Otro péplum digital más para seguir la nueva moda. Una moda
que hasta el momento da pocas alegrías porque la mayoría de los proyectos no
pueden ser más lamentables. Con todo, la que nos ocupa no es la peor de ellas,
tiene un digno referente, la exitosa “300” (2006) de Zack Snyder, de la que es
precuela/secuela.
Esta “300. El origen de un imperio” toca de forma tangencial
la cinta protagonizada por Gerard Butler. Si en la cinta original la narración
se centraba en un episodio concreto de la 2ª Guerra Médica (480-479 a.C.), la
batalla de las Termópilas, en la que nos ocupa se abarca buena parte de ella,
con mención y referencias a la 1ª Guerra Médica inclusive, la batalla de Maratón. Así
asistiremos a lo que aconteció temporalmente antes de la mencionada batalla de
las Termópilas, coincidiremos en paralelo al momento en el que Leónidas se bate
con los persas, mientras se nos cuenta la historia de Temístocles, y luego
seguiremos para continuar conociendo los acontecimientos tras el sacrificio de
los 300 espartanos. Una narración, por tanto, que amplifica lo narrado en “300”
tocándolo de forma tangencial.
“300” de Zack Snyder tampoco es ninguna obra maestra, pero
es un relato épico más que apreciable que saca gran partido a su poderosa
estética.
Temístocles (Sullivan Stapleton) lidera las tropas griegas
que se enfrentan a los persas de Jerjes (Rodrigo Santoro). Aunque venció
inicialmente a Darío (1ª Guerra Médica, 492-490 a.C.), los persas reunirán
un poderoso y numeroso ejército para invadir y destruir Grecia y su capital. Temístocles
deberá reunir a todos los griegos y aliados para defenderse, ya que estando en
clara inferioridad tiene todas las de perder.
La primera escena, donde se nos muestra la definitiva
batalla de Maratón donde los griegos vencieron a los persas de Darío, sirve de
buen ejemplo para exponer virtudes y defectos del film, aunque como es de las que
más virtudes tiene me centraré en ellas, ya que durante el resto
del metraje será obligado centrarse en los defectos. 10 años antes del grueso de
la narración.
Una escena para mayor gloria de nuestro protagonista,
Temístocles, que casi se vale él solo para terminar con el ejército persa y su
líder. Y menos mal que le pararon porque si no hubiera empezado también con su
propio ejército. Una fiera. La escena es brillante, estéticamente muy conseguida y de la
que se goza especialmente gracias a los planos sostenidos, planos largos,
planos secuencia, que permiten ver la acción al completo… El problema viene
cuando se ve en exceso hasta hacerse cansina por culpa de las cámaras lentas
constantes, que si bien eran un rasgo de identidad de la cinta de Snyder aquí resultan
tremendamente abusivas, gratuitas, excesivas y esteticistas… En cualquier caso
ver a nuestro protagonista seguido por la cámara ir matando persas y derramando
su sangre a cámara lenta, en ese gore esteticista imprescindible en esta saga, se disfruta mucho.
Visualmente muy apreciable, es la gran virtud del film, aunque le debe casi
todo a su predecesora, claro. Un contundente inicio.
Se sabe de antemano que la gran virtud de la película la
vamos a tener en la estética que recoge la herencia de su predecesora, el gore
estilizado, lujoso y embellecido, de colores saturados e intensos, pero
lamentablemente aquí esa virtud no se gestiona lo bien que debería, resultando
a menudo excesivamente cargante, esteticismo gratuito.
Afectación impostada.
Del mismo modo que estos puntos son elogiables, en esta
misma escena tenemos cristalinos ejemplos de los peores defectos. El momento en
el que vemos a Jerjes intuir a Temístocles y localizarle con la mirada según se
vuelve a 200 metros, para acto seguido gritar “Noooo” a cámara lenta e
intentar salvar a su padre, Darío, de una flecha que aún no ha lanzado aquel, es tan
patético como bochornoso y ridículo. Caer a estas alturas y sin rubor en un
tópico tan afectado no deja de sorprender.
