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sábado, 18 de agosto de 2012

Crítica: PROMETHEUS (2012) -Última Parte-

RIDLEY SCOTT









Scott acierta en mantener la atmósfera y ritmo pausado del “Alien” original, creando un buen suspense, aunque la película está muy lejos de generar terror, al contrario que el referente.

Las sospechas del espectador sobre el personaje de Fassbender no tardan en generarse con su gesto al abrir unas misteriosas puertas… Encontrarán pinturas, la creación artística siempre presente en todo tiempo y civilización. Veremos a David ir por su cuenta recopilando cosas. Cogerá algo que suponemos será un “invitado”.



La escena de la tormenta aglutina todas las virtudes del film, la gran belleza y espectacularidad estética, el suspense y la acción, una cinta de aventuras de ciencia ficción deslumbrante técnica y estéticamente. 

Dos de los componentes del equipo, los que quisieron irse antes por miedo, uno de ellos nada más y nada menos que geólogo, se pierden y no logran subir a la nave, con lo que deberán quedarse en la cueva encontrada a pasar la noche. Estos dos personajes nos dejarán otros momentos tronchantes.


Escenas medio gores con la cabeza revivida que estalla como ejemplo. El clímax, en este sentido, lo tendremos con la auto cesárea, una magnífica escena. Los signos que insinúan a un David traidor siguen apareciendo, lo veremos hablar con alguien que suponemos el jefe del proyecto, el que dijo que estaba muerto, Guy Pearce.



Las cosas grandes tienen comienzos pequeños”.



Un montaje paralelo mostrará que David va a por todas. Mientras vemos la investigación de Elisabeth con la cabeza estallada, David manejará el líquido que se llevó de la cueva/nave. El robot mantendrá una conversación con Charlie, al cual usará como conejillo de indias, sobre la búsqueda de respuestas y de sus respectivos creadores. Así comienza una progresión genética que desencadenará el desastre y el nacimiento de Alien.

Las respuestas parecen ser decepcionantes.

Porque podemos”.

El hecho es que “Prometheus” no responde a ninguna pregunta trascendente, tan solo intenta cerrar aspectos de la cinta original, aspectos sugerentes y fascinantes que elevaban esa obra maestra precisamente por la ausencia de respuestas explícitas que el espectador cubría con su imaginación. Como sucede con las grandes obras maestras habitualmente. La conversación entre Charlie y David sucede en una mesa de billar. La creación como un juego.


Una vez Charlie ha sido contaminado por David toco se desboca. Hay un susto en “Prometheus” que me recordó a otro que existe en “Alien”. En ésta que nos ocupa es al hacer una conexión con los científicos rezagados, en la original era al buscar al pequeño Alien por una habitación y tropezar uno de los protagonistas.

Las referencias cristianas son constantes en la película. El padre de la protagonista se manifiesta religioso e inculca esa idea en su hija que siempre llevará su crucifijo y jamás dudará de su fe, incluso tras sus nuevas averiguaciones. Los sucesos tendrán lugar en las fechas navideñas. Algunos de los científicos harán exclamaciones mencionando a Jesucristo. La protagonista quedará embarazada cuando en realidad no podía… Una mezcolanza confusa de ideas.

La angustia de la protagonista por su imposibilidad para concebir se convertirá en terror tras tener relaciones sexuales con su chico. Charlie está contaminado y gracias a ello hará madre prematura a su mujer. Esto simbolizado con la rosa, signo vital, que Charlie regala a Elizabeth.

El misterio de la creación reducido al origen, no a la creación en sí misma.


Volvemos con nuestros expedicionarios. El guión en esta parte parece escrito por principiantes sin talento. De repente, y extrañamente, a Charlize Theron le entran ganas de tener sexo con el capitán de la nave, así sin más. Esto, no piensen que se va a desarrollar, es una mera excusa para quitar al capitán de su lugar en el momento justo en que los expedicionarios sean atacados y él no pueda oírlos. Un truco tan burdo, cutre y evidente que es sonrojante. Aquí se plantea cierta ambigüedad que es posible surgiera en el espectador, que la propia Theron fuera también un robot.


