martes, 13 de septiembre de 2011

Crítica: CABALLERO Y LADRÓN (1939)

SAM WOOD







El director que nos dejó algunas de las obras maestras de los hermanos Marx nos deleita con esta auténtica delicia de poco más de una hora en la que sólo sobra un final que, es de suponer, cedió a la censura. El resto es absolutamente exquisito, un entretenimiento sin desperdicio ninguno.
David Niven, un ladrón londinense de guante blanco que parece salido de una obra de Oscar Wilde, está más elegante y seductor que nunca. Wood mezcla a la perfección la alta comedia, en la que se sentía a gusto, con el suspense, un suspense realmente bien elaborado, dotando a la cinta de un trepidante ritmo que no desfallece nunca. Una película que, también producto de su breve duración, entusiasma y encanta por momentos, sin pretensiones y con un indudable encanto.
Una lástima ese forzado y absurdo final que parece obligado por la censura, donde todo parece gratuito y sinsentido, donde se vulnera toda la lógica planteada durante la película de forma burda.
Es muy difícil destacar escenas porque toda la cinta es estupenda y salvo el final, su tono vitalista y fascinante envuelve al espectador (la escena de la casa a mitad de la película, entera, donde se comete el robo del collar, ejemplo de maestría en una secuencia con largos momentos de suspense y sin diálogo, o la secuencia del final donde se esconde el collar en un bote de tabaco…).



El talento narrativo de los artesanos y profesionales de Hollywood es alucinante, su dominio del lenguaje y la narración no dejarán de sorprender nunca, especialmente entre los que venían del mudo. Ese comienzo a toda velocidad, donde se cuentan las peripecias del ladrón a través de un montaje rápido en el que se muestran periódicos o escenarios donde el ladrón actuó, es magistral.

Uno no sabe con qué quedarse, si con los elementos de intriga o con los cómicos. Sucede muy a menudo que en este tipo de películas con mezcla de géneros alguno de ellos desentona, aquí si bien la trama de intriga es sencillísima está tan bien contada y se le saca tanto partido a los momentos de suspense que resulta un disfrute total.
Raffles, el personaje que interpreta Niven, no es algo novedoso pero sí sumamente seductor y acertado, como la película. Esa mezcla de intriga y comedia no era del todo extendida y por ello resulta fresca y original. Un personaje robinhoodiano que tiene la misma amada, una encantadora Olivia de Havilland.

Niven casi parece Batman, con ese mayordomo y su identidad oculta, “el detective aficionado”, que es su firma en las notas que deja tras cada robo. Incluso vemos su batcueva con pasadizos secretos.

El guión es realmente brillante por su concisión, originalidad, ingenio e inteligencia en toda la trama y especialmente en las situaciones de más intriga, alejándose de lo convencional y, como ya dije, sacando un excelente partido a todo. Los elementos de comedia no le van a la zaga, se les saca también todo el partido. Sinceramente es difícil no disfrutar. Los diálogos son estupendos y con mucha gracia así como la naturalidad de las interpretaciones. Exquisita.
Resulta sorprendente lo fresca y moderna que resulta la dirección y la sencillez y eficacia del montaje.
Está basada en una novela de E. W. Hornung y en el guión participó F. Scott Fitzgerald.
Una cinta simple, sencilla, sin pretensiones, que busca entretener y que salvo por su desastrado final resulta encantadora.



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2 comentarios:

  1. Hace muchos años que la vi, quizá refresque la memoria revisitándola un día de estos, sobre todo porque me encantan los dos actores, Nivem era pura elegancia y De Havillan siempre me ha parecido adorable (quizá por su papel en mi adorada lo que el viento...)

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  2. Olivia en "Lo que el viento..." era casi la personificación de la adorabilidad jajaja. Seguro que te gusta, es muy fresca y divertida.

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