Los tríos en el cine de Mankiewicz están muy presentes, una
mujer entre dos hombres (“Cleopatra”, “La condesa descalza”…), un farsante y un
creador. La figura del creador, del artista, es esencial en el director. Aquí el
farsante, como es de suponer, es George Sanders y el creador es Rex Harrison,
autor de un libro incluso.
La cama, escenario donde acontecen algunos de los momentos
del monólogo de Daniel Gregg (Rex Harrison), suele ser un lugar reseñable también en el cine
de Mankiewicz, aquí será el lugar de la despedida. También las escaleras, que
subirá la protagonista para encontrarse con su amado capitán y descenderá para
abandonar la vida terrenal, atravesando una puerta, que como también he
comentado son importantes, para pasar juntos la eternidad.
Martha y Lucy frente a un espejo. Todo pasó, Lucy lo
recuerda todo como un sueño y está dispuesta a casarse con Fairley. Martha
estará frente al espejo mientras que Lucy aparecerá al fondo. Primero veremos a
Martha de cara y a Lucy de espaldas en el espejo, luego será al revés, el plano
y el contraplano usando el mencionado elemento del decorado. La autenticidad de
Martha.
Como no puede ser de otra manera Lucy renunciará al retrato
de Gregg, siempre simbólico. El giro de la historia se irá desarrollando y Lucy
se enfrentará a la cruda realidad.
El descubrimiento.
Miles Fairley (George Sanders) es un farsante, un galán que seduce a ingenuas
mujeres para aprovecharse de ellas, prometiéndoles matrimonio cuando en
realidad él ya está casado. La realidad, que fue la opción que eligió Lucy,
decepcionándola por completo. Esto nos da para muchas reflexiones.
-Quizá la realidad siempre decepcione, pero puede resultar
cuestionable el recurso de que la opción real sea mala, que ese hombre resulte ser un farsante, una
excusa para cambiar dicha opción. Inteligentemente Mankiewicz no hace aparecer
al fantasma a continuación, sino que la decisión de Lucy (Gene Tierney) será vivir su vida
como quiere, enamorada de un recuerdo.
-Puede parecer que la opción “no real” es sólo una opción
cuando lo “real” no funciona. En cualquier caso Lucy no mantiene una relación
con lo “irreal” hasta su muerte, tan sólo con un sueño o un recuerdo, que son
muy reales.
-¿Estaba enamorada realmente Lucy del capitán Gregg? Puede
parecer que se olvida pronto de él o que sea cuestionable el olvido de todo lo
vivido, pero eso está justificado con la manipulación “hipnótica” que hace el
fantasma haciéndola olvidar todo.
-Es posible que la historia hubiera tenido más fuerza aún si
Lucy hubiera elegido al capitán antes que a Fairley. Lo cierto es que era
necesario que Lucy probara la opción real, es el capitán quién se aleja. Una
opción real positiva, no con un canalla como Fairley, hubiera planteado también
interesantes cuestiones. La necesidad de sufrimiento para madurar.
La dictadura de la muerte y el pasado, que quizá nos impiden
conocer el verdadero amor y a nosotros mismos.
-Es necesario el riesgo, pero en ese sentido la opción del fantasma
también lo es. Es una opción muy real.
Las escenas en la terraza con esa niebla que matiza los
rostros, especialmente los de Lucy y Daniel, son bellamente poéticas. La
terraza será escenario del desconsolado llanto de Lucy tras conocer la verdad
sobre Fairley, con una consoladora Martha.
Mankiewicz usará metáforas visuales para mostrar el paso del
tiempo, la madera que un marino talló con el nombre de Anna (Natalie Wood), la hija de Lucy, o
las escenas de transición con olas del mar. Esos serán los elementos usados. La
metáfora marina con las olas viene perfectamente a colación para explicar el estado de ánimo y espiritual de Lucy. Primero veremos olas fuertes, tempestuosas, en la siguiente transición será un mar en calma, de olas suaves. Con respecto a la
madera, que iremos viendo más deteriorada paulatinamente, el marino explica que
la talló profunda para que cualquier barco pudiera ver el nombre, la cuestión
es que si no le da la vuelta eso es complicado…
La decepción de Lucy no la impide anhelar esperanzada la
vuelta de su adorado Daniel, sus siestas son momentos para la magia, una magia
y un reencuentro que no llegarán. Por supuesto el retrato del capitán ha vuelto al cuarto, siendo el único que cuelga de la pared.