De hecho la forzada y artificiosa afectación es uno de los
lastres de la cinta. Lo que en “300” era épica aquí es afectación impostada, lo
que allí era intensidad emotiva aquí es artificiosidad cargante y
grandilocuente. A esto ayuda poco el trascendido tono en el que hablan,
también en la versión original, cabe decir.
Se trata de crear un tono épico señalando la grandeza persa
y la diferencia en número con respecto a los griegos liderados por Temístocles,
es decir, la misma idea que en “300”, pero aquí resulta burda por evidente y
reiterativa, artificiosa, esclava de esa grandilocuencia afectada sin autenticidad.
Que quede claro, que los persas son muchos y los griegos pocos y torpes, que
quede claro ¡eh!
Las arengas, los discursos, que se intercalan entre batalla
y batalla, son de un simplismo francamente cansino, reiterativo. Lo que en “300”
funcionaba como lógica motivadora, aquí vuelve a resultar falso y pesado. Por
si fuera poco Temístocles tendrá el detalle de informar a su escaso ejército
del plan de combate a 10 segundos de iniciar el mismo… No digo que hiciera
falta más viendo los resultados, pero hombre, un poco más de preparación desde
el guión para disimular no hubiera quedado mal. Eso no da mucha seguridad ni
resulta muy profesional.
Lo peor de todo es que en esas arengas y esos monólogos a
veces nos da la impresión de estar viendo “La delgada línea roja” (1998) de
Terrence Malick… En los discursos se desarrollará la idea de camaradería, la
fraternidad y el vínculo irrompible que crea el combate. Arengas sobre el
patriotismo llenas de testosterona.
Por si fuera poco no sólo son cansinas las arengas, es que
muchos de los diálogos son para darlos de comer aparte por ridículos, producen
sonrojo en su afectación… Un ejemplo, la frasecita del traidor jorobado a
Temístocles…
“¡Pero habrá muerte y destrucción…!”
El maniqueísmo también resulta bastante insufrible, los
persas son malos malísimos, porque sí, por ser persas, y los griegos los guays,
los buenos, cuna de la democracia.
Lastres dramáticos.
Tampoco funciona la coherencia interna de la cinta a nivel
dramático por forzar los conflictos y desarrollar horriblemente los
antagonismos. No tiene mucho peso la cinta en este apartado dramático más allá
de la lucha de unos hombres por defender lo que creen justo y suyo, pero los pocos
elementos que contiene están tratados con brocha gorda o torpeza infinita.
Así, por ejemplo, se plantea un conflicto personal claro entre Jerjes
y Temístocles inicialmente, un duelo claro y vertebrado en la venganza. La idea
planteada y luego obviada, o no mostrada en ningún momento, es un supuesto
tormento, miedo o arrepentimiento de Temístocles por no haber matado a Jerjes
en la batalla de Maratón, aunque tampoco vimos la opción ni se justifica por
qué no lo intentó. El caso es que jamás se aprecia ese tormento o miedo en
Temístocles, ni que pierda un segundo de su tiempo pensando en Jerjes como tal.
Mal contado, mal expuesto. Aquí se abriría un camino para la venganza de Jerjes
contra Temístocles por matar a su padre, también forzado porque esto jamás
ocurrió en verdad, licencia histórica, pero tampoco en ningún momento se
desarrolla ni muestra esta idea o motivación más allá de la presentación. Será
Artemisia (Eva Green), por el contrario, la que se enfrentará con Temístocles
(Sullivan Stapleton), la verdadera antagonista. Es ella la que tiene el
protagonismo como “villana”, en contra de lo que se hace ver al inicio.
“Solemos juzgar el futuro por lo que hemos sufrido en el
pasado”.
