enfrentarse a su enemigos (alemanes,
austrohúngaros, turcos…). La idea, que los aliados desembarquen en Gallipoli y
penetren en las defensas turcas.
Los ANZAC (el ejercito formado por Australia y Nueva Zelanda
de forma conjunta), se formaron precisamente en esta batalla, y Peter Weir
recrea concretamente en el último tercio de su película la batalla de Nek, un
ataque suicida el 7 de agosto de 1915, donde varios batallones del ejército
australiano fueron masacrados en una misión imposible. Curiosamente y aunque la
misión fue un fracaso esta batalla es especialmente simbólica para los
australianos, para los que representa los más altos valores y sublima el
sentido patriótico (conmemorado en el día de los ANZAC).
En cualquier caso Peter Weir utiliza, en esta excepcional
película, este conflicto sólo como marco para la historia de amistad que le
interesa, y mostrar las consecuencias e influencia de la guerra en esos jóvenes, la
pérdida de la inocencia, de ahí que el conflicto en sí se limite al último
tercio y no haya el más mínimo interés en explicar las evoluciones del mismo en
general.
Muy pocas veces Peter Weir ha pinchado en hueso, por no
decir ninguna. Desde sus mismos inicios como director todas sus películas están
alejadas de la mediocridad, oscilando entre lo notable y lo sublime.
Confío en que Peter Weir, aunque sea con el tiempo, adquiera
el estatus que tiene un Clint Eastwood, por poner un ejemplo. Peter Weir es uno
de los mejores cineastas de nuestro tiempo y va siendo hora de que se le valore
como tal.
Weir había llamado, y mucho, la atención con “Picnic en
Hanging Rock” (1975) y “La última ola” (1977), pero “Gallipoli” (1981) supondrá
el impulso definitivo a su carrera y que la industria hollywoodiense lo captase. Es una pena que se prodigue tan poco, en comparación con
otros al menos, pero cada obra de Peter Weir es recibida con alborozo por todo
cinéfilo que se precie. Uno de los cineastas más coherentes y de filmografía
más consecuente y compacta del cine actual. Todas sus películas son brillantes.
“Gallipoli” cuenta la historia de dos amigos, atletas
además, que por distintas razones deciden alistar en el ejército para combatir
en la Primera Guerra Mundial contra los turcos. Poco a poco su idealista visión
del conflicto se irá resquebrajando al tiempo que pierden la inocencia de la
juventud para entrar bruscamente en una madurez que quizá no lleguen a
disfrutar.
Weir inicia su película en mayo de 1915. Un deportista, un
corredor y su entrenador, un sobrino y su tío. Weir usará el tema del deporte
como metáfora e irá desarrollando, como explicaré, la idea del conflicto de
forma absolutamente magistral.
La planificación en esta escena es corta, con primeros
planos y planos detalle antes de la carrera que Archy Hamilton (Mark Lee) se
prepara para hacer. Se enfocan sus pies, el cronómetro de su tío, los rostros…
Una planificación corta que sólo se rompe para un plano general que nos muestra
la distancia que Archy recorrerá. El sprint y su buena marca será rodada con
un travelling. Weir logra así dar un carácter simbólico al hecho de correr, al
deporte. Esa actividad será la pura libertad, de los planos cortos opresivos,
como si contuvieran al personaje, pasamos a la explosión de actividad en la carrera
con ese travelling. El travelling además se inicia tarde, la carrera de Archy parece cogerle de improviso, hasta el punto que luego la cámara debe acelerar
para ponerse a su nivel, una idea perfecta para mostrar la velocidad del chico.
Esta misma concepción del travelling la veremos en alguna escena de “El show de
Truman” (1998).
Peter Weir es un director eminentemente clásico, su
dirección es tan elegante, precisa y personal, que quizá sea una de las causas
de la poca valoración que se le da. El hecho es que si ves una película de
Peter Weir sabrás que es de él si prestas un poco de atención al detalle.
