Crítica: GUERRA MUNDIAL Z (2013)

MARC FORSTER

 

"Guerra mundial Z", la novela de Max Brooks, se ha convertido por derecho propio en una obra de culto. En pleno revival, fiebre y moda zombie, parecía obligado que llegara la adaptación de esta novela de referencia sobre el tema. Una novela imprescindible para todo fan del género y que ha despertado un gran entusiasmo en todo el que se ha enfrentado a ella.

Es por ello que la película fue recibida con gran interés por fans de la novela o por simples aficionados a los blockbuster veraniegos o cintas de temática zombie.

La decepción no puede ser mayor. Puedes pensar opciones, pero no, la decepción no puede ser mayor en esta pseudoadaptación que tiene lo justo de la novela de la que usa el nombre, algo que bien se podrían haber ahorrado. Esto parece que no impedirá que haya segunda parte... Hay ejemplos verdaderamente sangrantes, ya desde la opción de centrar la narración en un personaje protagonista, que contradice al libro, vemos la mediocridad de las decisiones tomadas. El comportamiento de los zombies, clave en este tipo de películas, no tiene nada que ver con el que tienen en el libro, aquí son casi súper hombres, súper atletas, mientras que en la novela de Brooks se asemejan al lento y tradicional zombie de toda la vida... No hay nada del libro en la película, más allá de alguna anécdota y el título...

La película es una enorme torpeza desde que empieza hasta que acaba y a todos los niveles que se quieran observar. Como adaptación se muestra incapaz de trasladar la novela a la pantalla, cogiendo un par de anécdotas y zambulléndolas en la vorágine de persecuciones en la que el director basa la trama. La torpeza, simpleza, falta de imaginación, talento y trabajo del guión es absoluta, sin atisbo de acercarse a la profundidad, amplitud de miras e ideas, de conceptos y reflexiones, de situaciones, que plantea la novela. Un novela muy episódica y que ni eso han logrado adaptar, intentando unificar narrativamente la misma a través de un personaje protagonista, el de Brad Pitt, que va saltando repetitivamente de un lado a otro, buscando la identificación del espectador con alguien… y no logrando nada.

Como thriller o película fantástica o de pseudoterror funciona aún peor. Torpe, repetitiva, deslavazada, sin un ápice del realismo que transmite la novela, pasando de puntillas por todas las claves de la trama, con prisa, para regresar a las persecuciones de los zombies dopados que nos invaden…

La cinta se inicia con imágenes sueltas de animales, planos de animales en masa que se comparan con otros de personas, los hombres como animales o insectos. Ecologismo, menciones al CO2, animales muertos, animales e insectos depredadores… también comparados con nosotros… Ya tenemos las claves de la pandemia.

Pasaremos de lo idílico a lo apocalíptico.

Lo idílico se ejemplifica en la familia de Gerry Lane (Brad Pitt), que añora su trabajo mirando la televisión, las referencias a la ley marcial, desfiles militares y demás, pero que ahora está plenamente dedicado a su familia. Un hombre de acción con una vida tranquila, donde vemos su cotidianeidad, su trato con su esposa Karin (Mireille Enos) y sus hijas Constance (Sterling Jerins) y Rachel (Abigail Hargrove).

La trama seguirá a esta familia y luego a Pitt en solitario en busca de una vacuna o solución a la pandemia zombie por varios lugares del mundo.

El artificio y la sensación de guión escrito sin el más mínimo esfuerzo y con prisas lo tenemos en cada detalle. Las preguntas de la hija a su padre, para que éste nos dé datos con los que conocerlo mejor, resultan falsas, artificiosas, forzadas. Se nota mucho la intención.

Tras esta “larguísima” fase de exposición iremos al meollo, a lo que de verdad interesa al director, Marc Forster, un director con títulos más que notables, especialmente cuando trata temas intimistas (“Monster’s Ball” de 2001, “Descubriendo nunca jamás” de 2004), y otros francamente flojos, especialmente cuando se dedica a la acción o el entretenimiento, suya es “Quatum of Solace” (2008), la parafernalia. El brote de rabia que se ha extendido por 12 países parece llegar a la calle en la que el coche de Pitt se encuentra atascado mientras lleva a sus hijas al colegio. Un arranque abrupto, sin concesiones ni pausas, sin tensión, entrega al caos de forma inmediata. Resulta llamativa la ajenidad e indiferencia que muestran los protagonistas ante la enfermedad que iba extendiéndose por el mundo, claro que apenas han tenido tiempo de decir nada aún. Camiones que aparecen de la nada (como podéis ver en la foto detrás del poli al llegar no hay nada, segundo y medio después un camión se lo lleva por delante...), ni se entiende por donde han podido cruzar; atasco de quita y pon para que el bueno de Pitt pueda escapar oportunamente y choque del coche familiar sin consecuencias mientras los zombies comienzan a aparecer.