Otro lastimoso error dramático lo tenemos en la supuesta
tensión que debería crear la alianza con Esparta. En los primeros planos vemos
como la viuda de Leónidas, Gorgo (Lena Headey), se dirige junto a sus soldados
al encuentro naval de los griegos, precisamente, con lo que el supuesto suspense
en el clímax final sobre la llegada o no de los espartanos queda reducido casi
a cenizas…
El novato Calisto (Jack O’ Connell), hijo de la aparente
mano derecha de Temístocles, Scyllias (Callan Mulvey), habla como si le
importase a alguien lo que dice, un personaje que se mete con calzador, que no se
desarrolla en ningún momento y que se dedica a inmiscuirse en conversaciones de
manera forzada y ridícula para que lo tengamos en cuenta. Ese afán de
protagonismo impostado por culpa de un guión mal trabajado sólo logra que se
le coja manía. Este personaje tendrá otro de esos momentos dramáticos lamentables
que tiene la cinta, la muerte de Scyllias, forzadísima
desde la puesta en escena para que su hijo llegue a su altura y lo vea justo
en el momento en el que cae al suelo al recibir el impacto de una flecha, por
supuesto a cámara lenta…
Lo peor es que acto seguido vemos más afectado por la muerte
de Scyllias a Temístocles que a su propio hijo, que parece estar allí porque
tiene que estar, con cara de cansada resignación… Al final tendrán a bien
mostrar un plano del hijo junto a su padre, por el qué dirán…
El aspecto histórico hace aguas, Darío murió varios años
después de Maratón y no precisamente por nada acaecido en esa batalla ni a
manos de Temístocles, por supuesto. Son licencias que hay que asumir. Pero no nos centraremos en estos aspectos.
Temístocles se convertirá en leyenda por matar a Darío, ser
el héroe de Maratón, y Jerjes se transformará en una especie de deidad mediante
ritos iniciáticos. Elementos fantásticos dentro de la narración, legendarios. Le
cambiará hasta la voz, con eso os lo digo todo, aunque para él no será un
trauma como sí ocurre con los niños del coro, su voz grave le servirá para
atemorizar… A su vez habrá avisos de oráculos, la desgracia que caerá sobre
Atenas, la advertencia de dejar en paz a los griegos… Por supuesto los intentos
infructuosos, inicialmente, de Temístocles de convencer a los espartanos en su
lucha contra los persas servirán para reiterar los valores del pueblo de
Leónidas… Que no falte nada.
“Sin los espartanos sólo somos granjeros”.
Artemisia (Eva Green) será presentada con contundencia, pero
de una forma insufriblemente reiterativa. La veremos manipular a Jerjes y su
contundencia en las acciones, algo que volveremos a comprobar en la escena del
traidor en el barco, que aporta más bien poco a nivel narrativo. Por si esto
fuera poco tendremos que sufrir otro tópico de esos que piensas ya no verás,
como es el socorrido flashback de la traumática infancia de un personaje, que
ve morir a su familia generalmente, para posteriormente comprobar su evolución
y darle un carácter mítico o legendario. Esto no faltará con Artemisia. La
leyenda a través del un pasado lo más efectista posible.
No sólo hay defectos dramáticos, también los hay narrativos,
la historia no avanza, hay baches narrativos constantes, reiteraciones,
repeticiones y tiempos muertos que frenan el fluir de la historia, que no es
nada compleja, por otro lado. A las arengas repetitivas le suceden batallas,
todas en la misma línea, lo que tampoco hace avanzar la narración aunque
entretengan, pero es que además se repiten los mismos aspectos varias veces,
Temístocles intentando convencer a Gorgo (Lena Headey), las distintas pausas
entre batallas sin más elemento narrativo que esperar la siguiente contienda,
las batallas en el mar en sí… Por si fuera poco nos repetirán el flashback con
la muerte de Darío, por si se nos había escapado… Todo hace de “300. El origen
de un imperio” una cinta morosa, que se alarga de manera absurda, vacua.
Son más los defectos que las virtudes, bastantes más, en
esta película, pero no cae en desastres incoherentes para despreciarla del
todo, por lo que finalmente puede resultar un aceptable espectáculo gracias a
su aspecto estético, básicamente.