Además las carreras, el deporte al que se dedican Archy y
Frank, son metáfora de la misma juventud, de la misma vida. La vida como una
carrera hacia la muerte, pero en la que no es necesario llegar primero. Archy
tiene prisa, Frank ninguna, por llegar a esa meta.
La elegancia de Weir no sólo está en su puesta en escena y
sus movimientos de cámara seguros y precisos, está en el mismo look. Una cinta
repleta de marrones y tonos ocres.
Peter Weir usará el zoom en algunas ocasiones a la manera de
Stanley Kubrick en “Barry Lyndon” (1975), cogiendo a un personaje y luego
abriendo el cuadro para ir incluyendo su entorno, incluso incluir otro
personaje en primer plano cuando el zoom cese su retroceso. La importancia básica
del individuo sobre el entorno, y a la vez como éste puede aplastarle.
La competición.
Es brillantísima la idea de usar el deporte, la competición,
en una cinta bélica. La competición como sustitutivo de la guerra, algo
intrínsecamente humano. Así vemos a Archy competir primero contra sí mismo,
solo, intentando superar sus marcas. Luego competirá contra Les (Harold
Hopkins) y su caballo. Esta progresión será continua y vertebrará la narración
de forma magistral.
La conversación entre Archy y su tío Jack (Bill Kerr), acerca
de la intención del chaval de ir a la guerra tiene una planificación perfecta.
Weir encuadra a la altura del tío mientras sitúa de espaldas al timorato chico
que quiere sacar el tema, luego se volverá buscando el vínculo con Jack,
situándolos en el mismo plano, para posteriormente dar a cada uno un plano
individual. Con ello, moviendo simplemente a sus personajes y con un leve
montaje, muestra la tensión, diferencias de opinión y relación de ambos ante esa situación.
La referencia a “El libro de la selva” (Rudyard Kipling), con
la escena donde Mowgli se enfrenta y ahuyenta a los lobos, se vincula con la
idea de Archy de ir a la guerra. Una referencia que acaba convenciendo al tío
Jack y que se refiere al combate, al crecimiento y a la madurez. Al hecho
irremediable del crecimiento, de hacerse un hombre, que en realidad no tiene
porque ir ligado a la madurez. Una vez más una referencia a un enfrentamiento,
el de Mowgli y los lobos. Archy coge como figura paterna a su tío antes que a
su padre, algo que es bastante recurrente al cine de Weir, una figura paterna que es o
problemática o ajena al hijo. Así tenemos “La costa de los mosquitos” (1986) o
“El club de los poetas muertos” (1989)… Aquí la figura del padre no es negativa
pero es casi invisible, resaltándose significativamente por la importancia del
tío.
Weir planifica de forma distinta a la clásica la
presentación de Mel Gibson (Frank), iniciará la escena con primeros planos, o
planos medios, para ir posteriormente al general de situación que muestra el
entorno en el que están los personajes. Posteriormente vuelve a los primeros
planos, o medios.
En la presentación de Frank ya tenemos el contraste de los
dos protagonistas, uno deseoso de alistarse, Archy, el otro no quiere ni por
asomo, Frank.
Weir remarca los valores que son importantes para los
jóvenes y luego los irá resquebrajando poco a poco. Heroísmo, valentía…
idealismo… Guerra.
A la negativa de Gibson de alistarse le seguirá el plano de
un tren, símbolo del destino.
Harry Lasalles es el ídolo de Archy, su foto estará presente
cuando pide ayuda a su tío para que convenza a su padre para que le deje alistarse. Un ídolo siempre presente del que se despedirá para cumplir un
destino que le llama.
Otro de los rasgos estilísticos de Peter Weir son los
primeros planos, suelen ser primerísimos planos, a menudo tan cercanos que no
muestran toda la cabeza, y suelen ser de perfil en muchas ocasiones, de perfil,
hacia un lateral del encuadre y en ligero contrapicado.
El tema de la competición sigue su curso y desarrollo, aumentando su importancia. Si en un principio Archy corría solo, entrenando e
intentando superar sus marcas y luego compite por placer contra Les, ahora lo
hará en una competición oficial y contra nuestro otro protagonista, Frank. Un
posee un talento entrenado, también natural, y el otro es puro talento natural.