 

Allí veremos algunas de las reglas, inventadas para la película, sobre los zombies, están híper dopados, saltan como gacelas, corren como Usain Bolt, algo que ya no extraña a nadie, y se contagian y convierten en doce segundos.

“El tren está en la estación”.

Hay algunos aspectos de puesta en escena que son destacables, por ejemplo esos planos aéreos de multitudes donde se muestra la situación de caos global que acontece en todos los lugares. Notables planos cenitales. Del mismo modo hay detalles simpáticos como ese policía que en vez de cumplir con su labor se dedica a recopilar comida. Una buena forma de detallar la situación. Gotas en un mar de tópicos y torpeza que tampoco son nada del otro mundo.

Entre los tópicos podemos resaltar está ese vicio del cine moderno de colocar niños con asma en las tramas de acción. Si eres niño y estás en una situación de apuro será mejor que tengas asma, así harás sufrir más al espectador aunque con casi toda seguridad te salves.

-Guionista 1: Brad Pitt huye con su mujer e hijas. 

-Guionista 2: Pero una de ellas será asmática ¿no? 

-Guionista 1: ¡Eso ni se pregunta!

También son muy graciosos los soniditos que haces cuando te conviertes en zombie.

 

Se salpica la narración con detalles que pretenden mantener el ritmo de urgencia y crear tensión cuando el caos ya se ha disparado y no hay ninguna necesidad, por ejemplo la aparición de personajes siniestros que no llevan a nada (tipos raros por la calle, el de los medicamentos en la tienda….), aunque se hace sospechar que puedan tener algún tipo de importancia, o situaciones límite, como el intento de violación a la mujer de Pitt…

Este tipo de películas tan globalizadas, con muchas localizaciones y situaciones teniendo lugar en muchos sitios distintos a la vez pueden hacerse con un estilo documental, diversificando historias con un reparto coral y muchos personajes o centrándose en unos pocos protagonistas concretos, como ocurre en la que nos ocupa con Pitt y su familia. En esta segunda opción se puede recurrir a que todas las situaciones les ocurran a ellos o bien mostrar algunas de forma tangencial, a su alrededor. En cualquiera de los casos se necesita el talento que aquí falta para que funcione y desde luego es mejor intentar que no todo les pase a ellos, por ejemplo que el intento de violación no fuera a la mujer de Pitt, sino a otra persona, por realismo y verosimilitud.

"Guerra mundial Z" es una cinta repetitiva, persecuciones constantes sin que se avance o desarrolle en la idea, sin que haya ninguna novedad reseñable ante tan apocalípticos sucesos. Nos limitamos a ver a Brad Pitt mover su rubia melena cuidada con champú de camomila, con profesionalidad, eso sí, mientras es perseguido por distintos lugares. En unas ocasiones las persecuciones serán grandilocuentes, como en Jerusalén, en otras se minimizarán, como en el edificio en el que se refugia junto a su familia. En unas ocasiones será perseguido de día y en otras de noche.

Lo de encerrarse en un edificio, por desconocido que sea, y subir al tejado o la azotea es una costumbre en este tipo de películas que no sé si es muy acertada en algunos casos. Aquí al menos permite una lógica escapada llena de tonterías, torpezas y momentos francamente hilarantes. En el edificio se jugará con la oscuridad, la iluminación con bengalas, la claustrofobia… Las enseñanzas de “Alien, el octavo pasajero” (Ridley Scott, 1979), pasillos oscuros, tenebrosos, luces, sombras, ruidos…

En una película de este tipo, que mezcla acción con elementos de terror, no pueden faltar los sustos a traición, apariciones repentinas de zombies ante la cámara, para asustar a los protagonistas al mismo tiempo que al público, usando el plano corto para hacerlo más efectivo. El espectador experimentado sabe que el susto no tardará en llegar, la única sorpresa será cuándo. 

 

La escena en el tejado del edificio, una vez han salido de la casa de la familia que los acogió, está entre el disparate y el surrealismo. Un zombie escupe en la boca, literalmente, a Brad Pitt, pero a este no le pasa nada. Para empezar es una falta de educación y respeto escupir en bocas ajenas, pero se ve que entre los zombies hay clases también, aunque lo que sorprende es el sistema inmunológico de Brad Pitt. El contagio debe producirse por la sangre. Allí se unirá el hijo pequeño de la familia que acogió a la de Pitt, que pasará a ser adoptado. Al menos la habilidad en acción de Pitt está justificada por su anterior trabajo, un experimentado hombre en misiones de riesgo, ahora reciclado en tranquilo padre de familia.