Este paso del tiempo, donde primero veremos la madera en
pie, luego algo inclinada para finalmente verla derribada y azotada por las
olas, nos irá mostrando a una Lucy cada vez más envejecida y a una Anna que de
niña pasará a estudiante universitaria comprometida y luego madre. Unas
elipsis que aceleran el ciclo vital de la protagonista en la parte final de la
película. Todas poéticas.
Una escena clave la tendremos en la vista de la
universitaria Anna con su novio a su madre. La conversación entre madre e hija
desvela emotivas claves y provoca conmovedores sentimientos. Anna comentará
que le apasionan los marinos desde pequeña, algo que sabemos cierto ya que
Daniel lo comentó en la escena del tren junto a Lucy (le encantaban las
historias de piratas). También la vimos de niña divertirse con el marino que
talló su nombre en la madera. Lucy dice no saber nada al respecto, bien por
egocentrismo o bien porque esos aspectos los olvidó adrede para generar esa
ambigüedad sobre la verdadera existencia de Daniel. Recordemos que si Daniel
pidió a Lucy que olvidara todo lo concerniente a sus conversaciones y momentos
juntos no debe recordar la mencionada conversación en el tren. Coherente.
“Es la primera noticia que tengo”.
Es necesario comentar que Anna, interpretada por Vanessa
Brown, debió salir al padre porque está tremendamente lejos de la belleza
sideral de Gene Tierney. Incluso que la de Natalie Wood, que interpreta al
personaje de niña.
Gene Tierney está notable, pero su interpretación abusa de
miradas al tendido o al horizonte. Es evidente que es un personaje soñador y
romántico, pero se utiliza en demasiadas ocasiones el mismo recurso de la
mirada trascendente y perdida en sus recitados. Un exceso de afectación. Este debe no se lo pongo a la
actriz sino la dirección, ya que ella está muy bien en dichos recitados. Aquí
quizá es donde más se aprecia la inexperiencia, en esa reiteración desde la
puesta en escena, de Mankiewicz.
Profundamente conmovedor es el momento en el que la hija
reconoce que también veía al capitán Gregg y que hablaba largo y tendido con
él, incluso se enamoró, aunque piensa que era imaginación suya. La mirada de
Tierney en ese momento traspasa la pantalla, la ilusión, esperanza y revelación
que transmite conmueven enormemente, por mucho que luego trate de negar el
hecho. Todo coincide, fue en el primer año de estancia en la casa. Madre e hija
compartiendo al capitán.
Esto volvería a demostrar que el fantasma de Daniel Gregg es
muy real, lo sintió el agente inmobiliario, que incluso vio como su coche
conducía hacia atrás; la cuñada y la suegra, incluso físicamente; la hija y
ella… Y lo que es más importante y concluyente, el perro.
La familia de sangre en esta película es un refugio, hay una
mirada positiva hacia ella, en cambio con respecto a la política es todo lo
contrario, representada en la cuñada y la suegra de Lucy.
La escena final con unas Lucy y Martha ya abuelas nos muestra
el fin del viaje de la protagonista, o mejor dicho, el final de la
introducción para su definitivo viaje a la eternidad, que compartirá con el
capitán Gregg. Es muy tierno y entrañable como se retrata la relación de Martha
y Lucy, discutiendo, refunfuñando, una relación de confianza absoluta donde los
choques son el pan nuestro de cada día, pequeñas discusiones llenas de ternura
y cariño. En este caso acerca de un vaso de leche. Aquí sabremos que Lucy es
abuela, que su hija Anna tuvo una niña. Saltos generacionales, el tiempo que no
descansa.
La muerte de Lucy tenía que ser poética, de gran belleza,
como corresponde al tono del film, un tono con una atmósfera onírica y
tremendamente romántica. La leche, la caída del vaso, la anciana Lucy cansada,
la niebla… y el amor esperando el momento para compartir la eternidad.
Es un momento perfecto para mencionar la memorable partitura
que creó Bernard Herrmann para esta cinta, de una belleza incalculable, una
obra maestra. Podemos disfrutar además del “Adagio for strings” de Samuel
Barber, un adagio que podemos escuchar en varias películas como “El hombre
elefante” (David Lynch, 1980) o “Platoon” (Oliver Stone, 1986).
El trabajo de Rex Harrison es simple y llanamente sublime,
su presencia y su personalidad inundan la pantalla, llenan la escena, transmite
a la perfección esa mezcla de pasión y romanticismo desbordado necesaria para
encarnar al capitán Gregg. Soberbio.
