La trama cobrará nuevo impulso cuando todas las
culpabilidades se dirijan hacia Hallenbeck, un testigo hará que las sospechas
sobre la muerte del amante de su mujer se focalicen en él, y los villanos, poco
después, querrán inculparle en la muerte del senador Baynard (Chelcie Ross)
aprovechando su pasado y problemas con él.
“¿Me das fuego? Y si me tocas, te mato”. “Te lo advertí”.
“¿Qué coño importa? Tú eres el malo, ¿verdad?”.
La conversación entre Hallenbeck (Bruce Willis) y Milo se
inicia con los dos mirando a cámara, con el villano en segundo plano al fondo y
desenfocado y Willis enfocado y en primer plano, un gran encuadre para retratar
la apariencia de dominación y la incertidumbre, la inquietud y extrañeza por no
entender por qué no le han matado. La explicación de guión a esto es convincente.
Investigación policial, interrogatorios a la mujer de
Hallenbeck, Dix ejerciendo de detective por su cuenta y el villano desvelando
sus chanchullos con los sobornos para
legalizar las apuestas deportivas. El único senador que se resiste al soborno
es Baynard (Chelcie Ross)… pero porque quiere más. Un mundo deportivo corrupto
poco alentador. Es cierto que el villano podría ahorrarse las explicaciones de
más con el protagonista, es tentador eso del egocentrismo y presumir de
inteligencia con el bueno de la película, pero resulta un tópico excesivo, hay
otras maneras de explicar los vericuetos de una trama.
“Por eso te culparemos a ti de su muerte”.
La falsedad de Baynard es retratada visualmente mostrándole
a través de un monitor en la escena siguiente, durante una entrevista.
La escena del intercambio del dinero con el senador resulta
irregular, con momentos de gran ingenio y otros algo más deficientes, sobre
todo desde la puesta en escena. Darian (Danielle Harris), la hija, tendrá un papel importante en
esta escena, y se confirma como un ser insoportable. Su peluche, en un
magnífico juego con los cebos y los ecos, que vimos en la escena de su
presentación, será perfectamente usado por Scott.
El intercambio en sí se inicia con un picado general, algo
socorrido en la película, y sigue con ingeniosos detalles de guión, como el
truco del maletero que cambia el maletín con el dinero por otro con una bomba.
Hallenbeck sigue mostrando su ironía y dureza mientras toma nota de todo, pero
necesitará de la proverbial ayuda de sus amigos para salir de allí en una escena
que resulta algo escapista en la parte de la evasión.
-Milo: Te crees más chulo que nadie, ¿verdad? Te crees el
más chulo. Por una vez me gustaría oírte gritar… de dolor.
-Joe Hallenbeck: Pues ponme un rap.
Las amenazas de Milo a Hallenbeck, con navaja incluida, nos
recuerdan a “Chinatown” (Roman Polanski, 1974), no en balde estamos en una
cinta de cine negro moderno y actualizado.
“Lo hace con todo el mundo, ¡a mí me llama Joseph!"
La evasión reitera la táctica de la distracción basada en el
humor que ya le vimos en otras ocasiones a Hallenbeck, por ejemplo en el callejón con el matón que iba a
ejecutarle. Un showman. En la huida, aparte de ver los imprescindibles naranjas
en la parte superior del encuadre, en el cielo, tendremos una niña salvadora, un
peluche pistola y un montaje acelerado y escapista. No me queda claro de dónde
saca Willis su segunda pistola, salvo que los villanos cometieran la
sensacional torpeza de no registrarle y quitarle el arma… Cámaras lentas para
la acción y una elipsis que situará a los tres, Hallenbeck, su hija y Dix, ya
en el coche y huyendo a toda prisa, en otro detalle algo escapista.
Resulta tronchante la pasmada tranquilidad con que el dueño
de la piscina donde cae un coche al final de la persecución se toma la situación.
Recuperarán el dinero e irán a por la bomba en una escena algo escapista con
pasables persecuciones.
-Dix: Eres el tío más tonto del mundo, Joe.
-Hallenbeck: ¿Por qué?
-Dix: Porque intentas salvarle la vida al tío que arruinó tu
carrera y vengar la muerte del tío que se tiraba a tu mujer…”
Claro Dix, es un boy scout.
