Es una lástima que un thriller de planteamiento tan
prometedor se caiga tan escandalosamente al final de todo. Un juego de ingenios
y venganzas, personajes inteligentes, un villano excelente y ambiguo,
reflexiones morales interesantes… que en el último tercio apuesta por la salida
apresurada y facilona, contradictoria incluso con todo lo visto anteriormente.
Un thriller que prometía ser maquiavélico y retorcido y al
final se desinfla, quedando para el recuerdo ciertos raptos de ingenio sin más…
Toda la primera parte y el desarrollo son bastante notables
y mantienen al espectador pegado a la pantalla viendo los sucesos y cómo se
desarrollan los planes de ese inteligentísimo hombre, que primero fue víctima y
ahora parece convertido en villano, llamado Clyde Shelton (Gerard Butler). Una
primera parte de película que resulta imprevisible, lo que es un acierto.
La primera escena es tremenda, dura y cruel. Un hombre
viendo morir a su hija y su mujer, ultrajadas y violadas. Esto queda unido a la
falta de escrúpulos y verdadera dedicación del sistema, personificado en los
abogados encargados del caso, más preocupados en conservar sus récords de
resultados y victorias en sala que en buscar la verdadera justicia. El caldo de
cultivo perfecto para una venganza global. La mirada lejana y frustrada de
Shelton a esos abogados que dejaron libre a uno de los asesinos (ese apretón de
manos), marca el inicio de lo que vendrá.
“De nada sirve lo que sepamos si no podemos demostrarlo”.
Esta frase usada por Nick ante Clyde, será devuelta por este último al abogado
en su siguiente encuentro.
“Sólo eres un hombre”. Referencia a la tradición romana que
se realizaba en los fastos a los emperadores y generales romanos.
Así conoceremos a Nick Rice (Jamie Foxx), el abogado de
Shelton, retratado en picados y contrapicados. Hay buenos encuadres en este
inicio. Abundan los planos generales de situación para retratar las estancias.
Un ejemplo: En la casa de Nick. Una elipsis nos hace dar un salto de 10 años, del abogado recién mudado con una mujer embarazada a su acomodada y estresante
vida de mercenario legal donde su hija tiene un rol secundario con respecto al
laboral, aunque él no se dé cuenta. En Nick hay un blindaje necesario, una
frialdad paulatina o latente que vendrá a derruir Clyde Shelton. Todo esto se
aprecia en la distancia con respecto a su esposa y en la despreocupación
familiar, subrayado con un montaje paralelo donde vemos a Nick asistiendo a la
ejecución de uno de los asesinos de la familia de Clyde y a su hija en un
recital donde actúa y al que su padre no asiste.
Con la traumática y truculenta muerte del preso que iba a
ser ajusticiado, empiezan los sucesos extraños. El inicio y una calculada
venganza.
Clyde usará fármacos, primero para hacer más dolorosa e
insufrible la ejecución del condenado y luego con su compañero, para dormirle y
poder torturarle a gusto.
Esa tortura, elíptica, es uno de los momentos más
impactantes de la película. La venganza bestial y sin contemplaciones, macabra,
pero por lo que se dice y se cuenta, ya que por fortuna no se ve nada.
Clyde Shelton se descubre como un brillantísimo personaje.
Ingeniero experto en medicina y química y, por lo que parece, también en
derecho. ¡Hasta en informática! Desnudo se dejará apresar para ir a la cárcel.
Una vez en la cárcel retará a Nick usando las mismas artimañas legales y
ridiculizará a la jueza en una vista.
Se va definiendo así la moral estricta del protagonista, que
sólo titubeará brevemente en su firme determinación, cuando se mencione a su
mujer y su hija, a cómo aceptarían ellas los actos que comete y su forma de
proceder. Clyde juega con la balanza de la justicia a su antojo.
Lo siguiente será enviar un Dvd con la tortura a todo color
a casa de Nick, que desgraciadamente verá su hija…
Clyde somete a un maquiavélico juego de venganza no ya al
abogado que interpreta Jamie Foxx, sino a todo el sistema judicial en pleno, al
sistema en general. Así se irán sucediendo los tratos, en apariencia inocentes
(una cama por una confesión, una comida a una hora determinada y un ipod por
otra confesión…). Esa comida se tornará truculenta e implicará la muerte de un
abogado al incumplirse el horario previsto para el servicio de dicha comida. En
la celda sí habrá violencia explícita, en esta ocasión.
La muerte de la jueza, presentada por un plano aéreo sobre
el ayuntamiento de Filadelfia y la estatua de William Penn, que fundó la
ciudad, es impactante.
Las planificaciones clásicas son habituales, con planos más
cortos conforme avanzan las conversaciones o las confidencias (el confidente en
el subterráneo, la ayudante de Nick…). El encuentro entre los protagonistas
tras la muerte de Sarah será retratado con picados y contrapicados subrayando
la tensión y su duelo. Es ahí donde Clyde hará su gran amenaza.
Cuando Clyde proponga un trato insostenible (que retiren los
cargos), todos esperarán lo peor. Un ataque o la explosión de alguna bomba.
Viendo la situación, se hace previsible que lo que estallará serán los coches
del aparcamiento. Ahí morirá Sarah (Leslie Bibb), la ayudante de Nick. Su novio
se ofrecerá a ayudar… Otra muerte. Esta vez en un cementerio. La de Jonas
(Bruce McGill), amigo de Nick (Jamie Foxx).