Jack: ¿Qué son tus piernas?
Archy: Muelles de acero.
Jack: ¿Y qué van a hacer?
Archy: Llevarme a toda velocidad.
Jack: ¿A qué velocidad puedes correr?
Archy: A la de un leopardo.
Jack: ¿A qué velocidad vas a correr?
Archy: A la de un leopardo.
Jack: ¡Muy bien! Pues veamos si eres capaz de hacerlo.
Archy triunfa en la carrera al tiempo que aparecen los
reclutadores de la caballería. Una vez más Archy se ve enfrentado a un caballo,
esta vez de madera, símbolo de la caballería. Se produce el contraste
deporte-guerra, así como carrera a pie- carrera a caballo.
La decisión que Archy confiesa a su tío es mostrada con los
primerísimos planos típicos de Weir sobre ambos.
Un nuevo tren, y un nuevo paso hacia el destino, ahora con
los dos protagonistas unidos. Un destino que sigue su curso. Una nueva amistad
weiriana.
En ese viaje Weir usará elipsis en un solo plano para
acentuar el tremendo esfuerzo de su peregrinar. También usará picados que
minimizarán a los personajes en la inmensidad del desierto. El tono adecuado,
personajes y la naturaleza desnuda.
Un reloj (circular) y unas huellas de camello (circulares),
así como el sol (circular también), les ayudarán a salir.
La ignorancia del hombre del camello, ajeno a todo lo que
acontece fuera de su micro universo, retrata el idealismo de Archy, que
desconoce el porqué de la guerra y ni siquiera se lo plantea. Retrata la
absurdidad de su ilusión.
Dedicada a Wsmith, que espero la disfrute como merece y haya visto recompensada su paciencia.
Extraordinaria pelicula. Me impactó muchísimo cuando la vi por primera vez, allá por COU, más o menos.
ResponderEliminarTengo una anécdota con ella, que mi hermano recordará bien: le recomendé la película, que había visto conmi mejor amigo, y nos pusimos a verla juntos. Cuando iba llegando el culmen y el adagio, no pude contenerme y se lo anuncié ("ahora viene, ahora"), de modo que le estropeé la concentración y le jodí el encanto. Siempre me lo reprocha :)
Osiris eso es el ímpetu de la juventud jajajaja. La emoción irrefrenable y ese punto egocéntrico que nos impulsa a decir lo que sabemos a los demás. Con todo, si sólo le dijiste "ahora viene" es que tu hermano es un poco tiquismiquis jajajaaja
ResponderEliminarEn mi amor a primera vista a esta película influyó el hecho musical del Adagio de Albinoni, que por aquel entonces comenzaba a sobrecogerme. Creo que también entonces empecé a fijarme en Weir, ese que había hecho El club de los poetas muertos, película que marcó mucho a nuestra generación adolescente.
ResponderEliminarTambién me sirvió para iniciar mi admiración por Mel Gibson (guapísimo aquí), al que descubrí luego en El año que vivimos peligrosamente o Arma letal. Antes le había visto en Mad Max, como simple aventurero.
Sambo, es que es muy tiquismiquis si de cine se trata. No soporta el ruido, ni que le distraigan; se mosquea si se abre la puerta y entran en la habitación.
ResponderEliminarComprendo que en medio de la intensa emoción de la película, mi advertencia debió sacarle de la película.
Hago mención al Adagio en la siguiente parte, y a la música en general, Weir suele tener un gusto exquisito para ella también. Mel Gibson como bien dices ya destacó por Mad Max, pero es con ésta con la que se lanza definitivamente dos años después excelente actor.
ResponderEliminarBuenos días
ResponderEliminarMuchas gracias, maestro. Más que recompensada mi paciencia, claro que sí... :-D
Película fundamental dentro del cine moderno, a mi entender. Weir habla de esos temas que siempre trata en sus películas: la amistad, la inocencia y su pérdida, la libertad, el individuo. Sin duda uno de los grandes directores del cine actual, tanto por maestría tras las cámara como por lo que cuenta.