“Se me olvidó decirte que “Bom” significa “que te jodan” en
polaco”. “Te lo juro por Dios, si sobrevivo a este puto caso voy a ponerme a
bailar”. “Voy a ponerme a bailar. Lo juro”.
El clímax seguirá el desenfreno que ha sido toda la
película, como no podía ser de otra forma. Acción y humor. En el segundo punto
Scott y su guionista, Shane Black, jugarán con los cebos y los ecos, pero con
cebos y ecos intrascendentes, con chorradas. Por ejemplo, el peluche de la niña
comentado antes, el jugador compañero de Dix al que rompió la nariz de un
pelotazo al inicio de la película o el caballo que utiliza el propio Dix (Damon Wayans) para
saltar al campo y que había anunciado como uno de sus sueños, montar. El más
notable de todos lo tendremos cuando Willis cumpla su promesa y mate a Milo como
anunció.
“Siempre he querido hacer eso”. A mí también me han entrado
ganas de rayar coches a veces… Es muy oportuno que aparquen al lado del coche
del villano… Otro cebo y otro eco.
Una vez todos los personajes juntos, Milo con la hija de
Hallenbeck, el detective y Dix amenazados a punta de pistola por los esbirros
de Marcone… tendremos otra escena de aciertos ingeniosos y soluciones
escapistas. Todo el mundo golpea a Hallenbeck, y Marcone no iba a ser menos.
Las licencias escapistas mencionadas son esas escopetas que caen oportunamente en las manos de los protagonistas para así poder matar villanos a pesar de tenerlo todo en contra tras el ingenioso recurso de Dix y la bala que hace estallar, y unos villanos torpes y lentos, utilizando planos cortos para que no se note mucho la cosa… Truco de experto artesano, ya que un plano general descubre los defectos de puesta en escena y movimientos de personajes si no se ha ensayado mucho y planificado bien la secuencia. Además Scott, como Peckinpah, volverá a usar las cámaras lentas, algo que hace en todas las escenas de acción.
Milo (Taylor Negron), que es un profesional, no se
descentrará lo más mínimo ni siquiera ante excentricidades tan llamativas como
ver a Dix recorrer el campo de fútbol en un caballo… Por eso extraña que luego
pierda los papeles y los nervios. Su muerte, a manos de un helicóptero que pasaba
por allí, es tan retorcida como truculenta. Hallenbeck, cumpliendo su palabra
de boy scout, bailará una vez resuelto el caso, por supuesto.
“¿Arriba o abajo?”
“Me compraré un perro”.
“Jódete, Sara. Eres una puta mentirosa. Si no estuviera la
policía te escupiría”.
-Hallenbeck: No es un animalito, cariño.
El final confirma la alianza, incluso laboral, de esa pareja
de detectives, el veterano y el novato, con un memorable diálogo que confirma
el carácter de reflexión de género, metalingüística, que acaba suponiendo “El
último boy scout”. La modernización del cine negro clásico desde sus postulados
clásicos.
“El último boy scout” debe ser considerado un clásico
imprescindible del cine de los 90 y una modernización y evolución en las claves
del cine negro clásico, y no dejarse llevar por el
tópico y la proliferación de películas similares que en realidad quedan lejos
de ella, sólo parecidas en apariencia. Una vez se escarba en sus claves, más allá
del encanto de la historia, el carisma del protagonista, los giros del guión y
la notable dirección, se aprecia la categoría de un film sensacional y de
referencia. Véanla y disfruten, si les gusta el género lo harán y mucho.
Pues me ha encantado el análisis!!! Desde luego, cinta q voy a buscar y ver.
ResponderEliminarMe rechifla Willis!!!
Gracias Sambo!!!
Bss
A ver si la ves pronto!!! Seguro que te gustará, es más Willis que nunca!
EliminarGracias a ti, besos!
La escena del baña es una de mis favoritas.
ResponderEliminar-Hay alguien en esta habitación.
-¡Estás loco!
-Hay vaho en las ventanas y tu pelo está seco.
-Ahora abriremos la puerta del armario para demostrar que no hay nadie y que estás loco.
-Sí... pero la puerta del armario sigue cerrada.
Una escena espectacular Álvaro, con sencillez nos describe el genio y talento del prota.
EliminarUn saludo y gracias por el aporte.