En la escena del tejado podemos disfrutar de la presencia de Matthew Fox, que en un principio tenía más papel, pero que se ha visto relegado a pegar dos tiros a unos zombie que quieren comerse a Brad Pitt, deseo de muchas fans, y a decir una frase. Además, como no estés atento ni lo ves con el casco que lleva. Esa naturalidad con la que Pitt huye de los zombies quizá tenga que ver con la experiencia adquirida huyendo de fans hambrientas.

En el colmo del surrealismo veremos cómo zombies dopados castellers, que hacen castillos de kilómetros, son incapaces de abrir entre 20 una puerta que empuja Brad Pitt… Por otro lado cabe destacar la cara de pánico auténtico de la hija mayor de Pitt, bien interpretada por la cría.

Gerry (Brad Pitt) se deshará del lastre familiar para intentar conservar y proteger ese lastre familiar. Acometerá en solitario su misión. Para realizarla contará con el apoyo de soldados y un especialista científico… que durará poco, que hablará de la madre naturaleza y cómo resolver el problema. La muerte “autoinfligida” del científico será divertida, un tétrico sentido del humor al estilo Tarantino en “Pulp Fiction” (1996).

Los saltos de planos generales al plano-contraplano son gratuitos y sinsentido narrativo, puro esteticismo e inseguridad que simplemente pretende dar ritmo en los breves y escasos momentos de conversaciones, un ejemplo lo tenemos en la conversación del científico con Pitt en el avión. El ritmo general de la cinta es trepidante, una huida a la carrera constante.

 

Las breves escenas bisagra, que enlazan persecuciones, son bastante insulsas. Un ejemplo lo tenemos en la desagradable aparición de David Morse, un ex agente de la CIA que pasa su tiempo en presidio quitándose dientes. Un personaje que soltará su discurso y no volverá a aparecer…

La siguiente escena de acción es otro ejemplo de torpeza, una misión de repostaje que sale mal. El silencio, que jamás se usa como aliado sorprendentemente y que podría servir de distracción para facilitar las cosas, se ve que el presupuesto en inteligencia militar era escaso en la película, se convertirá en enemigo. El director avisa con cierta antelación de lo que va a ocurrir, como para generar suspense, pero que Brad Pitt se lleve el móvil encendido, que acaba de usar, a una misión donde el silencio es clave, resulta nuevamente tronchante. Por supuesto Pitt la fastidiará con el móvil. El planteamiento de la escena vuelve a ser previsible y repetitivo.

Jerusalén, un muro gigante para contener a los zombies, mención al décimo hombre, el pasado trágico de la ciudad… y zombies de fuerza sobrehumana haciendo castellers y elevando una columna de centenares de metros para salvar los aparentemente invulnerables muros. Qué potencia, qué velocidad, qué energía... para estar muertos. Dan cierta envidia, especialmente cuando recuerdas el dolor de tus agujetas. Usain Bolt es una piltrafa humana al lado de ellos.

He comentado la torpeza de la película a todos los niveles, he explicado varias de sus causas, pero la más llamativa y evidente está en su estructura y elementos narrativos. "Guerra mundial Z" es una película sin imaginación alguna, ni en su guión ni en su puesta en escena, repetitiva hasta la nausea y que pretende enmascarar sus debilidades en un ritmos frenéticos de carreras continuas. ¿Dónde se aprecia esto? Muy sencillo. El protagonista, Brad Pitt, más que un salvador, parece un gafe, donde quiera que va lleva la desgracia. Llega a un atasco y la ciudad cae en el caos, va a un edificio y la familia que lo acoge acaba muerta, va a una base militar y por su culpa la misión de repostaje es un desastre que se lleva por delante a unos cuantos soldados. Justo al llegar a la invulnerable y protegida Jerusalén los zombies lograrán subir los muros de la ciudad, cuando tome un avión la epidemia zombie se extenderá por él… Esto ocurre por no elaborar bien el guión y centrar todos los sucesos en el protagonista, vinculándolos a su llegada con el pretexto de la identificación. Con un poco de elaboración la cosa no quedaría tan artificiosa, falsa, por ejemplo llegando cuando las cosas ya están mal, para variar algo.

Esto se extrapola al aspecto estructural. La película es una reiteración constante de lo mismo, escenas de huida planificadas y ejecutadas de igual manera, sin un atisbo de ingenio o imaginación, lo que hace que la película sea tremendamente repetitiva y aburrida en esencia. Es por ello que Brad Pitt participará en cuatro o cinco grandes escenas de acción, todas iguales, y con una conclusión idéntica. Hasta en cuatro ocasiones, cuatro, el bueno de Pitt huirá de los zombies en un helicóptero o un avión (la azotea del edificio; el avión en la base militar; el helicóptero siniestrado en Jerusalén y el avión que cogen acto seguido…) Me imagino a los guionistas dialogando y diciendo:

-Guionista 1: Y Brad Pitt huye en helicóptero.