Viola Davis interpreta a la alcaldesa de Filadelfia, que
hará jurar sobre la Biblia a Nick su cargo de fiscal.
La figura de Clyde Shelton va adquiriendo tintes míticos. Un
auténtico superdotado de extraordinaria inteligencia, de la que va haciendo
gala y además nos verbalizan en referencia a su pasado.
“Es un estratega nato”. “Si os quiere muertos, estáis
muertos”.
“¿No sólo sabemos quién ha sido, sino que está encerrado y
sigue cargándose a gente?” “Voy a acabar con esta puta justicia corrupta de
mierda”.
No sería tanto el problema si no fuera por la minimización,
vulgarización y ridiculización de la inteligencia de Clyde, tan supuestamente
genial que nos habían mostrado. Y es que lo que pedía el cuerpo y la propia
inercia de la película es que ganara Gerard Butler, o sea, Clyde Shelton, en
plan “Seven” (David Fincher, 1995), pero en el último tercio, a última hora,
director y guionistas parecen arrepentirse muy forzadamente.
Era coherente que le saliera bien todo a Clyde tras una
planificación de 10 años y una inteligencia exagerada. Aunque en realidad cuesta creerse casi todo.
Hay muchos aspectos cogidos por los pelos, desde el juicio
inicial a ese juego psicopático que se trae Clyde, pero donde más
inconsistencias hay es en el fracaso final del villano. Muchos de estos se
perdonan por lo interesante de la propuesta, aceptando las oportunas elipsis
donde se evitan demasiadas explicaciones para que la historia avance sin
problemas, pero en la resolución no se puede ser tan comprensivo, porque es
donde se decide todo y donde se debía concretar la propuesta.
Un hombre con todo pensado, que tiene cámaras por todos
lados, menos en su centro neurálgico de misiones, donde por no tener no tiene
ni alarma… El descubrimiento de la propiedad y los túneles es también muy
oportuno… ¡Y qué decir de toda la resolución en el clímax del ayuntamiento! La escena del cementerio
también resulta artificiosa. No es tanto una cinta tramposa como artificial.
Lo de los segundos extra una vez se activa la bomba para que
Nick huya vigorosamente de allí, tras dar la réplica definitiva, que no puede
faltar, también es un detalle…
Al final la película se convierte en una especie de historia
de redención, en este caso la de Nick, al cual le cala el mensaje lanzado por
Clyde, ya que finalizará la película dedicando más tiempo a su familia, lo
verdaderamente importante. Escenas con Nick mirando las fotos del crimen a la
familia de Clyde y mostrando su comprensión pretenden aliviar, suavizar y
simplificar repentinamente y de manera torticera al abogado y la concepción
moral de la cinta.
Las reflexiones morales que suscita la película daban para
mucho, pero se quedan en casi nada, lo que resulta bastante frustrante porque
es una pena, ya que con el planteamiento, muy bien tirado, daba para mucho más.
Escama un poco el tópico de relacionar venganza con
fascismo. Creo que es hora de evolucionar e hilar algo más fino. Mucho más
fino.
No, no estamos, precisamente, ante “Sed de mal” (Orson
Welles, 1959) en su crítica y reflexión sobre la ley y la justicia.
Un hombre tan inteligente como Clyde acaba convertido en un
terrorista fanático que lo entrega todo a un mensaje superior, convirtiéndose
en lo mismo que odia o contra lo que lucha o se rebela. Más allá, va contra el
sistema, lo que justificaría todos sus actos...
Esa comprensión de Nick hacia el personaje de Clyde ¿se
limita a la venganza directa, a la que se acomete contra los culpables o a qué?
Nick pierde algunos amigos, pero acaba redimido y feliz con
su familia, con lo que moralmente se le apoya en su tránsito, quedando bastante
indefinida su evolución moral. Se supone que ya no negociará con asesinos,
pero, ¿lo hará por principios o duda de la capacidad de la ley?
Toda la supuesta reflexión sobre la ley y la justicia
resulta completamente vacua. ¿Qué defiende o pretende? ¿Define la ley como algo
a superar? ¿Es la justicia pura sin necesidad de ley algo censurable según
determinados parámetros? Cumplir la ley puede llevar a la injusticia, pero ¿qué
pretenden decirnos en la película al respecto al cuestionar decisiones que
entran dentro de la coherencia? Confusa y diluida en sus conceptos.
-Nick: Ya no hago tratos con asesinos, Clyde. Tú me lo
enseñaste.
-Clyde: ¡Por fin!
“Un ciudadano ejemplar” se disfruta hasta en sus aspectos
más incómodos hasta el tercio final. Pretende pervertir o subvertir el cine
carcelario de evasión, el de psicópatas y el de venganza, todo en uno,
recurriendo a un villano que prefiere ser encarcelado para mover sus hilos
desde allí… Una película entretenida que pudo ser mucho más. Una oportunidad
perdida pero un título estimulante, a pesar de todo.
“Nunca había visto a nadie cavar un túnel hasta la cárcel”.
Dedicada a @Sen_house. Espero te haya gustado.
La vi en el cine y me dejó impresionado, luego la he revisado un par de veces...un peliculón planteando cosas muy bestias...aunque el final, inevitablemente, es decepcionante...buen blog, amigo.
ResponderEliminarMuchas gracias, Espinete! Esa misma sensación tuve. Te atrapa y luego... Un saludo!
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