El resto del reparto, con George Sanders a la cabeza, está
perfecto en sus distintos roles, incluso los más paródicos, como la suegra y la
cuñada (Isobel Elsom y Victoria Horne).
Las reflexiones sobre el tiempo y el amor alcanzan también
su punto culminante, un amor atemporal, imposible por la distancia y las
circunstancias, algo que será corregido por el propio tiempo. De igual manera
son muy agudas las reflexiones sobre la soledad, una soledad buscada u
obligada, una soledad repleta de multitudes o con la compañía de los recuerdos…
“A veces te sientes más solo con otras personas que cuando
estás solo de verdad. Por mucho que las quieras”.
“El fantasma y la señora Muir” es una de las historias de
amor más románticas, poéticas y bellas que ha dado el cine. No lo es
simplemente por esa preciosa relación entre un fantasma y una bella y
solitaria señora, sino porque trata y reflexiona sobre ese tema eterno, el
amor, desde todas sus vertientes y puntos de vista. Así tenemos el amor
romántico, el platónico, el físico, el sacrificado, el generoso, el de amiga,
el de madre, el de hija, el falso, el sincero, el imposible, el verdadero, el
que se confunde, el personal, el carnal, el que es a contracorriente, el
espiritual, el idealizado…
Como curiosidad podemos mencionar que Muir es mar en
gaélico, lo que hace de la fusión entre ese mar que es Gene Tierney y ese
marino que es Rex Harrison algo perfecto.
Enternece ver la relación de Lucy con su hija, de Gene
Tierney con Vanessa Brown, habida cuenta de lo que le ocurrió a la actriz con
su hija verdadera (sordo-muda, ciega y con retraso mental producto de una
rubeola que le contagió una admiradora a la actriz) y la depresión en la que
cayó.
“El fantasma y la señora Muir” es la adaptación de una
novela de R. A. Dick, que en realidad era Josephine Leslie, una escritora que
usaba pseudónimo de hombre para abrirse paso, algo que en la trama de la cinta
se muestra también como un guiño con ese libro que Lucy entrega en nombre de un
marino.
Joya del cine romántico y del cine en general de todos los
tiempos. Para enternecer a los duros y complacer a los más sensibles. No se la
pierdan.
Estupendo final.
ResponderEliminarBuenas reflexiones.
Amores…prioridades…
Es bonita y romántica, y estoy contigo en q las miradas soñadoras resultan algo excesivas.
La muerte de los personajes femeninos de esa epoca suelen ser en "diferido" y muy poéticos. Recuerdo una q me pareció muy bonita y tiene el espíritu parecido, como si fuera poco delicado ver el rostro de una mujer al expirar, creo q era Maureen O'Hara en El Hombre Tranquilo (PELICULON): se le cae un chal q lleva durante toda la peli.
Me ha emcantado este análisis.
Gracias sensei!!
Besotes!!!
Me he puesto romántico, Reina jejeje.
EliminarEs una joya, preciosa. Eso que comentas de las muertes femeninas podría dar para una buena entrada jejeje
Un beso.
Muchas veces quise sugerirte que hicieras un, aunque fuera pequeño, análisis de esta película. Siempre me ha parecido maravillosa y la metafórica representación de los estragos del tiempo a través del madero con el nombre de la niña me produce, siempre, escalofríos.
ResponderEliminarMankiewicz ha sido, desde que se TVE hizo emitió en seri sus películas cuando yo moceaba, mi director de cine preferido. Sus" mujeres" son siempre absolutamente encantadoras y maravillosas e inteligentes. Para un adorador del sexo femenino como, modestamente, soy, sus películas me han parecido siempre memorables.
Muchas gracias Mrsambo.
Muchísimas gracias a ti, Aquiles. Tu comentario es exquisito y muy bello, coincido plenamente, uno de los grandes y de los mejores directores de mujeres. No sé si leiste el análisis a EVA AL DESNUDO donde hablaba más de ese tema. El tiempo y su paso es tema fundamental, sin lugar a dudas, de la película. Me alegra haberte complacido!
EliminarPerdón por tanto"siempre".
ResponderEliminarDebería haber editado un poco el comentario.
Gracias de nuevo por tu página MrSambo.
El comentario ha estado genial Aquiles, salió de dentro, espontáneo. Muchas gracias a ti y un fuerte abrazo.
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