Pero si lamentable es este recurso más lo es aún la escena con los expedicionarios. Resulta que estos dos intentaron irse a la nave por lo que se pudieran encontrar, huyen de todo lo que pueda significar algo extraño… Pues bien, cuando se encuentran a un bicho de otro planeta, una especie de anguila extraterrestre se ponen a jugar y vacilar con ella, es más cuando vemos que la anguila se pone en posición de ataque, y a ningún espectador le cabe la menor duda de que el bicho va a atacar, estos dos siguen sin inmutarse haciendo el tonto delante de ella, como si no se enterasen. Estos comportamientos ilógicos e incoherentes de los personajes, contradictorios con respecto no ya sólo al sentido común sino a su propia personalidad toscamente mostrada, salpican toda la cinta. Por supuesto serán atacados sin compasión.




Con todo, la tensión está bien regulada en algunas de estas escenas.

Los síntomas de infección se hacen evidentes en Charlie, todo está dispuesto para que la tensión se dispare. David seguirá yendo por su cuenta, una misión especial paralela a la de rescate de los científicos atacados por el gusano extraterrestre.


Resulta edificante la idea de las recreaciones en 3D del pasado, como rastros, huellas que quedaron grabadas, mudas, para que alguien las descubra. “Metrópolis” (1927), de Fritz Lang viene a la cabeza.
Tras la muerte de Charlie todo son problemas para Elisabeth, está embarazada, un embarazo exprés, en 10 horas está de 3 meses. El plan de David sigue su curso. David parece saber más que los científicos de todo, lo cual hace extraño su papel allí. Hay que volver a destacar el papel de Fassbender, su inquietante frialdad y sutileza hacen de su interpretación algo brillante.

Al final tenemos a un inquilino en otro vientre, no es el de John Hurt, pero sí el de la protagonista Elisabeth Shaw. Esto nos regala la mejor escena de la película, la auto cesárea, repleta de tensión, energía y talento. Un gore sofisticado y sorprendente para un mainstream, una escena digna de la cinta original que te pondrá sobre el filo de la butaca y los pelos de punta.

Comenzamos a ver las consecuencias que producen los líquidos al mezclarse con los bichejos del planeta, uno de los cobardes expedicionarios que fue “ultrajado” por la anguila extraterrestre se ha convertido en un superhombre ultra dopado que parece poseído y con ansias de sangre. Esto como pequeño ejemplo. Será abatido por unos lanzallamas, imprescindibles también en el universo "Alien".

Se pueden entrever ciertas referencias a “La cosa” (John Carpenter, 1982), así como tenemos a nuestra nueva Ripley en acción.


La supuesta sorpresa de descubrir que el jefe del proyecto en realidad estaba vivo y que David trabajaba para él se desvela. Su motivación, ansias de inmortalidad. Veremos resolver el conflicto paterno-filial entre Theron y él, una conversación sobre la naturalidad de morir… algo que al padre de la chica no se le pasa por la cabeza, se negará con un simple gesto de puño.

Poco antes, nuestra heroína, dopada hasta las cejas, entrará sin mayor complicación en la secreta habitación del jefe Guy Pearce. Cosas.

David enseñará la tecnología que encontró, las referencias a Dios se multiplican. Encontrarán un superviviente pero no será muy amistoso. Scott rueda las escenas de acción con un montaje en exceso sincopado. La decapitación de David es impactante, recuerda al desmembramiento de Bishop (Lance Henriksen), en “Aliens, el regreso” (James Cameron, 1986), por ejemplo. Ya se sabe que los robots tienden a perder partes de su cuerpo en el universo Alien, especialmente la cabeza. En este momento tendremos otro guiño al “Alien” original con la aparición del asiento del “space jockey”.

El rigor y los comportamientos gratuitos de los personajes vuelven a hacerse patentes con ese sacrificio extraño de los pilotos, gente que está allí por compromiso y que sin explicación aparente deciden morir por la causa con total naturalidad. Cuanto menos cuestionable. Desde luego los guionistas Damon Lindelof (“Perdidos”), y John Spaihts se han lucido en la creación de personajes. Científicos, en teoría brillantes, que se comportan como fantoches con la estupidez como rasgo más significativo de su personalidad, comportamientos repentinos sin sentido alguno, incoherencias múltiples en el desarrollo dramático o en detalles de la trama…



El final es muy similar al de “Alien, el octavo pasajero” (1978), con una Ripley que usará su ingenio para librarse del humanoide que viene a acabar con ella. Aquí además veremos otro ejemplo de guión descuidado en esa intuición sobrenatural del humanoide para encontrar a Elisabeth


Nuestra heroína descubrirá que su “hijo” ha crecido hasta proporciones gigantescas, así que lo usará y liberará en el momento en el que el vengativo humanoide vaya a atacarla para que el súper pulpo gigante se encargue de él. Por supuesto lo “fecundará”, con lo que el espectador supondrá que de allí saldrá el futuro Alien. Algo que queda confirmado en el epílogo.



