Danny Boyle pega un bajón tras los éxitos de “127 horas”
(2010) y la oscarizada “Slumdog millionaire" (2008), con un thriller apañado pero
intrascendente que acaba sepultado en un tour de force estético que le resta
fuerza a un conjunto entre pretencioso y vacío.
“Trance” no es una mala película, es ingeniosa y su apuesta
estética, aunque excesiva, se amolda a la perfección al fondo de la historia. El
problema es que se abusa tanto de esa estética y es tan marcada que acaba
sepultando la fuerza que podría tener la propia historia, anestesiándola, de
manera que sus numerosos giros pierden impacto y a nivel dramático la intensidad es
casi inexistente, por lo que los sentimientos y conflictos enormes y trágicos de
los personajes producen indiferencia, no llegan a emocionar ni afectar en ningún
momento al espectador.
Simon (James McAvoy) trabaja en una casa de subastas, su
puesto es clave para cometer un robo que tiene planeado con una banda de
criminales. Tras quedar inconsciente durante el atraco no recordará, al
despertarse, dónde guardó el cuadro, ni siquiera a base de torturas, por lo que
recurrirán a una hipnoterapeuta (Rosario Dawson).
La apuesta estética de Boyle consiste en inundar la pantalla
y los planos de cristales, espejos y entornos de colores muy marcados, usar
planos inclinados, desequilibrados y desenfoques, para retratar la personalidad
perturbada, difusa, falsa, especialmente del protagonista, pero también del
resto de personajes.
Como digo, esta propuesta estará ligada de forma especial a
Simon (McAvoy), un personaje sin personalidad, que no sabe quién es ni cómo es
en realidad, al tener lagunas de memoria, lagunas que deberá ir rellenando,
para conocerse a sí mismo, en un viaje que quizá no quisiera emprender.
Rembrandt y su “Tormenta en el mar de Galilea”, Goya y su
“Vuelo de las brujas”, subastas, muchos espejos... Boyle tiene un estilo
decididamente Pop, aquí en plan sofisticado, barroco y muy recargado. Su uso de
la música es notable, por ejemplo durante el robo.
Boyle propone una película juguetona donde nada es lo que
parece y cada acto de sus personajes tendrá que ser constantemente
reinterpretado según consigamos información y nos adentremos en la psique del
desgraciado protagonista. Así, una supuesta heroicidad de Simon deberá
reinterpretarse como un truco, luego como una astucia y finalmente como una
venganza incluso.
Vincent Cassel vuelve a hacer de ladrón como en “Ocean’s 13"
(Steven Soderbergh, 2007).
En el mundo burbuja repleto de cristales y distorsiones,
Boyle gozará moviendo su cámara y haciendo primeros planos silenciosos y
trascendentes dentro de un ágil montaje. Boyle nos meterá, literalmente, con un
plano en la cabeza de Simon, donde está la clave de todas las incógnitas de la
película.
Es una dirección psicodélica, caleidoscópica, donde todo
está desequilibrado, todos los personajes están al límite, no pertenecen a la
sociedad, viven en su propio mundo, resaltado con esos cristales que los aíslan
en la mayoría de planos, otro mundo burbuja, como mencioné anteriormente. Por ello el uso de los cristales, los espejos
y los reflejos, que distorsionan rostros o entornos, son contantes. También
habrá muchos monitores, cámaras o tablets enmarcando a los personajes, con
especial interés en Simon, una vez más. El montaje discontinuo, con constantes
saltos temporales y hacia distintos personajes, también es un elemento a añadir
al entramado creado por Boyle en este retrato de una represión en la memoria
que desvirtúa la personalidad.
Rosario Dawson está espectacular en todos los sentidos, es
lo mejor de la película, con desnudos francamente sensacionales incluidos. Un
personaje realmente brillante e inteligente que manejará todos los hilos con
lucidez, proponiéndose ayudar a Simon, aliándose con el resto de la banda para ello y resolviendo el asunto con suma competencia.
En esta narración caleidoscópica e impresionista habrá hueco
para las sutilezas o los detalles, de hecho se presta bien a ello, donde a
través de gestos, flashbacks o flashes de recuerdos se pretende generar
extrañeza e intriga en el espectador, desconcierto, para que mantenga el interés
en los que pasa. Por ejemplo tendremos ese gesto de Elizabeth (Rosario Dawson)
al ver a Simon en su consulta, como si lo conociera, algo que se confirmará
luego, o esos planos de Simon tras un cristal al que da toques llamando,
precisamente, a una Elizabeth desnuda, un plano y un sonido, el de los toques
al cristal, muy recurrente durante toda la película. Fugaces recuerdos o
flashbacks.
Tras la sesión veremos a Elizabeth llorar, lo que parece
confirmar que conoce a Simon o que algo que desconocemos la perturba.
El uso del color, también mencionado, es interesante, el
despacho de Elizabeth será de tonos blancos y celestes, transmiten la paz
buscada. En otros casos se usarán rojos, por ejemplo en la azotea cuando Simon
cuenta su pasado y adicción al juego a la terapeuta, abriéndose, explicando sus
pasiones, debilidades y problemas con intensos rojos adornándolo todo. Los
ocres y anaranjados representarán la seguridad, el acogimiento, la confianza,
lo veremos en el apartamento de Elizabeth.
La sesión de hipnosis frustrada, donde Simon da rienda
suelta a sus miedos, deja simpáticos momentos de humor, algo que no se le da
mal a Boyle y que debería explotar más. Diseñando un plan junto a los flexibles
y colaboradores matones. Eso sí, parecen algo ingenuos en ocasiones.
“Fresa”.
