Feathers será cuestionada acerca de la conveniencia de
haberse quedado, por supuesto la mujer, como miembro indiscutible del grupo que
es, no se arrepentirá en ningún momento. En esta misma línea observaremos el
comportamiento de Colorado, reticente a meterse en líos y haciendo gala de un
excepcional sentido común hasta ese momento, cambiando por completo en el
clímax una vez es miembro con todas las de la ley del grupo. Cuando esto suceda no temerá arriesgarse por sus amigos y mostrarse todo lo temerario que
haga falta, es la profesionalidad y lealtad hawksiana, valores siempre vigentes
y demostrados por sus personajes en todo momento.
Siguiendo con esto, Stumpy mostrará su decepción por
quedarse fuera de la misión, el siempre obediente ayudante, enclaustrado en la
comisaría siguiendo las órdenes, confiaba en poder ayudar en el momento cumbre,
pero Chance querrá protegerle debido a su limitación. Una vez más la franqueza
y la claridad. Por supuesto Stumpy es un auténtico profesional que quiere y es
leal con sus amigos, así que no dudará en aparecer por sorpresa cuando más se
le necesite, desobedeciendo a su jefe, en el lugar donde se decide todo. El
propio Dude, que lo tiene todo pensado, sorprenderá a los villanos con una
acción imprevista, lanzándose contra Burdette justo cuando se cruzan para hacer
práctico el intercambio. Todos y cada uno de los amigos, de los profesionales,
serán vitales para lograr el éxito. Dude además disfrutará de su venganza con Burdette.
“Menos mal que sirvo para algo”.
El intercambio.
En grupo apreciaremos las deliberaciones y disquisiciones de
Stumpy, Chance y Colorado en la comisaría sobre la conveniencia de ir al encuentro
para hacer el intercambio. Chance, como el propio Hawks, siempre está dispuesto
a escuchar nuevas ideas y opciones, la colaboración es total.
El travelling y la panorámica que sigue a Chance y Colorado
custodiando a Burdette hasta el lugar convenido, atravesando todo el pueblo
ante la atenta mirada de la gente, es otro momento deslumbrante que encumbra el
heroísmo de los personajes y la tensión del momento.
El plano en el que Chance sale del granero recuerda al
mítico plano final de “Centauros del desierto” (John Ford, 1956), con Wayne
también enmarcado en una puerta con el inmenso exterior desértico al fondo. Incluso el plano inicial de
la misma película. En este caso al fondo tendrá la casucha de Burdette.
La idea de Dude de lanzarse a pelear contra Joe Burdette,
hasta ese momento preso, es brillante, sorprende al propio Chance, si bien se
podría oponer la excesiva ingenuidad de los villanos, que quizá confíen en la
tremenda integridad de nuestros héroes…
-Chance: Los lanzaría yo mismo.
-Stumpy: Sí, supongo que lo haría…
Te tienes que reír… Genialidad pura. Walter Brennan es un
gigante.
El tiroteo es excelente, la pelea de Dude y Burdette, el fuego
de cobertura para que Dude alcance su revólver, el peligro de Stumpy al estar
rodeado de dinamita, la nueva demostración de profesionalidad de Chance al no
dejar a Carlos ir a avisar a Stumpy, sino que lo hará él mismo… El juego con la
dinamita es magnífico.
Este clímax, esta última escena de acción, es mucho más
épica que las que habíamos visto con anterioridad, también en este sentido la
progresión es excepcional, con las escenas de acción aumentando en
espectacularidad e intensidad. Del suspense más minimalista y la acción que
salpica la película a un clímax lleno de explosiones.
De la tormenta a la paz. Todo ello ejemplificado en Stumpy.
Dude podrá, por fin, liar cigarrillos y el anciano ayudante querrá salir un
poco a tomar algo tras las largas horas de encierro vigilando. Por supuesto
Stumpy será genio y figura hasta la sepultura, se quejará y refunfuñará le
digan lo que le digan, eternamente insatisfecho, eternamente fiel, eternamente
encantador. La sonrisa de Walter Brennan es única, especial, transmite una
autenticidad como pocas veces se ha visto.
“He pasado tantas horas sentado allí dentro a oscuras que
ahora veo menos que un topo. Cuando me asomé hoy a la calle me hirió la luz”.
“Le importa un pito que me vaya…”
Resuelta la trama de acción queda la sentimental. Será Dude
el que con el grado de sufrimiento y experiencia adquirido dé el definitivo
impulso a Chance para que vaya a dejarle sus sentimientos claros a Feathers…
aunque sea a su rudimentaria manera. Esta conversación será en un plano general
que incluye a los dos amigos, sin ningún artificio más. Exposición sencilla que
los vincula. Cuando Dude se sincere Hawks acercará los planos,
plano-contraplano, sin dejar de incluir a los dos, pero todo se hará más
íntimo. Es el lenguaje clásico a pleno rendimiento, expresivo con la más
absoluta sencillez.