Batallas.
“300. El origen de un imperio” son tiempos muertos, a menudo
insufribles, entre batalla y batalla, ahora navales, como novedad respecto a su predecesora.
Esto de las batallas navales será en plan boxeo, por asaltos, cuatro asaltos con
sus pausas, para las arengas y los discursos… ya sabéis.
Por supuesto las escenas de acción son lo mejor de la cinta,
aunque en la mayoría hay irregularidades. La primera batalla bajo la tempestad deja
grandes momentos, como la defensa en círculo, que se disfrutan gracias a las
mencionadas virtudes de dirección, planos sostenidos, montaje sobrio, planos
secuencia... que permiten ver todo con detalle, pero resulta insulsa y breve para
la expectación que habían levantado y la sensación de fatalidad que pretendían
transmitir. Además se echa en falta mayor amplitud, se omiten en exceso los
planos generales, por lo que todo parece minimalista con la jugada de las
embestidas de los barcos griegos en inferioridad, se ven cuatro choques mal contados. Por ello cuando dan los datos de la derrota persa entendemos que no se nos ha
mostrado todo en su enormidad, que nos hemos perdido la verdadera dimensión de la
batalla y la victoria griega. 75 barcos destruidos, 30 irreparables y 20
reparables.
La siguiente batalla será en un mar en calma y nos dejará
detalles del ingenio naval y táctico de Temístocles, aprovechando la niebla
para hacer una embocada entre acantilados, lugar adecuado para minimizar la superioridad
numérica persa. Está contado de aquella manera, pero resulta eficaz.
Tercer asalto, con momentos muy espectaculares y visualmente
brillantes con el fuego y el mar en llamas producto del aceite vertido. Con
todo se abusa de los planos esteticistas, que si bien son bellos acaban siendo
excesivos y recargados. Por ejemplo, el momento onírico con el que finaliza la
batalla resulta absurdo y desquiciante. Aquí se producirá una derrota en el
bando griego, pero estaba prevista en cierta forma, con lo que tampoco produce
un especial impacto dramático, salvo el forzado de la muerte de Scyllias (Callan
Mulvey).
El duelo y confrontación más notable, que además supone el
mejor momento de la cinta, la mejor escena, es el polvo entre los antagonistas
Artemisia (Eva Green) y Temístocles (Sullivan Stapleton), un duelo, un combate,
una seducción, que choca en frenesí sexual. Un gran momento. La sobriedad en la
dirección, durante la misma conversación, sigue predominando.
La última batalla naval, la cosa se repite un poco, será la
definitiva. La tremenda inferioridad griega será subsanada con la llegada
salvadora de los espartanos. De la heroica contienda para una muerte resignada
de los griegos a la victoria gracias a Esparta. Aquí el director Noam Murro
sublimará los aspectos más brillantes de su dirección, la sobriedad en el
montaje, la buena puesta en escena y los planos muy sostenidos en la acción, con
un plano secuencia espectacular siguiendo al caballo de Temístocles mientras
salta de barco en barco matando persas y su posterior lucha a espada. Bien es
cierto que al pixel se le ve el cartón… No se ve del todo bien la batalla hasta
la llegada de los espartanos, momento en el que se usan planos más generales que
permiten verlo todo algo mejor.
“Luchas mejor que follas”.
El último duelo, como no podía ser de otra forma, será entre
Artemisia y Temístocles, pero en esta ocasión a espada, no sexual, aunque hay
connotaciones en ese sentido en la lucha y sobre todo en la muerte de Artemisia.
La anterior frase de Artemisia es algo injusta porque ninguno de nosotros la
vio pasarlo mal en su polvo con nuestro protagonista.
El final será con más insufribles cámaras lentas…
Esteticismo excesivo.