La idea de ver a Simon en diversas “realidades”, en diversos formatos, que su identidad
aparezca a menudo distorsionada o difuminada, con espejos, reflejos, tras
cristales, en monitores o tablets, trata de resaltar su personalidad escindida. Es un hombre que busca encontrarse, definirse, oculto tras sus miedos, con una
personalidad indeterminada, indefinida, que lucha por concretarse a través de sus
recuerdos reprimidos. Cuando Simon reconozca a Elizabeth en sus recuerdos se
disparará el clímax, destapará su relación, se revelará poco a poco su
forma de ser, esa que ahora está reprimida gracias a un recuerdo secuestrado.
De esta forma la relación entre Simon y Elizabeth alcanza
cotas de un romanticismo desbordado, postmoderno y trágico, que queda sepultado
entre tanto recurso estético como para poder emocionar o lograr "empatizar" con
el espectador.
El personaje de Rosario Dawson además se hace ambiguo, ya
que buscará una relación con Vincent Cassel, Franck, otro tipo poco
recomendable, pero se ve que le va la marcha, aunque esto resulta poco claro, ya que parece una relación
de interés para ganarse su confianza. Ya lo intentó en primera instancia, en su propósito de ayudar a Simon, pero luego parece mostrar verdadero interés
hacia él. De hecho la relación sexual entre Cassel y Dawson será vista a través
de un reflejo, por tanto no es una relación franca, su retrato no es directo,
es oblicuo, sesgado, indirecto, poco auténtico... Ella se dará un baño
depurador en una piscina que parece una pecera con ese abuso de los reflejos y
los cristales, el agua tendrá presencia también en la parte final.
Otro sutil detalle divertido con Dawson como protagonista lo
tenemos en la mirada que lanza a la cosita de Cassel haciéndole sentir
vulnerable, es una chica potente. Esta hipnotizadora seduce
al que se pone por delante para seguir manejando la situación. El tema del
morboso depilado que tanto excita a McAvoy es un detalle muy de Boyle. Aquí
podremos disfrutar de un esplendoroso desnudo de la señorita Dawson.
“Trance” es una película sobre la inseguridad, los complejos y el miedo, por ello Boyle nos introducirá en varias ocasiones en los sueños de Simon, que nos muestran sus temores. El más destacado es en el que vemos como oye a la banda liderada por Franck planear matarle y en el que acaba con todos ellos. Un momento aceptable. Boyle no engaña, ya que aunque pueda parecer real veremos en el sueño el mismo partido que veía Cassel el día que conoció a McAvoy, detalle delator, además resulta algo tópico y artificial que se pongan a hablar del asesinato, es una simple manifestación del miedo de Simon, una de las causas que le impiden liberarse.
Elizabeth contamina mentes en su beneficio, por lo que
llegados a este punto todos parecen sospechosos de todo menos el protagonista,
lo que le convierte en el principal sospechoso.
“Tú sabías lo que a mí me gustaba”.
Simon, una vez liberado, dará rienda suelta a una espiral
violenta para protegerse, matando como en el sueño a toda la banda menos a Franck, por petición de Elizabeth. Con esta espiral
comienza el clímax, donde Elizabeth confesará la verdad a Simon, su pasado
juntos, cómo se conocieron en una sesión de hipnosis para tratar su adicción al
juego, el hipnotismo para que la olvidara, sus maltratos, celos, miedos a
perderla, agresividad, obsesión (que Elizabeth comentó de forma vaga a Franck),
veremos en flashback como cada detalle extraño que vimos se corresponde con
algo del pasado, flashes que aparecían en la cabeza de Simon, la hoja rota del libro, el vello púbico
depilado de “La maja desnuda”… Toda una colección de complejos que se adecúan
perfectamente a la tesis de la cinta y la descripción del personaje, que
reprime recuerdos por miedo, al que el miedo y la inseguridad influye y motiva
en todas sus acciones, manifestándose de forma agresiva, instintos homicidas
(como la chica que asesinó y metió en el capó del coche)… Un personaje que
necesita conocerse pero que haría mejor en no hacerlo, algo que como idea es
interesante, así como la de convertir en alguien despreciable a través de los
recuerdos a un personaje en principio afable y dubitativo.
Los espejos que muestran el rostro de Dawson multiplicado
tras ser agredida implican el comienzo del plan de ella, su transformación y
superación, su viaje hacia una escisión de personalidad. Ella es la diseñadora
del robo. De igual forma que Simon inició su viaje de madurez hacia el olvido
que acabó siguiendo la trayectoria de un boomerang.
El en clímax tendremos fuego expiatorio y agua depuradora,
en este caso para Franck, que será tentado por ella, una vez eliminada toda
carga, o sea a Simon, básicamente. Un clímax de trágico romanticismo.
“¿Quieres recordar o prefieres olvidar?”
Boyle ejecuta un ejercicio de estilo que queda asfixiado en
su esteticismo, una colección y sucesión de sorpresas y giros de guión que
pierden fuerza de forma paulatina en el exceso, aunque la propuesta tenga
interés y sea rigurosa en su juego de fondo y forma. Plantea además ciertas
ideas y tiene ciertos elementos estructurales interesantes, pero se queda en un
quiero y no puedo algo vacuo y pretencioso.
Los actores están correctos, pero hay que hacer mención
especial a Rosario Dawson, que está espléndida en todos los sentidos.
Una apuesta irregular.
Uy q mareo…
ResponderEliminarMe lo parece a mí o Rosario Dawson no es para nada un físico al uso pero una real hembra?
Jajaja sí, parece que lo tiene todo bien puesto, aunque en la película es una terapeuta muy competente.
ResponderEliminarEl tema de la hipnosis dentro de esta película me trae a la mente la serie El Hipnotizador , una producción que ha rebasado fronteras y las expectativas de muchos, como yo, que creímos que este tipo de aspectos en una historia no sería exitosa. La recomiendo ver, igual.
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