-Dude: El hombre olvida… a veces... a veces no es sencillo,
pero pasa algo y olvida. Si quieres saberlo yo ya olvidé. Ni beber me apetece.
-Chance: Ya era hora. Estaba un poco cansado de ser tu
niñera.
-Dude: Si me dejas puedo yo ser la tuya.
Esa conversación reafirma la amistad de los personajes, la
hace eterna.
-Stumpy: ¿De verdad se ha echado novia el sheriff?
-Dude: Creo que sí, pero él aún no lo sabe.
Stumpy, un personaje absolutamente memorable y lúcido,
calará el comportamiento que su jefe tendrá con la bella señorita. Imitará su
pose de hombre duro que acaba siendo un sumiso obediente con su chica.
El bueno de Chance no podrá resistirse a tanta sensualidad
ni a las magníficas piernas de Angie Dickinson, que tiene una mirada pícara
tremenda. Los lloros dejan sin respuesta al hombre hawksiano, que desearía que
le tragara la tierra en esos momentos. El manejo de la situación de Feathers es
total y absoluto y si bien Chance mantendrá la dignidad… ¿para qué resistirse?
-Feathers: Mira que lo que he tenido que hacer, ponerme este
traje, decirte un montón de cosas, hacer como que me iba y tú sin decir eso…
-Chance: ¿Decir qué?
-Chance: ¡Te dije que te arrestaría!
-Feathers: Que en el fondo es lo mismo. Lo que pasa es que
tú no quieres confesarlo.
Esta conversación deja meridianamente claro por qué Feathers
es la chica perfecta para el sheriff y además se la admite en el grupo.
Entiende y traduce a la perfección el lenguaje cifrado varonil con el que se
manejan los amigos, de tal forma que lo interpreta de la manera adecuada, sabe
que su hombre no verbalizará según qué cosas, que su forma de decirlas es otra,
con gestos o detalles indirectos.
El momento final, con Stumpy y Dude comentando la jugada y
el floreciente amor del sheriff es un canto a la amistad y al amor, a la
comprensión y la lealtad, contentos por su amigo y apoyándose el uno en el otro
echándose unas carcajadas. Ver a Brennan riendo con las medias anudadas al
cuello y bromeando con Dude es verdaderamente entrañable, y la entrada de la
música, con el tema “Río Bravo”, acaba por despedirnos de unos amigos que no
querríamos que se fueran nunca y que sabemos que siempre estarán ahí. Un tono
nostálgico y acogedor.
-He comentado que “Solo ante el peligro” (Fred Zinnemann, 1952), fue una de las principales causas para que Hawks acometiera la realización de “Rio Bravo”, pero no debe entenderse como que no le gustara la película en su totalidad. Hawks valoraba la realización, las interpretaciones, los apartados técnicos... lo que no aguantaba era el comportamiento del protagonista, un elemento importante de la película, que contradecía todas sus ideas y principios de profesionalidad al ir pidiendo ayuda a gente no profesional y que además acaba salvado por su mujer. “Este hombre no es un profesional”, decía. “El tren de las 3:10” (Delmer Daves, 1957), tampoco era de su agrado.
- No le gustaba “Grupo Salvaje” (Sam Peckinpah, 1968) por la
forma de recrear la violencia, que él creía debía ser rápida.
-Comenté la influencia y la relación de la televisión en
“Río Bravo”, no solo es que Ricky Nelson, Angie Dickinson y Walter Brennan
hubieran participado en series, donde Hawks descubrió a algunos de ellos, sino
que el propio director consideraba que la película era como tres series de
televisión en una. Explicaba que en las series no primaba tanto el argumento
como los personajes, algo que apreciamos en “Río Bravo”.
-Hawks tenía un cariño especial por Walter Brennan, cuenta
que durante el estreno de “Ciudad sin ley” (1935) el actor se acercó a
saludarle, pero él no lo reconoció, y eso que lo acababa de dirigir… Tuvo que
quitarse la dentadura para que Hawks cayera en la cuenta.
-El gesto de tocarse la nariz que hace el joven actor
durante la película es recomendación de Hawks, algo que ya hicieron Wayne y
Montgomery Clift en “Río Rojo” (1948). Del mismo modo el momento en el que Dean
Martin se golpea las piernas por los calambres que le provoca el síndrome de
abstinencia fue idea de Hawks. Angie Dickinson se quedaba sorprendida y
fascinada por el carácter observador y detallista del director, pone como
ejemplo la escena en que afeita a Martin, ella hace un gestito inconsciente
sacando la lengua que encantó al director y del que ella no se había percatado.
-El sombrero que podemos ver a John Wayne es el mismo que
llevó durante toda su carrera desde que rodara “La diligencia” (John Ford, 1939), de hecho
puede observarse que tiene un agujero en el pico superior y está hecho polvo.