Es evidente que la estética de “300” fue uno de sus puntos
fuertes, sumado a una buena historia a la que se sacó buen partido épico. Aquí
era obligado conservar esas virtudes y el film visualmente resulta muy
atractivo, el problema viene cuando parece que se ha prestado más atención a esto
que a contar bien la historia. Se gestiona mal esa virtud heredada de su
predecesora.
Es por ello que vemos innumerables escenas hermosas desde lo
visual pero gratuitas desde lo narrativo, que tendremos la impresión de que
los responsables se preocupan más de que a cada muerto no le falte su salpicón
de sangre que de narrar con coherencia lo que ocurre, que se preocupan más de
que se note como flota la paja y el polvo en cada plano que de que los diálogos
resulten naturales…
El esteticismo llega a ser insufrible y lastra el ritmo en
no pocas ocasiones, no sólo con el exceso de cámaras lentas, a veces muy
lentas, sino con detalles constantes. Un ejemplo, la gota de sangre que se
desliza por la barba de Temístocles… Insufrible.
Irregular dirección, mal guión, pasables interpretaciones, donde sólo
destaca verdaderamente Eva Green como Artemisia, buen look visual y el “War
Pigs” de Black Sabbath… En definitiva, un film que aprueba ajustadamente como
espectáculo visual, pero que en todo lo demás fracasa estrepitosamente,
quedando realmente lejos de su referente. Decepcionante.
300 me gustó. Buttler aparte, digo. ;-P
ResponderEliminarPero esta q traes es una mala copia, pese al polvazo.
Q mala no?
Cámaras lentas, frases penosas, en fin…
Y le encuentras cosas buenas!!
Jajajajaja!!!
Gracias Sambo!!
:-D
Hay que ser justos, no me gusta los que se ceban "porque sí" ni los que flipan "porque también", aquí argumentos jajaja.
EliminarGracias a ti, Reina. Un beso.
Yo sólo recuerdo el polvazo de Eva Green que es una diosa.ejejejej
ResponderEliminaren lo demás muy de acuerdo
Es curioso, me pasa lo mismo Chuche, creo que será el momento que se recordará, no sé por qué... jajajaja
EliminarJajajaaj....pues a mi si me quitas a Temistocles que es lo unico que vale en la pelicula me matas jejejeje.....mira que fui a verla al cine...y mas alla de que sales medio flipada con tanto cachas...como que la pelicula no da para mas....
ResponderEliminarun beso fuerte!!!
Eso que te llevaste Sara, que no es poco jejeje. Un beso
EliminarEl polvo de Eva Green y nada mas... hermosas tetas.
ResponderEliminarJajajaja desde luego, y su bamboleo
EliminarHola master. Te dejo un pequeño tocho, pero seguro ahí tienes faena para uno de tus estudios. Por lo visto los penaltis de Holanda están basados en el estudio de la teoria de John Nash, el de la peli de una mente maravillosa
ResponderEliminarhttps://www.youtube.com/watch?v=W8xO_LQQGEA
Guardarse un cambio PARA el minuto 119 de unos cuartos de final de un Mundial y que sea el del portero PUEDE sonar a casualidad o a genialidad, pero Louis van Gaal lo hizo. Vistos los antecedentes y el TRABAJO realizado por Ignacio Palacios-Huerta, profesor de la London School of Economics, que también se dibuja en un ‘Informe Robinson‘, todo apunta a una teoria científica, del estudio concienzudo de los lanzadores de penaltis.
¿Les suena la teoría de Juegos de John Nash? ¿Aquella que se popularizó gracias a la película ‘Una mente maravillosa‘? Por aquí van los tiros.
La afición de Ignacio Palacios-Huerta por el fútbol (jugó en el Barakaldo) y por las matemáticas derivó en un estudio que puede resultar fundamental para determinadas acciones del fútbol, especialmente en la de los penaltis.
Como CUENTA en su blog Luis Garicano, compañero de Palacios-Huerta, el profesor se interesó por cómo jugaban dos futbolistas en situaciones de “suma cero”, es decir cuando uno gana y otro pierde, y se dio cuenta de que los estudios eran puras teorías de laboratorio, que no existía ni una base de DATOS al respecto y que todo era una pura abstracción.