Prometheus” es a “Alien, el octavo pasajero”, lo mismo que “Robin Hood” (2010) era a “Gladiator” (2000), en realidad es peor, bastante peor. Una fórmula reiterada basada en el conocimiento de donde estuvo el éxito de la original, pero sin la mirada pura de aquella. Un Scott maleado. Una precuela pretenciosa que quiere ser más grande donde no hacía falta nada.

Prometheus” está planeada de la misma forma que "Alien", aquí se trata de un Alien escindido, separado en un entorno completamente hostil al ser humano que acaba, al final de la película, reunificado mediante fusiones y mutaciones genéticas en el mítico monstruo.

Una cinta, a pesar de todo, entretenida, un buen título taquillero sin más, correcta para pasar una tórrida tarde de verano en el cine.

Los más positivo, un magnífico Fassbender, la bella Theron, una digna Noomi Rapace, la escena de la auto cesárea y el diseño de producción, un gran aspecto formal.


 






viernes, 17 de agosto de 2012

Crítica: PROMETHEUS (2012) -Parte 1/2-

RIDLEY SCOTT







 
Cuando un clásico indiscutible va a ser “víctima” de nuevas versiones, precuelas o secuelas, los cinéfilos tendemos a echarnos a temblar. No sin razón. Es cierto que muchas personas en las nuevas generaciones, por esa constante negación a lo anterior o porque su cultura audiovisual no se adapta más que a las nuevas tendencias, suelen preferir estas nuevas versiones por desconocimiento, pereza o falta de afinidad con lo clásico. En este sentido muchos remake que actualizan clásicos, aunque sólo sea por situar la historia “a color”, pueden tener la función de acercar dichos clásicos a estas nuevas generaciones. Esto, aunque la película no aporte nada o sea ostensiblemente peor que la original, no es malo y de algo servirá… para ellos.

En cuanto a las precuelas o secuelas que se hacen mucho tiempo después con la idea de reverdecer éxitos, o simplemente forrarse, nos suele perturbar y molestar bastante, por lo que suelen tener de gratuito y negocio puro y duro, a los más cinéfilos.

Curiosamente aquí se da una contradicción, ya que nuestro amor por el clásico que sea en cuestión nos impide abstraernos y pasar de esas nuevas versiones o secuelas, aunque sepamos que nos van a defraudar o prefiramos que no toquen lo perfecto. Cuando algo sobre esa película que nos enamora o nos gusta sale a la luz lo acabamos consumiendo como el drogadicto desolado ante una nueva dosis a la que no puede resistirse.

Si además, como es el caso de “Prometheus”, la precuela está realizada por el mismo director que tanto nos hizo disfrutar en su día, pues con más razón aún el incómodo interés. Y eso que los méritos de Ridley Scott hace tiempo que son pocos, y eso sin contar con sus experimentos para dar nuevas ideas y versiones sobre sus obras maestras, véase “Blade Runner”.

Llegados a este punto sobra decir que todo fan de “Alien” acabará viendo con ganas “Prometheus”.

¿El resultado? El esperado. Ridley Scott hubiera hecho muy bien en dejar el universo de su obra maestra en paz.

La película no es mala, funciona en general, aprueba como entretenimiento veraniego. Pero nada más. Simplemente correcta como obra independiente y como película vinculada al universo Alien está a tanta distancia que ni con milenios de viaje en hibernación llegaría a estar al nivel.

Todos los responsables de “Prometheus”, incluido su director, han jugado al despiste con la cinta, unas veces diciendo que no tenía que ver con “Alien”, otras afirmando que tocaría el universo "Alien" de forma tangencial, o que los fans de "Alien" reconocerían determinados aspectos. Vista la cinta queda más que claro que se trata de una precuela que tendrá secuelas y deja al desnudo la autenticidad de las intenciones de dichos responsables.