El actor retiró de la escena su sombrero precisamente tras “Río Bravo”. Lo conservaba
en su casa.
-La película fue un gran éxito de público, no tanto de
crítica y tuvo problemas de censura por el final. Pensaban que insinuaba una
relación sexual entre Feathers y Chance… evidentemente.
-La película se rodó en el Estudio Old Tucson, ahora una
especie de museo y lugar de visita, cuando no se rueda. Se rodaron infinidad de
películas allí.
-Son muchas las cosas que “Río Bravo” tiene de “Tener y no
tener” (1944), desde personajes y personalidades, hasta escenas y diálogos
iguales. Algo típico en el director.
-Howard Hawks quiso hacer alguna película sobre James Bond,
un personaje que parece algo ajeno a las inquietudes del director, solitario,
sin un grupo, pero que posee ciertas cualidades que sí encajan en su
universo, su espíritu aventurero y su gran profesionalidad.
-Hawks fue un gran descubridor de talentos, especialmente de actrices, Lombard, Hayworth, Dickinson, Bacall… Con todo tenía preferencia por las estrellas masculinas, no tanto por las femeninas a las que consideraba problemáticas. Es por ello que no se mostró nunca excesivamente efusivo con los elogios hacia las actrices, ni siquiera hacia Bacall. Con Jean Arthur (“Sólo los ángeles tienen alas”), no terminó de entenderse, por ejemplo. A pesar de esto sí habló con gran pasión de Katherine Hepburn y Ginger Rodgers, entre algunas otras. Con los hombres también tuvo algunos problemas, Humphrey Bogart por su difícil carácter fue uno, John Ireland, por confusas razones, otro.
-Hawks no tenía problemas en usar tramas, ideas, personajes
o situaciones similares si pensaba que eran de interés. Estas tramas podían ser
suyas o de otros. Usó elementos de su propia obra en multitud de ocasiones, del
mismo modo que reconoció coger ideas de los directores que admiraba (John Ford,
Leo McCarey, Josef von Sternberg…).Uno de los motivos por los que podía usar un
argumento similar para dos películas es que se le ocurrían ideas
contradictorias o que no encajaban con la película que estaba haciendo en ese
momento. Con respecto a la que nos ocupa, “Río Bravo”, y la similar “El
Dorado”, hay varios ejemplos. A Hawks se le ocurrió durante el rodaje de “Río
Bravo” que el personaje del joven fuera un hábil pistolero, pero también se le
ocurrió que pudiera ser un joven que jamás hubiera usado un arma, ideas
contradictorias, así que la primera la usó en “Río Bravo” y la segunda en “El
Dorado”. Lo mismo ocurrió con la idea de que el borracho fuera el sheriff en
vez de su ayudante, que sería el que lo ayudaría, idea que aplicó en “El
Dorado” también. La escena donde James Caan se tira al suelo para evitar los
disparos de los malos fue rodada para “Río Bravo”, pero tuvo que quitarla. Por
supuesto el director lo recicla todo cuando cree que es bueno, así que la usó
para “El Dorado” (1966).
-Hawks siempre negó que “El Dorado” fuera un remake de “Río
Bravo” en sentido estricto, como también lo negaría de “Río Lobo” (1970).
-Directores como Martin Scorsese, Peter Bogdanovich, James
Cameron, John Carpenter, Quentin Tarantino, Lawrence Kasdan, Steven Spielberg… han manifestado
la influencia de Hawks sobre ellos. De hecho “Río Bravo” es una de sus cintas
más influyentes. Es fácil ver los paralelismos en títulos de grandes directores
con clásicos de Hawks, como “Asalto a la
comisaría del distrito 13” (John Carpenter, 1976) o “Silverado” (Lawrence
Kasdan, 1985), con “Río Bravo” o “El Dorado”; “Aliens: El regreso” (James
Cameron, 1986) o “La cosa” (John Carpenter, 1982), con “El enigma de otro
mundo” (Christian Nyby, 1951); “Parque Jurásico” (Steven Spielberg, 1993) y su estampida que está
claramente influida por ”Hatari!”; “Entre tinieblas” (Pedro Almodóvar, 1983) y
“Bola de fuego” (1941); “¿Qué me pasa doctor?” (Peter Bogdanovich, 1972) y “La
fiera de mi niña” (1938)… y muchos otros ejemplos de estos u otros directores,
en películas completas o aspectos de trama, elementos fílmicos, como su uso de los
diálogos, escenas o personajes… Una influencia indudable y tremendamente
vigente gracias a la modernidad permanente de la obra del director americano.