Jjajaja, entonces debe ver las pelis encerrado en su habitación o en casas desiertas. Muy emotiva película, algo que Weir logra siempre.
ResponderEliminarUps, yo había dejado un comentario y ahora ha desaparecido.
ResponderEliminar¿Me lo ha marcado como spam?
Por si acaso:
Gracias maestro. Eres un crack.
Buenas tardes,
ResponderEliminar(Me han desaparecido un par de comentarios, así que a ver si a la tercera hay suerte...)
Lo primero de todo es darle las gracias a Sambio. Eres un crack.
Película a mi entender, fundamental en el cine moderno, en la que Weir muestra ya todas las constantes de su carrera americana: la amistad, la inocencia y su pérdida, la libertad, el individuo.
La batalla de Gallipoli es poco menos que el marco en el que encuadrar la historia y sirve de excusa para desarrollar una preciosa historia, tan bien contada como por ejemplo, la de Truman o la de los alumnos del señor Keating.
Un grandísimo director Weir, por su maestría tras la cámara y sobretodo, por lo que cuenta, por esa preocupación por el individuo y porque su cine tenga siempre un fondo.
Respecto a Mel Gibson, a Weir hay que agradecerle haber lanzado su carrera como actor, pero sobre todo, haber influido notablemente en su trabajo como director. Sin duda en la concepción de los protagonistas de las películas de Gibson hay mucho de Weir, tanto como en el manejo de los primeros planos para bsucar la emoción.
En mi opinión, Gibson es mucho mejor director que actor y La Pasión de Cristo y Apocalipto son dos auténticas obras maestras.
Ahora sí ha llegado maestro Sabonis jejeje. Totalmente de acuerdo en todo, comento muchos de esos puntos que bien citas y además añades uno crucial, la faceta de director de Mel Gibson, que como bien apuntas le debe muchísimo a Weir. Una vez más un gran comentario y un gran aporte.
ResponderEliminarA mí si acaso hay un par de cosas que me chirrían un poco de Gallipoli, ambas cuestión de casting: Jack y su sobrino Archy. Cada vez que veo a Jack estoy pensando en Sean Connery, y la elección de Mark Lee no me convence. De hecho me pregunto qué fue de su carrera de actor luego de Gallipoli.
ResponderEliminarA mí sí me gusta como está Mark Lee, da ese aire inocente e idealista que tiene su personaje. Lo cierto es que es no sé que sería de él, supongo que no saldría de Australia al contrario que Gibson. Lo de Sean Connery es verdad jajaja
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarPaseando por tu increíble blog me encuentro con este análisis....con el análisis de "la gran película" de la "gran guerra", ya te habrás ido dando cuenta de mi pasión por las bélicas...algo por cierto muy poco frecuente entre "las chicas"...para mi esta como te digo la mejor de todas con el escenario de la I Guerra Mundial de fondo, aunque he de confesarte que también siento pasión por "Adios a las arnas" de Charles Vidor....ya sabes que Rock Hudson es una de mis debilidades...
ResponderEliminarla banda sonora me encanta....aunque estoy segura que mucha gente asocia a Brian May más por Mad Max que por esta...
En definitiva yo creo que es de esas películas que no hay que perder de vista....porque siempre viene bien verla...
Tu análisis en este caso....espectacular...una vez más me quito el sombrero.
Enhorabuena!!
Jajaja, qué bueno, una chica belicosa. La verdad es que esta icnta es incontestable, adoro a Peter Weir, no falla nunca.
EliminarMuchas gracias y me alegra que te haya gustado, especialmente siendo apasionada del tema
Mas bien chica guerrera.....lo de belicosa suena raro....y del director nada que añadir.."el año que vivimos peligrosamente", "el club de los poetas muertos"........
ResponderEliminarEl Show de Truman...
EliminarCamino a la libertad...
ResponderEliminarMaster and Commander y tantas otras. Lástima que se prodigue poco.
EliminarCierto.
ResponderEliminarMenos mal que hay quienes, como tú, le traen aqui.