Ridley Scott ha perdido la inocencia en la mirada, es consciente del éxito de la obra maestra original y la imita en estructura y ecos visuales constantes, pero le vuelve a condenar su exceso de pretensiones, hacerlo más grande y profundo, y curiosamente obvia todas aquellas cosas que marcaron la diferencia en la película que él dirigió en 1978. Ha querido hacer un nuevo "Alien" con la trascendencia y complejidad conceptual de “Blade Runner”, el resultado no podía ser otro que un desbarre que se queda a medio camino de todos los sitios.

La referencia a “Blade Runner” (1982), es obligada por el propio objetivo de la aventura que se cuenta en “Prometheus”, la búsqueda del creador.


Alien versus Prometheus.

A diferencia que “Alien, el octavo pasajero” (1978), que era en esencia una cinta de terror, “Prometheus” es más una cinta de ciencia ficción filosófica. Uno de los problemas de la cinta es que la pretendida profundidad resulta ridícula, una solemnidad con un fondo de jardín de infancia. Las referencias al “Alien” original son continuas, Scott repite la misma estructura sin cortarse un pelo y por el camino nos deja un cúmulo de chorradas incoherentes, en todos los sentidos, indignas del autor de "BladeRunner". Todo esto tiene que ver con que Scott está lejos de ser un verdadero autor, es un director de grandísimo talento visual, pero no conceptual y como se explicó en "Blade Runner", depende de que el texto sea bueno. Visualmente sí que es un autor reconocible pero sus constantes temáticas son superficiales y nada trascendentes. Aquí tenemos el viaje, muy presente en las películas de Scott, y la confrontación contra un opuesto al que enfrentarse violentamente (“Alien”; “Blade Runner”; “Gladiator”, 2000; “Los duelistas”, 1977 ….).


La cinta tendrá un viaje en nave, como en "Alien", sus tripulantes estarán en hibernación largo tiempo mientras Scott mueve la cámara con pausa, aquí siguiendo a un robot con el rostro del gran Michael Fassbender. Serán despertados para llevar a cabo un gran descubrimiento. Dicho descubrimiento no será precisamente alegre y la tripulación irá siendo eliminada poco a poco, como en "Alien"... Tendremos una escena, la de la cesárea, que busca ser tan mítica como lo fue la de la salida del Alien del vientre de John Hurt, y una heroína que se sobrepondrá a todas las adversidades y vencerá al “monstruo”… aunque aquí al ser una precuela sólo lo transformará.


Es decir, sigue los pasos de "Alien" casi al dedillo.

El problema viene cuando en "Alien" todo era minimalista, una cinta de terror puro con una historia tremendamente sencilla, y todo estaba encaminado a la sugerencia poética tradicional del género de terror con una concepción visual novedosa y tremendamente brillante e influyente. Los pasillos sudorosos y repletos de humos, la humedad, la claustrofobia, los efectos de sonidos, las luces intermitentes, un monstruo siempre presente, latente, que apenas se ve… pura sugestión. Aquí eso ha sido transformado en filosofía barata, no hay sugestión, todo se ha querido hacer grande. Visualmente la cinta es espléndida ciertamente, pero huele a fórmula, no hay poesía, no hay ese minimalismo ni cohesión visual para producir sensaciones, aquí todo es pulcro, no hay ni humedad, ni humo… y lo orgánico casi parece fuera de lugar.


En lo visual los guiños a la cinta original son constantes, se ha vuelto a contar con H. R. Giger para los diseños que más tenían que ver con el "Alien" original. La hibernación, la protagonista en ropa interior blanca paseando por la nave, el "space jockey", el robot que no es lo que aparenta, el ataque de algo desconocido en misiones de expedición (como los gusanos que atacan en “Prometheus”, en una escena tronchante, y que atraviesan escafandras), el nido de huevos que en “Prometheus” pasan a ser unas extrañas urnas, un robot reducido a su cabeza… Muchos guiños.


No solo se aprecian paralelismos con “Alien”, también con “2001: Una odisea en el espacio” (Stanley Kubrick, 1968), en esa trascendente filosofía de andar por casa con frases lapidarias de resultado tremendamente simplista, debido a su explicitud, que parecen metidas con calzador, y en otros muchos aspectos visuales. Todo lo contrario que en la cinta de Kubrick.