Howard Hawks nos introduce en un universo único y nos presenta a unos personajes inolvidables, unos amigos que acaban siendo nuestros, leales y que estarán siempre disponibles para cuando los necesitemos. Los grandes cinéfilos de todas las generaciones se han entregado a este grupo, deseando ser admitidos para poder ayudar a Chance, tomar unas cervezas con Dude, vacilar con Stumpy, practicar el tiro con Colorado… y quién sabe, quizá también encontrar una atractiva mujer recién llegada en diligencia y sin destino fijo que se fije en nosotros. Paseamos junto a ellos de la comisaría al bar en noches calurosas plenamente conscientes de que habitamos un universo creado por un hombre que expone en él sus propios principios y forma de ver la vida. “Río Bravo” y sus personajes son como era Howard Hawks, y a nosotros nos encanta. Riqueza y lirismo.
Imprescindible.
Dedicada a Chu4che, confiando en que si ha llegado hasta aquí lo haya disfrutado. Un reto que me ha encantado. Un placer, amigo mio.
Lee aquí la 1ª Parte del análisis.
Lee aquí la 2ª Parte del análisis.
Lee aquí la 3ª Parte del análisis.
Lee aquí la 4ª Parte del análisis.
Lee aquí la 5ª Parte del análisis.
Lee aquí la 1ª Parte del análisis.
Lee aquí la 2ª Parte del análisis.
Lee aquí la 3ª Parte del análisis.
Lee aquí la 4ª Parte del análisis.
Lee aquí la 5ª Parte del análisis.
Gracias Sambo
ResponderEliminarme ha encantado tu crítica sobre una de mis películas preferidas. De acuerdo en todo. Poco más se puede añadir
saludos
Me alegra crack. Un abrazo.
EliminarY los demás nos regocijamos!!!
ResponderEliminarGran análisis de una peli q es y será adorada por generaciones. En mi familia, ya somos tres de ellas!!!
Gracias!!!
Gracias a ti Reina. Y serán más!!!!
EliminarLa relación protectora y de amistad de Bogart ("Tener y no tener") y Wayne (Río Bravo") hacia Brennan, es similar en las dos películas. También, el desarrollo de la relación Bogart-Bacall y Wayne-Dickinson, como si no fuese la cosa entre ellos, ajenos -sólo es una pose- a ese enamoramiento. Es una de mis películas favoritas, aunque admito que son muchas. Respecto a tu desmenuzamiento y explicación de cada plano y secuencia, es prodigioso e insuperable. Perdón, inigualable. Lo dicho en otras ocasiones: una obra maestra. Un abrazo, amigo. Un placer enorme y un deleite total.
ResponderEliminarAsí es amigo José, dos película muy parejas, muy similares a nivel conceptual y que demuestran una vez más que western y cine negro van de la mano como los géneros más completos del cine. Tienen escenas y diálogos calcados. Curiosamente me gusta más EL SUEÑO ETERNO que TENER Y NO TENER, siendo la primera mucho más impersonal... Otra muestra de genialidad de Hawks.
EliminarMuchas gracias mi querido amigo, es un honor verte por aquí siempre.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarCumplí mi palabra.
ResponderEliminarTras embaularme las 6 partes de tu crítica, me están entrando unas ganas terribles de volverla a ver.
Creo que estas Navidades tocará hacer una sesión de iniciación al Western a mis hijos, y claro está, será con Río Bravo.
Creo que Río Bravo fue una de las primeras películas que vi de niño y todo se debe a una cassete de mi padre con música de cine. No paré hasta que vi todas las películas que contenía y la selección era fantástica: Sérpico, Doctor Zhivago, El Alamo, Arde París?, Sólo ante el peligro, Lawrence de Arabia... de autores como Jarre, Goldsmith o el propio Dimitri Tiomkin. Siempre me chocó que el autor de una música tan del oeste fuera un ruso (en los 70 nada había mas antagónico a un Cow Boy que un ruso)
Viendo esta peli y los valores de la amistad que ensalza, siempre me pregunto si he acabado siendo así por gustarme estas películas, o si me gustan estas películas por mi forma de ser. Los que fuimos niños en los 70 y 80 y veíamos los sábados por la tarde films como Río Bravo, siempre hemos soñado en formar parte de una banda como la de Chance y Dude.
De tu crítica nada puedo añadir, ya que la has desmenuzado fotograma a fotogrma, Me ha encantado y solo podía escribirte mi contribución mientras escucho "My rifle, my pony and me" en una versión presentada por el vozarrón de John Wayne: "Hello, this is John Wayne..."
Gracias por desatarme esta avidez por el western clásico.
Una abrazo, amigo.
Gracias a ti por compartir ese pedazo de tu infancia, con momentos y detalles que coinciden con la mía, recuerdos que tengo muy presentes y que creo me han forjado o han ayudado a ello, al menos así lo espero.
EliminarLa selección que citas desde luego es exquisita jaja.
Un abrazo para ti. Afortunado niño el que tienes.