-Guionista 2: ¿Eso no lo hemos hecho ya? 

-Guionista 1: Cierto, mejor en avión…

….

 -Guionista 1: Ahora Brad huye en helicóptero. 

-Guionista 2: ¿Otra vez? 

-Guionista 1: No, sólo fue una, la otra fue en avión. 

-Guionista 2: CRACK.

Las escenas con las masas de zombies correteando son muy espectaculares, esas que se pueden ver en los trailers. En medio de tanta carrera Pitt tendrá tiempo de observar, a cámara lenta, a algunos ciudadanos a los que los zombies ignoran por estar enfermos o para ver como los infectados tardan doce segundos en convertirse… Estos subrayados luego serán usados por Brad Pitt en su ingenioso plan al final de la película.

Otra absurdez es cómo está usada la regla del silencio. Es tremendamente forzado y artificial que los ruidosos zombies, porque otra cosa no, pero basta que te conviertas en zombie para que te pongas a hacer ruidos raros y asquerosos que molan mucho, sorprendan a nuestros precavidos protagonistas. Meros trucos para impactar y sorprender al espectador.

El mayor toque gore que tiene la película es la mano que Pitt corta a la joven militar, con algún salpicón de sangre a cámara lenta. El uso del Deus ex machina no es que sea abusivo, es que llega a resultar ridículo, ejemplificado con el mencionado recurso del helicóptero y los aviones. Paradigma de mal guión, falta de imaginación y torpeza en la puesta en escena y la dirección.

La escena del viaje en avión no está mal, al menos se le saca partido y está bien resuelta dentro de su exageración, de los momentos más destacados. Una buena escena. Luego la cosa se pone más inverosímil, como la mayor parte de la cinta. Veremos a Pitt y su tremenda herida junto a su ayudante manca paseando tranquilos y renqueantes por las calles, que curiosa y afortunadamente están desiertas de zombies. Héroes atrevidos y suertudos.

En el OMS tendremos más personajes siniestros, que luego son simples científicos a los que el bueno de Pitt aleccionará sobre ciencia. Así son los héroes en estas pelis, saben de todo, como el maestro liendre. Camuflarse con un virus o una batería para pasar desapercibidos ante los zombies, genial idea que no se le ocurrió a ningún científico. Así llegaremos al clímax final, repleto de blancos pasillos y suspense algo más sostenido antes del inicio de las habituales persecuciones. El grupo liderado por Pitt debe ir a un lugar rodeado por numerosos zombies, donde están los virus y bacterias que quieren utilizar. Aquí los zombies no tienen hambre ni comen cerebros, sólo propagan un virus.

Mencioné con anterioridad el lamentable uso del ruido, una de las reglas que da la propia película, desde el guión, la dirección, los personajes y la trama en general… O está mal usado o mal explicado… Si un zombie pone un petardo ni se inmutan los tíos, pero como a un humano se le caiga un bolígrafo a 50 metros salen escopetados. A ninguno de los humanos se les ocurre usar eso como método de distracción, supongo que sabrán que los zombies son lerdos pero muy intuitivos para diferenciar qué sonido es producido por un humano… Al final es Pitt el único que usa este recurso, que para eso es el héroe.

Nuestro héroe también nos deleitará con chorradas varias, dejará su única arma fuera del recinto donde están las muestras que busca, ¿por qué? ¿Para qué? Al verlo sabemos que habrá problemas, otro artificio gratuito. Cuando un zombie llega, Pitt no se enfrentará a él, claro, no tiene la palanca, pero ¿por qué tanto riesgo? ¿Pretende evitar ruidos? Al fin y al cabo ha matado a unos cuantos de estos ya sin problemas. Y si el sonido de un teléfono no les ha alertado...

Finalmente todo saldrá a pedir de Brad Pitt, que se permitirá el lujo de la chulería, tomándose una coca-cola y armando un buen ruido para atraer a los zombies, una manada que se abrirá ante él como las aguas ante Moisés… Tengo que ponerme apoteósico, lo siento.

Finalmente habrá reunión familiar feliz, “hijo adoptado” incluido, aunque eso puede que no nos libre de una posible segunda parte…

Una torpeza lujosa y gigantesca, un timo que usa el nombre de un libro de éxito tratándolo como basura, sin ningún interés artístico o como entretenimiento de calidad, que sólo busca lucir algún efecto especial y al bueno de Brad Pitt, que hace lo que puede con corrección. Mediocre guión, dirección, estilo visual, puesta en escena… Un desbarre que posiblemente a los amantes de los blockbuster les haga pasar un rato pasable por su ritmo sin frenos.