Dicho esto pasaremos a hacer un análisis más concreto del film para ver sus muchas debilidades y sus aciertos.


Prometheus” se inicia con una introducción donde vemos a un extraño humanoide en una cascada, una escena de gran belleza visual. Vemos la huida de una nave y cómo ingiere un líquido que parece matarlo, deshacerlo. Se empieza a jugar con temas de ADN desde el mismo inicio. De ahí pasaremos a un descubrimiento científico por parte de los protagonistas, Noomi Rapace y Logan Marshall-Green (Elisabeth Shaw y Charlie Holloway).


Acto seguido damos un salto temporal y vemos un plano externo de una nave, como la Nostromo de “Alien”, en esta ocasión es llama Prometheus en la fecha 21 de diciembre de 2093.

Un aspecto interesante de “Prometheus” es la importancia que se da a los padres, su influencia o ausencia, su búsqueda. La protagonista estará muy influida por el suyo, en esta primera escena veremos como el androide interpretado por Fassbender observa recuerdos de ella cuando está en hibernación y donde habla con él de la muerte, Dios y el paraíso. Del mismo modo Theron se sentirá desarraigada por el egoísmo de su padre y la misma expedición es una búsqueda de los padres que nos crearon. Esta idea transmite una interesante sugerencia acerca de las intenciones de Scott de reivindicarse como padre de la criatura, de "Alien", después de que ésta allá pasado por manos de múltiples directores que en algunos casos la han maltratado de mala manera. Una idea interesante que señaló el crítico Sergi Sánchez.



Fassbender, David, vaga por la nave mientras la tripulación está en hibernación, escenas que recuerdan al vagar misterioso e insinuante de la cámara en “Alien” al inicio del film. Aquí ese misterio se ha perdido. Lo veremos aprender inglés y disfrutar de “Lawrence de Arabia” (David Lean, 1962), otro idealista viajero como nuestros tripulantes.

Un inicio lento y pausado, como el de la obra maestra original.



La presentación de Charlize Theron, Meredith Vickers, no se hace esperar… y sí, sigue estando igual de guapa y hermosa la mujer.

Fassbender está realmente espléndido, una interpretación sutil de suaves gestos robóticos que es de lo mejor del film. Theron también está muy bien, si bien es cierto que su papel aporta lo justo.







El despertar.

Llegada a destino. Despertar, conversaciones y relación de la tripulación, como en "Alien", un nutrido grupo de personajes de los que Scott se preocupa poco o nada en desarrollar.


El jefe virtual de la expedición, Peter Weyland, interpretado por un envejecido Guy Pearce, les explicará los pormenores de la misión y hablará del alma, algo que intriga a David, el robot, que es uno de los personajes más interesantes del film, por no decir el que más. Cabe preguntarse porque se dedican a maquillar hasta las cejas a un actor para envejecerlo si no tiene papel de joven, en vez de contratar a uno ya mayor…


Las referencias al cariño que el jefe tiene por David, el androide, parecen perturbar a Theron, Meredith. Aquí Scott introduce sutilmente el conflicto paterno-filial que deberá sorprender al final.

Distintas civilizaciones antiguas terrestres han representado un sistema galáctico lejano a la Tierra. La expedición es para buscarlo, ya que la coincidencia no podía ser casualidad. La teoría es que los habitantes de ese lugar nos han creado a nosotros, los humanos.

Un viaje hacia el infierno, al paraíso perdido. Milton ya era una referencia significativa en “Blade Runner”.

El alma, la añoranza de David, la eterna añoranza de los robots en las películas.

En la expedición por el planeta desconocido tendremos oscuridad, linternas… un look francamente brillante tributario del videojuego Halo. Aquí es donde todo se hace más tenebroso y se procura parecer al “Alien” original en esa sensación de claustrofobia, veremos algo de humedad y de viscosidad, pero nada es lo mismo.

Aquí empezamos a asistir al cúmulo de tonterías de la película, científicos profesionales que se quitan la escafandra porque en teoría se puede respirar, como si solamente eso fuese lo que hay que tener en cuenta. Científicos profesionales y de élite diciéndose unos a otros, ¡No toques eso!, ¡Cuidado con aquello!... Es tan estúpido que casi resulta entrañable.