¿Cómo podía ser que un deporte como el fútbol no aplicara patrones matemáticos como se utilizaban en el baloncesto, el béisbol o el fútbol americano para tener los máximos datos en una situación de cara o cruz, de uno contra uno como es la del penalti? Y escribió “Professionals Play Minimax“, publicada en Review of Economic Studies en 2003. Para ello recopiló en vídeo 1400 penaltis de las ligas inglesa, española e italiana y empezó a desarrollar la teoría de Juegos en esa situación.
Estableció una serie de consideraciones, la primera desalentadora: los futbolistas a veces tiran los penaltis de manera aleatoria y entonces es imposible predecir cómo lanzarán las penas máximas en el futuro.
Las siguientes no lo fueron tanto. Los lanzadores zurdos tienden a chutar a su lado natural, a la izquierda del portero; los metas tienden a lanzarse al lado natural del delantero y las probabilidades con las que actúan son tales que las dos estrategias resultan en que para CADAuno de ellos, las probabilidades de éxito en los dos lados se ecualizan.
Es decir: “Si, me va mejor mi lado natural, PERO te sorprendo lo suficiente con mi lado malo como para que me valga la pena, pero no más de lo que debo sorprenderte“, COMOcomenta Garicano.
Terminado el estudio, Palacios-Huerta disponía de una base de datos única y una serie de conclusiones: un 80 % de los penaltis acaban en gol; el 60 % de las veces los jugadores eligen su lado natural, y TAMBIÉN los porteros.
Su trabajo se dio a conocer tras la publicación de Simon Kuper de ‘Soccernomics‘ y fue ofrecido a diferentes clubes y federaciones, al principio, sin éxito. Pero el Chelsea lo probó en la final de la ‘Champions‘ de 2009 y SOLO un resbalón de John Terry y una decisión equivocada de Nicolas Anelka -no hizo caso a lo que le decía la chuleta de Ignacio- impidió el éxito.
En el ‘Informe Robinson’ citado, se desvela que Palacios-Huerta había contactado con laFederación Holandesa que tenía en su poder todas las tendencias de los lanzadores españolesANTES de la final del Mundial de 2010, aquella en la que Andrés Iniesta evitó que se llevara a la práctica la teoría del juego.
Dicen que la base de DATOS del exjugador del Barakaldo ya recoge 14.000 penaltis y no sabemos si su mano estuvo anoche presente en la decisión de Louis van Gaal. De lo que si tenemos noticias es de una genialidad, del trabajo de Frans Hoek y del ‘trash talking‘ de Tim Krul. Sospecho que el otro triunfador de la noche se llama Palacios-Huerta y claro, John Nash.
Había leído alguna cosa pero es la leche! Me parece una historia genial, ya vi y analicé MONEYBALL y me encantó el tema. Muy fan de Van Gaal, lo vería con muy buenos ojos en el Madrid, lo dije hace tiempo. Los españoles ocultos. El spray en las faltas también es invento español jajja
EliminarGracias por el aporte, es estupendo, amigo mio.
La peli es entretenida pero lenta. No vale lo que cuesta una entrada de cine, me alegro de haberla dejado para casa. De acuerdo en la mejor escena (todos los tíos lo estaremos) y en que 300 era muy superior. Supongo que la elección del protagonista ya era una pobre declaración de intenciones.
ResponderEliminarUn saludo.
Así es Pablo, muy discretita... La verdad es que el protagonista está lejos del carisma de Butler.. Siempre nos quedará el polvo jajaja.
EliminarUn saludo crack.
Una gran historia, todavía recuerdo cuando se estrenó 300 y conocimos a todos los personajes, y pensar que habría una segunda entrega, me gustó mucho 300 Rise of an Empire, espero que haya una tercera parte de la saga, me encanta.
ResponderEliminarMe alegra que la película fuera de tu agrado, Angélica. Un abrazo.
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